Colombia: «Diana de Santa Fe», un proyecto TRANS-media

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Diana de Santa Fe retrata la historia de Diana Navarro Sanjuán, una activista y líder trans del barrio Santa Fe, ubicado en el centro de Bogotá. El documental, que cuenta con un componente transmedia, es una producción de Armadillo: New Media & Films de Colombia, Canela Films de Puerto Rico y Belle Films de República Dominicana y se realiza con el apoyo de estudiantes del Programa de Cine y Televisión de Utadeo y de la Universidad Interamericana de Puerto Rico (UIPR), donde la directora del documental, Carmen Oquendo-Villar, es profesora.

En Puerto Rico, Carmen trabaja en la Facultad de Derecho de la UIPR. Entre sus estudiantes se encuentran alumnos de derechos, de las escuela de artes plásticas y de diseño y estudiantes de cine de la Universidad del Sagrado Corazón de Puerto Rico y del Departamento de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico, recinto de río Piedras.

Oquendo se encuentra en calidad de Fulbright Scholar en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y trabaja con estudiantes en temas de edición y dirección. Se espera que para el segundo semestre del 2018 se lance una cátedra fulbright sobre el documental y los derechos humanos.

»Diana de Santa Fe’ es producido por Alejandro Ángel Torres, antiguo profesor del Departamento de Comunicación Social y Cinematografía de Utadeo y Anabelle Mullen, Reconocida productora portoriqueña; el montaje está a cargo de Gustavo Vasco, conocido por ser el montajista de ‘Amazona’, ‘Señorita María, la falda de la montaña’, ‘Todo comenzó por el fin’, entre
otros títulos del cine documental colombiano.

Se espera que el documental esté terminado para el 2020, gracias a la beca otorgada a Oquendo por el Centro David Rockefeller de la Universidad de Harvard.

Dialogamos con Carmen Oquendo sobre la historia y la elaboración del documental, el trabajo simultáneo en dos países y su mirada sobre el barrio Santa Fe y la población trans.

EL BARRIO

Fotografía: suministrada

¿De dónde surge la idea del hablar del barrio Santa Fe y hacer un documental?

Carmen Oquendo: La primera vez que llegué a Colombia fue en el 2006. Acababa de terminar una serie de retratos, cortometrajes, de temática trans, de personas latinas viviendo en Boston; en ese año se realizó en Bogotá el Ciclo de Cine Rosa, que estuvo dedicado al transgenerismo, y me invitaron como cineasta internacional.

El Ciclo tiene un componente académico y uno de incidencia política. Como parte de este último, se me pidió hacer un taller para la Policía en prevención de violencia contra la comunidad trans. Eso no era algo que yo hubiera hecho, no sabía cómo hacerlo. Vine un mes antes y me dijeron: «Tienes que conocer a Diana», y ella me ayudó a hacer los talleres, fue una gran aliada.

En ella, además, reconocí a un personaje increíble, y dije, voy a terminar mi serie de retratos con ella. Cuando empecé el proyecto me di cuenta de que vive en este barrio único, que es el Santa Fe, y dije: «También quiero retratar este espacio». El proyecto, en los muchos años de trabajo, ha oscilado entre Diana y el barrio, y por eso el componente transmedia recupera ese lado.

¿Qué le llamó la atención del barrio?

C. O.: El barrio Santa Fe es un experimento social donde se reglamenta el trabajo sexual, donde se da algún tipo de protección a las personas trans y a quienes ejercen la prostitución, pero a la vez es complejo porque antes era un barrio residencial, y donde hay muchos conflictos y a la vez oportunidades.

El Santa Fe es un espacio donde pueden llegar y es seguro. Y cuando alguien trans llega a Bogotá las llevan al Santa Fe. Mucha gente te dice: «Yo fui traída aquí», “¿Eres trans? Aquí es que tú cabes”.

También es el lugar donde vienen muchos inmigrantes. Dentro de un país que está al borde de terminar este conflicto armado, es un lugar donde entraban y salían muchos desplazados que pertenecían a la guerrilla, a los cuerpos paramilitares, es como un microcosmos de Colombia pero intensificado.

Fotografía: suministrada

Hay muchos imaginarios del barrio Santa Fe…

C. O.: Ha sido interesante porque yo no tengo la misma carga de una persona de aquí, lo cual puede ser una ventaja o una desventaja: como no nací ni crecí con este conflicto, entro más fácil y no tengo una postura fija. Hay gente que se la juega, sobre todo la del barrio, entonces eso me permite explorarlo desde distintos puntos de vista.

Mi entrada a ese universo es Diana Navarro y el mundo trans, de eso no hay duda. Pero dentro de eso, explorar otros universos ha sido interesante. Cuando trabajo con estudiantes, muchos de ellos nunca habían ido al barrio, o cuando necesito llegar al lugar y voy en Uber o Taxi, a veces no me quieren llevar.

También es complejo filmar en el barrio. Además, aunque esté reglamentado existe mucho estigma con el trabajo sexual, muchas personas están en Bogotá y sus familias no saben que ese es el trabajo que hacen efectivamente, así que hay mucho tráfico, la cámara no es el mejor amigo de un espacio como ese.

¿Con qué se ha encontrado en el Santa Fe?

C. O.: Primero que nada es una vida bastante cambiante. Hay unos personajes que siempre van a estar allí y hay otros que están en movimiento. Lo que sí me he dado cuenta es que tu standing en ese lugar es un plebiscito diario, tienes que estar constantemente probando tu estadía, precisamente por ese flujo. Por otro lado, hay unos personajes que siempre están o que si se van, vuelven. También cuando te han visto regresar, quizá te dejan un poquito más que la vez anterior.

Ahora tengo muy buena amistad con Leidy, la administradora de Tabaco y Ron, uno de los burdeles más antiguos. Estoy en el día a día de ese espacio, en el que uno ve cosas alucinantes y empiezo a entender la lógica del espacio, eso es gratificante. Igual es complejo estar en el barrio, siempre tienes que estar con alguien.

Me he dado cuenta de que no existe mucho material audiovisual sobre el barrio, a pesar de que está bien vivo en el imaginario, en las noticias; si tú te pones a ver, el archivo audiovisual es casi inexistente. Es un trabajo importante el que estamos haciendo.

«¿Eres trans? ¡Aquí es que tú cabes!»

 Fotografía: suministrada

¿Cuáles son las historias de Diana y de Leidy?

C. O.: Diana tiene una historia interesante. Es una desplazada interna de Barranquilla; llegó a Bogotá muy joven, a los 14 años, y empezó en el mundo de la prostitución, donde ella es un poco atípica, porque no lo ve desde la victimización o el estigma. Es un caso aislado, no generalizable, porque ella ha escalado y se mueve en distintos ambientes.

El caso de Leidy lo encuentro extremadamente interesante. Es la hija de un hombre trans y creció con las trans. Tiene una mirada honesta y te dice lo que han representado las trans para ella, explica que es complejo crecer en un mundo como ese por las perspectivas del amor y las cosas que pasan. Leidy vive ahí con sus hijos: el prostíbulo está a un lado y al otro lado el hotel, que es la casa de muchas de ellas. Es interesante ver cómo funciona ese lugar y la humanidad que se respira en él. Ahora, la pareja de Leidy es un hombre trans. Es una linda historia.

Cómo es el asunto de la vulneración de derechos humanos es este barrio…

C.O.: Es paradójico: por un lado se protegen y hasta cierto grado se vulneran. Yo escucho hablar a personas que llevan tiempo en el lugar, que conocen lo que es ejercer la prostitución y ser trans antes de que el barrio fuera Zona Especial de Servicios de Alto Impacto (Zesai, declarada en el 2002); te dicen: «Aquí te llevaban a la cárcel por usar prendas de mujer. Si te cogían ejerciendo prostitución, a cada rato te llevaban a la cárcel».

Entonces, en cierta medida, sí es un avance. ¿Que todavía se vulneran los derechos? Obviamente, pero yo diría que en mucho menor grado que antes. Ha habido muchos avances, pero hay un camino por recorrer. También es una zona que no sabemos si está en peligro de extinción, porque hay unos planes para el centro. De ahí también el valor.

¿Cómo ha sido el trabajo con los estudiantes en Colombia?

C.O.: Ha sido un proceso muy bonito. A mí lo que más me gusta es trabajar con los estudiantes haciendo y equivocándose. A veces puedo dar una clase de cómo no hacer un documental. Pero es de los errores que uno aprende. Tú ahí ves el mundo de la teoría, pero que en el mundo de la realidad te va a llegar todo de otras formas. ¿Qué pasa cuando no tienes el presupuesto de antemano? O ¿cómo bregas con cien mil formatos diferentes? Entrar a filmar a un barrio como ese, filmar con personajes. Todo ha sido un reto. Pero ha sido muy gratificante

¿Cómo entran los estudiantes en Puerto Rico?

C.O.: Hay comunicación diaria, tenemos una reunión semanal, por videoconferencia, donde todos tenemos que estar presentes. Es bien importante la comunicación porque si no, podemos estar hablando lenguajes diferentes. Incluso para el manejo de tareas. Hay estudiantes de acá que trabajan en los rodajes, otros que están más en la edición, hay otros a los que les interesa la fotografía.

En Puerto Rico ahora mismo están editando. Editan secuencias preliminares para el montajista, él las revisa, se las comenta y ahí determina si ese personaje es interesante para el documental o no, o si es candidato para entrar al proyecto transmedia. Después ellos van a estar editando parte de los retratos.

¿En qué consiste el componente transmedia?

C.O.: Vamos a tener contenidos offline y online. Entre los que son online vamos a hacer una serie de retratos: ediles, propietarios antiguos, peluqueros de la zona. También habrá una geografía del barrio, en el que se pueda hacer clic y se muestren historias de vida. Vamos a tener una cartografía participativa, en la que las personas puedan tener una incidencia en el espacio que ellos habitan. Como contenido offline vamos a tener una obra de teatro titulada ‘Esa pendejada llamada amor’, que ha sido desarrollada con personajes del barrio.

Se trata de contar el barrio no solamente desde múltiples historias y perspectivas, sino también a través de diferentes medios.

Hablemos de su trayectoria como cineasta…

C.O.: He centrado mis trabajos en la temática trans hasta el momento; he contado historias de personas latinas, como la de una panameña y la de una dominicana en Boston. Tengo dos trabajos en Puerto Rico, una pieza que se llama ‘La aguja’ y otra que se llama ‘Camille’. Tengo una pieza de ficción corta de esta temática, que saldría tal vez con este proceso, que se llama ‘Carmelo’.

UTADEO

 

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