Argentina: Treinta años sin Luca Prodan
Se cumplen 30 años de la muerte de Luca Prodan, la leyenda del rock nacional
Rebelde, polémico, frontal, talentoso y tantas otras cosas más… Si hay personas que marcan un antes y un después, Luca Prodan es sin dudas una de esas personas para nuestro rock. Hace 30 años su voz se apagaba para siempre, pero nacía la leyenda.
Nació en Roma el 17 de mayo de 1953 y murió el 22 de diciembre de 1987 con tan solo 34 años, aunque parecía tener bastantes más. Dos meses antes de perder su vida, luego de editar un tercer LP, Sumo volvió a llenar Obras pero Luca le dio una importancia relativa al asunto.
«Para mí es un show más. La única diferencia es que si tocás en las discotecas freak te van a ver solamente los loquitos, y si tocás en San Isidro se llena todo de conchetitos de barrio. A Obras va todo el mundo: los loquitos, los chetos y los que no tienen nada que ver. Por eso mata». Esas palabras, recogidas por el periodista Marcelo Fernández Bitar en su libro 50 años de rock en la Argentina, pintan a Luca a la perfección: siempre decía lo que pensaba.
Su infancia, adolescencia y la estadía en Escocia y Londres
Hijo de Mario Prodan y Cecilia Pollock, Luca fue el tercero de cuatro hermanos: Michela, Claudia -ambas mayores que él- y Andrea, el más chico de todos, componían la familia. Como decíamos más arriba, Luca nació en Roma; sin embargo, gran parte de su vida la vivió en el Reino Unido, primero en Escocia y luego en Londres.
En Moray, una región ubicada en el nordeste escocés, asistió al prestigioso colegio Gordonstoun, donde por ejemplo concurrió el Príncipe Carlos. Pero cuando le restaba un año para terminar, abandonó el instituto y se escapó.
Tenía 17 años cuando tomó esa decisión, que hizo que su familia iniciara una desesperada búsqueda con la ayuda de Interpol para localizarlo. En ese tiempo recorrió Europa para luego retornar a Roma, donde cuando la policía lo estaba deteniendo lo encontró su madre.
En 1978, ya establecido desde hacía unos años en Londres, formó su primera banda: The New Clear Heads. Su nombre se trató de un juego de palabras que resumía un momento histórico relacionado al miedo al armagedón nuclear en Europa.
Con ese grupo tocó en algunos pubs y grabó un cassette que tenía tres canciones solamente y donde aparecía White Trash, uno de los primeros temas que compuso y que volvió a hacer con Sumo.
El viaje a la Argentina
En 1979 hubo un hecho que marcó a Luca para siempre. Se trató del suicidio de su hermana Claudia, quien se quitó la vida junto a su pareja al encerrarse en un auto e inhalar monóxido de carbono. Ese hecho significó un quiebre en la vida del artista, que cayó en coma por culpa de su adicción a la heroína. Y también desencadenó en su decisión de radicarse en la Argentina. Su viejo amigo argentino Timmy McKern le envió una carta y Luca decidió viajar.
«Siempre fue un líder y un rebelde. Desde las épocas en que íbamos juntos al colegio Gordonstoun, en Escocia. Siempre estaba haciendo gastadas. Ponele: el colegio era una especie de sistema y él estaba probando o jodiendo todo el tiempo. Haciendo sonar una alarma, sólo para joder», diría Timmy al recordarlo años después.
En diálogo con Sandra Mihanovich para el programa Soy lo que soy de TN en 2013, el hermano de Luca, Andrea, contó detalles sobre la decisión del músico de elegir la Argentina. «La única relación con la Argentina que existía era la amistad entre Luca y Timmy McKern, que un poco era como él, un bicho raro en un colegio escocés. Uno era el italiano, que estaba ahí, que era Luca; y el otro era anglo-argentino, y obviamente eran considerados bichos raros en el colegio», narró.
Y agregó: «Ahí bueno, se engancharon. Y muchos años después, cuando Luca estaba en un momento de grandísima crisis después de haber estado en coma en Londres, perdió muchos amigos por la epidemia de la heroína en Inglaterra y en Italia. Ahí apareció una fotografía que Timmy le mandó de él, su mujer y un bebé en las sierras de Córdoba con el mensaje: ‘Te extrañamos, que lindo sería poder verte’. Luca dijo: ‘Tengo que ir ahí’. Y era como su último intento de supervivencia. Y finalmente fue la Argentina el país que logró liberar la creatividad de Luca. O sea, el país de la represión, fue el país que desencadenó su libertad».
El armado de Sumo
«Lo más increíble de Luca era su personalidad, que llegó incluso mucho más allá de lo que significó Sumo como banda, a pesar de que era un grupo que sonaba tan bien. La personalidad de Luca era tan grande que se morfó a otros tipos muy ingeniosos y talentosos que tenía a su lado, tanto para tocar la guitarra como para generar letras, como podían ser Ricardo Mollo y Roberto Pettinato». (Indio Solari).
Durante su estadía en Córdoba, su amigo McKern -quien se transformaría luego en el representante de la banda-, le presentó al guitarrista Ricardo Curtet, quien en ese momento vivía en Mina Clavero y fue invitado para formar parte del grupo. Tras conversar con él, Luca volvió a Londres a comprar instrumentos y buscar a su amiga Stephanie Nuttal para pedirle que sea la baterista del grupo.
Cuando volvió al país, se instaló con la familia McKern en Hurlingham, donde conoció a dos músicos que se incorporarían a la banda: Germán Daffunchio, cuñado de Timmy; y Alejandro Sokol, amigo de Germán.
Una vez que lograron conversar y ponerse de acuerdo en lo musical, todos viajaron a Mina Clavero para reunirse con Curtet, donde comenzarían a darle forma al proyecto. Un par de meses después llegó a la Argentina Stephanie para completar la banda. Entonces, la primera formación de Sumo estuvo compuesta por Luca en voz, Daffunchio y Curtet en guitarras, Sokol en bajo y Nuttal en batería.
Una vez establecidos, decidieron hacer unas grabaciones en Córdoba pero al poco tiempo pensaron que lo mejor era volver a Hurlingham, de donde era la mayoría de los miembros. Además, estar en el Gran Buenos Aires les iba a permitir empezar a recorrer la escena under. Sin embargo, fue allí cuando sufrieron la primera desvinculación: Ricardo Curtet priorizó su familia y se volvió a Mina Clavero.
El debut oficial de Sumo fue en el pub Caroline, de El Palomar, en febrero de 1982, un año particularmente difícil por la situación que atravesaba el país, que se preparaba para lo que iba a ser la dolorosa Guerra de Malvinas. El 20 de marzo de ese año, Sumo tuvo su primera actuación importante: fue en el Festival Rock del Sol a la Luna ante 20.000 personas. Compartieron la jornada con bandas y músicos de renombre, lo que les permitió también que mucha gente los conociera ese día.
En abril, cuando ya estaba empezando el conflicto bélico con el Reino Unido, Sumo sufre su segunda baja: Stephanie Nuttal volvió a Inglaterra y fue reemplazada en la batería por Alejandro Sokol. En tanto, Diego Arnedo, quien era un músico del barrio conocido por ellos, se haría cargo del bajo.
En medio de la reestructuración, ingresó el saxofonista Roberto Pettinato, quien en ese momento trabajaba en la revista Expreso Imaginario, donde conoció a Prodan. Con estos cambios consumados, Sumo editó Corpiños en la madrugada.
En 1984, debutó Alberto Troglio en batería, quien pasó a ocupar el lugar abandonado por Sokol. Este último igualmente quedaría como invitado permanente. Ese año también desembarcó el talentoso Ricardo Mollo.
Sumo publicó el exitoso Divididos por la felicidad en 1985, que contuvo muchos de los hits de la banda: La rubia tarada, Debede, Mejor no hablar (de ciertas cosas) y Divididos por la felicidad, entre otros. El álbum fue presentado el 11 y 12 de mayo de 1985 en el teatro Astros ante más de 1.000 personas por show, y fue un trabajo que en ese momento vendió más de 15.000 copias.
En 1986 grabaron Llegando los monos, que tiene como hits Los Viejos vinagres, NextWeek y Que me pisen. Fue presentado el 9 de agosto de ese año en Obras, recital filmado para el cortometraje de 55 minutos llamado Sumo en Obras.
After chabón fue editado en 1987 y se trató del último de la banda. A esa altura la salud de Luca ya estaba muy deteriorada, producto de su adicción a la ginebra. Sin embargo, logró participar de la grabación de la placa y de su presentación en Obras el 20 de octubre. El disco contó con No tan distintos, Mañana en el Abasto y una versión de Noche de paz, entre otros temas. Dos años después de la muerte de Prodan, en 1989, salió el trabajo póstumo Fiebre.
¿Por qué te pelaste?
Roberto Pettinato, en su libro llamado Luca es mío, cuenta la historia de por qué el líder de Sumo decidió raparse. «No tuvo nada que ver con lo del asco que le daba nuestra sociedad», comenzó el saxofonista en diálogo con Clarín tirando por la borda el mito relacionado a la canción La rubia tarada. Frente al interrogante «¿Por qué te pelaste», Luca respondía en el tema: «Por el asco que da tu sociedad. Por el pelo de hoy, ¿cuánto gastante?».
Y siguió Pettinato: «La otra pregunta que deberíamos hacernos es qué carajo hacía Luca en New York City. Yo se lo pregunté una vez y me contestó que la letra era tal cual, que era parte de la conversación con la mina. Ella se le acercó y le preguntó: ‘¿Por qué te pelaste?’. Yo no creo que Luca ni siquiera le haya dicho: ‘Por el asco que da tu sociedad’. Eso no se lo dijo».
Ante la pregunta del periodista Hernán Firpo sobre si Roberto sabía por qué se peló Luca, el conductor de televisión contestó: «Sí. Como si se tratara de una confesión, una vez me dijo que se estaba quedando pelado y decidió ganarle de mano a la calvicie. Se rapó él mismo, con una maquinita de afeitar. Luca era un rabioso, un intenso, un alcohólico, pero lo más gracioso es que me lo dijo en tren de confesión, cosa que a mí me llamó la atención, porque yo no creía que él pudiera hacerlo de coqueto. Me dijo que se iba a pelar porque se le estaba cayendo el pelo».
Su muerte
Luca Prodan fue encontrado sin vida el martes 22 de diciembre de 1987 en su habitación de la casa ubicada en la calle Alsina 451, en el barrio de San Telmo. Había sufrido un paro cardíaco producto de una hemorragia interna causada por una cirrosis hepática.
«El quería hacer de su vida algo exclusivamente suyo. Yo creo que Luca no quería hacer de su vida una vida construida arriba de algo que ya había estado hecho. Él pensaba: ‘Tengo una vida, quiero empezar de la nada y hacer mi vida como yo soy’. Esa es la libertad de Luca, creo, no tanto eso de romper con todo, simplemente de decir: ‘Yo tengo que estar libre de exprimirme como soy, a quien quiera impedírmelo lo voy a aplastar'», diría su hermano Andrea varios años después de la partida del músico.
Hace 30 años se apagaba para siempre la voz de uno de los grandes referentes del rock argentino, pero al mismo tiempo nacía la leyenda, ese título que le cabe a los que dejaron una huella y Luca sí que la dejó…
Publicado en Infobae
Un mito que se agiganta con el tiempo
Por Juan Ignacio Provéndola
Semanas atrás, en unas intensas jornadas sobre rock nacional organizadas por la Universidad de Buenos Aires junto a músicos, periodistas y gente especializada, un estudiante mexicano descolocó a los panelistas con una pregunta obvia pero clave: ¿cómo es que una de las figuras fundamentales de la cultura criolla era un italiano que cantaba en inglés? Hoy se cumplen treinta años exactos del fallecimiento de Luca Prodan y todavía se intenta explicar el fenómeno de este tipo que llegó desde Europa para salvar su vida de la adicción a la heroína y lo único que logró fue acelerar el paso hacia una muerte que dejó obras de arte invalorables, interrogantes que jamás se dilucidarán y uno de los mitos más poderosos de los que se tengan registro en suelo argentino.
Después de haber trashumado por Europa desde su Roma natal hasta un colegio pupilo en Escocia, Luca Prodan desembarcó en Argentina a principios de los ‘80 con el cuerpo estragado por la heroína y el cerebro lleno de información que escaseaba en estas tierras. Su coincidencia con la Londres de la crisis social que devino, entre otras cosas, en el estallido punk, marcó a fuego su gusto y su impronta musical, siempre rica en hipertextos pero claramente direccionada hacia esa postura entre urgente y apocalíptica que mojonearon los Sex Pistols.
Pil, cantante de Los Violadores (grupo que en esa época muchos incluyeron en la tría vanguardista del rock local junto a Sumo y Soda Stereo), recuerda que la primera charla que mantuvo con Luca Prodan fue, justamente, con los Pistols como nexo: “Había escuchado una canción nuestra llamada ‘Estas muerto’, de nuestro primer disco, y se acercó a decirme que le sonaba a ‘No feelings’, de los Pistols. Cuando estaba bien, era un tipo maravilloso para conversar sobre música y literatura. Como buen tano, era agradable pero al mismo tiempo calentón”.
Los Violadores tiene una curiosa vinculación con la historia de Sumo: compartieron tanto el primer show importante de la banda de Prodan, el 20 de marzo de 1982 en un festival en el estadio de Estudiantes de Caseros (donde el grupo fue anunciado en el afiche con la referencia “England” entre paréntesis), como el último, el 20 de diciembre de 1987. “En ese concierto final, en el estadio de Los Andes, lo vi mal, muy flaco, amarillo. Tuve un presentimiento muy triste y después, a los dos días, me enteré que había muerto a través de… Ari Paluch. Lo anunció en la Rock&Pop”, agrega Pil.
Sondear las influencias de este sujeto que vino a Argentina a espabilar la escena rockera incluye a artistas como Blondie, Van Der Graaf Generator, Elvis Costello, Ian Dury & The Blockheads, Genesis, Joy Division, David Bowie o The Doors. Luca Prodan fue, en cierto punto, el nodo que reconcilió dos generaciones que necesitaban imperiosamente encontrarse para darle volumen y una entidad monolítica a la cultura rock doméstica, porque obligó a los pioneros a actualizarse y, al mismo tiempo, le marcó el horizonte a los que estaban iniciándose.
Una herencia que se mantiene perenne e irriga las sangres más recientes del rock argentino. Piti Fernández, cantante de Las Pastillas del Abuelo, lo reconoce como un inspirador seminal (durante varios años mantuvo un proyecto paralelo tributo a Sumo bautizado Virna Lisi) e incluso valora otro gran aporte “Prodanesco” a la escena local: el reggae. “Además de su impronta punk, Luca importó el raggae tradicional, entre tantas otras cosas que acá eran completamente desconocidas. Y por momentos también parecía mirarse en el espejo de Lou Reed, haciendo arte con una guitarra y punto” aporta Piti. “Aunque creo que su rasgo distintivo es que parecía ser el mismo tipo tanto arriba como abajo del escenario. Esa lucha constante contra el caretaje que no sólo daba en sus letras, sino también en su vida cotidiana, me hicieron durante muchos años incubar un sueño que lamentablemente nunca voy a poder cumplir: el de poder patear la calle con él, ser parte de su círculo y ver como se manejaba cotidianamente. Seguramente me hubiese maravillado”.
De Roma a Londres, y luego de las sierras cordobesas a Hurlingham, Luca Prodan se movía en cualquier lado como si lo habitara de toda la vida, aunque al mismo tiempo sin ser precisamente de ningún lado. Un ciudadano de un mundo que mirada con desdén, pero que a la vez lo devoraba hasta empacharse. Hijo de un italiano y de una escocesa nacida en China, se subía al escenario en cueros y con pantalón de jogging. No parecía necesitar demasiadas etiquetas: su dresscode era su lengua, la misma que lo llevaba a cautivar a sus interlocutores, así sea que les esté espetando las barbaridades más sarcásticas. En cierto punto Luca integró una escena que a la vez denostaba. Parecía que siempre estaba más adelante y a la izquierda que cualquiera, llegando hasta donde nadie se animaba.
Un elemento que refleja su audacia es la decisión de cantar en inglés justo en el momento cuando la última dictadura argentina le declaraba la guerra al Reino Unido por las Malvinas y aquel idioma pasaba estar prohibido en las radios y en los canales de televisión, entonces todos del Estado y, por ende, intervenidos y dirigidos por mandos militares. Claro que era consciente de que el público argentino no estaba acostumbrado a la lengua anglófona, por lo cual también se vio obligado a escribir letras en castellano, actividad que por momentos la ejercía casi de manera lúdica, jugando con la fonética de esas palabras extrañas a su habitualidad. Pero como todo juego, este también implicaba tomárselo en serio, y así aparecieron canciones como “Mañana en el Abasto”, una aguafuerte inmejorable sobre ese barrio tanguero y gardeliano que hoy sobrevive como uno de los mejores registros sobre el pasado de un distrito reconvertido en zona de shoppings, restaurantes para turistas y cevicherías de la colectividad que hoy protagoniza el lugar: la peruana.
No son pocos los que observan un detalle que sobrevino a la muerte de Luca Prodan y la disolución de Sumo: el abrumador crecimiento popular que casi al instante experimentaron Los Redondos, en coincidencia también con la decisión del Indio Solari de pelarse la cabeza. “Sin Luca quedó un vacío muy grande en lo que podríamos llamar ‘rock urbano’… y ahí Los Redondos medio que quedaron solos, aunque en la época de Sumo ellos prácticamente no tocaban”, opina Germán Daffunchio. “Estoy seguro en lo más profundo de mi corazón que los Redondos no hubiese sido lo que fueron, aunque esto desde ya sin quitarle méritos, porque tienen un montón de canciones que me gusten… aunque fue todo en un momento muy justo”, redondea el ex Sumo, para quien este abrupto final dejó la duda acerca de lo que hubiese sido pero no fue: “El grupo quedó incluso y eso dejó a mucha gente ansiosa y calentita. Pero siempre tendremos un problema insalvable: ¿quién hace de Luca?”.
Publicado en Página 12