Las facetas del Che: el revolucionario y el poeta

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El filósofo francés Jean-Paul Sartre lo calificó como “el ser humano más completo de nuestra era”. Cuando se cumplen 48 años de su detención y posterior asesinato, teleSUR presenta cuatro facetas de este insigne argentino, que no solo fue un político y revolucionario destacado, sino también cronista, poeta y padre.

Una foto vuelta símbolo, devenida icono de quienes sueñan un mundo mejor, recorre el orbe reproducida en franelas, afiches, tatuajes, carteles. El 5 de marzo de 1960 el fotógrafo Alberto Korda captó la imagen del guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara durante las honras fúnebres realizadas en La Habana a las víctimas del sabotaje contra el vapor francés “La Coubre”. No sabía entonces el antillano que esa instantánea se volvería una de las más reproducidas del mundo y que, incluso quienes la lucen solo por moda, sin conocer quizás la inmensidad del hombre detrás de la imagen, también rinden homenaje a uno de los revolucionarios más grandes de América Latina. Con motivo del aniversario 48 de su detención en Bolivia y su asesinato un día después, teleSUR honra a Ernesto “Che” Guevara recordando varias de sus facetas más destacadas.

Pese a que provino de una clase argentina bien posicionada, la historia del Che evidencia que desde muy joven quería instaurar cambios. Padeciendo asma desde niño, en la juventud mostró especial interés por investigar posibles curas y hacer menos difícil la vida a las personas que sufrían esa enfermedad. La adolescencia del Che estuvo muy marcada por su convicción transformadora. En esa época, hizo el memorable viaje en motocicleta por América Latina, donde conoció algunas provincias de Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela. «Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí», relata una de las crónicas posteriores al viaje.

Tras su segundo viaje, en el que conoció Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, da muestras de su profundo humanismo, destaca su modo revolucionario de pensar y ratifica su firme antimperialismo.

Aunque su profesión de médico no tenía que ver con las letras, es absurdo tratar de ocultar la vocación cronista de Ernesto Che Guevara, que en todas sus travesías, estaba dispuesto a dejar apuntes de su realidad, de su entorno.

Antes de comenzar a escribir su primer libro «La función del médico en  América Latina» (que nunca salió a la luz pública), el Che ya había publicado dos notas en la Revista Siete y seis en Tackie (una publicación dedicada al público del rugby). Además de esto, el Che fue contratado como corresponsal de Agencia Latina, creó el periódico independiente «El Cubano Libre»,  dio inicio a las transmisiones de Radio Rebelde y participó en la creación de la agencia Prensa Latina. Uno de sus textos más celebrados fue «El Socialismo y el Hombre Nuevo», publicado originalmente en el Semanario Marcha.

El poeta

Ni más grande ni más pequeña que la faceta revolucionaria y humanista, el Che Guevara tenía un lado poético imposible de ocultar y que empezó a desarrollarse incluso desde muy joven. La primera mujer de Guevara, Hilda Gadea señaló en su libro de memorias: “(Ernesto) Tenía un largo conocimiento de la poesía latinoamericana y recitaba con facilidad versos de Neruda, al que mucho admiraba. Entre sus poetas favoritos estaban Federico García Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado, Gabriela Mistral, Cesar Vallejo, algunos argentinos como José Hernández, del que sabía de corrido todo el Martin Fierro, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Alfonsina Storni y las uruguayas Juana de Ibarbourou y Sara de Ibáñez”. Gadea también ha dicho que «Ernesto, cuando estaba cansado de leer, la alzaba y le recitaba cualquier cosa, en voz alta para que yo también la oyera desde el sitio donde me encontrara». El sentido cultural del Che estaba bastante desarrollado, incluso en la música. El escritor Paco Ignacio Taibo II en su libro Ernesto Guevara, dice: “Y en medio de este desastre, el Che cantaba tangos desafinados», un comentario que Gadea complementa entre risas: «Como no conseguía entonarlos, me recitaba algunos de los tangos. Terminaba siempre con El día que me quieras, que me había recitado en Guatemala cuando nos enamoramos…» La literatura y la poesía siempre acompañaron al Che. Según muchos estudiosos de su figura, esta es probablemente una de las cosas que más hizo despertar su lado humano. De hecho, en ocasiones, él mismo se enfrentó al papel y escribió sus propias líneas.

El padre

Al fallecer, el Che dejó a cinco hijos: Hilda, de su primer matrimonio con Hilda Gadea; y los otros cuatro con su segunda esposa, Aleida March.  Aleida, la segunda y mayor del segundo matrimonio del Che, siempre lo describe como un hombre no solo tierno y amoroso, sino muy trabajador. «Mi papá me besaba en la oscuridad. Cuando él llegaba, yo casi siempre estaba acostada con mi mamá con la excusa de acompañarla. Entonces venía él, me cargaba en sus brazos y me llevaba a mi cama. Me daba un beso tan apretado que casi siempre me despertaba. Yo pensaba: en la oscuridad del cuarto una persona me está apretando y no logro ver quién es», cuenta en su libro. «Yo me siento orgullosa por quien fue y es mi padre. El rompió fronteras», agregó Aleida. Por otro lado, Ernesto Guevara March también ha destacado durante toda su vida el legado de su padre. Debido a sus infinitas ocupaciones como líder revolucionario, Ernesto Che Guevara no podía dedicar tantos momentos a su hijos, sin embargo, era notable el amor que sentía por ellos y que se desborda en sus escritos: «Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario. Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de papa” – Extracto de la carta de Ernesto ‘Che’ Guevara, a sus hijos.

Publicado en Telesur


 AUTORETRATO OSCURO

De una joven nación de raíces de hierbas
raíces que niegan la rabia de América
vengo a ustedes, hermanos norteños.
Cargado de gritos de desaliento y de fe
vengo a ustedes, hermanos norteños,
vengo de donde venimos los “homo sapiens”
devoré kilómetros en ritos trashumantes
con mi materia asmática que cargo como una cruz
y en la extraña entrada de metáfora inconexa.
La ruta fue muy larga y muy grande la carga,
persiste en mí el aroma de los pasos vagabundos
y aún en el naufragio de mi ser subterráneo,
a pesar que se anuncia orillas salvadoras
nado displicente contra la resaca
conservando intacta la condición de náufrago.
Estoy solo frente a la noche inexorable
y a cierto dejo dulzón de los billetes
Europa me llama con voz de vino añejo
aliento de carne rubia, objetos de museo.
Y en la clarinada de países nuevos
yo recibo de frente el impacto difuso
de la canción, de Marx y Engels
que Lenin ejecuta y entonan los pueblos.

CANTO A FIDEL

Vámonos,
ardiente profeta de la aurora,
por recónditos senderos inalámbricos
a liderar el verde caimán que tanto amas.
Vámonos,
derrotando afrentas con la frente
plena de martianas estrellas insurrectas,
juremos lograr el triunfo o encontrar la muerte.

PALENQUE

Algo queda vivo en tu piedra
hermana de las verdes alboradas
tu silencio de manos
escandaliza las tumbas reales.
Te hiere el corazón la piqueta indiferente
de un sabor de gafas abigarradas
y te golpea el rostro la procaz ofensa
del estúpido “¡oh!” de un gringo turista.
Pero tiene algo vivo.
Yo no sé qué es.
La selva te ofrenda un abrazo de troncos
y aún la misericordia de sus raíces.
Un zoólogo enorme muestra el alfiler
donde prenderá tus templos para el trono.
Y tú no mueres todavía.
¿qué fuerza te mantiene
más allá de los siglos
viva y palpitante como en la juventud?
¿qué dios sopla, al final de la jornada
el hálito vital en tus estelas?
¿Será el sol jocundo delos trópicos?
¿por qué no lo hace en Chechén-Itzá?
¿Será el abrazo jovial de la floresta
o el canto melodioso de los pájaros?
¿Y por qué duerme más hondo a “Quiriguá”?
¿Será el tañir del manantial sonoro
golpeando entre los riscos de las sierras?
Los incas han muerto, sin embargo.
Y Aquí

“Soy mestizo”, grita un pintor de paleta encendida,
“soy mestizo”, me gritan los animales perseguidos,
“soy mestizo”, claman los poetas peregrinos,
“soy mestizo”, resume el hombre que me encuentra
en el diario dolor de cada esquina,
y hasta el enigma pétreo de la raza muerta
acariciando una virgen de madera dorada:
“es mestizo este grotesco hijo de mis entrañas”.
Yo también soy mestizo en otro aspecto:
en la lucha en que se unen y repelen
las dos fuerzas que disputan mi intelecto,
las fuerzas que me llaman sintiendo de mis vísceras
el sabor extraño de fruto encajonado
antes de lograr su madurez de árbol.
Me vuelvo en el límite de la América hispana
a saborear un pasado que engloba el continente.
El recuerdo se desliza con suavidad indeleble
con el lejano tañir de una campana.

Vieja María
Vieja María, vas a morir.
Quiero hablarte en serio
Tu vida fue un rosario de agonías completo
no hubo un hombre amado, ni salud, ni dinero
apenas el hambre para ser compartida,
quiero hablar de tu esperanza,
de las tres distintas esperanzas
que tu hija fabricó sin saber cómo.
Toma esta mano que parece de niño
en las tuyas pulidas con el jabón amarillo
refriega tus callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mi mano de médico.
Escucha, abuela proletaria
cree en el hombre que llega
cree en el futuro que nunca verás.
Ni reces al dios inclemente
que toda una vida mintió tu esperanza
no pidas clemencia a la muerte,
para ver crecer a tus caricias pardas
los cielos son sordos y en ti manda el oscuro,
sobre todo tendrás una roja venganza
lo juro por la exacta dimensión de mis ideas
tus nietos, vivirán la aurora
muere en paz, vieja luchadora.
Vas a morir vieja María;
treinta proyectos de mortaja
dirán adiós con la mirada
el día de estos que te vayas.
Vas a morir vieja María,
quedarán mudas las paredes de la sala
cuando la muerte se conjugue con el asma
y copulen su amor en tu garganta.
Esas tres caricias construidas de bronce
la única luz que alivia tu noche
esos tres nietos vestidos de hambre
añorarán los nudos de los dedos viejos
donde siempre encontraban alguna sonrisa.
Eso era todo, vieja María.
Tu vida fue un rosario de flacas agonías
no hubo un hombre amado, salud, alegría,
apenas el hambre para ser compartida
tu vida fue triste vieja María.
Cuando el anuncio de descanso eterno
enturbia el dolor de tus pupilas
cuando tus manos de perpetua fregona
absorban la última caricia,
piensa en ellos… y lloras,
pobre Vieja María.
No, no lo hagas
no ores al dios indolente
que toda una vida mintió tu esperanza
ni pidas clemencia a la muerte,
tu vida fue horriblemente vestida de hambre
acaba vestida de hambre
Pero quiero anunciarte
en voz baja y viril de las esperanzas
la más roja y viril de las esperanzas
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.
Toma esta mano que parece de niño
entre las tuyas pulidas por el jabón amarillo
refriegas los callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mis manos de médico.
Descansa en paz, Vieja María,
descansa en paz, Vieja luchadora,
tus nietos todos vivirán la aurora,
LO JURO.

Ernesto (Che) Guevara de la Serna

(Argentino – 1928/1967)

 

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