Mi cuento fantástico

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Niños costarricenses retratan a la sociedad en sus cuentos

Escritos en el concurso Mi cuento fantástico revelan que están interesados en el cambio climático, el acoso escolar, la ecología, la desigualdad y ciencia y la tecnología, entre otros temas.

Por José Eduardo Mora

ada podrá medir el poder que oculta una palabra. Contaremos sus letras, el tamaño que ocupa en un papel, los fonemas que articulamos con cada sílaba, su ritmo, tal vez averigüemos su edad; sin embargo, el espacio verdadero de las palabras, el que contiene su capacidad de seducción, se desarrolla en lugares más espirituales, etéreos y livianos del ser humano”.

Esta declaración de principios que se rinde al idioma, hecha por el escritor y periodista español Álex Grijelmo en su libro La seducción de las palabras (Punto de lectura, edición del año 2000), ha acompañado de forma inconsciente a los miles de niños que han escrito historias, convocados por el Concurso Nacional Mi Cuento Fantástico, impulsado por la Asociación Amigos del Aprendizaje (ADA), el Ministerio de Educación Pública (MEP), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y otras organizaciones.

Estos son los ganadores del primer lugar en el certamen de 2018, que premió a 40 estudiantes con sus docentes, bibliotecólogos y directores escolares.

El certamen llegó a su séptima edición en 2018, con la participación de 16.000 escolares de 25 de las 27 regiones educativas definidas por el MEP. Más allá de los aspectos formales de los cuentos, tanto de los premiados como de los que no, destaca la enorme capacidad de imaginación y creatividad que han demostrado los niños para representar la realidad de su entorno, su país o incluso lo que sucede globalmente.

Un buen ejemplo de ello se evidencia en la antología de los cuentos premiados de 2018, en los que los niños muestran su preocupación por temas como el calentamiento global, la contaminación, el acoso escolar, la migración, la desigualdad y la discriminación.

Ana María Hernández, vicerrectora de la Universidad Nacional (UNA) y miembro del jurado del concurso, explicó que cada año queda en evidencia la sensibilidad de los niños para retratar a través de sus escritos los problemas en los que están inmersos y expresar su preocupación por la información que reciben en la escuela o por los medios de comunicación.

“A mí no deja de sorprenderme la capacidad que tienen los participantes del concurso para abordar la problemática social que viven o de la que tienen conciencia. Temas como el bullying, los valores e incluso la situación del adulto mayor han quedado retratados en sus cuentos”.

Para Hernández, la escritura le ha permito a los niños convertirse “en un catalizador” de las situaciones a que se ven expuestos o que les impactan por diversas fuentes. Recordó que temas como la drogadicción, el maltrato familiar y el alcoholismo se vieron reflejados en las narraciones en anteriores convocatorias.

En su criterio, el hecho de que los escolares escriban sus cuentos como parte de un proceso en el aula –según lo establece el reglamento del certamen– les permite desarrollar esa capacidad para socializar sus preocupaciones y ello deriva en un “elemento integrador de gran valía”.

Para Hernández, los cuentos elaborados por los participantes no se quedan solo en una anécdota, sino que rebasan esa condición y recogen la visión que los niños tienen y que, al plasmarlas en historias, establece una mirada más profunda de sus inquietudes y aspiraciones.

“Para ellos es, además, muy estimulador el ver sus cuentos publicados en un libro, en la antología; eso hace que cada año tengan un gran entusiasmo por escribir”, añadió Hernández.

UNA GRAN LECCIÓN

En sus siete años, Mi Cuento Fantástico ha cumplido con los objetivos de promover la creatividad en las aulas y estimular las destrezas de los niños en lectoescritura, mediante el apoyo a la implementación del Programa de Estudio de Español en primaria. Este concibe al estudiantado como “una comunidad de escritores”.

Para Gilberto Alfaro –miembro del jurado de Mi Cuento Fantástico y del Consejo Superior de Educación– los niños, lejos de instalarse en una fantasía pura, remiten sus escritos a una preocupación que es propia de los adultos.

“Yo encuentro que los niños reflejan una gran sensibilidad hacia temas críticos de la sociedad, hacia una preocupación de adultos. Me la encuentro en temas como el ambiente y la violencia, esas cosas que entre grandes se van a resolver. Los analizan con una gran sensibilidad y una gran capacidad para comprender estos temas, y no solo eso, sino que son capaces de ver una solución. Encuentro en los cuentos un pensamiento crítico coherente”, dijo Alfaro.

Con base en ello, Alfaro considera que a los niños se les debería de tomar la palabra y ponerles atención en la forma en que abordan problemáticas tan hondas como las que refieren en sus narraciones.

“Me parece que hay que ponerles atención de verdad. Es que no nos plantean un cuento ingenuo, sino más bien con mensaje; es decir, que si se les lee bien notaremos que en sus escritos hay pensamiento. No es pura ficción lo que nos proponen. Lo fantástico, en ese sentido, es que ven soluciones y su capacidad de análisis. Son cuentos cortos, de tres páginas máximo, y en ellas evidencian que son capaces de darnos historias con sentido”.

Alfaro se refirió a las pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), en las que el país no ha logrado buenos resultados en comprensión de lectura. Desde su perspectiva, el certamen muestra que el problema se puede y se debe tratar desde la primaria y no en los niveles cercanos a noveno año, del que salen los estudiantes que efectúan los exámenes.

“El problema de las pruebas PISA no es del profesor de español ni debe abordarse a los 15 años, que es cuando se realizan, sino mucho antes, al darles a los estudiantes herramientas para que desarrollen un sentido crítico y capacidad de proponer soluciones”.

Alfaro resaltó que la manera en que los niños abordan las narraciones demuestra, también, que han interiorizado esas formas clásicas del cuento.

En “La enorme granja”, por ejemplo, Ian Matías Álvarez, de la escuela Cañas Dulces de Liberia, y quien ganara el segundo lugar de tercer grado, comienza así: “Había una vez un gallo llamado Piki”.

Este ejercicio, que en un primera lectura pareciera casual, conlleva la apropiación de una estructura a la que el investigador ruso Vladimir Propp dedicó un hondo y divulgado estudio en su libro Morfología del cuento, en el que hace un análisis profundo del cuento maravilloso ruso y a partir de él demostró cómo esas estructuras estaban presentes en ese tipo de narraciones, por qué se recurría a ellas y qué representaba su uso.

“Con ello los niños nos están diciendo que han estado expuestos a cierto tipo de cuentos. Lo veo con mis nietas de cuatro y cinco años, ellas han oído ese tipo de estructuras. Y los niños que participan del concurso saben y distinguen el género de escritura al que apelan”, puntualizó Alfaro.

TRANSFORMACIÓN

Melissa Arias, directora de pedagogía de ADA, explicó que conforme van pasando los años los niños escritores han evolucionado de temáticas en las que se centraban en asuntos más de carácter fantástico a otros en los que la realidad les sirve de base para crear sus historias.

“La diversidad de temas es grande y varía año tras año. Al principio teníamos historias más relacionadas con la fantasía, pero conforme el concurso fue madurando y creciendo los temas se volvieron más cercanos a la realidad, y lo interesante es que los niños exponen sus preocupaciones de una forma auténtica”, detalló.

“En algún momento tuvimos cuentos en los que se trataba el tema de la franja de Gaza, lo que evidencia una preocupación por temas sobre la paz mundial. También hemos recibido narraciones en las que se trataban temas como las drogas, el alcohol e incluso el suicidio”.

Arias enfatizó que el concurso no pretende que los niños escriban para ganar, sino que el objetivo es que empiecen a desarrollar su pensamiento crítico a través de la escritura, mediante un proceso guiado por los docentes, que los motiva a despertar su imaginación, a ordenar sus ideas y poner en el papel ese pensamiento abstracto.

El hecho de que el proceso se haga con la orientación del maestro contribuye para que los temas se socialicen, pues si lo hicieran en sus casas el efecto y los beneficios de la escritura serían distintos.

Arias resaltó que el premiar a participantes por regiones, como lo hicieron en 2018, busca incentivar en la niñez costarricense la posibilidad de expresarse por medio del código escrito.

“Este año (2018) contamos con la participación de escuelas en 25 de las 27 regiones en que el MEP divide administrativamente al país. Estamos contentos porque hemos tenido un crecimiento muy importante”.

Personajes que derriban fronteras para encontrarse y eliminar desigualdades, marcianos que vienen a la tierra y proponen soluciones para limpiar las playas y la contaminación, aves que investigan por qué no llueve y cómo modificar el comportamiento del clima, animales que son capaces de vencer sus temores y convierten sus defectos en virtudes, y la aspiración de un niño que a través de la alquimia de la imaginación y el sueño quiere construir ese robot ideal son ingeniosos pretextos mediante los cuales los niños abordan las crudas realidades que los rodean y por medio de los que levantan su voz, gracias a la magia inigualable de la escritura.

Semanario Universidad

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