«Los periodistas tuvimos que crear redes para protegernos»

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“Somos un gremio que ha tenido que organizarse para resistir”, Marcela Turati, periodista mexicana ganadora del Premio Cabot

Por Paloma Nalvarte

“Articuladora y líder de proyectos colaborativos, en uno de estos proyectos investigó la ejecución en 2010 de 72 inmigrantes, y la desaparición de cientos de personas más, en su mayoría centroamericanos, por parte de narcotraficantes y policías en el mortífero estado mexicano de Tamaulipas. Su reportaje develó la trama oculta de la masiva desaparición de personas y el gran número de fosas clandestinas existentes en México”, señaló la Universidad de Columbia, en Nueva York, EE.UU., respecto a Marcela Turati en su comunicado.

La premiada periodista y autora mexicana Marcela Turati fue reconocida esta vez con el premio Maria Moors Cabot 2019 por su excelencia profesional y por fomentar con sus reportajes un mejor entendimiento interamericano.

La Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia otorga los prestigiosos premios Maria Moors Cabot desde 1938, galardonando a los periodistas del continente americano que destacan en la profesión.

Turati, natural del estado norteño de Chihuahua, ha cubierto durante varios años en México la guerra contra el narcotráfico, centrándose más en las víctimas de la violencia, en las personas desaparecidas, sus sobrevivientes y sus familias. En los últimos años, además, ha fundado junto a otros colegas, la red de Periodistas de a Pie y el portal investigativo Quinto Elemento Lab. Ambos colectivos buscan defender la libertad de expresión, apoyar el ejercicio periodístico y buscar protección para los periodistas mexicanos que recurren a ellos. Principalmente, apoyan a periodistas que trabajan en las regiones más peligrosas y pobres del país.

Asimismo, con Quinto Elemento Lab, Turati y sus colegas capacitan a periodistas en cuanto a técnicas, ángulos de investigación innovadores, y también buscan apoyo emocional y psicológico para los periodistas que llevan años cubriendo la violencia del país.

“Tantos años de violencia queman, tantos años de violencia pueden hacer que a uno se le diluya la alegría de vivir, provocan trauma, provocan estrés, nos hacen cambiar como personas y lo que queremos es mantener el corazón abierto y limpio, y poder seguir adelante sin acostumbrarnos a esta violencia, pero también estar preparados para esta violencia”, dijo Turati en una conmovedora entrevista con el Centro Knight, a propósito de los Premios Maria Moors Cabot.

A continuación, la entrevista completa. Las respuestas han sido editadas para mayor claridad y por su extensión.

Centro Knight: ¿Cuándo o cómo decidiste volverte periodista?

Marcela Turati: Pues, en la universidad. Desde que, bueno, yo quería estudiar radio, y cuando en los últimos semestres me tocó el taller subsistema, que son como las clases especializadas, por alguna razón escogí periodismo, y en las clases me enamoré, me encantó. Me pareció, no sé, que tenía facilidad para escribir, me gustaba.

Me tocó también escribir sobre la Sierra Tarhumara – yo soy de Chihuahua – y que había hambre y se hizo una campaña para ayudar a la gente, entonces como que vi que había una potencia ahí para ayudar a cambiar cosas, ¿no? Y también tuve maestros muy buenos que habían sido, uno de ellos, corresponsal de guerra, y me gustaba mucho escuchar sus historias de cobertura. Y, pues, en la universidad fue en ese momento que me entró el gusanito de hacer periodismo. Teníamos un periódico escolar muy bueno que se llamaba La Guardilla, y ahí hice como mis primeros pasos, mis pininos.

Después, todavía en la universidad, pues tenía un poco de dudas, y quería estar en una organización de derechos humanos o ser periodista. Mi último semestre lo pasé en la comunidad indígena, en un proyecto, ayudando a comunicadores populares indígenas a que se formen, pero ahí descubrí que soy muy desesperada y que me gustaban los cambios pronto, que lo otro era como un proceso de demasiados años y que a mí me gustaba investigar un tema, tocar un tema y, claro, hablar de eso y ver, y tratar de que hubieran cambios al momento y ahí fue que decidí, bueno pues, que lo mío era periodismo. Y de inmediato, pues, me contrataron cuando me gradué, me contrataron en el periódico Reforma, así que pues eso definió mi camino.

CK: Cuando piensas en todas las personas que has entrevistado y en todas las historias que has cubierto, ¿cuáles podrías decir que fueron las más interesantes o con/de cuáles aprendiste más?

MT: Algo que sí me marcó, y que han sido lo que me han marcado en los últimos años, han sido las víctimas de la violencia, los sobrevivientes, los familiares de las víctimas, las personas que han sobrevivido a la violencia. Entonces, para mí, quizás las personas que más me han movido, estrujado, de las que más he aprendido, son las madres, las hermanas las hijas de personas que han sido desaparecidas, porque las veo luchando todos los días, buscando a sus familiares, tratando de diferentes formas, cambiando leyes, haciendo movilizaciones, preparándose ellas en los terrenos legales, convirtiéndose en investigadoras casi privadas, aprendiendo estrategia…

Me siento privilegiada de poder acompañarlas y siento que también ellas me humanizan, ¿no?, cuando veo que todo eso lo hacen por amor, y se realizan por amor, y cómo aman a sus hijos, a sus familiares que han sido desaparecidos. Y, pues, siento que, sé que han marcado mucho estos últimos años. Con ellas es con quienes he aprendido muchas cosas y, bueno, pues les estoy muy agradecida porque yo siempre digo que ellas me humanizaron.

CK: ¿Qué significa para ti ser periodista en México y cuál es el tipo de periodismo que haces tú ahora?

MT: Pues, ser periodista en México es un reto constante. Es vivir en un país donde, como digo desde hace mucho tiempo, y decimos varios, nos convertimos en corresponsales de guerra sin salir de nuestra tierra. Donde decidimos varios cubrir la violencia desde un enfoque más de derechos humanos, donde estamos en constante contacto con la tragedia, con las víctimas, y también que nos desafía todo el tiempo en cómo contar estas historias para no normalizarlas. ¿Cómo seguir contando?

Por ejemplo, en mi caso, desde el año 2008 más o menos comencé a cubrir ya sistemáticamente víctimas de violencia, a acompañar, a ver sus procesos, a hablar con personas que fueron desplazadas, o personas que tienen un familiar desaparecido o sobrevivientes o testigos de masacres, o familiares de personas masacradas, y son miles de miles las víctimas… y, pues para los periodistas ha sido, los periodistas que cubrimos esos temas, ha sido un constante desafío. Ha implicado convertirnos en periodistas y en muchas otras cosas: periodistas que tuvimos que crear redes para protegernos, capacitarnos en seguridad física, en seguridad digital y luego en seguridad emocional…

O sea, darle importancia a estar en comunidad, a hacerlo en colectivo, en hacernos comunidad y fortalecernos, y cuidarnos entre muchos. Eso ha sido para mí estos años de cobertura en México, mi trabajo como periodista pero también mi trabajo como articuladora de redes o de colectivos, promotora, para que los diferentes colectivos se organicen y entre todos ver cómo nos cuidamos.

Ha sido toda una época difícil, porque han matado a varios colegas queridos, conocidos, matan a muchos periodistas, entonces por eso tener esa conciencia de que además de periodistas, tenemos que de alguna manera salir a las calles o hacer proyectos periodísticos para investigar estos asesinatos, para exigir justicia y para pedir que cese la impunidad. Entonces, eso ha sido un tema muy importante, que el periodismo en México, además de todo ha sido víctima de la violencia, y somos un gremio que ha tenido que organizarse para resistir, para cuidarnos entre nosotros y para exigir justicia. Pues ser periodista en México es una responsabilidad.

CK: ¿Qué sentimientos te movilizan cuando recuerdas a tus amigos periodistas que perdieron la vida por hacer su trabajo en México?

MT: Pues, eso también ha cambiado, o sea, ha determinado quién soy y las decisiones que he tomado. El primer periodista que conocí, que fue asesinado es ‘Choco’, Armando Rodríguez, periodista de Ciudad Juárez que era el que tomaba el pulso de cómo estaba la ciudad. Fue muy difícil ese asesinato. Cuando ya había fundado yo con otras colegas Periodistas de a Pie, era una organización que creamos pues primero para organizarnos y cubrir mejor los programas sociales, los temas sociales, que después, por la violencia, fuimos cambiando para dar talleres, capacitaciones y para acompañar de alguna manera a los periodistas. Llegaban periodistas de los estados más peligrosos, y donde empezamos a tener contacto y conciencia de lo peligroso que era ser periodista en México y en algunas regiones. Eso determinó mucho mi labor como periodista, por un lado, cubriendo víctimas, pero era como tener un doble rol, porque era también como capacitadora y acompañante de periodistas en riesgo, al mismo tiempo.

Entonces, empezamos, y fue a partir del caso de Armando, cuando nos dimos cuenta que teníamos todos que salir a protestar porque los periodistas en los estados estaban solos, porque son los que llevan la peor carga, porque son los que están más amenazados y porque faltaba solidaridad en los periodistas que vivíamos en la Ciudad de México, aunque yo soy de Chihuahua también…

Bueno y, luego –entre más asesinatos que te hacían tener tensión psicológica– los amigos, los compañeros, hicimos misiones de investigación. Yo estuve en tres misiones diferentes, para dos periodistas asesinados y para un periodista que fue desaparecido. Tratar de organizar a la gente o de apoyar, llevar talleres y apoyar a la gente en su proceso de que armen sus propios colectivos en los estados donde había más peligro para que se protejan, y se capaciten entre todos, y sepan qué hacer en casos de emergencia. También articular a organizaciones sociales, a periodistas líderes de estos colectivos para que si hay una alerta, ante todo, saber qué hacer.

Pues tuvimos también el asesinato de Regina Martínez, era la corresponsal de Proceso en Veracruz. Ella era una periodista de investigación muy importante que sabía, y estaba investigando narco-política. Luego fue el asesinato de Gregorio Jiménez. A él no lo conocía pero su jefa nos pidió ayuda porque lo acababan de secuestrar. Lo tuvieron, o sea, durante un mes no supo de él y fue un mes de campañas intensas de pedir que lo liberen. Y cuando lo asesinan hicimos esta primera misión de investigación de su asesinato.

Luego mataron a Rubén Espinoza, el fotógrafo. Pues él mandaba fotos para la revista Proceso desde Veracruz también, y fue a la Ciudad de México a pedir ayuda. Nos pidió atención psicológica, le ayudamos a conseguir psicólogo, y lo mataron en un multi-homicidio con otras personas, entre ellas Nadia Vera, una activista veracruzana, y ese asesinato en la Ciudad de México nos marcó mucho a muchos. Fue muy importante porque nos hizo entender que, pues que no había un lugar seguro, que la burbuja que pensábamos era la Ciudad de México se había roto, y que los asesinatos podían ocurrir en casa, y que teníamos que hacer más cosas, que lo que habíamos hecho hasta ese momento no había sido suficiente. Teníamos que organizarnos mejor.

Luego, pues, asesinaron a Miroslava Breach, a quien también conocía, en el 2017. Ella era la periodista experta, la más importante, la más reconocida en Chihuahua… Y pues la otra que nos dio en el corazón fue la de Javier Valdez, también muy amigo, que yo digo que era como nuestro hermano mayor. Era ese periodista que nos enseñó a cubrir, en el norte, el narcotráfico, qué se podía hacer, qué no se podía hacer. Era nuestro guía, era un buen amigo, era… Su asesinato nos impactó también porque vimos que no importa si tienes premios internacionales, por más conocido que seas, todos están en riesgo y, bueno, el asesinato de Javier también, no sé, cada asesinato ha sido difícil.

Han ido planteando preguntas, dudas, retos, cómo seguir, el proceso de articularnos, de organizarnos, que sí sirve, qué no… Cada uno ha definido, ha marcado de diferentes formas. Me ha traído cuestionamientos, dudas, dolores, tristezas, también me ha llevado a conocer gente impresionante, a sus colegas resilientes, fuertes, valientes, que siguen pidiendo justicia. He visto pues cómo han surgido redes a partir de todos estos asesinatos, cómo de la muerte ha salido vida, cómo después de que matan a ‘Choco’ se crea la Red de Periodistas de Juárez, con queridas amigas. Cómo después del asesinato de Javier se crea toda una comisión de investigación, de seguimiento a este caso, de periodistas que lo honran, la memoria. Cómo después del asesinato de Regina y de Rubén se crea un colectivo en Veracruz, Voz Alterna, y se crea un nuevo medio de comunicación. Y cómo cada asesinato, cada agresión, o cada desaparición de cada periodista, en vez de matar, aunque logra que algunos abandonen la profesión, también hace más fuerte el compromiso de los que se quedan y estos, a su vez, crean sus redes.

CK: ¿Qué reportaje/tema periodístico te parece el más relevante hoy en día?

MT: Me gustaría tener más tiempo ahora que regresaré a México, después de varios viajes. Pues empezar a ‘cronicar’ los cambios que están habiendo en el país con este nuevo gobierno. Los cambios en programas sociales, los impactos que este está teniendo, eso me parece importante. Lo otro, también pues desde hace un tiempo, yo y otras colegas nos hemos dado cuenta de que tenemos que investigar las lógicas de la desaparición de personas, no nomás decir que están desapareciendo, sino empezar a investigar más. Es lo que hemos tratado de hacer con el proyecto El Mapa de Fosas que hicimos, y con varios de los proyectos que tenemos. Entonces, pues eso es, investigar mejor, con nuevas técnicas, empezar a explicar ciertas masacres, no sé.

Y el otro tema que me parece indispensable, urgente, importante, que lamento no estar cubriendo son las caravanas de migrantes y todo lo que está pasando ahorita con los migrantes, las fronteras y en su ruta por México, y estos campamentos que se han creado en el norte y los peligros también que se están viviendo en varias regiones, en todo este camino. Sí, el país está cambiando muy aceleradamente y en las rutas migratorias está desapareciendo mucha gente, hay demasiado maltrato. Y que hay un doble discurso [desde la política] y me encantaría estarlo cubriendo.

O sea, hay demasiadas cosas que me parecen urgentes cubrir y pues por eso casi siempre trabajo en equipo porque en equipo colaborativo lo hacemos porque, no sé, tiene diferentes alcances. Sigo colaborando con la revista Proceso pero ya fundé desde hace dos años y medio Quinto Elemento Lab, que es un laboratorio de investigación e innovación periodística donde acompañamos reportajes de otros, los acompañamos desde el inicio hasta el final, hasta que se publican, y son procesos largos porque son investigaciones profundas de temas de impacto, algunos de ellos riesgosos. Ha sido también como cambiar la velocidad, a como venía cubriendo. Ya no tengo que hacer notas semanales, ya no tengo que hacer notas del día, ahora son proceso más largos, trabajar mis proyectos, acompañar a los de otros y elegir cuáles son los temas más importantes en este momento. Pues, es todo un reto. Eso ha sido a lo que me he dedicado este tiempo.

Mi agenda en este momento, además de los temas que me gustaría cubrir, es que me estoy ocupando un poco más en el periodismo, además de tratar de organizar, tratar de que nos articulemos mejor los periodistas de varias regiones y también los periodistas que cubrimos desaparición de personas. Ahorita mi preocupación ha sido blindar a Quinto Elemento, cómo hacerla una potencia real para poder acompañar en sus reportajes periodísticos a los periodistas que llegan con los temas que traen y que muchas veces son peligrosos….

Y por otro lado, también, pues parte de las preocupaciones o de los temas que me estoy ocupando es tratar de encontrar, de que nos articulemos los periodistas que cubrimos desapariciones, que cubramos mejor, que investiguemos mejor, de que las pensemos diferente, de que pensemos las lógicas pero también que los periodistas que están acompañando a las exhumaciones, a las fosas, a los familiares y a las víctimas de la violencia tengan además mejores condiciones… Porque tantos años de violencia queman, tantos años de violencia pueden hacer que a uno se le diluya la alegría de vivir, provocan trauma, provocan estrés, nos hacen cambiar como personas y lo que queremos es mantener el corazón abierto y limpio, y poder seguir adelante sin acostumbrarnos a esta violencia, pero también estar preparados para esta violencia.

CK: ¿Qué significa este premio Maria Moors Cabot para ti?, ¿cómo te hace sentir?

MT: El Premio Cabot pues es muy importante para mí y mi carrera. Es un premio muy querido por mí. Cuando estudiaba y cuando entré a Reforma, era el premio que me gustaba, que era como mágico, no sé cómo explicarlo, pero era como una guía. El Cabot se lo daban a gente que yo respetaba muchísimo, a maestros y maestras que yo quería mucho y que sus trabajos me parecían impresionantes.

También me ayudó a descubrir gente en el continente que hacía cosas, que era como un faro a seguir. Entonces, me siento muy honrada de que me hayan elegido a mí. Que yo siempre pienso pues que elegirme a mí es también un guiño, es un ver con cariño lo que hemos tratado de hacer tantos años en México, muchos. Porque mi trabajo siempre ha sido colaborativo, desde hace muchos años es colaborativo, es trabajar en equipo, es trabajar con mucha gente…

Pues, me siento muy honrada… [Este premio], es una responsabilidad, es una forma de llamar la atención de lo que nos está pasando en México, de lo que está pasando, y de la pelea, el esfuerzo, la lucha que hemos dado los periodistas mexicanos por organizarnos, por cuidarnos, por capacitarnos, por cuidarnos entre todos, por crear redes, por hacer investigaciones conjuntas y por seguir haciendo periodismo aún en los contextos tan diversos. Y por ese lado es importante. No sé, me siento muy honrada y no tengo palabras, la verdad, para expresar lo que siento con el Cabot, y tan agradecida por esta entrevista.

Knight Center


DISCURSO PRONUNCIADO EN LA RECEPCIÓN DEL PREMIO

«Este reconocimiento se que no sólo es para mí, es también para la generación de periodistas que a partir del año 2006, inesperadamente, nos descubrimos en medio de un fuego cruzado, cuando se decidió una fallida política de seguridad que fue llamada guerra contra las drogas, y que dejó impactos en millones de vidas. Esa decisión cambió nuestras vidas, nuestra identidad, y nuestra manera de entender y de hacer periodismo…

Estos años he ido repitiendo las mismas palabras: Que en Mexico existe una guerra no reconocida, que millones son las víctimas, que muchos periodistas nos convertimos en corresponsales de guerra sin salir de nuestro país. Que Mexico es el país más peligroso para ejercer el periodismo y donde los silenciadores tienen la impunidad garantizada….

Más de una década después, me detengo, miro hacia atrás, noto el peso de la ausencia de más de 140 colegas muertos o desaparecidos. Sus crímenes siguen impunes. También veo a mi alrededor y siento que a pesar de tanta muerte, la prensa mexicana no murió, sigue de pie, sigue viva.

No es retórica. Es difícil no notarlo. Donde la violencia se ha ensañado, donde silenciaron a un colega de respeto, ahí mismo venciendo el miedo hubo periodistas que se organizaron para entrenarse juntos y aprender a trabajar de manera colectiva para protegerse, para hacer investigaciones de temas prohibidos…..

Cuando escribía estas palabras, me venía a la mente esta canción latinoamericana que dice: Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando, para seguir cantando…

¿Somos periodistas o militantes?, muchas veces nos preguntan, no sin burlas. Pienso: Donde el periodismo no funciona la vida esta en riesgo. Están asesinando, están desapareciendo personas, están obligando a huir a pueblos enteros. La lucha contra el silencio es una lucha por la vida. Esa nos toca a los periodistas….

Mi historia, sin duda, esta cruzada por el asesinato de colegas a los que conocí… De todos ellos puedo decir que no murieron cuando los enterramos, porque no los enterramos: los sembramos.

Me siento orgullosa que formar parte de esta generación que respondió a la circunstancia que enfrentaba. Que sabe que el silencio no es opción. Que está consciente de que nuestras notas diarias forman parte de una especie de comisión de la verdad en tiempo real que van a servir para el futuro, cuando haya justicia, cuando la justicia la hagamos posible…».

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