Lo hago tanto con modelos masculinos como femeninos, tratando siempre de descontextualizar, de provocar, de buscar la belleza, de hacer algo curioso, de no completar un mensaje, de hacer un estímulo lo suficientemente fuerte como para crear una reacción y lo suficientemente débil como para que sea muy polisémico. O sea, algo donde se aprecie la belleza y que no se entienda. Eso me fascina y es mi gran eje temático: la androginia, la ambigüedad, lo otro, lo que está en el medio, esa frontera.

En general, se da una relación interesante entre el fotógrafo y el modelo que puede ser de diversas maneras. Una relación sencillamente lineal, o muy creativa, donde el modelo también aporta. En el caso de los bailarines a mí me aportan mucho porque logran poses, entrecruzamientos, mezclas… que normalmente me sería muy difícil prever, y ellos muchas veces me la dan. Ilumino intencionalmente y voy buscando aquello que me punza.

En ese sentido, las relaciones entre fotógrafo y modelo son disimiles, pero siempre hay una relación de por medio. En el caso del cuerpo desnudo, te diría que no todos los fotógrafos habrán poseído a sus modelos hembras o varones, pero muchos lo han hecho. O sea, que también hay una relación de intimidad. Y la fotografía del cuerpo se puede utilizar como un pretexto para llegar a eso. Socialmente, está visto que hacer una sesión de fotografía del cuerpo puede ser difícil, complicado y peligroso. Eso es algo que está en el imaginario colectivo y no del todo errado. Pero también puede ser algo muy profesional, muy distanciado y muy concreto. Eso depende de las intenciones de ambos.

¿Ha seguido durante su producción alguna corriente anterior, influencias de otros artistas?

Sí, principalmente la obra de Servando Cabrera que me cautivó y me marcó como un referente de ver algo en pintura que quisiera y pudiera hacer con la fotografía. Esos cuerpos fundidos y esas transparencias de Servando me motivaron y me funcionaron como un conexo consciente de mi obra. Por otra parte, también la producción de Ralph Gibson desde el punto de vista de la descontextualización como un artista que trabaja el encuadre como herramienta fundamental de su obra.

¿Trabaja la fotografía de manera tradicional o digitalmente? ¿Por qué?

He trabajado de ambas formas. Son dos sistemas de significaciones muy similares pero con particularidades. Y de preferir, prefiero la química, pero de posibilidades, de práctica y de pragmatismo, está la digital. A los que de alguna manera convivimos con la química nos dejó una huella indeleble, mientras los que nacieron con la digital no tienen prejuicios, ni tienen porqué tenerlos. Es un medio, no un fin en sí mismo.

¿Usted es quien crea todo el ambiente escenográfico?

Sí, porque de hecho es un trabajo que requiere de cierta intimidad y cualquier agente externo puede suscitar inhibiciones en el o la modelo.

¿Considera el desnudo fotográfico un fenómeno transmisor de mensajes, sensaciones…?

Por supuesto, eso es algo indiscutible. Lo considero muy predefinido, muy sobresaturado de lo mismo. Y creo que siento placer de tratar de hacer desnudos diferentes, no convencionales. De hecho, rara vez les llamo a mis fotografías “desnudos”. Las nombro fotografías del cuerpo porque hay que catalogarlas de alguna manera, pero para mí son fotos simplemente. Pero estamos en la Posmodernidad, donde todo se cambia, se influencia, ha sido dicho, pero siempre hay enfoques interesantes, aproximaciones, tratamientos de obras, nuevas técnicas que son interesantísimas y en ese sentido renovadoras y reveladoras.

¿Cree necesario que tenga que representarse en la mayoría de los casos el cuerpo completo para abarcar un mensaje y para que sea transmitido con éxito?

No rotundamente. De hecho, la mayoría de mi trabajo tiene que ver con fragmentar el cuerpo y no precisamente mostrarlo completo. Si me preguntas qué prefiero, pues la fragmentación y la descontextualización. No necesariamente tiene que ser representado completo aunque el desnudo tiene que ver con esa manera de hacer un plano general del sujeto, históricamente.

¿Cree que el cuerpo a través de la fotografía carga sobre sí el peso de la crítica y el prejuicio actualmente?

También, además, por todos esos factores de prejuicios sociales, de lo que representa la desnudez, de los atributos que la sociedad —sobre todo occidental— ha perpetuado de los símbolos, los significados compartidos que históricamente tenemos como convencionalismo, del puritanismo, de la hipocresía. En ese sentido, sí creo que aun es muy prejuiciado.