Otredad y exclusión

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Hace un par de meses el Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) convocó a una marcha en Guatemala para pedir la dignificación de los pueblos indígenas en Guatemala y hacer un llamado al cese de la corrupción del Gobierno al mandato de Jimmy Morales.

Este llamado de CODECA causó una serie de reacciones de parte de los residentes de la capital quienes han mostrado molestias por la manera en la que esta marcha afectará su locomoción en la urbe. Partiendo de acá podemos analizar las reacciones de los guatemaltecos como un síntoma del desapego individualidad característico del ciudadano ladino clase-mediero promedio. Tenemos que hablar entonces de etnicidad e identificar a los indígenas en Guatemala como el grupo minoritario (en el sentido retórico occidental donde el término “minoría” sirve para identificar a las comunidades oprimidas históricamente; nada relativo al conteo poblacional estadístico). Esto no lo hago desde el paternalismo que puede ser percibido desde mi propia ladinidad, sino como una afirmación de las desventajas socio-económicas que los pueblos originarios enfrentan.

Para adentrarnos al tema me gustaría usar la teoría de Robert Merton, sociólogo estadounidense, que resume en cuatro simples categorías los tipos de empatía social:

  • Liberales consecuentes: personas sin prejuicios contra las minorías, no discriminan y son capaces de luchar por la minoría aunque sean atacados personalmente. (El tipo al cuál todos debemos de aspirar en orden de volvernos líderes sociales, pero que tiene consecuencias, a veces físicas o de castración de libertades civiles. Para adoptar a esta postura debemos de estar comprometidos a lo que pueda significar, pero sobretodo ser consecuentes en nuestras opiniones y actos).
  • Liberales tibios: personas libres de prejuicios pero que no serían capaces de aceptar a las minorías si éstas los afectan económicamente. (Este tipo es en el cual cae la mayoría de progresistas contemporáneos, que no tienen motivos personales de odio a las minorías, pero son capaces de aceptar su opresión, siempre y cuando esta beneficie su bienestar social y económico. Un ejemplo común de esto es alguien que escucha un chiste racista y que, o se ríe, o se queda en silencio con tal de no crear conflictos en el ámbito laboral o social).
  • Fanáticos tímidos: personas prejuiciosas pero que disimulan por presiones legales o económicas. (Acá caen muchos conservadores. Estas personas sí tienen sentimientos de prejuicio racial o discriminatorio,sin embargo las esconden para ser políticamente correctos, y no ser tachados de racistas o clasistas a nivel público.)
  • Fanáticos activos: personas prejuiciosas y constantemente discriminatorias. (Un racista orgulloso de serlo y activo en ello.)

Entendiendo nuestra propia postura dentro de la sociedad podemos adentrarnos a analizar algunas de las razones por las cuales la molestia de muchas personas es un reflejo de sus propios privilegios, pero también una decisión fría sobre nuestra falta de empatía que favorece lo que puede parecer un reclamo de nuestro individualismo civil arribista.

Guatemala tiene una historia que la hace un sujeto de estudio muy particular: la colonización y su relación al número de población indígena sobreviviente. La resistencia no sólo se manifiesta a nivel de población, sino también a nivel “cultural”. Al referirnos a la cultura no hago una referencia directa a la cosmovisión pura que se practicaba antes de la colonia, si no al sincretismo producto de la sobre vivencia territorial y que ha sido asumido socialmente en Guatemala como “otredad” por la cultura ladina.

Otredad y mitificación

La otredad es un tema clave para entender el rechazo que se manifiesta de parte de las sociedades ladinas y que es, además, el primer síntoma del rechazo y el miedo a las minorías globalmente. Esto se debe en gran parte al desplazamiento geográfico producto de la colonia y su perpetuación durante el conflicto armado. La otredad se manifiesta en países Latinoamericanos a través de la división cultural que ha surgido producto de la Teoría de la Modernidad (democracia occidental) mezclada con la adaptación del pensamiento Eurocetrista como signo de estatus en las urbes. Esto provoca un alejamiento de la creciente clase media Ladina, pero también una mitificación de la gente que reside en el campo y áreas rurales.

La mitificación del indígena facilita la otredad a nivel psicológico y físico. Mediáticamente se presenta al indígena a través de estereotipación panfletaria, como el objeto del “folklor” que como indica Leonel Juracán, nos da la idea de una inclusión ilusoria. Esto puede ser visto como una estrategia para lavarnos la culpa de ser una cultura que cuenta en su récord con el genocidio indígena.

El rechazo a la minoría (mayoría) y a nosotros mismos:

El linaje de castas no debe de ser referido como un sistema que se glorificado y justificado de forma anacrónica, en cambio se debe de analizar desde la contemporaneidad.  La nueva forma de castismo ha de ser referida como: Políticas de colorismo. La política de colorismo es una tradición por supuesto, heredada de la línea de castas, pero asumida en el imaginario social para percibir la piel blanca y clara como símbolo de estatus socio-económico. Esto no es un síntoma propio de Guatemala, pues se manifiesta a mayores rasgos en países con población Afro-Latina, pero, que se manifiesta con los mismos principios de discriminación racial implícita. Es decir, cuando vemos a una persona de piel blanca, sentimos mucha más simpatía y respeto que si vemos a una persona con piel oscura. Esto no es algo que se pueda controlar, es una práctica heredada socialmente que aflora visceralmente. Esto se manifiesta en ambos lados como complejo de superioridad, y como sentimiento de culpa.

La explotación sistemática de los pueblos indígenas no es una especulación nacida del “resentimiento”, como insisten muchos. Las manifestaciones de CODECA tienen sus raíces en la explotación sistemática de los pueblos que residen en áreas rurales que han sido marginados para mantenerles como fuerza de trabajo. A pesar de que Guatemala tiene la mayor tasa de crecimiento económico interno a nivel centroamericano, posee también la mayor tasa de desigualdad económica y la tasa más baja de desarrollo humano. Esto en políticas comparativas refleja la práctica de reformas económicas con intereses políticos tradicionales de trasfondo. Esto no es un fenómeno local, está presente también en países del caribe y a gran escala en México. Lo que poseemos en común: Recursos y división racial. Ah… y también grupos de poder y gente privilegiada que deslegitiman los intentos de dignificación de los pueblos originarios.

Publicado en Barrancopolis
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