Las Llamadas cumplen 60 años

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Kanela llegó anoche a los barrios Sur y Palermo con Tronar de Tambores para festejar, como todos, los 60 años de Llamadas, y también los 15 de su comparsa.

En 1956 fue uno de los fundadores del desfile y a los 82 de edad mantiene el entusiasmo para estar en todos los detalles de la organización, antes de partir del local de Vilardebó y Zapicán hacia la zona del desfile. Hubo que maquillar y vestir a 150 componentes y dejar relucientes los 70 tambores.

El presupuesto de una agrupación grande como Tronar ronda los 25 mil dólares y los recortes en auspicios quedaron en evidencia.

«Ha sido cruel, pero hemos padecido siempre el mismo drama. El primer premio de las Llamadas son 120 mil pesos y solo hoy se van 80 mil pesos, para trasladarnos en tres ómnibus y dos camiones, más los maquillajes. Todo esto es pulmón y pulmón», contó Kanela a El País en medio de los preparativos.

—¿Te creció la panza mhi-ja? —le dice a una de las bailarinas que está con sus compañeras probándose los vestidos.

—Lo dorado va para el frente —le indica a otra.

Y a todas les explica con buen tono: —llevan culotes abajo, para que no se les noten las patas blancas. Arréglense entre ustedes y cambien los vestidos.

Kanela quiere que todos luzcan las mejores galas.

«Voy a ser sincero: me apenó muchísimo ver a las reinas de Llamadas con las polleritas pobres, con un jersey barato, sin glamour, con unas zapatillitas sin tacos, en una carroza blanca fúnebre, como para llevar a un angelito al cementerio. El candombe tiene glamour. Yo voté a este gobierno, soy de este gobierno, pero lo que no me gusta lo digo».

Kanela no se opone a los cambios pero reniega por la pérdida de lo tradicional. «Yo fui a Bolivia y Perú a ver su carnaval pero quería ver el origen. Hay que mantener eso. Nos está faltando comunicación con el público, que sea más participativo, que yo me pueda abrazar con la gente, y que no se quede en que el pueblo nos saluda con las manos y nosotros hacemos lo mismo. Nadie me va a lastimar, puede haber desbande pero eso se arregla. Lo de las vallas es como poner a la gente en una jaula, sentados ahí con el termo y el mate esperando por horas. Cuando se levantan hay que darles una tiza para marcarles el trasero. En vez de tanta valla tiene que haber más control policial, no caballos de la Republicana, claro, que se desbocaban o enchastraban todo; había que caminar entre lo que defecaban».

En el desfile por Carlos Gardel e Isla de Flores, Tronar de Tambores no quiso replicar la temática de su actuación en el Teatro de Verano.

«La Llamada es tambor, chico, piano, repique, mano y tambor, con el viejo ritmo de Añoranzas, de Fantasía, de La Candombera, de Piel Morena, de Kanela y su barakutanga. Hay mucho de lo que es Ansina, porque yo me vine de un pueblito al barrio Palermo, y luego al Cerrito de la Victoria, pero unimos barrios. Venimos trayendo una tradición que yo creo nos fue encomendada por los hermanos Giménez, por Pedro Ferreira. Luego está la danza, el divertirnos y pasarla muy bien. Al candombe hay que sentirlo, si no es así, los que lo bailan parecen máquinas de flit. Se debe brindar todo el glamour posible al público, para que si hay pobreza no se note».

Los colores que predominarían unas horas después durante el desfile serían el blanco y el rojo, en los dominós y las prendas de bailarinas o personajes típicos como el gramillero, la mama vieja o el escobero. Eso se debe a Xangó, San Marcos De León, Señor de la Justicia.

«Hay gente que piensa que es por Rentistas, pero es una cuestión religiosa, son los colores de mi pai, mi guía».

Al sur

Con una inversión similar a la de Tronar de Tambores, la agrupación C 1080, surgida en 1999, estuvo entre las otras grandes del desfile.

Solo un tambor piano cuesta $ 12.000 y pocos son los que tienen uno propio. Se los brinda la comparsa.

«Se ha profesionalizado todo el Carnaval, y todo pasó cuando pusieron jurados de teatro. Hoy esto es plata, está muy difícil», indicó a El País el histórico director Waldemar Cachila Silva, que celebra su Carnaval número 58.

Un par de horas antes de dirigirse al circuito de las Llamadas de casi un kilómetro, Cachila también confesó la dificultad que se presentó para conseguir sponsors.

Con 70 tambores y 150 componentes, el tema representado en la calle fue el patrimonio en sentido amplio, desde el tango o el candombe hasta la selección uruguaya de fútbol.

C 1080 tuvo en la familia de los Silva dos precedentes: Morenada, comparsa triunfal en los concursos de Carnaval, y Lonjas de Cuareim, título exclusivo para las Llamadas.

«Nunca voy a poner un nombre africano porque el candombe no es africano, es uruguayo. C 1080 es por la dirección en donde estaba el conventillo Mediomundo, en la calle Cuareim, un baluarte en donde se criaron los negros y el ritmo del barrio Sur. Tenemos un golpe de base del piano diferente a Palermo, a lo que hacía Fantasía Negra. Tenemos más armonía mientras que lo de Ansina es con más velocidad, más fuerte, y repican los pianos. En nuestra comparsa no, el repique tiene que respetar la entrada de un piano que le dé el llamado para poder hacerlo», explicó Cachila.

En su visión de las Llamadas actuales, son demasiados los que bajan la cabeza y le pegan al tambor.

«Hay muchos que repican y si uno les pregunta si saben tocar el chico dicen que no. Entonces no pueden tocar el repique. En la escuela de mi viejo, tenía que tocar el chico, y si no, no salía. También hay que saber caminar con el tambor, no como algunos que lo llevan así (dice, como si cargara el tambor sobre su abdomen), o van rengueando porque no están acostumbrados a tocar caminando. El candombe no se enseña, se aprende», sentencia Cachila.

Candombe y Tangó

Una comparsa de menor presupuesto (US$ 15.000) pero que escaló hasta desfilar en la segunda etapa de los viernes de Llamadas es La Tangó.

Tiene 12 años, surgió en Parque Batlle y se radicó en la sede del club Central Español en 2011. Es una de las agrupaciones que en su base de pianos y contestaciones de los repiques sigue el sonido clásico de Ansina, aunque con variantes.

La Tangó, vestida de violeta, amarillo y rojo, compitió con 120 componentes y 54 tambores, 14 más del mínimo admitido. Solo para ir a las Llamadas ayer gastó $ 65.000 y por participar recibirá $ 83.000.

Su director Hernán señaló a El País que con tal elección se busca impedir que el sonido de la cuerda de tambores se parta en dos, aun cuando baje el volumen.

En su actuación, la presencia del triángulo (conexión de cielo, tierra y tambor) sería una constante, y la gran apuesta coreográfica estuvo en el embrujo de la comparsa, que sufre un congelamiento, a excepción del bastonero (una evolución del escobero) que tendrá a cargo salvar al conjunto con su mística, para que pueda seguir adelante representando un milongón, y con su cuerpo de baile haciendo ombligadas.

Al cierre de esta edición, el desfile estaba en marcha y comenzaba la polémica por Uber.

La previa

Antes de desfilar por Isla de Flores las comparsas tuvieron una jornada maratónica. Los maquillajes, las coloridas plumas, pruebas de vestuario y calzado o con banderas y estandartes, llevaron horas. Algunos conjuntos convocaron a los componentes por la mañana y otros al mediodía. Ni la ministra de Educación y Cultura María Julia Muñoz pudo zafar de la previa, como se la ve en la foto junto a Kanela, en local de Vilardebó y Zapicán. No faltaron juegos de cartas, caminatas en solitario o cervezas compartidas.

Publicado por El País

Desfile de Llamadas

Agrupaciones de negros y lubolos (blancos pintados de negro) desfilan por las calles de los barrios Sur y Palermo de Montevideo. Con más de 1,5 kilómetros de largo, el desfile congrega a más de cien mil personas. Más de seis mil personas, desfilan al ritmo de los tambores: chico, repique, piano y bombo.

El desfile de los grupos es abierto por la portabandera y portaestandartes de la agrupación, que en cada caso se identifica con colores diferentes y recuerda distintas zonas de África (Kenia, Senegal, Barra, Ruanda, Madagascar, Camerún y Somalia, entre otras).

Detrás de ellos se ubican en varios casos cuerpos de baile de chicos, algunos de muy corta edad observados de cerca por sus mayores. En varios casos niños, padres y abuelos de una misma familia desfilan juntos integrando el mismo grupo.

La Mama Vieja (abuela) y el granillero (especie de curandero que utilizaba plantas o gramilla como medicina) y el escobero (malabarista con la escoba) son otros personajes típicos de la agrupación. Un poco por detrás desfilan las bailarinas, mientras que las «vedettes» o principales bailarinas de la comparsas, generalmente morenas de esculturales cuerpos, bailan justo por delante de la «cuerda» de tambores que llegan a superar los cien tamborileros.

Cada agrupación se diferencia de otra, además de por el color de su vestimenta, por la forma, ritmo y sonido del toque del tambor, la «clave» en el desfile de Llamadas.

Una de las particularidades del desfile es que el 95 por ciento de los participantes no recibe paga alguna, y el resto, integrado por los directores de los grupos y sus principales figuras se reparten los premios que otorga la organización para los mejores.

La fiesta popular mantiene su imán para atrapar multitudes en sus cuarenta días de duración.

Publicado por Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay

 

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