Las mujeres de Shakespeare en escena

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La cita es en el bar Gran Sportman, en 18 de Julio y Tristán Narvaja, del que ella es habitué. Hacia el fondo del establecimiento, entre hombres y mujeres que hablan ruidosamente, está sentada María Dodera. No pasa desapercibida con sus lentes de marco blanco y sus vidrios difuminados, que disimulan su mirada sencilla, mientras uno de sus abrigos fabulosos de piel sintética negro, rojo y beige cuelga sobre el respaldo de su silla.

No pasa inadvertida su estética, como tampoco la de su nuevo espectáculo WAR, Las mujeres de Shakespeare, a juzgar por las fotografías de Alejandro Persichetti sobre la obra, en las que predomina un arte andrógino y ecléctico. Pero el nuevo trabajo de Dodera, que será presentado desde este martes y hasta el jueves 11 de junio en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís, trasciende lo estético para adentrarse en una resignificación de Shakespeare.

Se trata de una nueva incursión de la directora de Los Macbeth’s yMáquina Hamlet en el universo shakesperiano, desde que en 1997 escribió una tesis que investigaba las representaciones contemporáneas del autor. Esta vez, la realizadora, reconocida además por sus puestas en espacios no convencionales, hace convivir a cinco de los personajes femeninos más icónicos del inglés: Gertrudis, Desdémona, Julieta, Titania y Lady Macbeth. Algunos son interpretados por hombres, a la manera isabelina.

A partir de un trabajo de “dramaturgia del actor”, Dodera fue trabajando con su equipo sobre la contextualización de estas mujeres, que se juntan a tomar el té y a hablar sobre la actualidad.

La palabra war (del inglés, guerra), se agregó al título del espectáculo luego de la exhibición el año pasado de un semimontaje de la obra en el Punto del Encuentro del Ministerio de Educación y Cultura. Fue por “el desenfreno de esas pasiones y por la hiperrealidad de esas guerras silenciosas y las otras ruidosas que existen hoy en día, que es sobre lo que dialogan en esa mesa, entre bombas de chocolate y bombas de dulce de leche”, explica Dodera.

Además de ser mostrado en el Punto de Encuentro, en el que posteriormente se organizó un debate con el público que transformó con su aporte la obra original, en febrero el espectáculo estuvo en el quinto Festival Shakespeare en Buenos Aires.

“Me encantó la  perspectiva y el tratamiento que se le dio a Shakespeare, porque es una visión callejera, bien como la del Globo. En el festival se hacen las caminatas y las bicicleteadas shakespereanas donde se intercambia mucho con la gente, no tanto la versión occidental, intelectual y acartonada. En Hamlet el autor le dice a los cómicos que la forma de representar es poder llevar a la similitud la imagen propia del tiempo en el que viven, donde platea y audiencia se pueden reflejar en espejos”, cuenta.

“Shakespeare agarra la esencia de lo humano y por eso traspasa todas las épocas. Lo que hay que actualizar es el vinculo comunicacional, que es lo que ha cambiado. Es además un autor que te permite una cocreación contigo”, agrega la realizadora.

Directora y contadora

Dodera, de 50 años y nacida en Florida, quien fluye cuando habla de su trabajo y deja traslucir su fascinación teórica, entró con el pie derecho en el mundo de la dirección teatral. Mientras realizaba la Escuela de Teatro de la Gaviota, unos amigos le pidieron que se pusiera al frente de una obra porque les había fallado el director. Se trataba de El segundo pecado original, del que realizó una adaptación que le valió el Florencio Revelación en 1991.

Después de ello, fue invitada a Francia a estudiar dirección teatral. Luego le siguieron decenas de reconocimientos y obras, las cuales se estructuran en torno a la resignificación de los clásicos y a una reflexión sobre la identidad y la política, las últimas como parte de una década de trabajo junto a Gabriel Peveroni.

Pese a que la pasión por la actuación se despertó en Dodera cuando de niña veía obras y pensaba “yo quiero estar ahí arriba”, hace tiempo que no se sube al escenario. “No me considero una actriz para todos los papeles, sino para un cierto tipo de teatro muy particular, más del absurdo. Dirigiendo me siento más cómoda. Aparte es muy grande el campo de investigación y de trabajo que lleva la dirección. De vez en cuando me vienen ganas de estar arriba del escenario, alguna vez a lo mejor actúo”, dice.

Dodera se define, además, como defensora “de la causa animal” (tiene seis gatos, aunque solo dos viven con ella) y “casada del arte, pero con varios amantes”. No obstante, acaso lo que más sorprenda de la directora de Groenlandia y Manhattan Medea es que a sus más de dos décadas en el teatro se le agrega su trabajo como contadora. “Cuando estaba en Florida no me propuse venir a estudiar arte dramático, no había una cultura de eso. A mí lo que me da el hecho de ser contadora es tener un trabajo determinado y en el teatro tener libertad.  No hacer lo que el mercado me pide, sino lo que quiera, cuando quiera y con la gente que quiera. No lo vivo como un problema. Será que siempre lo viví así”.

El Observador

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