El legado del realismo socialista en la región

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Por Antonio Guerrero /UNAPE

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La victoria de la Revolución Socialista de Octubre destruyó los cimientos del sistema capitalista en Rusia y levantó, sobre esas bases, como parte de la superestructura política de la dictadura del proletariado, las ciencias, la educación y las artes.

 

La capacidad creadora de los trabajadores de la ciudad y el campo, del campesinado, de las masas y de la intelectualidad artística comunista, democrática, antiimperialista, tras la conquista del poder popular bajo la dirección del Partido Comunista (b) logró, impulsando la fuerza creadora de las masas con su capacidad, destreza y conocimientos teórico políticos construir el socialismo instaurando una nueva cultura material y espiritual que pasó a ser dominante tras aplastar la vieja cultura feudal burguesa e imperialista de la Rusia de los Zares.

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La cultura dominante del proletariado fue guía para la construcción de la cultura artística proletaria que atrajo y guió las expresiones artísticas originarias de los pueblos de la URSS como el folklore de los pueblos de la nación rusa y de las nacionalidades de la URSS; como la cultura general y la cultura artística realista, progresista, democrática, de la historia de la humanidad en arquitectura, escultura, pintura, en la música clásica; es conocida la orientación dada por Lenin que se aplicó para que durante el Asalto del Palacio de Invierno no fueran destruidas por las tropas y pueblo armados revolucionarios las esculturas y obras de arte que guardaba el zarismo. Las obras de Beethoven, de List, de Chopin, Paganini, el teatro, la danza, fueron llevadas a las masas, a la juventud y la niñez, por la intelectualidad artística comunista y democrática superando desviaciones durante la dictadura del proletariado en la URSS. Este impulso dado a las artes durante la construcción del socialismo en la URSS contribuyó a la construcción económica, política, científica y social de la dictadura del proletariado.

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La ciencia general de la estética que había sido colocada al servicio de las circunstancias históricas de los diversos sistemas opresores que habían devenido en la historia luego de la comunidad primitiva y que promovió las estéticas esclavista, feudal y capitalistas que proclamaron que la belleza era un arquetipo de los amos, de los señores de la tierra y de la burguesía, los que, creados por la intelectualidad artística al servicio de las sociedades opresoras generaron como prototipos a los representantes de la propiedad y del poder: Los faraones, los reyes, los dueños del capital financiero.

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Estos arquetipos y prototipos fueron echados abajo con la Revolución de Octubre: La concepción estética dio un salto de calidad: El arquetipo de la belleza de quienes transforman con sus energías físicas y mentales la naturaleza y las sociedades: Los trabajadores, los pueblos, de entre quienes surgen los auténticos héroes, fue la base de la construcción de la nueva estética proletaria.

En la literatura y las artes, en el cine, la danza, el teatro, los protagonistas fueron quienes hacen producir las mercancías en las fábricas; quienes roturan, siembran y cosechan los productos del campo; la intelectualidad al servicio de los auténticos creadores de la riqueza social; por supuesto, en las artes particularmente en la literatura, la pintura y la escultura se resaltaron los momentos históricos en que el partido bolchevique y sus líderes, Lenin y Stalin lideraron las victorias arengando a las masas trabajadoras o en escenarios en que ejercieron la dirección como líderes del partido comunista en su lucha por la conquista del poder y la construcción de la sociedad socialista.

Aquellas obras que sirvieron de cultivo para la revolución proletaria como “La Madre” de Gorky, la poesía de Mayacoswky, generaron nuevas obras en literatura, música, danza, teatro, pintura, cine: “La Joven Guardia” que resalta el papel de los juventud revolucionaria; “Así se Templó el Acero” escrita por un militante comunista que sufrió, enfrentó y superó los rigores que como comunista requería la preparación de la revolución proletaria escrita cuando aquel, Nicoláy Obstrovsky, había quedado ciego y estaba tendido en su lecho casi paralizado; “La carretera Bolokolamsk” de Alexander Beckt que recoge la lucha contra la agresión fascista en el territorio de Rusia; el cine de Eisenstein, la pintura realista de Ilia Repkin fueron expresiones de un movimiento revolucionario en las artes que brotó en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS. El fenómeno de ver levantarse libérrimos en torbellinos recios a los hombres y mujeres, quienes, dirigidos por los comunistas bolcheviques liderados por Lenin y Stalin hizo erizar la tierra entera llenando de esa verdad histórica las novelas, los cuentos, la poesía, la pintura, la escultura, el gravado, la música y el canto, la fotografía y el cine.

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Esta corriente de las artes proletarias connotada como “realismo socialista” se extendió por el mundo de los explotados y oprimidos durante las circunstancias históricas de la Revolución Socialista de Octubre. La revolución proletaria, la teoría y praxis que la condujo a la victoria generó una influencia en el pensamiento y la praxis política en los Estados Unidos, en México y en América Latina: La intelectualidad progresista y la intelectualidad con aptitudes artísticas, eclosionó ante la victoria del proletariado sobre la burguesía en el país donde dominaba la reacción zarista feudal, burguesa e imperialista; incidió en la formación de movimientos de izquierda ligados a la lucha de los obreros norteamericanos a uno de los cuales perteneció el escritor Jhon Reed quien escribió “Diez Días Que Conmovieron al Mundo”; de esos años es la literatura realista de Jhon Steinbeck y el cine de Charles Chaplin.

El marxismo y el leninismo, fundidos en un haz, llegaron a Indo América y con éste la construcción de los partidos comunistas en este continente que fraguó en las mentes de la intelectualidad progresista y revolucionaria, de los artistas y escritores que se incorporaron a las filas de los partidos comunistas y asumieron la ideología del socialismo científico, arma con la cual se abrió paso a una corriente artística de amplio espectro antiimperialista y anti oligárquico, democrático y progresista formidable cuyas resonancias artísticas se hicieron sentir vigorosamente en América Latina. El realismo proletario, realismo social y otras denominaciones de esta corriente recogió las movilizaciones, luchas, huelgas, tomas de tierras, acciones de la juventud y la mujer contra la dominación imperialista particularmente norteamericana y contra la explotación y opresión de las oligarquías criollas en cada país de Indo América: Las aprehendió estéticamente y transformó en obras de arte y literatura proletarias y populares cuya identidad está en el arquetipo estético que todas ellas construyeron: Los protagonistas de las tramas artísticas y literarias fueron los trabajadores, los campesinos, la juventud popular, la mujer trabajadora, los pueblos alzados contra la explotación y opresión extranjera y criolla.

La obra de arte y literatura construida por la intelectualidad artística revolucionaria se internó en la profunda realidad de los trabajadores y pueblos de América Latina recogiendo las vertientes étnicas y culturales populares indoamericanas, nuestras identidades mestiza, indígena, negra y sus diversas mezclas y variables étnicas enraizadas con las clases sociales oprimidas y alzadas por su libertad. Fue una literatura de clase resultado de la poderosa influencia de la cultura clasista devenida de la Revolución bolchevique proceso artístico literario que creó nuevas formas artísticas y literarias. De aquella vigorosa influencia espiritual y material deviene un proceso que construye, crea formas artísticas y literarias nuevas porque lleva a la literatura, la pintura, el teatro, la música, los fragores, el temple, la energía que se plasma en los tendones y en los músculos, en la mirada penetrante y altiva, en los rubores enrojecidos de los rostros de hombres, mujeres, jóvenes trabajadores, campesinos, alzados que echaron abajo el capital y a sus ejércitos, a sus huestes reaccionarias.

La construcción de las obras de arte y literatura de aquel rico período tienen sabor y olor al follaje, a los terruños americanos, a nuestros ríos y montes; se construyó palpando nuestras tierras, sus pájaros de fuego. Nuestras artes fueron indoamericanas con olor a la pólvora nacida de la huelga contra las bananeras gringas, contra la explotación latifundista; contra los dictadores como en “El Señor Presidente” de Miguel Ángel Asturias; contra el latifundismo en “Doña Bárbara”; y en la lucha antiimperialista como en “Mamita Yunai”; “Demonio a caballo” de Pablo de Rokha; “Macunaíma” de Mario de Andrade; “La Galera” de Tiberio (crónica del canal de Panamá); “Cubagua” de Bernardo Núñez; “Túneles de la Libertad” tríada de novelas proletarias del escritor comunista brasilero Jorge Amado; “Huasipungo” de Jorge Icaza; “Residencia en la Tierra” de Pablo Neruda; “Yo El Supremo” de Roa Bastos; “El tirano Banderas” de Ramón del Valle Inclán; “La Vorágine” de Eustasio Rivera; “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes; “Raza de bronce” de Alcides Arguedas; “Zurzulita” de Mariano Latorre; “Las Cruces Sobre el Agua” de Gallegos Lara; “Nuestro Pan” de Gil Gilbert; “El Poder Omnímodo” de Pareja Diez Canseco (el populismo velasquista); “Juyungo” de Adalberto Ortiz; “Cuando los Guayacanes Florecían” de Estupiñán Bass.

De mano de aquella literatura se fraguó la pintura de Diego Rivera, Frida Khalo y Alfaro Siqueiros en México que se extendería en nuestro país con Pinto, Kingman, Guayas amín; a todo ese torrente artístico y literario se sumó el desarrollo de la canción protesta, el teatro popular, la poesía con acústica y sabores propios; prolífica producción artístico literaria que reflejó la lucha de clases en América Latina y puso en la escena protagónica no a los señores feudales ni a los capitalistas sino a los hombres y mujeres trabajadores, campesinos engarzados a nuestras culturas mestizas, indígenas, negras, enraizadas con las clases sociales oprimidas y alzadas por su libertad.

En nuestro país se produjo un salto: “En el siglo XX insurge con gran fuerza telúrica la Generación del 30. Son autores que abrazan el realismo, que dejan atrás el terciopelo y las musas y se adentran en el ser y el habla de los ecuatorianos de abajo, del indio, del huasipunguero, del arrimado y del montubio y en menos escala del habitante urbano. Se incorporan así, al lenguaje escrito las expresiones y los modismos de un español mordizqueante que se aclimató durante siglos en la campiña ecuatoriana” “A partir de los años 60 del siglo pasado, la literatura ecuatoriana se renueva vigorosa con nuevas expresiones y autores. La revolución social, la clase obrera, el campesinado, la intelectualidad y la juventud son los protagonistas de esta nueva expresión de la lengua literaria. El ser interior y no solo la descripción califican esta literatura” destaca Pablo Miranda*1

Por supuesto no solo influye en estos ámbitos del pensamiento artístico literario la Revolución de Octubre sino otras revoluciones devenidas en ese proceso como la Revolución Cubana pero todas éstas tienen un catalizador común: La primera revolución social en que las clases explotadoras son dejadas atrás en la historia y conquista el poder la clase obrera y su partido, la Revolución Socialista de Octubre es el hilo que enmadeja este proceso de cambios materiales y espirituales de la historia mundial.

Se trata de un fenómeno histórico, político, social, económico y militar profundo que se vio reflejado en las artes y que abarcó un período histórico significativo al formarse, luego de la Segunda Guerra Mundial el campo socialista donde tuvo una particular connotación el trabajo que en las artes proletarias y populares y en la estética proletaria se construyó en Albania Socialista que llega hasta finales de la década de los 90s; período de realización victoriosa del socialismo que ha pretendido ser hundido por el postmodernismo y el oportunismo forzando la pérdida de la memoria colectiva popular cuyo eje de los ataques a nuestra ideología es el fomento del arte abstracto, alienante, que oculta la lucha de clases y su proyección al socialismo y la estigmatización del realismo socialista y del realismo proletario y popular.

El postmodernismo echó fango sobre esta literatura y artes que afirmó dicha corriente realista en literatura y que también se expresó en la canción chilena, argentina, en la nueva trova cubana; en la pintura realista, el teatro y la danza; en la literatura se extendió al “realismo mágico” que se engarza con el llamado “boom literario” de aquellas décadas.

Durante estas recientes dos décadas el llamado “socialismo del siglo XXI” que brotó en Venezuela opuesto a la Revolución Socialista de Octubre que manipula las artes de raigambre popular y “de izquierda” para consolidarse mercantilizándolas como ocurre en nuestro país con el correísmo que ha jugado ese papel desnaturalizando el carácter realista proletario del “realismo socialista” de la URSS y de Albania Socialista construido por “Los Tzánsicos” por el “Centro de Arte Nacional”, la UNAP y la UNAPE lideradas por Rafael Larrea, Alfonso Murriagui, Armando Coronel, Alberto Carcelén.

Las actuales circunstancias de decadencia y crisis del “socialismo del siglo XXI” que en el terreno artístico en nuestro país plantea como tesis postmodernista criolla: “Todos Somos Libres e Iguales, Tan Solo Diversos” negando la cultura de clases en el terreno de las artes debe convocarnos para calificar y potenciar nuestra corriente artística y política liberadora identificada con el socialismo de la clase obrera y su partido, para, afirmándonos en las conquistas materiales y espirituales de la Revolución Socialista de Octubre; particularmente de las artes y la literatura reemprendamos un trabajo que fortalezca nuestra concepción estética proletaria para que refleje la lucha de los trabajadores, los pueblos, la juventud popular, la mujer trabajadora, contribuyendo a su educación política frente a las diversas formas de la cultura burguesa, la reformista latinoamericana hoy en crisis y la neoliberal con todas sus argucias. La vigorosa lucha librada por los trabajadores y los pueblos durante estas últimas décadas en que ha imperado la confusión demanda que como parte de la lucha política por la conquista del poder popular también libremos batallas en el terreno de la cultura proletaria de la literatura y las artes realistas, proletarias, populares, pluriculturales y emancipadoras para fortalecer la lucha por la revolución social proletaria.

21 Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina. Quito- Julio 2017

Publicado en PeriódicoOpción
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