Cine Z en América Latina

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Por Rodrigo Arenas-Carter

 

Muchas veces, cuando le cuento a alguien que soy un gran fan del Cine Z, se me quedan mirando raro, como si hablara de una marca de colchones o algo parecido. Pero creo que es algo no muy difícil, pero entretenido de definir.

Primero que nada, el Cine Z es un término que sirve para agrupar proyectos cinematográficos cuyo presupuesto es, digamos miserable (o incluso nulo) en comparación al estándar de la industria local. Son cintas producidas fuera del alero de los grandes estudios, con actores y directores lejanos al mainstream, exceptuando una que otra estrella decadente. Además, y a diferencia del llamado Cine Independiente o Indie, tiene pocas o nulas aspiraciones artísticas, lo que lo hace, desde mi punto de vista, mucho más seductor. Sin embargo, y dadas las restricciones de presupuesto, el Cine Z demanda mucha creatividad, lo cual es otro de sus atractivos. Y si bien muchos consideran que la cúspide de este tipo de producciones se alcanzó en la década del cincuenta, nunca se ha dejado de producir cintas con estas características, más aún luego del auge del cine digital que ha disminuido drásticamente los costos.

Dentro de los autores y títulos clásicos del Cine Z tenemos a, por supuesto, Ed Wood Jr. y sus más que conocidos films “Plan 9 del Espacio Exterior”(1959) y “Glen o Glenda” (1953). También los italianos se han esforzado en entregarnos una vasta lista de increíbles cintas como los trabajos de terror de Lucio Fulci (“El más Allá”, 1981) o Joe D’Amato (“Papaya”, 1978). Por su parte, el español Jess Franco y su dilatada filmografía nos ha deleitado con miserables y variadas versiones de monstruos clásicos (como “Las Vampiras” de 1971). Sin embargo, el Cine Z no se limita al terror. “The Room” (2003), de Tommy Wiseau, es una comedia negra, inolvidable por su pésima edición y por la más que ridícula actuación protagónica del mismo director. Más recientemente, el director Ugandés Isaac Nabwana nos ha regalado joyas de acción como “¿Quién mató al Capitán Alex?” (2010), la cual cuenta con efectos especiales generados en el computador personal del mismo realizador.

Ahora, más allá de lo anterior, la pregunta que me ocupa es si se puede hablar o no de Cine Z en América Latina. Por una parte, casi todas las producciones de nuestro continente no se comparan en presupuesto ni siquiera con el cine indie norteamericano. Es por eso que definí al Cine Z como producido bajo un presupuesto mucho menor del estándar local. Y, desde esa perspectiva, por supuesto que tenemos cintas de este tipo Made in Latinoamérica, e incluso festivales dedicados al género en nuestro continente.

Quizás el mayor exponente del Cine Z a nivel Latinoamericano sea el argentino Tetsuo Lumiere, autor de esa obra maestra absoluta y total que es “TL1: Mi Reino por un Platillo Volador” (2004). Filmada durante un largo lapso de tiempo con la colaboración de sus amigos, esta cinta es, al mismo tiempo, fiel representante y un homenaje al espíritu del cine de presupuesto cero. Relata la historia de un joven sin casa que hace todo lo posible por filmar su propia versión de “La Guerra de los Mundos” pero ambientada en la ciudad de Buenos Aires. La cinta carece de diálogos y está recorrida por un poético y creativo sentido del humor.

Dentro de los clásicos, destaca el también trasandino Armando Bó, realizador centrado en films seudoeróticos protagonizados por la ex Miss Argentina Isabel “Coca” Sarli. También de Argentina es la productora Gorevisión, mítica casa cinematográfica que desde el año 2001 se esfuerza en entregarnos lo más bizarro en cuanto a terror se refiere, con títulos como “Un Cazador de Zombies” (2008) y “Goreinvasión” (2004). De México, destaca el caso de Juan Orol, (ir)responsable de títulos tan brillantes como “El Fantástico Mundo de los Hippies” (1972). Por su parte, los brasileños nos regalaron al gran Zé do Caixão, prolífico creador de cintas de terror como “A Media Noche me Llevaré tu Alma” (1964)

Bolivia, por su parte, aporta con “Bloody Valentine” (2014), cinta que explora las oscuras posibilidades de la Deep Web. De Chile, quizás la más conocida es la mítica comedia de toques existencialistas “Este Mar Sabe Demasiado, Takilleitor” (1996) de Daniel de La Vega, con un final que debe estar entre los más retorcidos, creativos, y ridículos de la historia del cine. También hay otras cintas destacadas, como el torcido triángulo amoroso entre Tortuga, Zorro y Gata en el film mudo “Humanimal” (2010).

En nuestro continente, el festival más importante de cine de bajo presupuesto es sin duda el BARS (Buenos Aires Rojo y Sangre), por el que han desfilado muchas de las cintas que he nombrado, y cuya selección siempre está a la vanguardia a lo que cine-ultra-barato Latinoamericano se refiere. También está el Festival Cine B de Santiago de Chile, aunque éste también da cabida a propuestas con un presupuesto más “decente”. Mientras, México aporta con el Mórbido Film Fest, con sede en la ciudad de Puebla, dónde se reúnen producciones Latinoamericanas junto con cintas de Cine Z provenientes de diversas partes del mundo.

Muchas de estas películas están disponibles online, y de manera legal. Lo mejor es que pueden inspirarte a realizar tu propio proyecto de Cine Z. Con una cámara de celular y un simple software de edición, todo es posible. ¿Por qué no?

 

Enlaces Cine Z

Festival Cine B http://www.festivalcineb.com/
Mórbido Film Fest http://2015.morbidofest.com/
Gorevision http://www.gorevision.com.ar/
Festival Rojo y Sangre http://rojosangre.quintadimension.com
“Este mar sabe demasiado, Takilleitor” https://www.youtube.com/watch?v=daX9H-qChOw
Web de Tetsuo Lumiere http://www.tetsuolumiere.com

 

Publicado en La Hora
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