Delia Quiñonez Premio Nacional de Letras

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El premio reconoce por segundo año consecutivo la labor poética. El anuncio oficial se realizó ayer por la mañana en una conferencia de prensa en el Palacio Nacional. Al acto asistieron el ministro de Cultura José Luis Chea Urruela y Francisco Morales Santos, director de la Editorial Cultura.

Vía telefónica, Quiñónez valoró el galardón recién obtenido. “Esta noticia es conmovedora para mí. Además de sentirme altamente honrada me llena de mucha alegría y siento que puedo ver más adentro de mis propias palabras. Además, agradezco que otras personas hayan visto en mi obra algo significativo como para reconocerla”, mencionó. Delia nació en 1946 y es licenciada en Letras. El premio se otorga gracias a la elección que realiza el Consejo Asesor para las Letras, que se basa en propuestas que llegan desde voces académicas cada año. Para esta edición, Quiñónez llegó propuesta por la Academia Guatemalteca de la Lengua. Morales Santos, parte del Consejo, explica que la decisión se sustenta en “su consistencia como escritora. Además, su persistencia en la literatura, ya que nunca ha dejado de escribir. Ha ido crecido y no se ha quedado en lo que hizo inicialmente. Cada libro es distinto, en sus formas, en sus propuestas. Siempre está al tanto del movimiento literario nacional e internacional”.

Nuevo Signo

Delia Quiñónez pertenece al grupo Nuevo Signo, movimiento que hizo de la literatura una forma de resistencia cultural durante las décadas de los sesenta y setenta. En esa esfera gravitan nombres como el propio Morales Santos, Luis Alfredo Arango, Antonio Brañas, José Luis Villatoro y Roberto Obregón. Al respecto del movimiento, Javier Payeras lo valora como un grupo que define la literatura de Guatemala hecha en Guatemala durante esa época.  “Ella (Delia) corresponde a una generación que ahora se está revisitando y que fue invisible… injustamente invisibilizada. Primero no vivieron el exilio, vivieron un exilio interno en una época de muchas definiciones ideológicas. Participaron en un movimiento literario en un momento muy difícil de represión política y de ideas. Ella es el último eslabón que queda con gente como Nuevo Signo, aunque alrededor estaba (el grupo artístico) Vértebra que hacía las portadas y músicos como Joaquín Orellana y Enrique Anleu Díaz. Fue una lucha interna por la cultura y por definir símbolos”. Además, la propia Quiñónez también reconoce la labor del grupo. “Evidencia que aun cuando ya no nos mantuvimos unidos haciendo actividades de proyección de poesía, cada quien siguió sus camino con su propia voz. Cada uno mantuvo la devoción por la palabra y la pasión por hablar poéticamente”, manifestó al tiempo que valoró que la obra de Nuevo Signo es orgánica.

La entrega del premio se realizará el próximo 18 de octubre en en el Teatro de Cámara Hugo Carrillo, del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. Además, la Editorial Cultura publicará un poemario inédito de Quiñónez, Cantos Rodados.

El Consejo

El Premio Nacional de Literatura se entrega anualmente por parte del Ministerio de Cultura y Deportes, por medio del Consejo Asesor para las Letras. En la actualidad se integra por Francisco Morales Santos, Javier Payeras, Rosa Chávez, Luis Méndez Salinas y Gerardo Guinea.

Su obra

Delia Quiñónez ha realizado una extensa carrera literaria. Además de la poesía, su trabajo recorre también el ensayo y la narrativa. Sus textos pueden encontrarse en más de 30 antologías. A nivel individual, algunos de sus libros son:

> Barro Pleno (1968)

> Otros poemas (1982)

> Nos habita el paraíso (1990)

> Ultramar (1991)

> Vuelo de piedra puño y flor (1999)

Rituales sobre la piel (2007)

Publicado en El Periódico

 Delia Quiñónez, Premio Nacional de Literatura: “Para mí, la poesía es canto”

Por Ángel Elías

La noticia tomó por sorpresa Quiñónez, quien ha dedicado su vida a las letras y la docencia. “Realmente es un gran honor”, dijo Quiñónez. Ella es la sexta mujer guatemalteca galardonada.

Quiñónez,  ganadora número 29 del premio que se instituyó en 1988, conversó con Prensa Libre y destacó detalles de su trayectoria.

¿Este es un reconocimiento a la poesía femenina?

No solo para las mujeres, es para toda la poesía guatemalteca. Esto se debe a que muchas veces la poesía no es de los géneros más conocidos. Y es claro tiene que competir con la narrativa que tiene más lectores. No me gusta hablar de la literatura como femenina, la poesía es para todos.

La poesía es poco leída, ¿qué significa ser una escritora en un país que en general lee poco?

El oficio del escritor es escribir. Para el escritor no debe ser difícil escribir porque es su forma de expresión. Los lectores van a apareciendo de poco en poco, y hay que compartirlos con otros géneros literarios. Para mí,  la poesía es canto.

¿Qué significó el grupo Nuevo Signo para su carrera?

Un colectivo para aprender. Desde  1968, cuando me involucré con este movimiento literario me sentí cómoda. Francisco Morales Santos fue el que nos mantuvo unidos por tanto tiempo. Además, Julio Fausto Aguilera, Luis Alfredo Arango, Francisco Morales Santos, Antonio Brañas, Roberto Obregón y José Luis Villatoro fueron grandes amigos. Yo llegué a los 22 años y encontré a grandes maestros con los que compartíamos y publicábamos nuestros trabajos literarios.

¿Cómo ve el panorama de la poesía femenina en la actualidad?

Hermosa y florida. Hay muchas mujeres escribiendo sobre diversos temas. Muchas voces actuales abordan el tema del feminismo con mejores bases teóricas que nosotras en nuestra época. Hay que esperar que con el tiempo se logre que el discurso se convierta en poesía. Ese es el gran reto que tienen las escritoras actuales.

Publicado en Prensa Libre

Muñeca en la vitrina

No sé desde cuándo
el mundo empezó a crecer
frente a mis ojos
a derramar imágenes
a multiplicar siluetas.

No sé desde cuando
el vestido que llevo
empezó a impregnarse
de sueños ajenos,
de sonrisas lejanas
e inconclusas promesas.

Nada hay en mí
en donde pueda asirse
el más mínimo recuerdo
ni átomo que transgreda
la incesante quietud donde mis ojos
y mi cuerpo
se hilvanan con la nada.

Me dejaron de pronto
en medio de un desierto
poblada de signos invisibles:
apenas un rictus huidizo
que juega a ser sonrisa,
un remanso de color inventado
en las pupilas
y en la piel
-sin aroma-
una ausencia terrible
de inquietudes.

No sé desde qué
punto del planeta
encarné en esta envoltura
exenta de pecado
y de los más dulces jugos
con que el cuerpo alimenta

su fugaz recorrido.

Me dejaron al margen
del gozo sensual de cada día
y hurtaron de mi piel
la sacudida ancestral
donde se amarra
la vida con la muerte.

Estoy aquí
-mirando sin mirar-
recorridos vacíos de señales,
tropiezos, gestos sin historia,
renovados laberintos
donde la gente y los autos compiten
con la lógica fría
de un semáforo en rojo.

Estoy aquí
-oyendo sin oír-
las voces absurdas de los cláxones
el llanto inerme de los niños
la frívola substancia del negocio
el susurro
la palabra soez
la cita presentida
El ahogo indeleble del que pide
o despoja por hambre.

No sé desde cuándo
fabricaron mi sombra
ni la aureola de sueño
-familiar y apacible-
que circunda mi frente;

Ni en qué turbio momento
amarraron al tiempo
y a mi cuerpo sin vida
sin fragancia
sin sangre

a todas las mujeres de la tierra.

Estoy aquí
-mirando sin mirar-
a las niñas que suspiran
por mecerme en sus brazos
renovando el sarcasmo
de las cortas ideas y los largos cabellos.
Sin embargo
la fábrica
no me dió las lágrimas
ni la ira
para llorar con ellas
esta afrenta de siglos.

Desde mi mundo
irremediablemente inverosímil
rodeada de abalorios
y amigos sin raíces
Me aferro al tiempo
sin saber que existen los relojes
y miro sin mirar
-en mi vitrina-
el viejo péndulo que
amarra la palabra
de

este cuerpo sin alma

que solloza.


 

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