Bienal de Novela «Mario Vargas Llosa»

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Más de treinta escritores de Latinoamérica y España se reunirán desde hoy en Lima para celebrar la segunda edición de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa 2016, encuentro cultural que convertirá a nuestra ciudad en la capital de las letras iberoamericanas durante cuatro días.

 

La Bienal comprenderá una serie de conversatorios que se desarrollarán hasta el jueves  21 de abril en las universidades Nacional Mayor de San Marcos, Ricardo Palma, Femenina del Sagrado Corazón, Peruana de Ciencias Aplicadas, de Lima, Cayetano Heredia, San Ignacio de Loyola, la Pontificia Católica del Perú y la UTEC.
En estas sedes se darán cita autores nacionales como Alonso Cueto, Miguel Gutiérrez, Pedro José Llosa, Jeremías Gamboa, Guillermo Niño de Guzmán, Enrique Planas, Fernando Ampuero, Oswaldo Reynoso; así como también los extranjeros Gioconda Belli (Nicaragua), Juan Gabriel Vásquez (Colombia), Samanta Schweblin (Argentina), Inger Enkvist (Francia), entre otros.
La Universidad Ricardo Palma inaugurará hoy las actividades con la mesa “Tierra y sueño en la narrativa hispanoamericana contemporánea” a cargo de Dante Trujillo, Andrés Hoyos, Carlos Franz y Alberto Ruy Sánchez, a las 11:00 a.m.
El martes, La Universidad Nacional Mayor de San Marcos llevará a cabo el conversatorio “El Quijote y la novela hispanoamericana” en la que participarán Abelardo Sánchez León, José Esteban, Oswaldo Reynoso y Carlos Franz, a las 12:00 m.
Igualmente, en la Universidad de Lima, Fernando Ampuero, Claudio López Lamadrid y Juan Gabriel Vásquez desarrollarán el conversatorio “El legado de Cervantes: La experiencia de la lectura y la vocación literaria”
El miércoles se llevará a cabo la mesa “Narraciones: literatura, crónica e internet” en el Universidad de Ciencias Aplicadas a las 10:00 a.m.

Premio MVLL

El ganador del segundo Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, dotado con $ 100,000 será revelado durante la clausura de la II Bienal que se realizará el jueves a las 6:00 p.m. en el Gran Teatro Nacional (Av. Javier Prado Este 2225).
El premio se otorga a una novela escrita en español y que ha sido publicada dos años antes de la ceremonia.
Las obras que están en carrera fueron anunciadas recientemente y son La distancia que nos separa (Planeta) de Renato Cisneros, La forma de las ruinas (Alfaguara) de Juan Gabriel Vásquez, Adiós a los padres (Literatura Random House) de Héctor Aguilar Camín, Si te vieras con mis ojos de (Alfaguara) Carlos Franz y La mucama de Omicunlé (Editorial Periférica) de Rita Indiana.
El jurado del Premio Mario Vargas Llosa está compuesto por el director de la Real Academia Española y director del Consejo científico de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Darío Villanueva; el escritor y periodista peruano Alonso Cueto; el editor y escritor mexicano Gonzalo Celorio; la hispanista sueca Inger Enkvist; y el ensayista y profesor ecuatoriano Will H. Corral.
Cabe recordar que en la conferencia de prensa de la Bienal, que se llevó a cabo en el mes de febrero, el director de la Cátedra MVLL, Juan José Armas Marcelo, informó que Mario Vargas Llosa no vendrá a Lima para incorporarse a las actividades de la Bienal.

El dato

Cátedra. Para conocer la programación completa y la información acerca de los panelistas, fechas y horarios de las mesas, puede descargar el librillo en: http://media.cervantesvirtual.com/images/portales/catedra_vargas_llosa/graf/ii_bienal_vargas_llosa.pdf

Publicado en La República

 

Rita Indiana, una escritora al ritmo de la vida caribeña

“Llevaba muchos años dándole cabeza”, dice la narradora Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) al precisar cómo empezó a escribir La mucama de Omicunlé, su cuarta novela. “Creo que todo empezó en Sosúa, en la casa de Frank Pimentel, un amigo art dealer y mecenas que nos recibió en su playa privada todos los fines de semana del año 2001”. Indiana tenía 23 años, y había publicado el libro de relatosRumiantes (1998) y la novela La estrategia de Chochueca (2000). “Sosúa fue zona de bucaneros, actualmente meca del turismo sexual y un lugar de una belleza natural espectacular. La casa de Frank además de ser una fiesta permanente era el lugar de encuentro de video artistas, curadores, performanceros, escritores, DJS, arquitectos, decoradores, restauradores, aquello era el paraíso. Era una especie de centro cultural orgánico, allí se compartían ideas, se producían, pero sobre todo, se celebraban”. En ese ambiente vital y nutritivo se incubó el germen de La mucama de Omicunlé, una narración que “le debe mucho a ese lugar y a ese momento en que las tecnologías digitales comenzaban a entrar con mucha fuerza, la música, las imágenes, el arte en general era de repente más asequible para nosotros que vivíamos en una isla a la que todo hasta ese momento llegaba con años de tardanza. Fue como si nos hubiesen dado un Update”, asegura.

Visión monstruosa

Diez años más tarde, luego de una apoteósica incursión en la escena de la música popular de la que se alejó en 2011, releyó la obra completa de Lovecraft. “Su cuento La sombra sobre Innsmouth fue la chispa que prendió la mecha”, recuerda. “Esa visión monstruosa y uncanny que tenía Lovecraft de la costa, de sus gentes, de lo que habita en el fondo del mar me es muy familiar”. En La mucama de Omicunlé, a la que anteceden las novelas Papi (2011) y Nombres y animales (2013), Indiana desdobla un futuro a la vista que, si bien parece afincarse en las inmediaciones de la ciencia ficción, prefiere denominarla “historia especulativa”, porque al hilo de la imaginación estira tendencias tecnológicas y plantea un escenario, más que posible, en el que un desastre ecológico agrava aún más la crisis medioambiental del planeta. “No preocuparse por el medio ambiente en la actualidad es una actitud criminal”, dice. “Yo soy de una isla y sé el efecto que tienen y tendrán estos cambios negativos en la vida diaria de la gente con más necesidades, las que dependen de la pesca, de la agricultura, y a largo plazo, de todos los que dependemos del agua y del oxígeno”. Más allá de ceñirse a un discurso de implicaciones éticas o morales, La mucama de Omicunlé dilata una trama fabulosa en la que su protagonista, Alcide Figueroa, transita el proceso de “un cambio de sexo total” y se involucra en una intriga “sobre encierro y genialidad, magia y poder, ciencia y corrupción, servidumbres y privilegios, y la monstruosidad de lo eterno”, arrastrando la lectura con la energía de un maremoto –entre realidades paralelas, piratas, artistas contemporáneos y reencarnaciones– a través de un relato que encuentra afinidades con La tempestadde Shakespeare, y la novela Ornamento del colombiano Juan Cárdenas.

Prosa candente

Con una prosa de cadencia vibrante, el estilo literario de Indiana es “una fusión de técnicas” que tiene un origen de manifiesta musicalidad: “escucho lo que escribo mientras tecleo claramente en mi mente como si estuviese tocando un instrumento. A veces corrijo esas tonalidades pensando más en esa sonoridad que en la coherencia”, explica. Por otra parte, La mucama de Omicunlé, es una sátira que mistifica y se refleja a sí misma “a partir de personajes y situaciones que oscilan entre lo pintoresco local y lo mitológico universal”. Una singularidad que acentúa el hecho de que Indiana sienta una admiración especial por el novelista mexicano Yuri Herrera, en tanto que“ha logrado construir una mitología sublime de la narcocultura. Lograr sin afectación narrar la urgencia del presente en un registro de pasado mítico es cosa de maestros”.

La escritora dominicana compuso el esqueleto de esta novela sobre una “constelación de referencias” que provienen de lecturas, eventos, exposiciones y piezas musicales, que la fueron llevando a dar con la forma final. Sin embargo, del cofre alusivo que La mucama de Omicunlé carga, sobresale la relación que tiende con la obra de la etnóloga y narradora Lydia Cabrera, autora de El Monte. “Su trabajo como antropóloga está bendito por un carisma, una espiritualidad y un talento para la escritura con el que nos conduce por el corazón afrocubano como Virgilio a Dante”, Además del mero aspecto geográfico, la narrativa de Indiana, comparte una filiación esencial con la literatura del Caribe: “La cultura caribeña es sincrética gracias en gran medida a su fundación reciente y de raíces tan diversas, es una cultura que absorbe a sus contrarios, los devora y los asimila. Creo que los caribeños, no sólo los escritores, compartimos esa sensación de cultura en proceso, de algo no acabado, de una identidad en ebullición permanente, por eso la sensibilidad barroca se nos da tan bien, porque el barroco es la expresión estética de esa ebullición”.

Publicado en Excelsior

 

 

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