Falleció el artista plástico argentino Nicolás García Uriburu

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Adiós al artista visionario de los ríos teñidos de color verde

Poco antes de la medianoche trascendió la noticia de la muerte de Nicolás Garcia Uriburu. Sus familiares no pudieron ser contactados y se desconocen las circunstancias de su deceso, producido con el telón de tensiones familiares que se difundieron en los últimos meses.

Para García Uriburu, el arte conservó hasta el final su carácter lúdico pero también comprometido; empleó un lenguaje artístico destinado a sacudir la conciencia y quebrar los lugares comunes de la percepción, Los colores vibrantes y la sencillez de las formas fueron sus consignas. La ecología y el uso abusivo de los recursos naturales desvelaron muy tempranamente a García Uriburu, quien realizó varias de sus acciones junto a Greenpeace para denunciar el carácter insustentable del consumo actual.

Pintor en cuya obra el paisaje se sintetiza en un ícono pop (el ombú, inspirado en el uruguay Figari). cartógrafo de mapas patas para arriba (inspirados en el también uruguayo Totes Garcia), fue un pionero de lo que sería el “land art”. En la Bienal de Venecia de 1968, año del Mayo francés, tiñó el Gran Canal de verde brillante. Fue arrestado y liberado una vez que se demostró que la sustancia no era tóxica: su nombre ascendió en la nómina de la vanguardia.

No fue esta su única “acción verde” –el color de su habitual mameluco–. Poco después unió cuatro ciudades con su verde inofensivo: el East River de Nueva York, el Sena de París, el Río de la Plata y, otra vez, el Gran Canal. En 1974 coloreó los puertos de Amberes, en Bélgica, y de Niza, en Francia.

Al calor del regreso de la democracia, en 1983 García Uriburu tiñó las fuentes del Monumento de los Españoles y de la Plaza de los Dos Congresos. En 2010, en los festejos en torno del Bicentenario, coloreó el Riachuelo, emblema de la corrupción menemista, para alertar por la urgente catástrofe medioambiental de esa cuenca.

En noviembre del año pasado, García Uriburu fue distinguido con el premio de la revista Ña la Trayectoria Cultural,que en años anteriores distinguió a Griselda Gambaro, Abelardo Castillo, Sara Facio y Clorindo Testa.

Sin duda, García Uriburu tuvo una vida fulgurante, premiada con un temprano reconocimiento internacional. Sus últimos años, por el contrario, tuvieron la marca de la tensión familiar, quizá acentuada por sus propios devenires existenciales.

En las últimas fotos se advierte cierta rigidez en la mirada, propia de algún tipo de deterioro en la capacidad para comunicarse. El golpe llegó en mayo pasado, cuando denunció en Clarín una situación dolorosa, con una gravísima acusación contra su propia hija, Azul. En una solicitada acusó: “Ella pretende hacerse cargo de mi obra y mis bienes sin esperar mi muerte. Nunca pensé estar en esta situación pues siempre he sido un padre presente y hasta he compartido hace unos meses un tiempo en su casa sin pensar que esa estadía iba a ser utilizada en mi contra”, difundía el artista. “”Cuando la veo hoy en el juzgado reclamando cifras y cuadros, me viene a la mente una frase que la describe: ‘Era tan pobre, pero tan pobre, que lo único que tenía era dinero». ” Su hija Azul replicó con lo apenada que estaba ante las revelaciones.

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Una gran figura del pop
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Otro histórico que se va: falleció Nicolás García Uriburu. Artista reconocido internacionalmente por sus intervenciones artísticas ancladas en el land-art y la ecología –fue uno de los primeros artistas del mundo en hacer este tipo de trabajos-, tuvo tres grandes y notorios corpus de obras. El primero lo componen sus pinturas pop, en las que aparecían flores, gatos y zapallares, brillantes de inocencia, alegría y sensualidad. El segundo, por lo que se hizo famoso a nivel mundial: sus intervenciones ecológicas con las que tiñó diversos ríos, mares y canales alrededor de la Tierra para llamar la atención sobre la contaminación.

El gran salto lo dio cuando tiñó de verde las aguas del Gran Canal de Venecia, en 1968, en plena Bienal de Arte. Uriburu nunca dejó de teñir de verde aguas alrededor del mundo, desde las de los mares de Japón hasta las de nuestro local Riachuelo. Fue de avanzada a nivel internacional, cuando denunció la contaminación y adhirió a las causas ecológicas En los 90 pintaría la naturaleza y los animales en vías de extinción, y acentuaría acciones relacionadas con la herencia cultural y natural de nuestra región. Se fue un artista utópico, soñador: una figura clave de nuestro pop local y un visionario a nivel mundial.

Publicado por Clarín

 

Claves para entender la obra de Nicolás García Uriburu

Denuncia contra la polución

No hubo año más convulsionado en este planeta que 1968. La revueltas estudiantiles de París se extendieron a toda Europa y llegaron a la plaza San Marcos, donde una manifestación fue reprimida por la fuerza pública. Al mismo tiempo se realizaba la 34a Bienal de Venecia, que también estaba en crisis porque se habían suspendido los grandes premios. El 19 de junio, un ágil y treintañero Uriburu comenzó su trabajo por la mañana. Arrojó una sustancia fluorescente a lo largo de unos tres kilómetros del Gran Canal, que se fue transformando paulatinamente en un camino verde surcado por góndolas. La acción se hizo sin pedir permiso a las autoridades municipales; la burocracia era tal que la hubiera abortado. Con esta coloración, el artista denunciaba la polución que estaba transformando el paisaje urbano. No sólo se dirigía a un público «bienalista»: turistas y locales vieron la transmutación del agua. Algunos se dieron cuenta de que eso era una acción artística, otros ni lo notaron, y hacia las seis de la tarde ya había desaparecido el efecto de color. En la muestra actual se pueden ver la emblemática fotografía del Gran Canal teñido y otras dos de una acción similar que realizó en el Riachuelo junto con Greenpeace, en 2010.

Defensa del agua potable

Tanto la performance como el land art nacieron como formas experimentales y a contracorriente del mercado de arte. Sin embargo, el mercado absorbe la «reliquia» (del latín reliquiae, residuos, lo que queda). De las coloraciones se conservan fotos y videos, así como también botellas que contienen agua rescatada de esas acciones. Hay un botellón de 45 cm de alto, con una etiqueta que dice: «Coloración Uriburu, preservemos el agua potable en vías de extinción, reserva para el futuro. 2% del agua mundial es potable». Sigue la fecha (24.12.2000), la firma y la huella del pulgar del artista. Cada botellón, botella o un conjunto de botellas con su caja de madera se venden numerados como si fueran grabados, tabulación que también se aplica a la fotografía y a la escultura. Más de un espectador se ha preguntado si ese agua procede realmente de alguna coloración. En este tipo de arte experimental, la fe es una cuestión vital. Algo semejante sucede en la religión con los restos de Santiago en Compostela o del manto de la Virgen en Chartres: nada acredita que sean verdaderos. Cada botella es un cruce entre el fetichismo del comprador y la necesidad del mercado de absorber aun aquello que se levantó en su contra.

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El color de la naturaleza

El verde es el color que ha utilizado García Uriburu en todas las coloraciones de aguas y en la mayor parte de sus pinturas y objetos, incluyendo el mameluco impermeable que usaba para meterse en fuentes. La asociación simbólica del verde con la naturaleza viva es bastante clara. Es el color de las hojas frescas, de la vegetación sana. De una semilla enterrada en la oscuridad de la tierra nace el color verde como señal de una nueva vida que comienza y que a su vez la da a otros seres que la devoran. En la cromoterapia se comprueba que el verde afecta al cuerpo reduciendo la presión sanguínea y tiene un efecto relajante que se usa para combatir el insomnio y la fatiga. El verde se relaciona también con la polaridad de la vida: el moho, el pus y el lodo de las aguas estancadas se asocian con la descomposición y la muerte. La monstruosidad de las brujas y los dinosaurios se asocia con este color, y uno puede estar «verde» de envidia o de celos. En nuestros días, el verde representa la ecología y el respeto por la salud del planeta.

Alerta por la deforestación

Son bien conocidas las consecuencias de la deforestación: calentamiento global, inundación, extinción de flora y fauna, desastres «naturales» provocados por el hombre. En la galería hay una cómoda de la que nacen espinas como las del palo borracho; dos sierras comienzan a cortarla en la parte superior y todo el conjunto está pintado de verde fluorescente. En la serie Víctima y victimario, Uriburu intervino muebles con el mismo método: una sierra, motosierra, serrucho, hacha u otro elemento cortante ataca un mueble con saña, como una manera de recordar que ese mueble alguna vez fue un organismo vivo, víctima de la depredación humana.

Publicado por La Nación
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