[Cobertura Especial] Simón Hernández, cineasta colombiano: «La memoria no es para atrás, sino para adelante»

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura (Enviado a La Habana)

Carlos Pizarro fue el líder indiscutido del movimiento guerrillero M19 de Colombia. Surgido de la reacción ante una elección en la cual el fraude sostuvo a la hegemonía conservadora, el M19 firmó la paz con el gobierno y entregó las armas en el año 1990. Luego de constituir una agrupación política, Pizarro era candidato a presidente en las elecciones de ese año.

Carismático, popular, brillante orador, Carlos Pizarro es asesinado en pleno vuelo cuando se dirigía a Barranquilla, en el marco de la campaña presidencial.

“Pizarro” un documental realizado por Simón Hernández, pero contado desde la perspectiva de María José Pizarro, la hija del líder guerrillero, del hippie campesino, del intelectual meticuloso, es una película de búsqueda familiar y búsqueda de la historia.  Si lo personal es político y la historia es aliento de futuro, el documental se inscribe en esa doble dialéctica. Develar al padre es develar la historia de la violencia en Colombia, y revisar las condiciones de aquella paz, es imprescindible para garantizar esta.

El documental estrenado a fines de 2016 se presenta en esta trigésimo novena edición del Festival de Cine de La Habana, ciudad clave para el proceso de paz que vive actualmente Colombia. Fue aquí donde ser firmaron los acuerdos y donde por primera vez se dieron la mano, en público, el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las FARC, Rodrigo Londoño.

Para Simón Hernández este momento crucial de la historia de Colombia, tiene que poder mirar este pasado para proyectar el futuro. Para el realizador es clave “la no repetición, es por lo que más se teme. Porque en todos los procesos de paz que  ha habido en Colombia, todos han acabado como el del M19, todos los lideres muertos como ratas en la esquina y luego no pasa nada”.

Fue muy notable lo del M19, fue impresionante porque en realidad salvo muy poquitos no quedo ninguno.

Ninguno. De la cúpula no quedó ninguno. Tal vez Navarro o Vera. De los diputados uno o dos. Navarro incluso venía de segundo, no es fundacional.

“Pizarro” se convierte en este momento en una película muy importante, porque no es posible la paz sin la memoria de la historia de los anteriores acuerdos.

Fundamental. La memoria no es para atrás, sino para adelante, que es algo que vengo pensando con la película. Esta película dialoga con el futuro y comienza a construir puentes para ello.

Carlos y María logran fluir en un mismo puente, que retoma y es como el futuro de una revolución pero por otros caminos, por otros lugares. Hay una reconciliación.

En el presente del documental hay una suerte de subgénero donde encontramos peliculas intimistas que van en busca del padre junto a la tradición histórica, de archivo a partir del archivo. Esta película cruza esos dos espacios de un modo muy interesante porque es la búsqueda de padre pero también la reconstrucción de la historia.

Es la reconstrucción de su historia y las preguntas y los acontecimientos de ellos lo llevo a su asesinato. Esa era la búsqueda que teníamos. ¿Por qué lo matan? ¿Qué es lo que sucedió en ese momento? Nosotros y María José también, nos sorprendimos mucho haciendo la película porque la estábamos descubriendo en su momento. Todos sabíamos que Pizarro se había muerto en un avión, todos sabíamos esto y lo otro. Pero cuando comienzas a desmenuzar que fueron cuarenta y cinco días después de la firma de la paz, eso se hace muy fuerte. Yo no lo podía creer. La firma del 8 de marzo de 1990 y el 26 de abril lo asesinan en un vuelo comercial, en pleno vuelo.

Según dicen habían intentado matarlo cuatro veces antes. En un mes y medio tenía cuatro atentados fallidos. O lo matan a él, o se mata todo el avión. Eso es así porque deben hacerlo antes de que llegar a los ocho mil metros. Antes de llegar a la altura de crucero tiene que suceder el crimen, para que el avión no suba más y baje. Si lo haces después de eso, el avión se vuelve una bomba y explota.

¿Cómo ha sido como joven colombiano y como realizador el encuentro con un personaje de la dimensión de Carlos Pizarro?

Cuando desglosas todos estos acontecimientos que van sucediendo, la historia de Carlos comienza a tener un peso muy fuerte. En Colombia se relacionaba mucho al comandante Papito (Carlos Pizarro) y al M19 se con estos casi que artistas conceptuales de la guerrilla, con este tipo de golpes que nunca nadie había hecho, casi que lúdicos. Pero cuando ya ves la historia de Carlos en profundidad, descubres un personaje inspirador, descubres un personaje que por eso fue como el último beat.

Para mí, Carlos fue como un héroe griego, es un héroe que sabe la tragedia que le espera en su vida y aun así la asume. Él sabe que cuando haga la firma de la paz, es hombre muerto y él lo tiene claro en el camino. Además la guerrilla es muy conspiradora y tiene muchas informaciones transversales. Él sabía eso. Cada vez que lo lees y ves las entrevistas hay un subtexto en el que está despidiéndose, para él ese era el fin de su camino, y deja su legado. Cuando se muere, ese héroe griego sabe que lo van a matar y acepta ese camino que tiene que recorrer. Me pareció súper inspirador y cinematográfico. El modo en que cerramos la película con Carlos es muy potente en ese sentido.

¿Hay en Colombia un conocimiento pleno de la historia de Pizarro?

María José se ha encargado de que la historia de Carlos no quede en el olvido. Como te decía antes, era muy superficial esa línea del pensamiento sobre él y el M19. María José en su camino ha rescatado los textos, publicó un libro de las cartas íntimas entre Carlos y la esposa, María. Episodios familiares muy bonitos. Desde ahí ha comenzado Carlos a sonar. Lo que ha sucedido es que Carlos tiene esa cuestión que es muy bonito, y en un país tan políticamente complejo como lo es Colombia, logra ser un ícono de guerra y a la vez un ícono de paz. Cuando tú hablas con alguien de la extrema derecha él es un guerrillero hijo de puta asesino que se llevó y secuestro…  si, de eso se trata la guerra. Pero a la vez es un símbolo de paz porque es la persona que logra transformar su historia, su movimiento hacia otros lugares. Se coartó ese proceso de un modo muy violento en el momento en que lo asesinan. Porque mataron al símbolo de la paz, a quien con una tarea titánica estaba llevando a todo el movimiento a transformarse. Y lo matan con tal sevicia que dejan a su movimiento descabezado, como a una gallina cuando le cortas la cabeza. Eso es lo qué sucedió con el M19. Quedó completamente descabezado. Siguió Navarro que no tenía ni carisma, ni fuerza transformadora con la que venía Carlos, y eso es muy triste porque se diluyó literalmente. Eso se fue en el viento, y nunca más volvió a pasar nada con el M19

Eres muy joven. Naciste en la Colombia violenta, es cierto, pero con la violencia de otro orden. Pero Colombia estuvo atravesada por la violencia desde aquel 9 de abril de 1948. ¿Cómo es tu acercamiento a esta parte de la historia de tu país?

Aunque era muy chico, me acuerdo de la toma del palacio de justicia (noviembre de 1985) que me llevaron a la casa, y yo era feliz porque no había colegio. Mi padre trabajaba al lado del edificio y mi mamá lloraba. Yo me acuerdo de las bombas de Escobar.

Cuando comienzas a crecer y comienzas a hacer películas,  comienzas a mirar y a evaluar el país que has recibido. Finalmente hay una antorcha que comienza a pasar de generación en generación, y uno decide qué país quiere construir para los hijos de uno, para la gente de uno. Yo creo que somos esta generación que usando el cine como una herramienta muy potente políticamente, comenzamos a cuestionar ese país que hemos recibido. Tratar de transformar el presente a través de la historia de María José. Esta historia tiene una cosa muy bonita, pues el cordón umbilical de María está conectado a la historia política de Colombia. Si la historia se me va para allá, ella se va para allá. Es esa relación entre lo íntimo y lo político, que siempre está en tensión, que siempre presenta una inercia conjunta.

Antes de que se hablara de la paz era esto. María tratando de decir –yo quiero vivir en un país en donde pueda hablar de mi historia-, a lo que yo respondí que quiero hacer un país en el que pueda voltear la moneda, mirar la otra cara y que convencemos a hablar de lo que no se habla. Ahora los medios de comunicación se han vuelto unos aliados muy fuertes dentro del conflicto y normalmente están del lado de la derecha porque son los que tienen poderes económicos. Entonces yo quiero contar lo que nadie nos ha contado. Indagar.

Hay un concepto que me pareció muy potente que es la verdad emocional. Es diferente cuando por ejemplo voy a investigar crímenes, como un periodista o como un realizador o lo que sea. Pero aquí hablamos de que es María José la que está buscando las razones de lo que le sucedió a su padre. Cuando humanizamos que no son monstruos, que son papás que han dejado a sus hijos, son familias que se han roto en sí mismas para seguir ideales, continuar la guerra y el conflicto, los desmitificamos en relación como los muestran los medios, y los bajamos a la tierra como seres humanos. Entonces la historia comienza a cambiar. Los guerrilleros son campesinos, no son monstruos del señor delos anillos, son campesinos, gente del campo.

Comenzaron a hacer la película hace seis años. ¿Cómo se ve la película hoy en Colombia?

Hay una gran necesidad de conocer este tipo de materiales, de conocer más lo que nunca nadie les ha explicado. Yo hablaba con Carlos Moreno que es un director colombiano muy famoso. Me dijo una cosa que me quedó sonando mucho: “A ti nadie te ha explicado por qué el narcotráfico, por qué Pablo Escobar hizo lo que hizo, más allá de que  era un criminal o un sádico, pero no te han explicado que venía de un contexto social y de una problemática compleja”.

No nos han explicado el trasfondo social de una sociedad como la de Colombia, para que surja el narcotráfico como surgió. Aunque luego eso también transformó a la sociedad. Entonces en este orden de ideas tampoco nos han explicado cómo fue la guerrilla, de donde salen las FARC. Yo acabo de leer la biografía de Marulanda y allí entiendes que vienen de los sindicatos estudiantiles, de la represión del Estado. Comprendes que comenzaron no a acudiendo a las armas a la primera, si no que a manifestarse, y que a partir de la represión sufrida vino la respuesta armada.

Ahora la gente quiere entender que está sucediendo, porque los medios se han polarizado tanto y se han vuelto tan brutos en sí mismos que ya la gente ni se los traga. Hasta mi mamá que es una mujer de setenta y tres años para quien los noticieros era la verdad, hoy puede ver  que está sucediendo y entonces todo el mundo está ávido de buscar otras fuentes. El país se ha polarizado demasiado, y estamos aquellos que somos “pro paz”  o quienes están en contra de la paz. Una persona que está en contra dice  –La paz no, porque la paz con impunidad no- ¿Pero por qué? ¿Qué paso en Argentina, en Chile, en España?  ¿Cómo han sido esos procesos de la transformación de la sociedad? ¿Cómo sale una sociedad trastornada para llegar a tu lugar? Tienes que transformar, y alguien tiene que ceder algo porque siempre hay algún descontento, pero es por un bien mayor.

Me parece muy inspirador lo que dice María. Ella perdió a su familia, tenía una familia disfuncional, vivió en el exilio tres países sin nombres durante veinte años. Pero ella prefiere dejarlo pasar.

Hay mucho movimiento de arte por la paz en Colombia ¿No?

Sí, claro. Esta es una oportunidad de oro, única en la historia de nuestro país.

Cuando mostramos la película, en Colombia, una vez que fue en el aniversario de los veinticinco años del asesinato de Carlos Pizarro, la decisión política que tomamos con María José fue hacer un manejo mediático fuerte con la película, que funcionó muy bien, porque destacó muchas cosas de esa historia.

Todos los jóvenes pensaban «ey, no puedo creer ese proceso de paz, esas imágenes de la paz» cuando miraban las imágenes de Carlos Pizarro negociando en una roca con Pardo. En este proceso de paz se han gastado como 25 millones de dólares, todos en hoteles durante cuatro años, comitivas internacionales. Todos se quedaron sorprendidos, pues los jóvenes, ellos eran jóvenes en aquel momento, siempre se ha tenido una conciencia de la paz, de que es necesario que paremos esto. Por supuesto que hay otras fuerzas que tienen otros intereses y que manejan el buen comercio que puede significar el conflicto. Entonces los jóvenes se están empoderando pensando en transformar la sociedad.

Empezamos a hacer con María José otras cosas sobre la paz, pero buscando las víctimas. Porque es tiempo de acercarse a las víctimas del conflicto. Todo cambia cuando estás con una señora que te dice que mataron a su esposo y a sus tres hijos y la echaron de su lugar. Entonces todo se vuelve muy cabrón.

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