Naturalmente, con la liquidez de los tiempos modernos y la introducción constante de nuevas tecnologías que facilitan nuestro tiempo de ocio, se van trasladando al olvido colectivo las viejas costumbres culturales que tanto supieron definir generaciones. La ida al cine está a un clic de distancia, la pantalla fue haciéndose más práctica y no es siquiera necesario tener una tele para disfrutar de la última película de Netflix; alcanza con cualquier smartphone. Sin embargo, aunque las lógicas de las nuevas formas de consumir contenido audiovisual alejen los clasicismos, el cine no está, como muchos han proclamado, muerto. Ha mutado para convertirse en una multiplicidad de ofertas y propuestas que fomentan la exploración de films tanto viejos como nuevos.

De esta exploración, y opinando desde mi posición de pertenencia a la generación zoomer, surge la curiosidad de conocer otros formatos que muestren alternativas a nuestro consumo cinematográfico habitual, a la cultura del streaming.

Volviendo al cineclub, para quienes somos sus recientes habitantes y todavía no cargamos de memoria sus instalaciones, la ida no necesariamente implica el retorno a un momento lejano de dichos avances técnicos, al contrario, resignifica nuestras tradiciones propias de lo moderno y nos presenta una dualidad entre pasado y presente que construye una experiencia nueva.

Más allá de la connotación histórica que el Cine Universitario encarna para nuestro país, que debería ser justificación suficiente para apoyar de cualquier forma su existencia, me atrevo a agregar al argumento la importancia que tiene para la juventud uruguaya que emprende esta búsqueda por lo novedoso, ya que nos ofrece un lugar donde encontrar y preservar la diversidad cultural que atraviesa el cineclub.

Mientras que para los añejos locatarios el Cine Universitario puede representar la permanencia de una tradición única en tiempos de constante inestabilidad, para nosotros, los jóvenes, representa otra forma ‒entre tantas‒ de consumir cultura. Seguiremos transitando sus corredores y salas apropiándonos, con respeto, de una historia que consideramos fundamental para mantener vigente una manera más de mirar la pantalla.

Carolina Vázquez es estudiante avanzada en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República.

La Diaria