Imágenes del neocriollismo
El criollismo no es solo la jarana: música y baile. Es también actitud y patrimonio. Es Barrios Altos, sus calles, su gente. Los que persisten con las tradiciones no son sobrevivientes del criollismo, sino luchadores de la preservación de la historia. Jimmy Valdivieso, director del documental sobre Barrios Altos Esa gente existe, es un luchador. Y los personajes de su filme también. “Esa gente existe es una representación de esta lucha. Sus personajes no inspiran sobrevivencia, sino acción, emprendimiento”, nos explica Valdivieso.
NEOCRIOLLISMO
El criollismo no es estático, se transforma. Valdivieso detalla que, en su trabajo de campo para el documental, encontró que el Barrios Altos que tenemos en el imaginario colectivo está desapareciendo. El espíritu criollo no se puede resistir a las expresiones culturales andinas, tan notorias, a la producción global en general. Además, el patrimonio se está cayendo a pedazos.
“Esa transformación se debe contemplar en cualquier plan que se quiera plasmar en Barrios Altos. Los programas que se han aplicado siguen pensando que tiene que volver a ser el barrio criollo, y no es así, pues está lleno de diversas expresiones culturales, no solo artísticas o folclóricas, sino la forma de ser del vecino, que es distinta a lo que seguimos evocando”, asegura el documentalista.
El filme destaca a un grupo de jóvenes que ensayan todos los días música afroperuana y que, sin embargo, no se rigen estrictamente al patrón clásico del baile. Salvo este grupo de chicos que preserva su patrimonio casi como un mandato de su identidad, muchos otros muchachos no tienen ese encargo en su agenda. “Las condiciones económicas de una gran mayoría de vecinos de Barrios Altos afectan o impiden que se puedan seguir cultivando algunas tradiciones”, explica Valdivieso.
¿Y la fiesta en el callejón con guitarra y cajón? “En el documental hay un momento en el cual le digo a José Francisco: ‘Tengo seis meses caminando en Barrios Altos y hasta ahora no he escuchado ni una sola guitarra ni un cajón’. Y me dice: ‘Claro, pues…’. Luego se da cuenta de que me está dando la razón y señala: ‘Ah no, lo que pasa es que no has venido todos los días’. Ahí está la respuesta”, apunta el director.
No obstante, la fe en el Señor de los Milagros es tal vez uno de los puntales que sostiene la tradición. “Contra lo que los agnósticos quisieran, la fe en el Cristo Morado es vital para el mantenimiento de la identidad de los vecinos de Barrios Altos”, añade.
EL DOCUMENTAL
Esa gente existe cuenta la historia de personajes que, a su modo, buscan rescatar su tradición. El documental es un salvavidas del criollismo. Y no solo eso. Busca explorar que los estereotipos que tenemos de los vecinos de Barrios Altos –que son ‘choros’, ‘cómo puede vivir la gente así’– sean problematizados. El filme rescata la dignidad del barrio, de su picardía.
El documental fue estrenado hace un año y, a su paso, ha ganado varios premios en el ámbito internacional, además de haber llamado la atención de las autoridades, las que hoy debaten la situación de Barrios Altos y su destino, que requiere con urgencia asistencia. Pronto será exhibido en alguna sala limeña.
¿Y CÓMO LLEGÓ AL BARRIO?
Jimmy no tiene barrio ni le interesa tenerlo. Tampoco ha vivido en cuna de oro. No necesitó ‘calle’ ni crecer o nacer en Barrios Altos para acercarse a sus veredas e involucrarse con su gente. Hace unos años, como productor independiente de videos, ofrecía servicios a instituciones del Estado. En algún momento le hizo un trabajo al Ministerio de Vivienda, que iba a desarrollar programas de rehabilitación urbana y rescate del patrimonio, y fue a Barrios Altos a hacer algunas tomas y efectuar entrevistas, entre ellos, a uno de los personajes que más adelante fue protagonista del documental.
Su relación con Barrios Altos se fortalece porque se vuelve fan de páginas de Facebook como Lima la Antigua. Comenzó a mirar el pasado, la foto en blanco y negro. Así nace Esa gente existe, de la mirada ajena y objetiva que busca rescatar la tradición del barrio y que se respete. “No he convertido a Barrios Altos en mi barrio. El documental no hace que yo me acerque más o menos al criollismo”, asegura Valdivieso. Su misión documental es pura, honesta y esencial: mostrar una realidad para sumar en su recuperación.
Jimmy llegó a Barrios Altos con miedo, sorpresa, desilusión y hasta indignación. Y se va con satisfacción porque ha llamado la atención a nivel local, que el documental se pueda convertir en una herramienta para que los protagonistas recuperen su patrimonio monumental y el espíritu del criollismo. Todavía no se ha ido, pero, cuando llegue el momento de hacerlo, lo hará con la sensación de que algo dejó a Barrios Altos.
Publicado en Perú 21