Paz Errázuriz: la fotógrafa chilena que conquistó España

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Primera retrospectiva de Paz Errázuriz en España: 40 años en fotografías

Los dormidos, una serie de imágenes en la que Paz Errázuriz inmortalizó a personas durmiendo en parques, bancas, plazas. Fotografías plácidas que a la vez muestran una etapa cruda de la dictadura de Pinochet. En la misma sección, pero enfrentadas, está la serie que retrata a la clase alta que se benefició con el golpe militar. Esta es la primera parte de la retrospectiva de la fotógrafa Paz Errázuriz en Madrid, por la Fundación Mapfre, que reúne más de 170 obras divididas en 10 partes y que estará hasta el 28 de febrero.

La exposición sobre la reciente ganadora del Premio PhotoEspaña 2015 recorre 40 años de su trayectoria: abarca desde sus primeras obras, de mediados de los años 70, cuando inició su carrera de manera autodidacta, hasta sus últimas series. En la muestra se pueden ver entornos marginales, individuos que no encajan, los más desprotegidos, hombres y mujeres recluidos en siquiátricos, miembros de circos pobres o travestis perseguidos, entre otras cosas. En la apertura de la exposición, la Fundación Mapfre señaló que «(Errázuriz) contruye unas imágenes con personajes llenos de dignidad y de naturalidad, lo que seguramente, se debe a su método de trabajo que se basa en la convivencia con sus retratados, creando un clima de confianza y respeto».

La muestra sigue con una serie de retratos desnudos de adultos mayores, fotografías que revelan una gran complicidad entre los ancianos y la lente de la cámara. También una tribu aborigen en la Patagonia, que en un principio no permitía las fotos, pero Paz Errázuriz lo consiguió. La retrospectiva contempla además su trabajo con un circo ambulante y el hospital psiquiátrico de Putaendo, a 200 kilómetros de Santiago. En el psiquiátrico capturó historias de amor y amistad entre los internos. El último apartado retoma la colección de Ceguera (2003) y La luz que me ciega (2008-2010), su trabajo más reciente, que realizó en Valparaíso con una familia con acromatopsia (enfermedad congénita en la que se percibe la realidad en blanco y negro y de manera alterada). Esta serie es una de las pocas en que la fotógrafa utiliza  color.

Publicado en La Tercera

Los focos de Paz Errázuriz

Por Vivian Berdicheski

Paz Errázuriz es una mujer de fuerte personalidad, resuelta, una artista que exhibe su intimidad en cada fotografía que realiza, aunque pocas veces sea ella quien aparece retratada. Ha cambiado, pero sigue fiel a su opción por los despojados del poder. En los 80, con su amigo Pedro Lemebel, recorrió la ciudad para dejar registro de las performances que realizaba el colectivo Yeguas del Apocalipsis. Como parte de la revista Apsi, captó el momento político que vivía el país en fotografías que daban la vuelta al mundo a través de diversas agencias de noticias. Participó en la Vicaría de la Solidaridad y fue cofundadora de la Asociación de Fotógrafos Independientes, AFI.

Hoy como ayer despliega su talento para retratar a los marginados. Sus imágenes hablan historias reales de travestis, boxeadores, enfermos del siquíatrico, adultos mayores, personas con arrugas y cicatrices, no como aquéllas que aparecen en las revistas de moda con sonrisa y cuerpo perfecto. Paz presenta la belleza de los sin voz, en blanco y negro –como ha sido la tónica principal de su trabajo– y de alguna manera los coloca en una nueva categoría. En el instante en que el obturador se abre y se cierra les da un espacio, un lugar que permanece.

Comenzó como autodidacta y una década después de lanzarse al oficio se perfeccionó en el International Center of Photography de Nueva York. Hoy, sus obras las adquieren los más importantes coleccionistas y museos, como la Tate de Londres. Ha ganado las becas Guggenheim, Fundación Andes y Fulbright.

El año pasado, reeditó junto a la Fundación AMA, el libro de 1990, La manzana de Adán, con fotografías inéditas a color y textos nuevos, uno de ellos de Pedro Lemebel. Y hasta el 15 de febrero montó una aplaudida exposición en la galería AFA, llamada Mujeres 1992. Lo que viene en el 2015 es espectacular: en mayo “Poéticas de las Disidencia”, proyecto que representará a Chile en la Bienal de Venecia, tendrá a Paz junto a Lotty Rosenfeld –y la curatoría de Nelly Richard– en la cita más importante del arte contemporáneo; además, la Fundación Mapfre de Madrid realizará una gran retrospectiva de la artista.

Paz Errázuriz siempre ha sido reacia a dar entrevistas, cultiva un bajo perfil y mira con distancia a los medios, pero aceptó conversar con Capital sobre su trabajo, que genera una admiración transversal en la escena plástica chilena e internacional.

-Con el paso del tiempo, ¿se ha ido transformando su mirada a través del lente?
-Sin duda todos estos años de trabajo constituyen un proceso; cada proyecto que hago es una vuelta más en una espiral dialéctica que se construye en el tiempo, entre lo ya hecho, lo por hacer y el presente, que como bien sabemos, es efímero y cambiante por definición.

-Como fotógrafa, ¿se siente más cerca del arte conceptual, de la denuncia o del documental?
-Mi fotografía navega a través de todos estos campos. Creo que me muevo con independencia dentro de estos géneros, entro y salgo cuando me hace falta.

-¿Alguna vez ha dejado de fotografiar?
-Tuve una especie de crisis con el cambio de análogo a digital.

-En algunas ocasiones se habla de su estética marginal. ¿Está de acuerdo en esa descripción de su trabajo?
-Habría que precisar ese término “marginal” que ha sido acuñado por una cultura hegemónica que marginaliza lo que no le conviene. Más bien, mi trabajo ha consistido en buscar los espacios “en off” de la cultura dominante, es decir, aquellos espacios “ex–céntricos”, o sea, “fuera del centro” como dice Teresa de Lauretis. También me he inspirado en las reflexiones de la escritora afroamericana Gloria Jean Watkins (con seudónimo bell hooks, con minúscula) cuyos estudios sobre la opresión de raza, clase y género son conocidos por su propuesta política de hacer de los márgenes el centro. Ésta ha sido mi intención a lo largo de todo el proceso de trabajo.

-¿Cómo logra que sus modelos a pesar de estar posando se vean genuinos? ¿Hay charlas previas, amistad de por medio, esperas, técnica, los retrata en varias sesiones?
-No se trata de técnicas de aproximación, sino de una posición frente a los sujetos de reconocimiento de una simetría y de equivalencia que apela, sobre todo, a su deseo de trascender más allá de sus espacios, lo que puede ser sinónimo de empoderamiento de sus identidades.

-Cuenta con muchas series de retratos, como los Boxeadores, la célebre manzana de Adán, ¿hay alguna a la que le tiene mayor cariño y por qué?
-Yo me enamoro y me desenamoro de ciertos trabajos, pero en este momento estoy muy entusiasmada con la segunda edición de mi libro La manzana de Adán recién publicado por la Fundación AMA. Un libro importante para mí, con textos nuevos de Pedro Lemebel y de Juan Pablo Sutherland.

-¿Cree que hoy el país está más abierto a mirar la marginalidad?
– Si por “país” se entiende sólo las élites que están en el centro de la cultura, de la política y de la economía, en realidad resulta irrelevante tener en cuenta su mirada. Los sujetos ex–céntricos también son país y yo le aseguro que su “margen” es el centro para muchos y muchas. Los márgenes no son los referidos, como se hace habitualmente, a las condiciones socio-económicas. Hay márgenes en que todos y todas nos podemos refugiar cuando el pensamiento dominante, el control biopolítico y el disciplinamiento de cuerpos y pensamientos se vuelve demasiado opresor. En este sentido, al menos el mundo del arte contemporáneo en nuestro país vive en relación con los espacios ex–céntricos porque son creativos y no limitados como los espacios del centro.

-Su obra está en la Tate. ¿Por qué cree que fuera de Chile se aprecia más?
-Es cierto, los coleccionistas que han adquirido mi trabajo venían de fuera y creo que ésa es una manera de dar a conocer la obra. Pero hay un nuevo y valioso coleccionismo chileno, que hasta se atreve a coleccionar fotografía. Por otro lado, a la fotografía le costó ser considerada parte del campo del arte, por ende, a las galerías especializadas les ha sido difícil mantener la exclusividad del formato, han tenido muchas dificultades para sobrevivir.

-Este año va a la Bienal de Venecia. ¿Qué significa para usted llegar a esta plataforma?
-Creo que no se trata sólo de algo personal. El hecho de ser fotógrafa y llegar a la Bienal es un logro tanto para el arte fotográfico como para el reconocimiento del trabajo de las mujeres.

-La fotografía nacional tiene grandes artistas (Larraín, usted, Poirot) y muchas personas visitan el Museo de Bellas Artes, por ejemplo, cuando hay exposiciones en ese formato, pero parece ser ignorada por los reconocimientos oficiales. ¿Qué piensa del Premio Nacional de Artes Plásticas?
-Pienso que el país tiene una deuda histórica con cientos de artistas, escritores, músicos, poetas etc. Es una deuda permanente, no sólo con la fotografía.

-¿Cree que el hecho de no haberle dado el Premio Nacional de Literatura a Pedro Lemebel, exige cambiar el sistema?
-El mundo de la literatura debiera dar una respuesta a esta pregunta. Lo que pasó con mi amigo Pedro Lemebel, a quien no le dieron un premio que merecía, no termino de entenderlo.

-¿Se puede vivir de la fotografía?
-Lo he logrado, además de haber sido docente por muchos años en diversas universidades.

-¿Ha pensado formar una fundación?
-Algunas personas me lo han propuesto, pero como suele ser una realización póstuma, difícilmente podré opinar o hacerme cargo.

-Como académica y artista política, ¿qué le parece la reforma educacional?
-Pienso que toda reforma que acerque la educación a las características que tuvo antes de la dictadura, es positiva. Durante décadas Chile tuvo una educación pública gratuita y de excelencia, tanto en las universidades del Estado como en los liceos, muchos de ellos famosos y emblemáticos por sus altos niveles de enseñanza, lo que fue esencial para reforzar la democracia y los valores republicanos, la movilidad de clases y la integración territorial, todo lo cual se debilitó a partir del año 73.

-¿Cuál sería la mejor manera para que los niños en las escuelas conozcan el arte nacional?    
-No se trata sólo de conocer el arte, sino de proporcionarles a los chicos y chicas de los colegios espacios para desarrollar su creatividad artística, desde las múltiples técnicas que hoy están disponibles.

-¿Qué valor le asignaría al ítem arte dentro de la malla de estudios?
-Tanto a las humanidades como al arte les asigno un valor fundamental para la educación escolar, para que esos niños y niñas se transformen en sujetos que puedan trascender las lógicas de la producción y consumo que en las últimas décadas han emprobrecido los niveles del pensamiento, del lenguaje y de la expresión.

Publicado en Revista Capital Online

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