Orientales comenzó en 2018, según contó a la diaria Juan Pellicer, docente responsable del curso y del proyecto. “En el seminario se produce un programa de televisión. El equipo docente decide el formato del programa y la temática, se lo plantea a los estudiantes y luego ellos se dividen en diferentes productoras, que van trabajando distintos contenidos para ir alimentando el formato”.

La idea era realizar cuatro programas alrededor de la identidad nacional, tomando la primera estrofa del Himno Nacional. “¿Cuál es la canción que sabemos todos? El Himno. ¿Cómo visionamos los conceptos que están allí y los cantamos sin ser conscientes de que lo hacemos? ¿Cómo lo revisitamos desde hoy? ¿Qué significado tienen? Con esas preguntas que fuimos tirando al aire encontramos una cuestión lúdica de vincular el pasado con el presente metiendo algo de información, de investigación y de sensibilidad artística”, explicó. “Se busca una temática con un paraguas amplio, donde uno pueda poner consignas claras con respecto a los recursos audiovisuales que queremos que los estudiantes aprendan y pongan en práctica, pero que tengan cierto grado de cintura. No los direccionamos demasiado”.

En el caso de Orientales, cada uno de los cuatro programas giró alrededor de una frase de la primera estrofa del Himno. “De las 12 productoras, tres trabajaron sobre la patria, otras tres sobre cómo construimos los héroes, otras sobre el alma y otras sobre la libertad. Sorteamos los barrios de Montevideo, para salir de esa cosa centralista de que cada vez que el informativo sale a preguntar a la calle va a la Plaza de los Bomberos o a la Plaza del Entrevero. Algunos incluso fueron a Las Piedras a preguntar qué pensaba la gente de la patria. Qué piensa realmente cuando canta el Himno. Se buscaba generar esa cuestión medio lúdica, a la vez que estás reflexionando sobre cuestiones que hacen a nuestra identidad”.

El proyecto era una buena excusa para tender puentes entre la teoría y la práctica. “Nunca deben estar disociadas, pero a veces se conceptualizan de esa manera. Nosotros partimos de definiciones de autores, que siempre pueden ser caprichosas y criticables, planteamos ejercicios para reproducir esas categorías, y después las empezamos a mezclar. Y los estudiantes se llevan un amplio espectro de posibilidades y recursos sobre el abordaje del lenguaje del cine documental. La entrevista, el personaje de seguimiento, intervenir en la realidad como hicimos en el estudio. Llamamos a un casting de actores y no actores, para tirarles consignas y ver qué generamos con ellas. Ahí es donde intervenimos un poco en la construcción de la realidad, pero nunca está guionado al 100%”.

“Otro de los recursos es hacer un microdocumental con la temática, por ejemplo, de lo que para vos representa la patria. Desde un punto de vista observacional, una narración que no tenga entrevistas, que no tenga locución y que no tenga música. Que sea un personaje que narrás a través de las acciones que representan las distintas capas de su vida cotidiana. Los grupos que estaban trabajando sobre ese tema tuvieron que aterrizar eso. ¿Qué personaje para mí representa la patria? Ese concepto”, sigue explicando el docente.

Con los distintos formatos que pusieron en práctica se elaboró una escaleta que tenía el formato del programa. “Después, como todas las escaletas de los proyectos audiovisuales, fue adaptándose en la isla de edición, viendo qué es lo que funcionaba [en el traslado] del papel a la pantalla. Es parte de la experiencia”.

Esta parte del proceso llevó su tiempo. “Era la primera vez que hacíamos esto de esta manera, y costó que [los estudiantes] entendieran qué era lo que queríamos. El curso es un semestre y estuvimos más de un año para terminar el producto. Algunos estudiantes siguieron vinculados a la edición y haciendo el proceso, que terminó en este trabajo”.

“Fue un ida y vuelta muy rico, que fue haciendo crecer el proceso y el producto final. Si quedaba más o menos no importaba: importa que sepas ir a un barrio, abordar a la gente para hacer una entrevista, tener claro qué querés preguntar, cómo abordarlo desde la cámara y desde quién se va a preguntar. Todo eso que planificamos durante el semestre, con una dificultad progresiva. Comenzamos con las consignas y los ejercicios más sencillos de abordaje de la realidad, y cada ejercicio se iba complicando más”.

La serie se estrenó en mayo de este año, y en octubre quedó seleccionada en el Festival Nuevas Miradas que organiza la Universidad Nacional de Quilmes. Hace pocas horas llegó la noticia del premio. “Lo que está buenísimo de estos reconocimientos es que nos ponen en contacto con otras universidades, con otras realidades de gente que también está produciendo cosas a nivel universitario. Nos hace conocer todas esas experiencias, y eso te va abriendo puertas para generar vínculos. Son contactos que abren puertas de intercambio y te van permitiendo crecer y dar otros pasos. Si no, es como una cocarda que queda ahí y nada más”.

Los cuatro episodios de Orientales pueden verse en la página de Facebook Orientales o directamente en el canal de Youtube del Laboratorio Audiovisual de Contenidos, LAC FIC UDELAR.