Ocho poemas patagónicos

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Ocho poemas de la Patagonia argentina

Estos ochos textos forman parte de ‘Breve tratado del viento Sur’, una antología organizada por el escritor colombiano Eduardo Bechara Navratilova. Cuenta con las obras de 90 poetas de distintas generaciones unidos por la geografía particular de la región austral de Argentina. Aquí, una breve selección.

APUNTES DE UNA CIUDAD EN RUINAS

Esta vez los finos ecos de la ciudad no son del viento.

El fin del invierno, casi sin nieve, autoriza exclamaciones

o teorías sobre el clima.

Reverbera en las calles la malicia por un casamiento inesperado.

Un grupo de mujeres limpia las casas de fantasmas,

no conocemos sus nombres.

Mientras alguien anota estas palabras, continúa la luz prendida

en la casa de enfrente,

en medio de una noche del fin del invierno, es viernes.

22 de agosto, 2004

De El viento sopla, 2011.

ANAHÍ LAZZARONI, La Plata, Buenos Aires, 1957. Residente en Ushuaia desde niña. Colabora en diarios y publicaciones de Argentina y el extranjero. Publicó: El poema se va sin saludarnos, 1994; Bonus Track, 1999; El viento sopla, 2011. 

NOTA DE DIARIO IV

Los muertos tienen mañanas amarillas. Ellos en sí mismos amarillan sus días. Inmersos en su tibieza de últimos soles no se dan cuenta de la histeria del cementerio. A ellos como a los vivos la gravedad les tira del cuerpo hacia abajo. Hacia la tierra. Nosotros como ellos podríamos dejarnos caer. Y embarrar. Tengo ideas amarillas y experiencia de caída en las que algo se rompe y desarma. También hay caídas blandas que no fracturan nada en el ser. Algunos pensamientos me vienen desde afuera y me transforman el cuerpo. El amor me punza. Las luces delicadas de las personas aparecen con intención de sanar. Pero hay cosas que me retienen la vida: cuando no puedo hablar. ni caminar. ni comer. ni dormir. ni entender. ni explicar. ni llorar. Llorar y estar desnudo constituyen una misma pureza. La desnudez es un diamante y un epitafio. No hay ningún cuerpo mudo. Ni siquiera los cuerpos de los muertos pueden enmudecer, el acto de colorear la muerte es estar hablando. Los pensamientos que vienen atraviesan una sed que comienza a brillar. Son dos los soles que despiertan y uno de ellos me muerde la piel. Pareciera que todo se pausa cuando es de noche y adquiero la forma de un pensamiento. Después me encuentro amorfa e insomne. Hay despertares que no puedo adoptar. Sitios precisos que no puedo habitar. Días que me caminan sin llevarme. a nada. y a ningún lugar

Inédito

PRISCILA VALLONE, Río Grande, 1993. Estudiante de Expresión Corporal en la U.N.A., de Artes en la U.B.A., y de Fotografía en E.N.F.O. Inédita.

CARTA DE UN AMANTE DESPECHADO Y CON SED

Tomó la pluma como tipo vida y comenzó a garabatear la carta.

Amor (dos puntos) sé que no he sido precisamente una lluviecita de verano, de esas que chirlean el calor y nos dejan frescos y con ganas, más bien fui tormenta ahuyentando tus pasos, anegando tus precarios senderos de ternura, en fin, los niños que no comprendemos este mundo de adultos estamos destinados a cometer estupideces todo el tiempo. Es por eso este berrinche que me supera.

Cómo uno va a prestar su pelota de fútbol, su juego de ingenio, su trineo, su piel, que por tradiciones ancestrales, sacó, mascó hasta no dientes, tratando de dejarla suave para el abrigo de estas tantas noches que nos faltan, conservando por cierto esa pelambre de guanaco libre, de carbón saltando los alambres, de esa caricia sobre la propia intemperie de la piel de tantos otros olvidada, vituperada, masticada siempre por los que nos utilizan (pelitos defendiendo por un pelito nuestro brilloso frío de sangre apelmazada) niños, animales salvajes nosotros los poetas.

Hoy me voy a quedar aquí llorando por dentro el hain interrumpido por tu ausencia amor.

Kloketen, kloketen, repica cada lágrima que me cae sobre las raíces que me faltan.

Y con esto, terminó la carta. La leyó, arrugó el papel, lo tiró y partió a la calle porque se le había terminado la ginebra. Ella ?lo presentía? no regresaría jamás.

Otra vez habían vencido los falsos, los mediocres, los…

Esto pensaba, cuando el viento de siempre, lo entró al bar.

De Breve tratado de la lágrima, 2009.

JULIO LEITE, Ushuaia, 1958. Residente en Río Grande. Funcionario del gobierno provincial, jefe de departamento en la Editora Cultural Tierra del Fuego, organizador de la feria provincial del libro y encargado de la feria internacional del libro. Publicó: Cruda poesía fueguina, 1986; Primeros fuegos, 1988; Edad sol, 1990, (en coautoría con el porta Oscar Barrionuevo); Bichitos de luz, 1994; De límites y militancias, 1996; Aceite humano, 1997; Piedrapalabra, 2003;Breve tratado sobre la lágrima, 2009, e Invocación, 2011.

EN  / PIEZA

MU /  DANZA

Nos hicimos una casa

sin pisos ni paredes

tiene lo básico

para habitar

ahí llevamos cosas

lo básico para habitar

deshabitar una casa

es desarticularse

quitar la repisa

que deja mancha

no tuvo luz

la pared

todo se vacía

y resuena

los años se aplanan

en el recuerdo

de esa casa

saco tornillos y desenrosco

la historia de esa tarde

en que se llenó mi living

de palabras

en qué porción del cemento

me angustio

mudarse  es quitarse

una piel  en cajas,

todo  se va en cajas

se desarma como un goteo

y en el auto va la historia,

los libros, hijos no acunados.

Saco adornos como

pedazos de piel

y las paredes impersonales

me preguntan quién fui

ahora que huyo.

La mesa  igual

y todo gira alrededor

los libros, mi cartera

acá estoy yo

y mañana es igual,

trabajo y vuelvo, vuelvo, vuelvo.

vacía la escalera se vuelve palos

te vas casa y yo me quedo.

 

Inédito

NATALIA BELENGUER, Bahía Blanca, Buenos Aire, 1969. Reside en Villa la Angostura desde 2000. Dicta clases en el Profesorado de Lengua y Literatura en San Martín de los Andes. Gestora cultural y periodista. Inédita.

LLUVIA

¿Se puede describir la lluvia?

Hay una manera simple y se llama lluvia.

Estoy sentado junto a una ventana en la estación de trenes,

y el techo de chapa amplifica el sonido rítmico y tan antiguo como el sol.

En el vidrio empañado con el dedo índice escribo un nombre,

es que resulta inevitable relacionar la lluvia con un nombre.

Ese nombre tiene olor a trenes, a viajes con ruidos de metal,

y la alegría de los viejos tiempos.

Te veo y me veo bajo la aureola del farol con gotas que resaltan;

la mojadura, la inevitable mojadura,

y besos tan húmedos como las baldosas,

como el césped de la placita iluminada.

Ahora estoy parado en el andén y siento olor a tierra humedecida,

a árboles mojados, al pasto que crece al lado de las vías,

a flores de color violeta, y creo que es alfalfa,

pero sobre todo, a un perfume que conozco.

Lluvia, lluvia, lluvia de gotazas como lágrimas de gigantes,

o lluvia fina, triste como un cajón cerrado camino al cementerio,

o lluvia fina, con los brazos abiertos danzando la alegría desbordada,

o lluvia fina, tan fina como los cabellos de una mujer sin tiempo.

Escucho el zumbido leve de un moscardón cerca de mi oído,

es el tren que se aproxima,

apenas mis piernas tiemblan, también mis manos, mis dedos,

y una revolución interna parece inevitable.

El sonido del tren es muy intenso, cada vez más intenso,

entonces me doy cuenta una vez más de que no tiene intenciones de parar.

Lo miro, lo sigo mirando,

hasta que del último vagón se desprende el perfume que conozco

y se mezcla con la lluvia,

con esta lluvia fina, fresca, que me acompaña a mi lugar de siempre.

Inédito.

ALEJANDRO PONCE, Córdoba Capital. 1956. Reside en Fiske Menucco desde 1980. Propietario de una óptica. Inédito.

NOCHE PERFECTA

Bajamos del auto para ver el anochecer.

El cielo apretaba lo que quedaba del día

hasta borrarlo por detrás del horizonte.

Nosotros, el desierto, la buena memoria, todo permanecerá cautivo

mientras la noche nos eleve por sobre los límites del tiempo.

No de otro modo la naturaleza agradece el significado

de nuestra presencia; así, con un corazón junto a otro.

Cuando todo termine, lo que quede del universo será pasado.

Entonces, el sólo hecho de haber resistido será suficiente

para iluminar el mundo, otro. El que de noche va de tus ojos

a los míos y hace que la sombra de las preguntas

se hunda en la tibieza de tu boca.

De Fenómeno natural, 2012.

RICARDO COSTA, Buenos Aires, 1958. Residente en Neuquén desde 1982. Director del Instituto de Formación Docente N° 9 Paulo Freire, escritor y promotor de lectura. Publicó: Casa mordaza, 1990; Homo dixit, 1993, Teatro teorema, 1996; Danza curva, 1999; Veda negra, 2001, Mundo crudo: Patagonia satori, 2005, y Fenómeno natural, 2012.

SOÑABA CUANDO NIÑA, CON

un país de lluvias constantes, atronadoras

luces y el cielo negado de la noche

iluminando mi temblor; las manos

bajo la sábana, huyendo de abstracciones

y conceptos como luciérnaga, sabían

producir luz en contacto con el oxígeno.

De El Acuerdo, 2012.

MACKY CORBALÁN, Cutral-Có, Neuquén, 1963. Falleció en 2014. Residente en Neuquén desde 1980. Periodista en el Ministerio de Economía y Obras Públicas de la Provincia de Neuquén. Tallerista de feminismo y lesbianismo. Publicó:  La pasajera de arena, 1992; Infierno, 1999; Como mil flores, 2007; El acuerdo, 2012, y; Anima (i)s, 2013.

CRUZADAS EN LA RUTA CUARENTA

Unos cisnes en el cielo

y la sombra larga del auto

hicieron una cruz

en el agreste escenario

de la ruta cuarenta.

Ese instante gratuito y efímero

tuvo varios metros de distancia

y desapareció salvaje en la curva

sin que nadie diera cuenta

de esta entrega de sombras por la vida.

De No eras un viajero inglés, 2012.

RAÚL MANSILLA, Comodoro Rivadavia, 1960. Residente en Neuquén desde 1982. Profesor de Informática en la secundaria. Publicó: Mariaismo, 1985; De la Construcción de Mitos y otros sucesos, 1988; Las Estaciones de la Sed, 1991; El Héroe Líquido, 1999; Ojos Rojos, 2004; No eras un viajero Inglés, 2004, y; Oralidad Esquizoide, 2010.

*Breve tratado del viento Sur se lanzó el 22 de febrero en el Gimnasio Moderno de Bogotá con la participación del poeta colombiano Federico Diaz Granados y el poeta chileno Enrique Winter.

Publicado en Revista Arcadia
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