«Es falso que los cómics son cosas de niños»

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‘Hay cómics que son verdaderas obras maestras’: Felipe Ossa

El decano de los libreros del país presenta ‘Cómic, la aventura infinita’, en la Feria del Libro.

Por Armando Neira

De sus 75 años de vida, Felipe Ossa ha dedicado 70 a leer, disfrutar, mirar y coleccionar cómics y novelas gráficas. Aunque antes miraba con fascinación las viñetas e ilustraciones que se le atravesaban en el camino, ese quinquenio no lo cuenta porque no sabía leer. Tan pronto aprendió, inició un camino obsesivo.

Ahora publica ‘Cómic, la aventura infinita’, un ambicioso libro de 272 páginas que navega en profundidad en los pioneros del género, desde sus exponentes más recientes, pasando por los grandes maestros, hasta el fenómeno del manga japonés.

Ossa se muestra satisfecho con su obra y su vida: “Mi infancia, como dice bellamente Antonio Machado, ‘son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero’ ”. En su caso, es el recuerdo de una casa colonial inmensa, con muchos patios, en Buga, la señorial ciudad del Valle del Cauca donde creció.

“Mi padre, que había sido librero, convertido por cosas del destino en secretario de su abuelo, hacendado millonario, amaba los libros con verdadera pasión y poseía una gigantesca biblioteca donde me eduqué”, relata para explicar el porqué del amor eterno a su oficio: librero de profesión.

A los 17 años entró a trabajar al negocio con el que trabó una alianza de amor mutuo y siempre fiel: la Librería Nacional. Nunca ha trabajado en otro sitio. “Empecé en Cali como ayudante de bodega y llegué a ser el gerente de las librerías en Bogotá. Hoy, retirado, me dedico a leer, perdido felizmente en el laberinto de mi biblioteca con ‘doctos y sapientes libros’”, dice el hombre que está detrás del éxito de la librería más importante del país.

En efecto, han pasado 78 años desde que don Jesús María Ordóñez la fundó en Barranquilla. En sus inicios abrió algunas sucursales en el Caribe, luego en Cali, Medellín y Bogotá. “A don Jesús le gustaba Cali por el clima y se fue a vivir allá. Cuando la abrió, yo vivía en Buga. La visitaba. Desde la primera vez me pareció atractiva, porque tenía cafetería. Era en la plaza Caicedo, en el centro”, recuerda con emoción.

“La Librería Nacional hoy tiene 38 librerías en seis ciudades del país. Por sus estantes han pasado miles de libros, títulos, autores. “Nada de lo humano nos es indiferente. Nos anima el duro deseo de durar”, reflexiona. Y hoy, allí, entre algunas joyas de las letras y del pensamiento, está una sección de cómics que él muestra con orgullo y en donde, es natural, está su libro.

Se imaginaría uno al decano de los libreros colombianos con colecciones de García Márquez, Cervantes, Shakespeare, pero cómics e historietas… ¿Por qué?

Los cómics me llevaron a ser lector y bibliófilo. Y, sí, colecciono, además de historietas, libros de muchos escritores cuyas obras me han regalado maravillosos momentos de felicidad.

¿A sus 75 años no está mayorcito para guardar piezas que muchos imaginan de niños?

Existe una falsa apreciación: que los cómics son cosas de niños. Eso es falso. El arte de la narrativa dibujada, como también se conoce a las historietas, abarca todos los géneros y todas las edades. Igual que la literatura. Recuerde que una novela gráfica, Maus, de Art Spiegelman, ganó el premio Pulitzer.

Estudió usted dibujo porque quería ser ilustrador, y terminó de librero. ¿Con la pasión que tiene por este arte no vive un poco frustrado?

No. Descubrí con los años que mi verdadera vocación era la de lector. Y no solo de cómics. Los libros son mi pasión más duradera y a la que jamás le he sido infiel. Lo de librero es tangencial. Lo del dibujo es que, como dijo el poeta: “Un vago afán de arte tuve, ya lo he perdido”.

A propósito, para referirse a los cómics se dice que son el noveno arte. ¿Sí es para tanto?

Claro que sí. El cómic es un arte que reúne dos elementos esenciales: la imagen y el texto. Ocurre igual que en la literatura: hay novelas buenas y malas; poesía buena y mediocre. Hay cómics que son verdaderas obras maestras.

Publica usted el libro ‘Cómic, la aventura infinita’. ¿Qué hará si no le va bien en ventas en la Librería Nacional? ¿Lo retira de los estantes?

Ya he escrito varios libros, y nunca he pensado en sus ventas, si son buenas o malas. Escribo por el placer de escribir y también por el deseo de comunicar, enseñar, dar a conocer un tema que más o menos conozco.

Hoy, con la crisis de los impresos, ¿qué tan buen negocio es hacer cómics?

La época dorada de la industria del cómic ya pasó. Pero perdurará, como ha pasado con el libro impreso. Somos muchos los fieles al papel.

En la portada de su libro, su rostro está dibujado junto a clásicos como el Pato Donald y Mandrake. ¿Cumplió una fantasía?

Bueno, he tenido otras fantasías mejores que no se han cumplido, claro. Por ejemplo, seleccionar la chica de Playboy para la página central de la revista.

Usted es un librero muy exitoso, pero ¿en el fondo siente un poquitín de envidia con Matt Groening o Stan Lee?

Para nada. Me alegro y admiro a los grandes creadores de historietas. Prefiero otros pecados a la envidia.

Hablando de Groening, ¿cómo explicar que su creación, Los Simpson, cumpla tres décadas al aire en televisión?

Porque Los Simpson representan una audaz innovación en los dibujos animados: la irreverencia, la sátira, la burla, la crítica. Un cambio absoluto de los edulcorados dibujos animados tradicionales.

Al margen de este par de creadores tan exitosos, ¿para usted quiénes son los maestros de la narrativa dibujada?

Will Eisner, Burne Hogarth, Winsor McCay, Milton Caniff, Hugo Pratt, Enki Bilal, R. Crumb, el gran Moebius, Frank Miller, Jack Kirby, Quino, Fontanarrosa, Milo Manara, Guido Crepax, Alan Moore, Horacio Altuna, Bill Watterson y tantos otros que han alegrado mi vida con sus maravillosas creaciones.

En su libro se anuncian las viñetas que cambiaron el mundo, ¿cuáles fueron esas y por qué?

Entre ellas, Supermán, Batman, Tarzán, Mafalda, Mickey Mouse, Carlitos, la revista Mad y la obra de los grandes dibujantes del cómic underground. Y mi admirado y amado Calvin y Hobbes.

De un tiempo para acá los cómics saltaron al cine y se convirtieron en un fenómeno de taquilla. ¿A qué atribuye este fenómeno?

Muchos cómics, desde sus inicios, fueron llevados al cine: Tarzán, Supermán, Batman, Dick Tracy, El gato Félix, Popeye y, por supuesto, todos los personajes de Walt Disney. Lo que pasa es que dos de las casas editoras más importantes de cómics, DC Cómics y Marvel, del genial Stan Lee, con una gran visión comercial, han explotado a sus superhéroes en todos los medios visuales, aprovechando la fuerza y difusión de los medios audiovisuales. Los superhéroes fueron puestos de moda en todo el mundo. Marginal a esto, se mueve una industria más intelectual, con mayor fundamento, que es la de la novela gráfica, no ya de aventuras o superhéroes, sino en el ámbito de la vida cotidiana, de lo social, de los eternos conflictos humanos.

¿La caricatura es subversiva?

Los caricaturistas, los humoristas gráficos, desde aquellos ferozmente sarcásticos ingleses, como Hogarth o Rowlandson, han representado siempre una fuerza crítica y corrosiva contra el poder. Por eso han sido perseguidos y temidos.

¿Ha visto usted en las plataformas digitales algunas series animadas bastante
fuertes?

Yo no censuro nada. Todas las formas de expresión, toda manifestación artística, si está bien hecha, si hay talento en ella, es válida. Es como el erotismo y la pornografía. El erotismo es sutil, imaginativo. La pornografía es plana, repetitiva.

Se vienen las películas animadas con alta tecnología digital como si fueran seres reales, como El rey león. ¿Qué piensa de esto?

¡Bienvenida la técnica! Todo avance en la ciencia, en innovar, transformar, crear, descubrir, es un paso más que da el hombre hacia lo divino. Recuerde esta frase: “Cuando el hombre entró a la caverna, dio un paso hacia el progreso; cuando salió de ella, también”.

Entonces, ¿hay futuro para este arte?

Mientras exista la necesidad de contar historias, mientras tengamos imaginación y fantasía, el cómic, igual que las otras formas de narrar, no morirá.

Finalmente: si pudiera usted perderse en una historieta con un personaje, ¿a quién elegiría y por qué?

Por supuesto, a Corto Maltés, ese héroe conradiano creado por el maravilloso Hugo Pratt.

 

El Tiempo

 

 

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