Danza de los ñeques

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Diguar Sapi, los dulces vientos de Usdub… desde la comarca Guna Yala

El maestro Aristides Ureña Ramos conversa con un artista de la danza contemporánea panameña. Sapi, según describe Ureña Ramos, es un incansable luchador por los pueblos originarios y la cultura panameña

Por Arístides Ureña Ramos

Los dolores de ese parto fueron dulces, acompañados por el murmullo de las señoras que acompañaban a la partera… y al tocar las campanas de esa tardecita, venía a la luz Diguar, el varoncito que desde pequeño embrujó con sus danzas rituales a todo el pueblo de Usdub.

Era el 24 de diciembre de 1967, en la isla de Ustupu, los vientos veraniegos azotaban y las campanas de la pequeña iglesia recordaban el nacimiento del niño Jesús. Fue así como su madre, con el niño en brazos, corre a registrar a su hijo, pero todo fue en vano, pues eran días de fiestas natalicias y todo estaba cerrado.

Pasaba el tiempo mientras la madre miraba entre las empalizadas, que hacían de pared de su humilde morada, en busca de que abrieran la casa de la autoridad. Fue hasta el 26 de diciembre que pudo registrar al niño danzante. Diguar viene marcado desde su nacimiento por el repicar de las campanas, el murmullo de los cantos rituales gunas, la estrella guía del nacimiento de nuestro señor Jesús… y en su cédula personal, un día equivocado para el Registro Publico panameño.

‘Degiddé mesad, be nuegambi’

El saludo de encuentro del pueblo guna es con el que nos aventuramos este lunes, para encontrarnos con un artista de la danza contemporánea panameña que nos deleita con esta amena entrevista. Diguar Sapi, un incansable luchador por los pueblos originarios y la cultura panameña.

Diguar, háblame de Santiago Guillén, y de Usu Yaeee, la “Danza de los ñeques”

Santiago Guillén es mi abuelo. Mi primer maestro de la vida, que le dio color a mi existencia y olor a mi cuerpo. Fue mucho más que un abuelo, fue mi padre y mi gran guía. Me enseñó la danza de Usu Yaeee (Danza de los ñeques), que se realiza durante la toma de chicha brava que se da en honor a una niña. Es la primera danza que aprendí en mi juventud y que marcaría mi camino hacia el arte en la ciudad. Se danza y se canta al mismo tiempo. Además de otras danzas, es la que más se conoce en la ciudad. Igualmente inicié desde muy chiquito en mi isla Usdub.

Tus estudios en Guna Yala, ¿cuáles fueron?

Hoy, analizando mi vida, después de pasar mi medio siglo de vida, pienso en mis estudios desde mi isla. Realmente fue excepcional. Tuve la gran fortuna de poder ver algunos viejos revolucionarios que participaron en febrero de 1925 y los grandes maestros de la cultura guna, que me imprimieron sus palabras en la piel. Luego, está la escuela del gobierno, que hice desde kínder hasta tercer año. Así es que, tuve dos escuelas: la de mi isla y la del gobierno.

Diguar viene marcado desde su nacimiento por el murmullo de los cantos rituales gunas.Cedida

¿Cuándo decides venir para la capital y por qué?

En la escuela de mi isla, como llamarían algunos “no oficial”, los estudios se basan en la vivencia que nos marca el tiempo. En cambio, el del gobierno te va marcando según la edad. Por eso, cuando culmino mi tercer año, en 1982, tenía que seguir en la ciudad para seguir estudiando.

En el año 1985 ya eras parte del grupo experimental Ibeler Uagan, ¿cómo fue ese encuentro?

Cuando llego a la ciudad, ya venía con mi danza de Usu Yaee y las otras danzas. Un día, en la Universidad de Panamá, alrededor de 1985, en el patio de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá me encontré unos amigos que ya me conocían desde la isla, y se iban a una presentación a Penonomé. Me invitaron a participar en una de las danzas; eran los muchachos del teatro Guna Ibeler Uagan (Los Nietos del Sol), así que, tomé el bus con ellos y de ahí ingresé al mundo del arte en la ciudad. Desde entonces he estado metido en esto del arte, no me he bajado del bus que me llevó a Coclé.

¿Cómo entraste al Dexa y quién fue la persona que te introdujo en ese ambiente?

Ya pasaría unos años con mi grupo de teatro guna, cuando una profesora guna de danza moderna, Iguandili López, nos invita a tomar la clase de danza al Dexa. Es ahí donde doy mis primeros pasos a la danza moderna en la ciudad. Me enamoré perdidamente de Iguandili, que es mi esposa actualmente. Por amor a ella me uní a ambas pasiones y seguimos unidos bajo una sola fuerte pasión: la danza moderna.

En 1987 estudiabas danza moderna en el Dexa. Háblame de esa experiencia y de tu decisión de ser bailarín profesional en la Academia Nacional de Danza.

Creo que mis primeras profesoras de danza moderna en el Dexa vieron algo en mí para que me invitaran a seguir de manera oficial los estudios en la Escuela Nacional de Danza del Instituto Nacional de Cultura (Inac). Fue una etapa muy interesante en el Dexa; vivir esa época del movimiento cultural en el campus universitario.

1993, ¿cuál fue tu relación con el Ballet Nacional de Panamá?

Es una de las tantas maravillas de nuestro país, en especial en la danza, donde siempre hacen falta varones. Ya estando en la Escuela Nacional de Danza hubo crisis de varones y nos llevaron al Ballet Nacional para ser parte del cuerpo del ballet, y cada vez más, me siguen abriendo puertas al arte.

Tus cinco años de estudios de coreografía en México. ¿Qué me puedes decir de ese periodo?

Estudiar en México realmente moldeó muy bien mi vida artística. En México no solo se estudia en un salón, sino en la calle y en otros espacios alternativos. Me armaron muy bien. Regreso en 2001 a Panamá. Mi primera coreografía como profesional fue con el Ballet Nacional, y desde 2008 estoy de manera permanente como coreógrafo de danza contemporánea.

¿Crees en el coraje?

Por supuesto, no solo coraje de corazón, sino de todo el cuerpo.

Diguar, ¿los panameños están preparados en conocimientos de la cultura ritual de los pueblos originarios?

Estoy muy convencido de que es así. Y el tiempo nos ha enseñado que sí. Solo los burócratas, tecnócratas y politiqueros se encargan de que eso no suceda. Por eso usan la mala educación para impedir ese proceso cultural.

El sentir panameño toma sus bases de un sentir multicultural, ¿contamos con políticas interculturales para que sus aportes sean aceptados en igual importancia?

No hay política en este sentido, a pesar de algunos intentos que vienen desde arriba, tenemos que crear más investigadores guna, para que la propuesta nazca de las raíces y de nuestras verdaderas necesidades.

¿Cómo sueña Diguar Sapi el mundo de la danza para sus hijos y su pueblo guna?

Hay que seguir los sueños de nuestros grandes abuelos, de los revolucionarios de 1925. Nadie, por lo que veo, va a hacerlo por nosotros. Ese es mi gran sueño: seguir las palabras arcanas de mis abuelos.

¿Delinéame el Panamá cultural y social que anhelas?

Ojalá pudiéramos ser más tolerantes en nuestras diferencias culturales, porque debemos tomar consciencia de que esas diferencias, estas particularidades, justamente hacen que seamos panameños, que tengamos nuestra identidad. Debemos estar claros en que no debemos homogeneizar nuestra cultura, más bien vigorizar nuestra pluriculturalidad. Solo tenemos una visión diferente de ver el mundo, de vivir, porque venimos de diferentes caminos a este universo, todos pertenecemos a este planeta que nos necesita, y debemos cuidar.

Nuestro reto

El hombre panameño viaja hacia una integración de pensamientos, objetivos y voluntades, para la transformación de nuestra sociedad. Es la riqueza de nuestras culturas y de nuestra biodiversidad la mejor herencia que todos hemos recibido. En esas trasformaciones –pese a las adversidades– nos vemos comprometidos en los diferentes campos, con la plena certeza de que es una constante lucha en la que un día todos nos encontraremos unidos.

La Estrella

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