Lo que Cubadisco dejó

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En Contexto
Cubadisco es la feria más importante de la industria discográfica de la música cubana. En la última semana de septiembre se realizó el encuentro, que incluyó el Simposio Internacional en el que participaron investigadores y profesionales de Chile, Argentina, Venezuela, España, Estados Unidos y Cuba. La Jiribilla, una de las más importantes revistas de cultura cubana, publicó un dossier con los debates a propósito de la industria de la música nacional surgidos luego del encuentro

“Si la población no accede a la música que estamos generando, el evento no tiene sentido”

La capital cubana regresa poco a poco a su habitual parsimonia: un tempo en el que la música marca el ritmo, pero de una manera diferente a lo vivido durante la más reciente edición del Cubadisco. La tradicional cita volvió a ser noticia, con propuestas de los más variados y auténticos géneros musicales que se producen en la Isla.

Marta Bonet, presidenta del Instituto Cubano de la Música. Foto: Ariel Cecilio Lemus

Con la calma llegó el momento de evaluar qué estuvo bien, pero sobre todo, qué puede ser superado en aras de lograr mayor calidad en este tipo de eventos. La Jiribilla conversó con Martha Bonet, presidenta del Instituto Cubano de la Música. Su visión, nutrida de la experiencia en este largo camino de la creación musical, alerta hacia dónde deben encaminarse las principales estrategias para fortalecer y enriquecer el universo musical y discográfico cubano.

“Cubadisco se concibió como un evento integrador, en un momento en el que la industria de vinilo estaba transitando hacia el CD. Cuando empieza el auge de las casas discográficas foráneas en Cuba, las principales agrupaciones cubanas se afiliaron a estas. Surge entonces Bis Music, como contrapartida estatal para dar una respuesta político-cultural a la existencia de las casas foráneas. El evento nace desde el Instituto de la Música, en el año 1997, para premiar y promocionar lo mejor de la discografía en la Isla, y funcionar además como vitrina de lanzamiento hacia el mundo.

Las Ferias se hacían en Pabexpo. Ahí se montaban los stands, se realizaban lanzamientos discográficos, asistían artistas y empresarios, y se realizaban negociaciones. No solo estaban presentes las casas discográficas, sino también las agencias de representación artística, que en aquel momento se llamaban Centros de la Música. Con el transcurso de los años esto fue perdiendo vigor y devino en apenas un evento que premia los mejores discos.

¿Continúa el Cubadisco siendo un medidor de jerarquía?

Para las instituciones representa un medidor de la música cubana. Con los Premios Cubadisco se puede hacer un trabajo de investigación para saber cada año por dónde va la creación musical en el país, las tendencias y su calidad.

¿Qué alternativas propone el Cubadisco para promocionar a los artistas nominados, así como el encuentro de estos con sus respectivos públicos?

Siempre hay una programación paralela, lo que sucede es que este año se redujo. Poco a poco Cubadisco ha perdido su capacidad de vitrina al mundo y ha ganando en programación colateral, convirtiéndose en un evento de promoción de la música dentro de nuestro país.

Anteriormente participaban muchas agrupaciones extranjeras y se hacían grandes programaciones. Hasta el año pasado, el evento se dedicaba a un país, a un género de la música, y a partir de ahí se organizaban programaciones en todos los teatros de La Habana y colateralmente en sedes como la Casa del ALBA Cultural.

¿La idea es volver a ese esquema?

La intención es retomar esa práctica, pero reduciendo el número de sedes, ya que  la situación económica actual no nos permite potenciar un boom del evento en todo el país, lo cual requiere de muchos recursos.

Por ejemplo, este año se concibió una programación en La Pérgola del Pabellón Cuba, enfocada en el público joven; y en los portales del cine Yara se presentaron diferentes agrupaciones, con un impacto social increíble. La Casa del ALBA también se sumó a esa programación. Todo lo que tuvo que ver con las presentaciones para empresarios, la parte profesional del evento, se concentró en el Centro Cultural La Plaza, en 31 y 2, sede del encuentro académico.

Este año la programación cumplió las expectativas, y lo que logramos en el encuentro teórico fue increíble; sin embargo, quedó reducido a los profesionales de la música. La idea es reproducir y ampliar las actividades que acontecieron en 31 y 2: las presentaciones de cada casa discográfica, el simposio académico y los encuentros bilaterales entre las instituciones y los empresarios. Debemos crear espacios donde el público pueda acceder libremente e incluso hacer asequible el precio de los discos; esta última es una de las tareas que hay que retomar.

En este sentido, desde su fundación Producciones Colibrí tiene una licencia para vender los discos a un precio de 40 pesos en moneda nacional. Su esquema de financiamiento es presupuestado, o sea, el Estado subvenciona esa discografía. Pero no funciona igual para el resto de las disqueras que son empresas.

¿Los premios o los nominados no podrían, a través de Colibrí, disfrutar de una tirada limitada en función de la venta en moneda nacional?

Esa decisión transita por otros derroteros que tienen que ver con los precios y el derecho de autor, aspectos que todavía no hemos podido colegiar con las empresas. ¿Qué alternativa han encontrado las otras disqueras? Producir al precio de costo para poder vender en un precio más bajo, pero continúa siendo en CUC.

El próximo año aspiramos traer eso a la era digital y hacer un pull con las disqueras para que, en el propio recinto ferial —la idea es que sea el Pabellón Cuba—, exista la posibilidad de descargar música desde internet. Eso sería más factible que involucrarnos con las limitaciones de la discografía y los asuntos económicos.

La tendencia del disco físico es a desaparecer…

Yo no diría a desaparecer. Las ventas disminuyen porque adquirir música en internet es evidentemente mucho más factible, desde todos los puntos de vista. Mas, siempre uno quiere ver el disco, la nota discográfica, el diseño, y quiere tener el material.

El tema está en que no puede existir un evento que promocione la música cubana al cual la población no tenga acceso. Si la población no accede a la música que estamos generando, el evento no tiene sentido.

En relación a lo que se esperaba, ¿cuál es la satisfacción respecto al número de invitados yempresarios que asistieron a Primera Línea?

Tuvimos una visita muy importante, la de la vicepresidenta de Womex. Esa es una de las ferias más importantes —por no decir la más importante—, de música en vivo en el mundo. Durante los años en que se ha convocado Primera Línea, ellos han estado dispuestos a ser los partnerpara atraer empresarios a este evento.

Las agrupaciones nominadas al Cubadisco sobreviven el año entero con un mercado interno. ¿Se ha valorado que ese mercado pueda ser también destinatario de Primera Línea? ¿Se ha pensado en los gobiernos, en las cadenas hoteleras, en otros espacios?

Con la estrategia del mercado interno las instituciones debemos ponernos de acuerdo en cuanto a la programación. El turismo es un tema especial, va más allá de que se aproveche o no en un evento. Durante mucho tiempo en Cuba, los cabarets que están dentro de los hoteles fueron el espacio apropiado e idóneo para potenciar lo mejor de la música cubana, lo cual ha decaído muchísimo. Esa es una política que tenemos que acabar de perfeccionar.

El turismo apela mucho a la música grabada, quizás por condiciones económicas. Lo que sí está claro es que la mayoría de las veces no ofertamos al turista lo mejor ni lo más destacado de la música cubana. Estoy convencida de que en la medida que seamos capaces de revertir esa situación, las cadenas hoteleras van a tener mayores ingresos.

¿La idea de haber realizado los dos eventos juntos es positiva? ¿Cuál es la política en ese sentido?

Este año hicimos un ensayo casi casuístico. Los conceptos de Primera Línea siempre han estado incluidos en el Cubadisco y se fueron perdiendo con el paso de los años. En esta reciente edición unimos los nombres de ambos eventos para valorar si la convergencia es factible o no. El proyecto es reunificar esos conceptos y hacer un gran evento, donde podamos concentrar todos los esfuerzos económicos y logísticos para mostrar no solo a Cuba, sino al mundo, lo que es capaz de hacer la música cubana.

¿Existe alguna relación entre lo que se presenta en el Fórum Internacional Primera Línea y los Premios o nominados al Cubadisco?

Por lo general, todas las instituciones de la música presentan su talento para participar en los denominados showcases de Primera Línea, y luego un jurado, que no es el mismo del Cubadisco, realiza la selección previa.

Felizmente, la decisión ha coincidido con agrupaciones nominadas o que han recibido premios. Si estamos pensando en hacer un gran evento de la música cubana, habría que tener en cuenta cuáles son los discos que se presentan e invertir el mecanismo, o sea, analizar qué fonogramas se han presentado y cuáles han sido nominados, y a partir de ahí decidir cuáles llevaremos al jurado que decidirá la nómina de los showcases.

¿Qué sucede con un álbum una vez que obtiene el Premio Cubadisco?

Hoy, nada. En mis palabras de inauguración del evento expresé que estábamos repensando el Premio, justamente porque la práctica de todos estos años ha sido que cuando termina Cubadisco es como si terminara todo, y al artista que fue premiado se le acabó la promoción. Ocurría algo semejante con el Concurso Adolfo Guzmán: esa música se ha quedado dormida, aun cuando hay canciones bellísimas que nunca nadie más cantó.

Cubadisco 2018 terminó e inmediatamente comenzamos a replantearnos la próxima edición. Es preciso realizar una estrategia para que las casas discográficas y las empresas elaboren su línea de comunicación y promoción a partir del Premio.

¿Esto no debería tener una conexión con los mecanismos institucionales?

Por supuesto, en definitiva todos formamos parte del sistema de la música. Ahora que terminó el Cubadisco deberíamos ver quiénes fueron premiados y colegiar con las casas discográficas para potenciar su promoción e incluirlos en el plan de giras del año próximo. Esa es la lógica de un sistema de trabajo que apuesta por integrar a todas las instituciones de la música, aunque cada una tenga misiones diferentes.

¿La discográfica y la empresa tienen a su vez pautas de presupuesto para producir audiovisuales a partir de esos Premios?

Así es, pero además desde el Instituto lideramos el sistema de producciones por encargo, que se nutre también de todas las instituciones de la música, en cuanto a los artistas que quieren potenciar y cómo. El Ministerio de Cultura y el Estado disponen de un financiamiento para las obras que merecen un audiovisual (no tiene que ser necesariamente un videoclip) y ese es otro camino que podríamos explorar mucho más y con mayor intencionalidad.

Sin embargo, aunque el videoclip no es el único formato, es el más utilizado en Cuba y el que fija una hegemonía en el gusto popular

Esa afirmación es bastante llevada y traída. ¿Pero hasta qué punto influimos en que esos videos se reiteren en los medios de una manera estratégica o pensada en función de la política cultural? A veces las disqueras o las instituciones financian un videoclip y se trasmite solo una vez.

¿No sería interesante lograr que el Cubadisco constituya una alternativa a lo que existe hoy, potenciando el gusto por la mejor música, por los valores que nos interesanpromover?

Esa es la intención. Hay muchas ideas y no solo por mejorar la calidad del evento, sino por el impacto que puede tener en materia de política para la creación de la música cubana.

En esta edición del Cubadisco se presentaron 244 fonogramas, pero lo más importante no fue la cifra, sino su calidad. De hecho, el Instituto reconoció públicamente el trabajo de las casas discográficas, a pesar de las limitaciones y los problemas económicos que está enfrentando el país hoy. Puede ser que no todas lleguen a la realización del disco físico en grandes tiradas, pero el material está grabado, que es lo fundamental. La música existe en tanto sea interpretada y grabada y los discos que puedes grabar hoy es muy probable que mañana no existan.

¿Cuál es la principal estrategia de trabajo que tiene hoy el Instituto Cubano de la Música?

«Cuba es la isla de la música», refiere un slogan que conceptualmente es una realidad. Es por eso que tenemos que volver a las provincias. Durante muchos años la programación se llevaba al resto del país; cada territorio se sentía identificado con el Cubadisco y potenciaba el talento de sus músicos. Para organizar un evento de tal magnitud, se requiere de mucho más tiempo.

¿Cómo funciona el sistema de votación para elegir el Premio Cubadisco?

Cubadisco siempre conformó jurados de acuerdo a cada categoría. Hace tres años se cambió por un sistema de votaciones en el que la música se coloca en una memoria flash y se le entrega a expertos de cada categoría, para que la escuchen. Después, a través de un software creado por Cubarte, se realiza la votación, de manera remota incluso.

Otra experiencia es el traslado de pentdrives al oriente del país, para que los grandes músicos, expertos o musicólogos que radican en esa región también emitan su criterio.

Entre los músicos ha trascendido que este sistema no es todo lo justo que debería ser, pues consideran que no se evalúa igual el disco físico con respecto a la música entregada a través de dispositivos digitales. Otros plantean que el debate entre los integrantes del jurado es muy enriquecedor. En ocasiones existen producciones discográficas empatadas y es difícil escoger entre una u otra y como se trata de ser justos, este año combinamos ambos sistemas.

Cuando analizamos todas las votaciones, había categorías en las que la decisión estaba clara, con diferencias de votos definitorias; pero también existían otras donde los votos fueron muy parejos, y en esos casos la decisión final fue tomada por el jurado. Considero que los dos sistemas se pueden unir para lograr un resultado más justo.

En esta edición, convocamos a expertos y representantes de cada categoría. El debate reunió a alrededor de 20 profesionales entre críticos, musicológos, productores y músicos. Fue un intercambio muy interesante.

La Jiribilla


La calidad de la música cubana merece mecanismos eficaces para su promoción

Por Michel Hernández

 Jorge Gómez, presidente del Comité del Premio CubadiscoLa Feria internacional Cubadisco no estuvo exenta de polémica. El músico Jorge Gómez, presidente del Comité del Premio del mayor evento de la discografía cubana, habla con Granma sobre la relevancia del foro para la música y los músicos de la Isla, y comenta en torno al debate suscitado sobre las categorías en concurso.

¿Cuáles han sido las diferencias de este Cubadisco respecto a  ediciones anteriores?
En el caso de este año, las diferencias fundamentales han tenido que ver con la fecha (siempre ha sido alrededor de mayo, y en esta ocasión fue en septiembre), y con el hecho de que se ha unido a Primera Línea, un encuentro de profesionales del sector de la música y los espectáculos, vinculado con Womex, que se celebra por tercera vez en La Habana.

¿Qué relevancia le concedes a este evento?
La calidad y la capacidad competitiva de nuestra música —incluso para los grandes mercados internacionales— merecen que encontremos, y hagamos nuestros, mecanismos de promoción y difusión eficaces y acordes a los tiempos que corren. Cubadisco y su Premio forman parte de esos mecanismos.

Hay músicos que han expresado su desconcierto porque luego de ganar un premio Cubadisco no se les facilita estrategias de promoción.
Siempre hay matices y posiblemente haya opiniones demasiado apocalípticas, pero es obvio que tienen razón. Incluso la impresión física de los discos se ha convertido en uno de los más difíciles retos de nuestras casas discográficas. Me consta que hacen un gran esfuerzo para que todos los discos existan.
Pero eso trasciende, por mucho, la conciencia del hecho y la buena voluntad de resolverlo. En los dos últimos años, a falta de discos físicos de cada obra premiada, Cubadisco, en coordinación con la EGREM, ha producido un set de dos CDs con una compilación en la que están recogidos los temas de todas las obras premiadas. Ese disco está listo al término de la ceremonia de premiación. Este año será igual. No es lo óptimo, pero es algo. Ya en otros aspectos de ese mismo asunto, como las estrategias comerciales y de promoción, incluida la difusión en nuestra propia radio y televisión, hay todavía mucho camino por recorrer. En las circunstancias actuales, la organización de Cubadisco puede hacer muy poco en ese sentido.

En esta edición se ha criticado la ausencia de discos en las categorías de mejores agrupaciones de música popular bailable, como es el caso de Cantor del pueblo, de Havana D’ Primera, nominado, sin embargo, en el cuestionado apartado Voces de Música Popular Bailable. ¿Cuál es su posición al respecto?
Nosotros  tenemos claro que Alexander Abreu y Havana D’ Primera no solo es música popular bailable, sino que es uno de los pesos pesados de esa categoría. Tan claro que, mucho antes, en el 2015, su disco La vuelta al mundo compitió en Cubadisco dentro de esa categoría, obtuvo el Premio y terminó alzándose con el Gran Premio Cubadisco 2015.
La intención no fue sacar del área de música popular bailable a ninguno de los ubicados en esta nueva opción, sino todo lo contrario: poder reconocer a una cantidad mayor de esos artistas tan populares y queridos, que mantienen viva, y con la mejor salud, a la más emblemática de nuestras manifestaciones musicales. No parece del todo justo que, mientras en otras áreas donde la producción llega apenas a una decena de títulos en el año, con cinco nominados y un premio, estemos obligados a hacer lo mismo con un área donde la cantidad de obras presentadas está cerca de los 40 títulos, que en general tienen excelente factura, y que son obras y artistas que forman parte esencial del entretenimiento y la vida espiritual diaria de la gran mayoría del pueblo cubano.
Uno puede estar de acuerdo o no con las categorías en que están ubicadas las obras. Pero poner en entredicho las intenciones o la capacidad de un grupo de profesionales cuyo principal dolor de cabeza no ha sido “a quién premiar”, sino “a quién no premiar”, es una acción profundamente injusta, aun cuando no fuera malintencionada.
El Comité del Premio ha actuado, como siempre, como un órgano colegiado. En él conviven y/o son consultadas permanentemente personas entre las cuales hay musicólogos de enorme prestigio, con cátedras en el nivel superior de música; compositores, arreglistas y productores de larga trayectoria en la música popular cubana, con más de un Premio Cubadisco y presencia hasta en los famosos Grammy. Cualquiera que sea mi posición personal (y no siempre estoy de acuerdo con todos los resultados finales), a partir del momento en que se asume un criterio en el Comité, esa es mi posición.

El disco Cantor del pueblo, sin embargo, fue nominado en la categoría de Mejor Álbum de Salsa en los Grammy Latino. ¿Puede interpretarse como un error del jurado del Cubadisco la ausencia de este álbum en la categoría de Mejores Agrupaciones de Música Popular Bailable?
Ya eso va por otro lado. Aun los más recalcitrantes detractores en Cuba de los Grammy y otros mecanismos similares, no dejan de felicitarse ante las nominaciones y premios obtenidos por Irakere, Van Van, Omara, Havana D’ Primera, el Septeto Santiaguero, Eliades Ochoa, Pablo Milanés, La rumba soy yo, X Alfonso o Maykel Bárzaga Jr.
No soy de los detractores a ultranza de los mecanismos de seducción de la industria musical, y llevo muchos años tratando de promover un justo equilibrio entre esos mecanismos y la necesaria defensa de nuestra identidad cultural en la desigual guerra simbólica y antihegemónica en que estamos inmersos. De modo que no soy un detractor de los Grammy, que, por otro lado, constituyen importantes rampas de lanzamiento de nuestra música hacia otros mercados. Pero jamás se me ocurriría pensar que una decisión de los académicos que ubican en categorías, nominan y premian en los Grammy puede descalificar a nuestros académicos (que, aunque todavía no hayamos sido capaces de reconocerlos así, lo son por su propia vida y obra). Te devuelvo la pregunta. Si el disco Cantor del pueblo hubiera sido nominado en Cubadisco en la otra categoría, pero el Premio lo obtuviera otro disco —digamos Legado, de Van Van, De Cuba pa’l mundo entero, de Adalberto, Pasándola bien de Pupy, La vida cambió, de Manolito Simonet o Yo me muero en La Habana, de Elito Revé, que ni siquiera están nominados al Grammy Latino—, ¿sería también un error del jurado de Cubadisco? ¿Habrá que llegar a ese nivel de subordinación?

La Jiribilla


Cubadisco-Primera Línea: ¿necesaria renovación u obligada continuidad?

Por Oni Acosta Llerena

El recién finalizado evento conjunto Cubadisco-Primera Línea trae consigo algunas dudas, y quizás replanteamientos, en torno al mercado del disco en Cuba y, por transitividad, a su industria golpeada e incomprendida; lugares comunes sobre los cuales festejan aquellos que nunca han ocultado su acérrimo freno al desarrollo y a la necesidad de robustecerla. Cuba pudiera poseer una extensa red de producción-distribución musical que fomentara coherentemente un mercado interno —por demás ávido, indefenso y variopinto—, que en algún punto pudiera haber significado la verdadera independencia de los tan añorados mercados foráneos, por el que suspiran músicos y empresarios nacionales.

Lamentablemente no es así, y tal ha sido la desidia generalizada ante el proyecto, que hoy en día los reyes o dueños de la música en el mercado popular cubano no provienen de casas discográficas reconocidas ni de propuestas deseadas, sino que surgen de cualquier estudio rudimentario en algún barrio periférico de la ciudad; los productos son “quemados” en un disco chino de 50 centavos y corren como pólvora encendida hacia el epicentro social del país. ¿Esa es la industria a la que aspiramos? ¿Esa es la verdadera difusión musical que podemos tener? ¿Es esa la estrategia de un archipiélago —referencia mundial de la música— para competir en un mercado internacionalmente complejo?

Si un evento como Cubadisco-Primera Línea no puede concatenar algunas de estas elementales y reales tesis, ¿para qué nos sirve? Existen en nuestro país conceptos de producción bien alejados de la realidad, como la apuesta de los audiovisuales por parte de algunos labels cubanos.

La idea es buena, pero… ¿en formato DVD? ¿Por qué invertir un elevado presupuesto en un audiovisual de más de una hora de duración que ya no tiene cabida en el mercado? Yo consideraría trabajarlos en varias etapas, comenzando por el uso de un soporte digital mucho más atractivo y con más posibilidades de visualidad como Blu-ray, por ejemplo.

El otro aspecto consiste en que, temáticamente, pudiera ser más sugestivo producir varios videoclips para un artista, ya que este puede posicionarse rápidamente en infinitos programas, cuya duración permita rodar un material de 3 minutos. Esto haría que el alcance promocional del artista llegase a más personas en cualquier mercado.

Otro fenómeno tan actual como el EPK —material de prensa electrónico generado por los artistas— no es tampoco utilizado como vehículo de promoción en Cuba. Entonces, si Cubadisco-Primera Línea pudiera hacer coincidir varias de estas tesis, u otras, ¿nuestra olvidada industria sería receptiva? ¿Su entramado de instituciones se lanzaría de lleno a tales propósitos?

Habría que recontextualizar el disco como producto eminentemente cultural, de impacto comercial. Ello no debería entenderse como un sacrilegio hacia ningún planteamiento de equidad social alcanzado desde 1959, sino todo lo contrario: en un mundo tejido a base de códigos culturales de avasallamiento y subyugación hegemónica, poseer una industria fonográfica propia, fuerte y mediáticamente digna sería la mejor arma para resistir ese diluvio constante, del cual muy pocos se escapan; casi al punto del fenecimiento total de algunas culturas originarias.

En Cuba, hacer un disco no puede ser fruto de favoritismos o personales decisiones fracasadas. Hacer un disco debe lidiar con dos importantes factores: la obra verdaderamente genuina por un lado, y el factor mercantil por el otro. Debe trabajarse por lograr un equilibrio —o al menos una relativa correlación— entre los artistas puntales de lo nacional y aquellos que provocan suspiros en los foráneos circuitos de la música, logrando que exista la misma pasión por los primeros.

Este fenómeno se da desde hace mucho en países con un fuerte movimiento musical, donde se han ido creando nuevas plataformas mediáticas en consonancia con las nuevas reglas del mercado. Así, puede verse a destacados artistas folks firmando autógrafos y llevando a cabo una fuerte campaña visual de conciertos y giras desplegada desde grandes pancartas y desde las redes sociales. Dicho de otra manera: deben emplearse con los artistas nacionales las mismas técnicas de mercadeo, comunes hoy en día, para insertarlos en un espectro determinado y, por decantación, solidificar los cimientos para el consumo de una industria nacional que genere ingresos y —aún más importante— gustos que permitan enfrentar la batalla nos impone el mercado.

El recién finalizado evento retomó algunos conceptos perdidos, pero adoleció de visión conjunta, de esa intención de aglutinar los mecanismos presentes en disímiles expresiones —culturales o no— de potenciación y mercado. Hoy, para sobrevivir a un mercado discográfico no ya moribundo, sino al que le dan la extremaunción, hay que apropiarse de los nuevos manuales y herramientas de este sui generis escenario. Las disqueras cubanas tienen que reforzar su competitividad y dar el salto audaz, a nivel de mentalidad, hacia un destinatario cada vez más indiferente a lo nacional. El concepto de matrimonio feliz entre nuestras casas disqueras tiende a confundir al cubano medio, que no ve clara la identidad de cada una de estas, por ejemplo.

Foto: Ariel Cecilio Lemus
Foto: Ariel Cecilio Lemus

Otro mecanismo del cual nuestros labels adolecen es de la constante información. ¿Acaso no leen manuales de identidad? ¿Acaso no conocen la importancia que ejercen los departamentos de Relaciones Públicas de las grandes corporaciones? La visibilidad es vital, casi más importante que producir el disco, así como disponer de los presupuestos que permitan ver esa dirección como una inversión, no como un gasto o lastre para la empresa. Hay que competir —paradójicamente— con aquel del barrio periférico que compra un CD virgen, le imprime su música y la reparte gratis. Ese es el nuevo competidor del mercado nacional, no la transnacional multimillonaria, y en ello deben enfocarse las estrategias de las disqueras cubanas. ¿Por qué no crear aplicaciones para móviles? ¿Por qué no crear, eficazmente, una comunidad de fans en las redes sociales? ¿Por qué no impulsar mecanismos de encuestas digitales sobre artistas y productos? ¿Por qué no hacer rifas o concursos donde el público pueda interactuar con sus ídolos?

Si la gran mayoría supuestamente no dispone de dispositivos ópticos de reproducción, ¿por qué no crear una especie de iTunes cubano, con memorias flash, con nuestra Intranet? No siempre la salvación nos llegará de la mano de un superproductor-multimillonario-altruista que como buen Midas atenuará las carencias de nuestra industria: el empuje contracultural existe, respira, y como agujero negro irá decantando mercados y artistas e impondrá sobre los más desfavorecidos su mortífero manto.

Cubadisco-Primera Línea fue un evento que me hizo ver las grandes carencias y divorcios de nuestra industria, y la falta de alianzas en pos de una cultura musical que, como me gusta decir, potencie una industria sólida. Se mostraron catálogos y productos musicales, pero… ¿para quién? ¿Para qué segmentos de mercado? ¿Qué cifras de ventas se manejan en la Cuba de hoy y hasta qué punto estas podrían considerarse indicadores de aceptación? A todo esto debemos agregarle el elemento de férrea mordaza externa: el bloqueo norteamericano impide con su diversificación tentacular el acceso a tecnologías de tercera, cuarta o última generación, y nuestros labels y sistemas de contrataciones se ven grandemente mutilados. Sin embargo, fomentar mediáticamente nuestro mercado interno no tiene ningún parentesco con el bloqueo. Ramificar y potenciar nuestro mejor catálogo musical no depende de la compra de una consola de grabación de 42 canales, por ejemplo.

Cuba tiene lo más importante: el talento. Ahí deben centrarse entonces los mecanismos de promoción eficaces, con sus plataformas actuales: no temerle a la publicidad; no temerle al patrocinio; no desdeñar nuevos públicos, pues entonces estaríamos —yo diría que estamos— legitimando fenómenos bien complejos de autoaprobación que, como dolidos o excluidos de la llamada «zona de confort», acceden cada vez más al consumo underground, de limbo institucional y de ambigüedad promocional.

A muchas malas propuestas, paradójicamente, se les está empujando hacia una visibilidad acelerada, gracias a la ceguera e inoperancia del sistema empresarial de la industria discográfica. Es inaudito que una casa discográfica invierta miles de pesos en un artista y después no pueda organizarle una gira nacional por no estar, por ejemplo, en su objeto social. ¿Es esto racional y coherente? ¿Cómo un label cubano no puede garantizarle al músico, además del CD o DVD, conciertos y giras? Esto conlleva a otra fractura del sistema empresarial, que prefiero posponer para otro artículo.

Cubadisco-Primera Línea sería una magnífica oportunidad para dinamizar nuestra industria, para dotarla de mecanismos comerciales y hacer ver que cualquier mercado es importante, no solo el norteño. Desde esta hermosísima insularidad pueden gestarse colaboraciones, firmarse alianzas, estrechar voluntades y potenciar caminos.

Si un emergente submercado que se basa en CDs quemados y distribuidos gratuitamente hace que malas propuestas, y muchas veces obscenas, se vuelvan populares, usemos el patrón ya existente para potenciar y colocar aquellas que nos interesan, como corresponde al país desbordante de buena música que somos.

La Jiribilla


 

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