Ariruma Kowii, el poeta de la resistencia en lengua kichwa

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Ariruma Kowii: defensor de una poesía kichwa de resistencia

Por Onelia Chaveco – Fotos: Modesto Gutiérrez Cabo

Considerado uno de los intelectuales más importantes que escriben una poesía de resistencia en lengua kichwa, el ecuatoriano Ariruma Kowii visita por estos días a Cuba como jurado de la edición 61 del Premio Casa de las Américas 2020.

Precisamente, hoy 28 de enero el escritor forma parte del panel “Escrito en Abya Yala: emergencia y permanencia de las literaturas indígenas”, una de las acciones del programa de Estudios sobre Culturas Originarias de América, y del Premio que prestigia al continente, organizados ambos por Casa de las Américas.

De por sí Ariruma es uno de los mayores defensores del kichwa, primero por usar esa lengua para escribir poemas y narraciones, donde aborda los procesos de lucha desarrollados por los pueblos en distintas épocas.

En declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias abundó que “asumo los temas existenciales, como el amor, la vida y la muerte; sobre este último referente tengo un libro publicado dedicado a la visión e interpretación de las comunidades indígenas sobre la muerte”.

 

Ariruma Kowii- Foto: Modesto Gutiérrez Cabo

Para tratar esos argumentos el poeta ecuatoriano recurre a los elementos culturales y literarios de su propio pueblo, en especial de la oralidad, porque cree que en esas matrices -donde se unen las tradiciones, costumbres, leyendas e historias- están los códigos para contar de una manera más adecuada.

Trabajar a través de la poesía le ha permitido transmitir conocimientos y lograr que, esas poblaciones nacidas en las regiones montañosa y selvática, vayan superando el trauma histórico dejado por el sistema colonial primero y la república luego.

En segundo lugar, el escritor se gana el mérito de protector de esas lenguas oriundas por su labor en comunidades rurales, donde realiza talleres entre diferentes grupos etarios, con el apoyo de poemas interactivos y cortos, para hacer a los pobladores declamar versos de contenido sobre la naturaleza, la unidad y la vitalidad.

“Últimamente trabajo los cantos de sanación y los rituales como mecanismos de transmisión de conocimientos y de fortalecimiento de la identidad, en contraposición a todo el trabajo de extirpación ideológica y racismo protagonizado por la penetración neoliberal sobre las raíces autóctonas de los pueblos indígenas.

Además de su contribución poética, Ariruma Kowii ha aportado investigaciones valiosas como la elaboración de un diccionario de nombres indígenas, usado como fuente del Registro Civil para inscribir a los recién nacidos de comunidades originarias, y que fue reeditado al quichua-español para promover su estudio en las escuelas.

En 2007, el poeta ocupó el cargo de subsecretario de Diálogo Intercultural en el Ministerio de Educación de su país y es doctor en estudios culturales latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar, así como docente del área de letras y estudios culturales de esa institución.

Su nombre Ariruma Kowii fue tomado del mito que habla sobre el árbol de la paz.

Agencia Cubana de Noticias


Un canto para sanar y armonizar

Por Esther Barroso Sosa

Ariruma Kowii tiene un libro que se titula Tsaitsik: Poemas para  construir el futuro.  Lo escribió en kichwa, como mucho de lo que ha publicado antes y después de ese título, desde que siendo casi niño empezó a plasmar sus ideas y sentimientos en su lengua materna. Sus investigaciones acerca de la literatura y la cultura de su pueblo y también su accionar en esa misma dirección le han ganado un prestigio.  Pero, a las claras, a él lo que más le interesa es que lenguas, culturas y literaturas indígenas no sólo sobrevivan, sino que construyan ese futuro.

Entre las obras que usted ha publicado, ha compilado un libro sobre la identidad lingüística de los pueblos indígenas andinos. ¿En qué radica esa identidad?

“Esa identidad lingüística radica en la necesidad de impulsar procesos de sanación histórica, cultural y filosófica en el sentido de que con la colonización española tuvimos procesos de colonización mental y eso provocó una baja autoestima de nuestras poblaciones, implicó la pérdida del orgullo lingüístico que fue par ellos una manera de asegurarse el control de nuestras poblaciones. El pensar en que es importante una identidad lingüística significa trabajar por recuperar ese orgullo porque solamente esa seguridad de lo que nosotros somos y de la importancia de esas lenguas es lo que nos puede permitir garantizar la defensa de nuestros territorios, los recursos naturales y la continuidad de nuestra cultura.

“En la experiencia de Ecuador en las ultimas 3 décadas hemos logrado que los gobiernos incluyan en la Constitución algunas normas. En los años 80 surgen derechos que se emiten desde el convenio 169 de la OIT, luego los derechos humanos  de los pueblos indígenas de la ONU, pero son normas que quedan escritas y los gobiernos no han tenido una voluntad política para hacerlas cumplir. En ese sentido es más importante el nivel de conciencia que deben tener nuestras poblaciones para poder reivindicar la vigencia de nuestras lenguas en nuestra cotidianidad y también poco a poco en las instituciones públicas y en la sociedad.”

Usted escribe y enseña el kichwa.  ¿Cuál es el propósito y cuál la satisfacción o desafío que siente al escribir en esa lengua?

“El escribir es una satisfacción tanto en lengua materna como en la segunda lengua que en mi caso es el castellano. Enseñarla es una necesidad y parte de los compromisos que han nacido en uno en la medida en que he tomado conciencia de la situación de opresión de nuestras poblaciones, al haber revisado nuestra historia y comprendido la realidad en la que viven nuestros pueblos.  Constituye un compromiso de buscar distintos caminos para lograr esta toma de conciencia. El sistema colonial y el republicano hicieron un trabajo estratégico muy elaborado para constituir una ideología que logró anclarse en la conciencia de la población mestiza, en la no indígena y también en nuestras poblaciones. Ese trabajo consistió en fomentar el autorracismo, no solo el racismo como tal, en el sentido de haber sembrado en la conciencia de nuestras poblaciones sentimientos de inferioridad, de auto desprecio, de la negación de sí mismos que es una de las cosas complejas que vivimos en este continente. Y por lo tanto es necesario pensar cómo extirpar esa ideología que está muy arraigada.

“Por eso cuando hemos proyectado en la Universidad Andina Simón Bolívar, en la cual estoy laborando, los cursos de la enseñanza del kichwa lo hemos hecho tanto para poblaciones indígenas como no indígenas. Realizamos los cursos en el marco de una Maestría en estudios de la cultura y también en un curso abierto para todo el público en la capital. Es una oportunidad para trabajar con los estudiantes y hacer estas reflexiones sobre cómo han infectado a nuestras conciencias y como deberíamos curar esta enfermedad del autorracismo.”

Son muchas las lenguas indígenas en América Latina y el Caribe. ¿Por qué es necesario mantenerlas vivas a contrapelo de ideas racistas o pragmáticas que abogan por su desaparición?

“Hay un elemento fundamental en el sentido de que esa filosofía que está encapsulada en esas lenguas nos enseña a vivir en armonía con la madre tierra, que nos enseña a trabajar nuestro yo interno en el sentido de que es fundamental lograr construir niveles de armonía y equilibrio para desarrollar distintas actividades y para todo ello hay unas prácticas que tenemos en todas las comunidades. Por ejemplo, en el pueblo witotoen Colombia tienen un ritual que se llama El endulzamiento de la palabra, es un ritual que a las personas que viven momentos de estrés o desarmonía les permite ir recuperando su paz. Tenemos también el ritual del Temascal que normalmente es una casa en círculo, tiene un ingreso y una salida.  Cuando la persona se somete a este ritual se supone que en ese momento está descompuesta, desequilibrada y entra a este campo que viene a ser como el vientre de la madre tierra en donde está el chamán que hace su ceremonia, cantos y plegarias.  Con la vaporización que se genera en ese espacio, se hace un ejercicio de reencontrarse a sí mismo. Cuando termina el ritual, sale por la puerta posterior y se supone que sale más humanizado.

“Nosotros  en los Andes tenemos prácticas de meditación que son distintas a las del mundo oriental. La nuestra es una meditación en movimiento. El proceso de armonización se genera en una mecánica de transitar hacia los lugares sagrados. Nosotros tenemos las wak’as, que son los sitios energéticos que sirven para la sanación.

“Las lenguas indígenas encierran un universo de una forma de pensamiento en donde aprendemos a vivir en armonía, que implica aprender a vivir bien. Y como todo esto se desarrolla en un marco de un sistema comunitario, entonces es distinto a lo que es el sistema capitalista que fomenta la competencia y la rivalidad permanente.  Ese sistema se ha especializado en enfermar a las personas, porque el hecho de estar pensando siempre que tengo que ganarle al otro, o que para vivir mejor tengo que oprimir al otro, o para lograr un puesto tengo que hacer una maraña por ahí, pues todo eso va enfermando a la población.  Además de que es una sociedad en la que dejamos de vivir porque los tiempos son tan acelerados que no tenemos tiempo para nosotros mismos, esclavizados al trabajo.  En este sistema las personas siempre estamos pensando en tener más y más y es importante entones tener varios trabajos para acumular algo de riqueza, pues lamentablemente los trabajos no son bien remunerados, entonces tienen que desgastarse en eso.

“En la dinámica de este mundo de los pueblos indígenas está el tema del bienestar, de la felicidad, es una riqueza más espiritual que material. En lo material es importante que desarrollemos las formas de autogestión porque nuestras poblaciones son muy autogestionarias y ese es un elemento importante al que en estos últimos tiempos le estamos poniendo especial énfasis para fortalecerlos.  Eso permitía en épocas antiguas, en la época del Tahuantinsuyo alivianar las responsabilidades del estado.  Esos códigos que los podemos encontrar en las distintas lenguas son fundamentales, sobre todo en estas épocas en que todas las propuestas del neoliberalismo y la globalización nos van deshumanizando. El mundo indígena es un mundo de humanización y solidaridad, de apoyo mutuo.

¿Cómo la literatura escrita en lenguas indígenas acompaña a esas visiones, filosofías y prácticas de las que me acaba de hablar? 

“La vigencia de las literaturas que implica mantener vivas nuestras lenguas es importante porque en la medida en que aprendamos a deducir los códigos de pensamiento que están en la lengua, eso nos ha permitido hasta la actualidad que en estos más de 500 años sigamos presentes.  Y ahora el reto que tenemos es que tengamos la suficiente destreza para desenvolvernos en los sistemas globalizados y asumir el resto de que la globalización no tiene la posibilidad de  destruir los códigos comunitarios que existen en nuestras comunidades así que tenemos que cuidarlos, enriquecerlo, hacer que respondan a la realidad comunitaria y poder seguir siendo nosotros mismos.”

En la inauguración del Premio Literario Casa de las Américas el pasado 20 de enero, usted, como uno de los jurados invitados, nos convocó a todos, de manera muy espontánea, a compartir un canto. ¿Por qué lo hizo? ¿Ha tenido luego noción de la recepción de ese sencillo ritual en aquél público no habituado a ese tipo de ceremonia? ¿Cree que funcionó?

“Una de las estrategias de transmisión de conocimiento de nuestros pueblos son los rituales y en esta experiencia que hemos compartido en la inauguración del Premio  Casa de las Américas algunas personas se me acercaron a expresar su agradecimiento y a expresar lo que sintieron. Algunos me han dicho que se vieron sumergidos en una paz.”

¿Qué decía el canto, cómo se puede traducir?

“Son expresiones que si intentamos traducirlas se acerca a lo que sería un sentimiento de júbilo. El canto tiene distintos niveles melódicos y como no hay texto, entonces esos niveles de la melodía hacen que sea como un texto.”

¿Pero había una palabra, haway?

“Es un ejercicio de interiorización y la traducción se va desmembrando en nuestro interior, según como lo percibe cada persona.  Y si esa traducción le hace sentir bien a esa persona, es eso, no hay una traducción especifica.”

La Ventana


Pachaka / El Tiempo. Un poema de Ariruma Kowii

Pachaka
Otavalo, enero de 1994

Pachaka
tukayakuk shina
ashtaka ashtaka punkishkami kan
nanaymanta, makita wichachishpa
samayta, kutin tiyakinmi.
Pachaka, makikunata ninata chutachishpa
suyukunapi alli allí japirishpa
wakashpa, nanarishpa, junpisapa tiyakunmi.
Pachaka,
yawar sapa, yawarsapa tiyakun
nanaymanta
paskarinkapak kallarin
puchukay samayta, ima mutupash
ilukshichun sakin.
Pachaka
kay nanaimanta
mushuk Intita
mushuk killata
wachachikapak
kallarishkanami

El tiempo
Otavalo, enero 1994

El tiempo
el tiempo está convulsionado,
el tiempo tiene contracciones,
el tiempo puja, aprieta sus puños,
está bañado de sudor,
el tiempo extiende sus brazos,
sus manos se crispan en las orillas del
horizonte,
!suda, se queja, grita!
sus dolores son más intensos,
el tiempo
está extremadamente dilatado
el tiempo
comienza a romperse,
empieza a sangrar,
el tiempo

deja escapar su último suspiro,
un nuevo sol,
una nueva luna
ha empezado
a nacer

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