Música clásica, integración social y política cultural
“No hay que esperar 30 años para tener buena ruta y después educar al pueblo”
Sentado en su oficina, el maestro Luis Szarán se hallaba organizando su viaje a Corea, para llevar, como de costumbre, su música por el mundo. Szarán se impone una pausa en su trabajo para comentarnos un poco de él y del país que lo vio nacer y triunfar.
SUS COMIENZOS EN ENCARNACIÓN
Szarán refiere que comenzó su idilio con la música en Encarnación y a los 12 años conoció a la persona que definió su carrera como músico, el profesor José Luis Miranda, quien le dijo: “Tenés todos los ingredientes para ser músico y te voy a dar una beca de por vida”.
“Yo estudiaba clandestinamente música con un vecino, porque mi mamá no quería saber nada de eso”, recuerda Szarán y añade: “Así fue que con 12 años me lancé solito a la capital, luego ya era asistente del maestro, dirigiendo pequeños conciertos y coros”.
Szarán recuerda que tenía todos los pronósticos en contra, sobre todo que de la música no se puede sobrevivir. Además, era una época durante la cual la imagen del músico todavía estaba asociada a la bohemia.
“Pero luego me llegó la fortuna de ir a estudiar en el exterior, en Argentina y Brasil”, recuerda Szarán.
“Otro salto importante en su formación fue recibir una beca del Gobierno italiano para estudiar en Roma, en el Conservatorio de Santa Cecilia. ‘‘Eso también me ayudó a tener contactos importantes de quienes fueron mis compañeros de esa época y hoy son directores que orquestas famosas en Europa”, dijo.
REGRESANDO
A LA PATRIA
Szarán volvió al Paraguay en 1978. “Fueron dos años de asfixia, porque el ambiente era muy difícil en la época de Stroessner. Yo era un joven lleno de ideas revolucionarias en el canto, quería llevar los conciertos a la calle, tocar la sinfónica en bermudas o en jeans, por San Bernardino, en las plazas, como lo hacemos ahora”, recuerda nostálgico.
También revela que la “vieja guardia” lo celaba y lo perseguía, así que decidió irse a vivir a Buenos Aires. Pero con la caída de la dictadura volvió y se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción. El músico encarnaceno se entusiasma cuando refiere lo que se hizo a partir de entonces.
“Fundamos la Sociedad Filarmónica de Asunción, que fue un salto muy grande. Creamos una asociación de apoyo, el primer modelo de asociación público privada que posibilitaba trabajar juntos el sector privado y el público”.
Son más de 25 años en la Sociedad Filarmónica de Asunción, integrada por empresarios y otras personas de la cultura. Se ha logrado el soporte económico de entidades como el banco Itaú, Petrobras y otras que apoyan cada temporada de conciertos.
EL MERCADO DE LA MÚSICA CLÁSICA
Szarán reflexiona sobre el camino recorrido.
“Por un lado, estamos satisfechos con la buena participación del público, la oferta cultural en música clásica se multiplicó. Lo que no hay es un reconocimiento a la labor cultural. No hay una correspondencia, los salarios de los músicos son bajos”.
–¿Qué falta para superar ese escollo?
Szarán cree que aunque hay cierto apoyo del Estado, el dinero público está malgastado.
“Hay –dice- una súperpoblación de orquestas públicas. El Congreso hace lo mismo que la Orquesta Sinfónica Nacional y lo mismo que la Orquesta Sinfónica Municipal. O sea, hay mucho dinero público y con una política cultural tomada por los pelos, cada uno hace lo que cree, no hay una línea de trabajo sostenida. Entonces los presupuestos son mucho más recortados y nosotros terminamos por trabajar con el sector privado”.
Para Szarán, hoy en día ya no existe otra posibilidad sino trabajar en alianza público privada. Refiere que inclusive en países de altísima tradición musical como Italia, Alemania, España o Francia, todo el gran teatro y las grandes orquestas ya trabajan con corporaciones, lo que les permite recibir fondos para mejorar, fortalecer y buscar la excelencia.
CONTRACCIÓN
ECONÓMICA
“¿Contracción económica? Nosotros no la sentimos tanto –afirma Szarán. Tenemos un flujo de gente que por tradición ya compra su entrada para todo el año. Hay público, hay auspiciantes. La música es más favorecida, pero sí veo una necesidad en el teatro o en la danza, la literatura que necesita más empuje y recursos. Claro que después de este esplendor económico que se vivió en estos 10 ó 12 años, estamos volviendo otra vez a nuestra realidad, tenemos que acostumbrarnos a lo que fuimos y dentro de eso seguir creciendo’’.
GOBIERNO: APLAZADO
EN CULTURA
Consultado sobre su visión sobre el Gobierno actual, Szarán no duda en dar su opinión.
“Para mí, en términos de cultura está aplazado en dos líneas: Por un lado, la cultura que se mueve dentro de un presupuesto miserable y, por otro lado, el caso de Itaipú, que tenía un programa de apoyo de festivales folclóricos a todos los pueblos y que fue eliminado”.
Szarán refiere que al eliminar ese respaldo se ha apagado uno de los motores de la economía, que tanto hablan de dinamizarla.
“Itaipú –añade- financiaba con unos US$ 20.000 y esa base le servía a las ciudades realizar una serie de actividades para la semana y se movilizaba el sector. Esa falta de visión me preocupa. Cartes dice con orgullo que están invirtiendo en cosas más urgentes, pero no se puede hacer rutas y dejar de invertir en la cultura. No es necesario esperar 30 años para tener una buena ruta y después educar al pueblo. Todo debe ir en paralelo para el crecimiento y mejoramiento del país”.
Aún así, Szarán afirma tener fe en las buenas intenciones del equipo de Cartes, pero que al menos en su área no está satisfecho.
¿QUÉ FALTARÍA
PARA MEJORAR?
El maestro Szarán estima que para que las cosas mejoren, todo depende de la voluntad política. Lo hizo Bolivia al dar un crecido porcentaje presupuestario para la educación. “Son decisiones políticas, no se trata de si hay o no dinero. Tenemos un país de jóvenes que si no se educan no van a salir de la categoría de obreros no calificados. Me desilusionó el ministro de Hacienda, Santiago Peña, porque cuando hubo esta manifestación de los jóvenes se fue a apoyarles y cuando va al Congreso es el primero que dice hay que recortar para educación. Entonces es un doble discurso”.
A Szarán le apena que los políticos vean sólo lo inmediato, cuando lo que el país necesita son patriotas, los que no consideran la administración del Estado un botín de guerra para solucionar sus problemas o la de sus amigos, sino gente que piensa a largo plazo.
SONIDOS DE LA TIERRA
Sonidos de la Tierra es un programa de integración social comunitaria que nació hace 13 años a través de la música.
“En un momento de mi vida en donde ya hice una carrera y dirigí más de 1.500 conciertos, sentí la necesidad de no plaguearme más, porque no se hacen las cosas o que la juventud es violenta y no tiene expectativas. Así nació este programa, como una herramienta de cambio, en donde no se trata sólo de formar músicos sino buenos ciudadanos a través de una pedagogía que le llamamos ‘‘Orquesta de vida’’, tocando la orquesta aunque sea un poquitito, el joven aprende a respetar y trabajar en equipo, adquiere disciplina”, comentó.
Esta fundación cuenta con 200 escuelas de música en todo el país a través de 17.000 familias que forman parte del programa.
“Muchos se ríen cuando digo que empleamos la música para combatir la pobreza extrema, porque eso se hace con microcréditos, cobertura de cuestiones básicas. Pero si el beneficiario no tiene espíritu emprendedor, no va a aprovechar esos recursos que pueden contribuir a sacarlos de la miseria”, concluye Luis Szarán.