Juan Bañuelos, poeta

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El poeta Juan Bañuelos falleció la tarde de este miércoles a los 84 años, en Ciudad de México, debido a complicaciones respiratorias.

Ensayista, profesor universitario, editor y activista social, Bañuelos nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 6 de octubre de 1932, y su poesía fue considerada por el premio Nobel Octavio Paz como poderosa y el Premio Cervantes Juan Gelman lo llamó “un poeta que sabe que ‘las palabras son hijas de la vida’”.

Es Gelman quien mejor definió el compromiso de Bañuelos con las palabras y la poesía en un texto publicado en estas páginas en 2001. “Su voz se instala en la historia, pero no de cualquier manera: él oye el habla de las cosas y está atravesado por el tiempo de todos. No sólo el de hoy. Este chiapaneco recorre la realidad con ojos antiguos muy presentes y provoca el encuentro de misterios. ‘El misterio imita al hombre’, dijo.

“Su palabra abraza a la Naturaleza para volverla infancia y devolverla al lugar que nadie puede escupir. Aquí asoma el prodigio: Bañuelos funde su mito personal con los mitos colectivos del pasado y en su materia irreductible encuentra brillos de futuro. Es, como quiso, agua para todos que nunca se agota.

“Sus imágenes tienen cara de recién sacadas de la tierra. Viven en estado constante de admiración, asombro y estupor. Estremece estas páginas una atención ética a ‘las luchas de los hombres y las batallas del espíritu’ y, sobre todo, al enigma humano. Juan Bañuelos no va al pueblo, es pueblo desde allí, desde su humildad y su fulgor, desde la explotación, el hambre, la pobreza. De todo Juan sabe extraer belleza y esperanza, y esto es un milagro. Lo verdaderamente milagroso de los milagros, avisó Chesterton, es que a veces se producen.

“En Bañuelos todo se vuelve otro y jamás despide el olor a moho de la costumbre poética. No mira lunas fósiles. En su poesía estallan viejas cóleras y sufrimientos de un pasado que presenta facturas todavía sin pagar. En la contradicción de esa no contemporaneidad con el presente que no la resuelve, Bañuelos avizora cargas de porvenir. Y no hay distancias entre tal saber memorizado y los territorios de la infancia, porque ni el uno ni los otros aceptan la injusticia. Toda injusticia mutila al niño de los hombres.

‘‘La poesía de Bañuelos no sólo ocupa la unidad de los contrarios: también ciñe la unidad de la unidad y los contrarios. Su palabra es joven, clara, vivida, y corrige lo que pasó. El dueño de esa palabra habrá nacido en 1932, pero tiene más de cinco siglos en su edad. ‘Con los que no conozco ni me conocen, caigo’, dijo. Y cumple con su propósito de tiempo: abarcar todas las épocas.”

Este miércoles Bañuelos dejó de abarcar todas las épocas. Su palabra, aquella que comenzó a escucharse en la poesía en los años 50 del siglo pasado y que se unió amistosamente a autores como Rosario Castellanos y Jaime Sabines, queda escrita en libros como No consta en actas, Destino arbitrario, Vivo, eso sucede, A paso de hierba y El traje que vestí mañana. Una poesía traducida a diversos idiomas.

Ante la violencia, volver a la poesía

Juan Bañuelos recibió varios premios, entre ellos los nacionales de Poesía Aguascalientes y Carlos Pellicer, así como el José Lezama Lima, y otros conferidos en países como Cuba, que con la Distinción por la Cultura reconoció su inclaudicable compromiso con la Revolución Cubana, su activa labor en la divulgación y defensa de las conquistas, valores, tradición histórica e identidad cultural del pueblo cubano, así como a la destacada contribución que brinda al movimiento internacional en defensa de la humanidad.

La obra y palabra del autor no se dedicó exclusivamente a la poesía: fue un activista que hizo de la lucha y el compromiso social una parte destacada en su hacer. Denunció, entre otros, la pobreza de los indígenas, la matanza de Acteal, participó en la Comisión Nacional de Intermediación, criticó la situación de violencia que se vive en el país, aunque para él, “cuando vienen estas situaciones extremas, en un país o en el mundo, la gente vuelve a la lectura de la poesía, porque ve que dentro de ella están las contradicciones personales y de la sociedad, y entonces comienza a leer y comienzan a darse poetas que también empiezan a hablar de las contradicciones que se viven.

Es por eso que la poesía tiene un lugar primordial. Es decir, cuando vienen esos casos extremos, la gente vuelve a la lectura de lo que más le duele, dijo Juan Bañuelos en una entrevista con La Jornada el 6 de octubre de 2012 con motivo de su cumpleaños 80.


Fallece el escritor Juan Bañuelos a los 84 años

El escritor Juan Bañuelos, quien formó parte del grupo La espiga amotinada, falleció este miércoles a los 84 años de edad en la Ciudad de México, debido a complicaciones respiratorias, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

De acuerdo con el Instituto, los restos del poeta chiapaneco serán velados a partir de las 22:00 horas en la funeraria J. García López, ubicada en la colonia Juárez.

“En nombre de la familia Bañuelos, estamos consternados por la pérdida de mi padre. Fue una persona que aportó tanto a la literatura mexicana y, en particular, a la literatura que defiende los derechos indígenas», comentó Cecilia Bañuelos, hija del poeta.

Señaló que «evidentemente es una gran pérdida para nosotros en el plano personal, pero también en el plano de la literatura mexicana. Era un amante de su nación y de su entidad, de la naturaleza, le cantaba y hacía poesía dedicada a la cultura”.

El autor, quien estudió en las facultades de Derecho, Filosofía y Letras y en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, formó parte del grupo integrado por cinco poetas mexicanos que en 1960 publicaron el volumen colectivo La espiga amotinada.

Las obras Puertas del mundo, de Juan Bañuelos; La voz desbocada, de Óscar Oliva, La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley, Los soles de la noche, de Eraclio Zepeda, y El descenso, de Jaime Labastida, conformaron el volumen.

Jaime Labastida expresó su pesar por la muerte de Juan Bañuelos. “Fuimos amigos desde 1957. Fue un amigo entrañable, puedo decir mi hermano. Los que constituimos La espiga amotinada ya nos estamos yendo: primero Eraclio, ahora Juan. Me duele muchísimo, no tengo palabras”.

Bañuelos fue miembro fundador del Ateneo de Chiapas, así como un destacado coordinador de talleres de poesía de la UNAM y de las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas. Su obra fue traducida al checo, polaco, húngaro, noruego, sueco, búlgaro, rumano y alemán.

Fue reconocido con el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 1968 por Espejo humeante; el Premio Chiapas en la rama de Arte 1984 por su destacada aportación a la lírica de México.

También obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer 2001 por El traje que vestí mañana, así como el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio de Poesía José Lezama Lima por A paso de hierba.

Entre la obra de Bañuelos se encuentra Puertas del mundo, en La espiga amotinada (1960); Escribo en las paredes en Ocupación de la palabra (1965); Espejo humeante (1969); No consta en actas (1971); Destino arbitrario (1982) y Donde muere la lluvia (1992).

Publicado en La Jornada

 

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