Juego de pelota mesoamericano

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Estructuras del juego de pelota mesoamericano han sido descubiertas en sitios arqueológicos de nuestro país como Cihuatán y Tazumal, que al igual que otros centros ceremoniales prehispánicos de diferentes culturas —mayas, mexicas, mixtecas, etc.— contaban con canchas.

El juego de pelota, de acuerdo al cronista español Fray Diego Durán (1537-1588), era jugado “con las asentaderas ó con las rodillas teniendo por falla el tocalle con la mano ni con otra parte del cuerpo”.

En su libro “Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme”, conocido como Códice Durán, el religioso cuenta que en todos los pueblos y ciudades de importancia “para no ser menos los unos que los otros edificaban juegos de pelota muy cercados de galanas cercas y bien labradas todo el suelo de dentro muy liso y encalados con muchas pinturas de efigies de ídolos y demonios á quienes aquel juego les era dedicado”.

En Cihuatán —cuyos habitantes se cree procedían del centro de México— se han identificado dos juegos de pelota. El primero está ubicado al costado norte de la pirámide principal y se encuentra en proceso de restauración (foto de portada), y el otro está al oeste de la misma.

Las canchas —al igual que las demás estructuras del centro ceremonial— fueron construidas entre el año 1000 y 1200 de nuestra era, según el arqueólogo de la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (FUNDAR), Paul Amaroli.

Un juego de pelota fue encontrado también en Tazumal, que fue un centro rector regional en el sureste de Mesoamérica y que estuvo ocupado desde 400 a 1200 d. C., por pobladores de origen maya y luego por pueblos nahuas, quienes construyeron la cancha.

Al igual que en Cihuatán, el juego de pelota de Tazumal está ubicado dentro del centro ceremonial, a un costado de la pirámide principal.

Descubrimientos recientes como el hecho en el centro de la Ciudad de México, donde se encontró una cancha con una ofrenda ritual de huesos de niños y jóvenes, dan crédito de las historias que aseguran que el juego se hacía para honrar a los dioses.

Además de honrar a sus deidades, muchos jugaban por diversión y hasta hacían apuestas: “Lo que la gente baja jugaba eran preseas de poco valor y estima como el poco caudal tiene presto lo pierde necesitábanse á jugar las casas las sementaras las trojes de maíz”, cuenta Durán en su obra.

Pero no solo el pueblo apostaba, lo hacían también los gobernantes, según el relato de Fernando de Alva Ixtlilxochil en su libro “Historia de la Nación Chichimeca”2: “…y el rey de Tetzcuco dijo que todo se cumpliría sin que tuviese remedio alguno, y para que echase de ver el rey Motecuhzoma en que estimaba su reino y señorío, le propuso que se lo jugaría a trueque de que si le ganaba al juego de la pelota tres rayas, le diese tres gallos monteses, y que de ellos tan solamente quería los espolones, porque echase de ver en qué tanto estimaba todo lo que tenía y poseía; y así los dos reyes jugaron a la pelota”.

El juego también servía para gloria de los ganadores: “Al que metía la pelota por aquel agujero de la piedra lo cercaban allí todos y le honraban y le cantaban cantares de alabanza y bailaban con él un rato y le daban cierto premio particular de plumas ó mantas bragueros cosa que ellos tenían en mucho aunque la honra era lo que él mas estimaba y de lo que mas caudal hacía porque casi le honraban como á hombre que en combate particular de tantos á tantos hubiese vencido y dado fin á la contienda”, narra Durán.

El Juego de Pelota está presente también en sitios arqueológicos como Tehuacán, Cara Sucia, Las Marías y Los Llanitos, entre otros, y se pueden apreciar de mejor manera las canchas en los Parques Arqueológicos Tazumal y Cihuatán, abiertos de martes a domingo, de nueve de la mañana a cuatro de la tarde.

Fuente: Secretaría de Cultura
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