Colombia: el museo de lo efímero

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El presente es un imperfecto desconocido. Incompleto, sin forma y sin lugar, la narración del instante y de lo que acaba de suceder, se nos escapa y lo arrastra el olvido. De ahí que podamos decir que la memoria encuentra su garante en la historia, mientras que el presente está atravesado de olvidos.

El olvido carga una potencia sobre nosotros; frente a la exigencia de la memoria, el olvido es una traición. El recuerdo de lo que hemos olvidado, en el instante en que aparece, nos lanza la puñalada. Pero el olvido tiene también otro destino: liberado de la condena de una traición, dibuja un presente y un futuro que aún está por ser construido. Exige con igual fuerza volver a examinar nuestra mirada hacia el pasado, como un acontecimiento clausurado. El olvido desenhebra la trama del pasado y lo vuelve pasado-presente, instante aún maleable y por lo tanto, posible de ser nuevamente nombrado.
El museo efímero del olvido, como proyecto curatorial del Salón Regional de Artistas Zona Centro, busca problematizar la noción de pasado traumático, para la cual el olvido es un problema. En esta propuesta expositiva, el olvido es una potencia del tiempo en el que la historia puede abrirse, deshilvanarse para configurar nuevos relatos. Así, el valor político del olvido, tan actual, es más profundo que la sola contraposición entre recuerdo y olvido. El pasado es un territorio cercado al que no podemos acceder; el recuerdo no es una vía de acceso, y la memoria es menos transmisión que una reconstrucción. Esta mirada estrábica que no pierde el presente ni el pasado, recorre las salas del museo que se abrirá el 5 de agosto en la Universidad Nacional de Colombia y en Culturama, en Duitama, por cinco semanas.
Un museo que aborda el presente desde sus carencias, que dibuja y propone un escenario de futuro posible de ser aún transformado. Y el futuro, apenas se está dibujando. Así, cada uno de los 46 proyectos que lo conforman, es una mirada particular que genera y proyecta sus propias lecturas hacia el contexto actual del país, alejándose de la literalidad de las memorias del conflicto reciente.
Como una apuesta a contrapelo, el museo efímero del olvido se configura a partir de los proyectos. No clasificamos ni catalogamos las relaciones entre unos y otros. No realizamos diagnósticos ni pretendemos estabilizar la práctica artística en colecciones y en narraciones. El museo efímero del olvido es, en su mejor configuración, un territorio heterogéneo. Ese territorio está construido, por un lado, de Promesas de desarrollo, Residuos de futuro, Mitologías de origen. Allí, un número de proyectos insiste en marcar una dicotomía entre el fracaso de la modernidad a través de la ciudad, y una nueva utopía representada en las dinámicas del campo. La ruina parece ser la clave desde dónde leer el tiempo; como vestigio de lo que fue y supervivencia de un resto, atestigua la grandeza y la barbarie sobre la que construimos el presente.
Por otro lado, el pasado es reescrito, alterado, ficcionalizado, dibuja los lindes de nuestra travesía; así, a través de categorías como Historia como ficción, Testimonio, Traiciones de la memoria, Reescritura del pasado e Instante, un grupo de proyectos tensiona y cuestiona nuestra relación con el pasado, el recuerdo y la memoria. No accedemos al pasado a través del recuerdo, sino mediante de la actualización del pasado en el presente. Un buen número de proyectos al interior del museo efímero del olvido pone de manifiesto esas operaciones de manipulación, de edición, de exaltación o su desmonte. El pasado raramente nos deja satisfechos; estas propuestas nos permiten preguntarnos por el pasado que queremos
Proyectos del museo efímero del olvido / www.efimero.org
La Ruta del Sol/ Ximena Díaz
Tres pilares para la utopía/Gonzalo Angarita
De paso (venir abajo)/ Laura Peña
Guasca/ Luis Roldán
Ciudad futura/ Jaime Iregui
SICORP: sistema complementario de rieles público/ Colectivo Agorafobia
Residuos de futuro 
La Siberia: recuerda al olvidar/ Gerrit Stollbrock e Iván SierraCorreveidile
/ Colectivo EscafandraBuitres del Nuevo Mundo/
Colectivo El Honorable CartelOasis/ Giovanni VargasCentro
Espacial Satelital de Colombia/ La Decanatura
Mitologías de origen 
Intercambio de semillas y pensamiento/ José Ismael Manco
La Escuelita del Instante/Populus RuralCentro
Municipal de Des-aprendizaje/ Nodo Duitama
El que siembra su maíz, recoge su fríjol/
Jhonatann Salcedo y JulioCésar Correa
Reviviendo la cocina rural del municipio de Oicatá/ Blanca Ocasión
La casa de la frontera/
Óscar Moreno
Río Farfacá de Tunja, lugar de temporalidades, memoria y ensoñación/
Santiago González Puaquí semos campesinos/
Getulio y El ZuteUna espada de hierro meteórico/ María Elvira Escallón
Testimonio 
La reliquia/ Adriana Marmorek
El artista del hambre/ Lucas Ospina
50 Cartas/ Carolina Bácares
Ciervos de bronce/Camilo Aguirre
Trasegares/Colectivo Las disensuales
La Pajarera/ Colectivo Mujeres de Fuego
Historia como ficción
Lenin viene/ Andrés CaycedoDos
Dos más dos es igual a cinco/ Mónica Páez
El Sietecolores/ Diego Celemín y Ana María Espejo
Historia Nacional del Olvido/ Grupo Nietzsche
Biblioteca ilegible de libros fantasma/Catalina Jaramillo
Traiciones de la memoria
Pentimento/Juan Mejía
Imperfecto pretérito/ Juan David Laserna
Recordar, olvidar ¿cuál es la diferencia?/ Carolina Estarita
Eram Quod Es, Eris Quod sum. (Yo era lo que tú eres, tú serás lo que yo soy)/Camilo Sabogal
Reescritura del pasado 
Desmembramiento en masa/ Camilo Parra
Domesticando rinocerontes/Óscar Ayala Santander
Amenaza ruina/Luis Carlos Tovar
Archivo de un parque zoológico/ Gustavo Villa
Esta es mi vereda/ Miguel Canal
Instante 
Hoy/Ana María Rueda
Historias de jardín/ Luz Ángela Lizarazo
Colectivo de dibujos, notas & correspondencia entre artistas/ transmisión en tiempo real/
Colectivo FAXineSPAM [Sistema Público de Auto Marcación]/ Colectivo martínez- zeaRefranero boyacense/
Wilman ZabalaRadio Recuerdos/ Colectivo Radio Recuerdo

Mitologías de origen

Para vivir el presente con los residuos, las ruinas, los fragmentos que nos deja la modernidad, hemos construido narraciones míticas de un pasado preindustrial e idealizado. Sin embargo, ese pasado soñado y pastoril es también producto de otra crisis, de otro duelo. La historia de Caín y Abel no es solo un relato bíblico, es también un relato sobre el origen y sobre la división del tiempo y del trabajo:

Los hijos de Adán y Eva encarnan las dos almas en que fue dividida, desde sus inicios, la estirpe humana: Caín es el alma sedentaria, Abel el alma nómada. […] a Caín le correspondió la propiedad de toda la tierra, y a Abel la de todos los seres vivos. […] Así pues, tras una disputa, Caín acusó a Abel de haberse extralimitado y, como todo el mundo sabe, lo mató, condenándose a sí mismo a la condición de eterno vagabundo a causa de su acto fratricida (Careri 2013: 30 -32).

El error fratricida se castiga con el errar sin patria, una perdición eterna por el país del Nod, el desierto infinito por el cual había vagabundeado Abel antes que Caín. Cabe subrayar que, inmediatamente después de la muerte de Abel, la estirpe de Caín será la primera en construir las primeras ciudades. Caín, agricultor condenado al errabundeo, dará inicio a la vida sedentaria y, por lo tanto, a un nuevo pecado, puesto que lleva dentro de sí tanto los orígenes sedentarios del agricultor como los orígenes nómadas de Abel, vividos respectivamente como castigo y como error (Ibid.: 34).

Efímero

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