39, las víctimas del 2001

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Ayelén Velázquez es muy joven. Era apenas una adolescente cuando Argentina vivió la peor crisis económica y social de su historia moderna, hacia finales del año 2001. Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de ese año marcaron, además de una situación límite en el nivel de desocupación y pobreza de los argentinos, un desastre social que culminó con la renuncia del presidente Fernando de la Rúa, que se fue de la casa de gobierno en un helicóptero, huyendo frente a los millones de manifestantes que pedían su renuncia en las calles del todo el país.

Ella es la directora de 39 – El documental, que este jueves 20 de septiembre se presenta en la ciudad de Madrid en el marco del Festival de cine político dirigido por mujeres

Si gran parte del mundo recuerda esos días aciagos por el llamado “corralito” por el cual las personas no podían disponer en efectivo del dinero depositado en sus cuentas bancarias, y estaba completamente colapsado el sistema financiero y comercial, lo cierto es que pocos conocen que en esas dos jornadas 39 personas fueron asesinadas por balas disparadas en su mayoría por agentes públicos. 39 asesinatos que la memoria colectiva parece eludir, esconder, evitar mencionar.

39 – El documental  tiene mucho que ver con la memoria”, afirmó Ayelén Velázquez en conversación con Nodal Cultura. “Cuando termina el documental hay una frase ‘Somos nuestra memoria’, que no es por supuesto nuestra, pero nos que permite expresar que por esos carriles es que circula nuestra idea al hacer esta película”.

Ayelén Velázquez descubrió que esas historias no estaban contadas, que no estaban presentes en la memoria y que era menester conocer cada caso, cada nombre, cada rostro. No hay manera de construir memoria sino es conociendo lo que pasó y dándole el lugar que se merece en los relatos compartidos. Eso es lo que el grupo de jóvenes que trabajaron con Velázquez hicieron, y lo que promueven con un gran esfuerzo, cada vez que proyectan la película, que fue hecha sin apoyo económico de ningún tipo y que nunca fue estrenada en una sala comercial. En diálogo con Nodal Cultura en días previos a su presentación en Madrid, dialogamos con Velázquez acerca del origen del documental, de la construcción de la memoria, de las víctimas y del lugar del Estado como responsables de esas 39 muertes.

¿Cómo surgió la idea de hacer este documental y cuánto tiempo les llevó poder hacerlo?
Tardamos un año en poder terminarlo, aun con las entrevistas ya hechas. Trabajar solo con presupuesto propio es bastante más acotado que con cualquier otra fuente de financiación o con apoyos oficiales. La idea se me ocurrió hace dos años, cuando el ex presidente De la Rúa hizo declaraciones sobre cómo estaba el gobierno de Macri a mediados de 2016. Hizo una referencia a la economía argentina y a las libertades que se vivían con esta gestión. Y al margen de lo que uno pueda pensar de este gobierno, De la Rúa es un señor que se fue en un helicóptero de la casa de gobierno. Y se fue después de haber ahogado económicamente a todo un pueblo durante los dos años de su mandato. La gente ya venía mal económicamente desde los ’90 con Carlos Menem, pero De la Rúa cuando asumió profundizó las medidas que había llevado a que la Argentina estuviera al borde del estallido. Ese señor era ahora tomado como fuente por algunos periodistas y se daba el lujo de hablar de libertades, habiéndose ido con 39 muertos y con la economía devastada, escapando en un helicóptero.
Entonces me pareció que había que destacar eso: De la Rúa hablando en el presente como si no hubiera pasado nada. Revisando lo que pasó durante su gobierno, me encontré con ese número, 39 muertos. Yo era adolescente en 2001 y no tenía registro de esa cantidad de víctimas.
Esa misma noche me puse a buscar las historias de cada uno de ellos. No lo podía creer, porque además después se buscó instalar que las personas asesinadas estaban cometiendo saqueos, como si eso habilitara a alguien a matarlos. Se instaló que estaban todos en un saqueo. Cuando vean la película podrán hacer su propio recorrido por cómo fueron las historias de cada uno de ellos.

¿Por qué relacionan el documental con la construcción de la memoria?
Porque al hacerla intentamos recuperar un poco de lo perdido en el 2001. Conversando con mucha gente sobre el tema, el primer hecho que se les viene a la cabeza al hablar de ese momento, no son las 39 muertes -ni recuerdan que hubo víctimas en aquellos días-. Ni siquiera mencionan el índice de pobreza y mucho menos el índice de desocupación. Lo primero que recuerdan cuando les pregunto sobre ese diciembre, es el corralito. Es la cuestión económica, la falta de dinero. En esos días, hubo 39 personas que perdieron la vida por decisión del Estado, por decisión de la policía que apretó el gatillo y por decisión de los funcionarios que dieron la orden. En 3 de los 39 casos, fue por decisión de comerciantes que pusieron el valor económico por sobre lo humano, y para defender sus comercios se convirtieron en asesinos. Eso pasó el 19 y 20 de diciembre de 2001, y generalmente no nos acordamos de las víctimas. Y no hablo de cada uno de los nombres, no nos acordamos ni siquiera que hubo 39 muertos en esa fecha.

¿En la Plaza de Mayo, en pleno corazón de Buenos Aires, mataban gente y la mayoría no se acuerda de eso?
Por eso nosotros lo vemos como una deuda de los comunicadores. Todos los que comunicamos algo tenemos una deuda con esa época, porque pasa eso –y a mí también me pasaba antes de investigar para el documental-. Además, cuando vuelvo al 2001 y pienso en las víctimas de aquella época, lo primero que recuerdo son las víctimas de la ciudad de Buenos Aires, de lo que ocurrió en Plaza de Mayo, donde había una gran cantidad de gente que había ido a manifestarse. Pero de ninguna manera tenía presente que había muerto un chico de 23 años en Corrientes,  que tomaba tereré con sus amigos. La policía lo corrió hasta dentro de su casa, le pegó 2 balazos en la nuca y lo mató delante de su familia. Tampoco tenía presente que en Entre Ríos murió una chica de 15 años en el patio de la casa de sus abuelos. O que en Córdoba murió un chico de 13 años, David Moreno, que andaba en bicicleta.
Elisa Carrió, la diputada, que el año pasado ganó en la ciudad de Buenos Aires con la mitad de los votos, llegó a decir hace un par de años que a los muertos los había tirado el peronismo en la Plaza. Hablaba de ese momento, en el que ella también era legisladora nacional, con un nivel de cinismo enorme, y un terrible desconocimiento de la historia. Así lo que hace es confundir a la gente, y favorece que no tengamos ningún tipo de acercamiento a esa historia tan reciente. Los hechos ocurrieron de una manera totalmente distinta de lo que contó la diputada.

Esta violencia representó también el regreso de algunos represores, como aquel coronel que desde dentro de un banco disparó hacia la calle y mató a un motociclista
Si, según las pericias se dispararon desde adentro de ese famoso banco de la ciudad de Buenos Aires 60 tiros. Obviamente que desde afuera hacia adentro del banco no hubo disparo ninguno. En ese caso murió Gustavo Benedetto, de 23 años, que nunca había ido a una movilización y ese mismo día había ingresado a un trabajo en un supermercado. Cuando llegó a cumplir con su horario, el local había sido saqueado y el dueño le avisó que cerró y dejó a todo el mundo sin trabajo. El chico comenzó a llamar a sus amigos a ver quién podía ir a la plaza a manifestarse, y como no encontró a nadie que lo acompañara, fue solo. Cuando pasó caminando por la puerta del banco se producen los 60 disparos y así muere, en lo que podría haber sido una masacre. Eso ocurrió hace algo menos de 17 años, es historia reciente.

¿Con qué sensaciones te encontraste en la gente que entrevistaste, familiares y allegados de los asesinados?
Odio en ninguno de ellos. Si una enorme tristeza. La hermana de “Pocho” Lepratti decía que después de las muertes de sus familiares vinieron las muertes de las balas invisibles. Se refería a las personas que no recibieron un balazo en la cabeza, pero vieron morir a sus hijos, sus hermanos o sus padres o sus parejas. La mayoría de los familiares tuvieron enfermedades muy tristes. El papá de Lepratti se murió en uno de los aniversarios del 19 de diciembre.
En ninguno de ellos tampoco hay resignación, porque si alguna victoria se conquistó con la justicia, fue por los familiares y por los organismos que los han acompañado en esa lucha. Tienen una memoria imborrable. Te cuentan ese día como si hubiese sido ayer.

León Gieco – El ángel de la bicicleta / Homenaje a Claudio «Pocho» Lepratti

Queda claro que había una decisión de disparar y que hay un conjunto de allegados que conocen cuál era el lugar de las víctimas ¿han logrado construir un relato propio y colectivo que les permita contestar a la idea de que eran saqueadores, para reafirmar que el asesino fue el Estado?
Si, totalmente. Lo tienen muy claro, y me parece que en eso influyeron los organismos que colaboraron con ellos. Tanto el CELS, en el caso de Buenos Aires, como la Asamblea 19 y 20 de diciembre, en Rosario. Tienen claro que fueron víctimas del Estado. Nosotros contamos las historias de las 39 víctimas fatales, pero también hubo muchas otras víctimas que tampoco solemos recordarlas, porque pertenecen a sectores sociales más vulnerables y postergados.  Cuando es contra ellos la represión es tolerada por gran parte de la sociedad. Pasa ahora mismo, que vemos como les pegan a los trabajadores, y parece que contra algunos sectores se justifica la violencia.
En aquellos momentos se justificó la violencia económica, el ahogo financiero y la violencia de la represión. Cuando alguien llega a un punto tal de desesperación de tener que entrar a un supermercado a robar un paquete de arroz, incluso delante de sus hijos, es porque tiene hambre, porque está viendo que sus hijos tienen hambre y porque hay un Estado incapaz de contener y dar respuestas a esa necesidad. La única respuesta que encontró el Estado el 19 y 20 de diciembre de 2001, después de haberlos empobrecido y hambrearlos, fue pegarles un tiro, pegarles un palazo, llevarlos presos. Solo en la ciudad de Rosario hubo 800 detenidos. Hubo chicos de 8 años detenidos por la policía adentro de un galpón. Eso también ocurrió.

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