Seis libros para leer el Caribe colombiano
La región Caribe colombiana es una fuente de historias que bien supieron aprovechar escritores como el archiconocido Gabriel García Márquez, quien tomó inspiración de su pueblo natal de Aracataca para escribir la célebre «Cien años de soledad».
Más allá del merecedor del Premio Nobel de Literatura, existe un catálogo amplísimo de autores que profundizaron sobre el Caribe colombiano y desarrollaron una obra variada, tanto como lo es la región, bordeada por mar y también surcada por ríos, ciénagas y sabanas.
En el marco del Hay Festival de Cartagena, un evento literario que se celebra entre el 25 y 28 de enero, consultamos a periodistas, autores y un gestor cultural nacidos en la zona sobre los textos que, para ellos, son imprescindibles para adentrarse en el Caribe colombiano.
Y estas fueron sus recomendaciones.
1. «Amanecer en el Valle del Sinú» (Raúl Gomez Jattin, 1983-1986)
Recomendación de Ricardo Corredor, director ejecutivo de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
Más allá de las playas de la idílica costa Caribe colombiana existe un inmenso territorio de sabanas y llanuras a las que no se atrevieron a llegar los Andes. Una región preciosa y mágica, quizás un tanto menospreciada, de ganaderos, agricultores y comerciantes, con no poca influencia de migración árabe, y una cultura popular vibrante llena de porros y fandangos, así como de sancochos, sueros, motes de queso y todo tipo de delicias culinarias.
Para adentrarse en esas sabanas nada mejor que comenzar por los poemas de Raúl Gómez Jattin, en especial los de su libro «Amanecer en el Valle del Sinú».
En él, así como en «Del amor», entre otras publicaciones, muestra las bellezas de esa región a partir del centro de gravedad de su Cereté del alma —su verdadera ciudad natal así haya nacido y muerto en Cartagena, «un pueblo lindo con una cabellera tenue de nubes blancas»—, pero también evidencia un provincianismo que al final no supo acoger a uno de nuestros mayores poetas de la segunda mitad del siglo XX reduciéndolo a un demente, drogo y homosexual.
Una región de tremendos contrastes, que así como tiene ríos preciosos y serranías imponentes, por el otro lado no está exenta de vilezas (el departamento de Córdoba es considerado una de las cunas del paramilitarismo en Colombia), que Gómez Jattin retrató con su poesía cruda y contundente, que lo convierten, como dijo el gran Carlos Monsiváis, en un «autor excepcional de la historia de la poesía de América Latina.
2. «En diciembre llegaban las brisas» (Marvel Moreno, 1987)
Recomendación de Vanessa Rosales, escritora cartagenera.
La historia es una radiografía de las vidas de varios personajes femeninos de la élite de Barranquilla en la década de 1970, que desde la adolescencia hasta la adultez se ven asolados por un machismo rampante y violento, un esquema social que conserva una impresionante similitud con la actualidad.
A lo largo de las tramas reflexiona sobre lemas alrededor de la sensualidad y la libertad femenina, asuntos profundamente suprimidos por ideologías dominantes.
Aunque puede tener por momentos un lenguaje que ofusca por su floridez y por sus cadencias un tanto aparatosas, logra verbalizar los matices, las gamas, y los entredichos de una cultura que castiga el placer, la audacia y la sensualidad femenina.
3. «Ver lo que veo» (Roberto Burgos Cantor, 2017)
Recomendación de Alberto Abello Vives, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
El paso de Cartagena por los siglos bien puede leerse en los aportes notables de una historiografía que en las últimas décadas ha logrado expandir la frontera del conocimiento.
Pero también puede leerse a través de la literatura. Exquisitas obras de Manuel Zapata Olivella, Gabriel García Márquez, Germán Espinosa, Roberto Burgos Cantor, Óscar Collazos, entre otros, han sabido narrar su acontecer.
Y eso es lo que hace la última de las novelas del cartagenero Roberto Burgos Cantor, «Ver lo que veo».
Muestra una ciudad dual, a la que durante el siglo XX llegan inmigrantes expropiados de las zonas rurales circunvecinas, que construyen su asentamiento con sus propias manos entre el fango de una ciénaga, mientras una clase económica privilegiada padece el arribo de la decadencia y recuerda años de oro de un ingenio azucarero cercano.
4. «Señales y garabatos del habitante» (Héctor Rojas Herazo, 2009)
Recomendación de Alberto Salcedo Ramos, periodista Premio Internacional de Periodismo Rey de España.
«Nacido en Tolú, fue maestro de García Márquez en la escuela y luego compañero suyo en la redacción del diario El Universal.
Rojas Herazo era poeta, pintor, novelista, articulista.
Sus aguafuertes sobre el Caribe, recopiladas en un libro precioso que se llama «Señales y garabatos del habitante» son una fiesta del lenguaje y de la inteligencia. Están dotadas de gracia, de sabiduría literaria, y huelen a mango maduro y a hojas de almendro.
5. «Changó, el gran putas» (Manuel Zapata Olivella, 1983)
Recomendación de Alberto Salcedo Ramos, periodista Premio Internacional de Periodismo Rey de España.
Su visión histórica sobre los afros en América nos enseña mucho sobre nuestras raíces. Su novela «Changó, el gran putas» es una narración ambiciosa sobre la diáspora africana en nuestro continente.
Zapata (1920-2004), además de escritor, era un humanista y activista adelantado a su época. Fue cronista, gestor cultural, médico y antropólogo.
Se preocupó por la cultura popular en un tiempo en que eso era mal visto por las élites eurocentristas del Caribe colombiano. En su obra hay muchas claves para entender nuestro territorio.
6. «Recetario de San Sebastián de Tenerife, a finales del siglo XIX» (Isabel del Toro de Núñez, 2016)
Recomendación de Alberto Abello Vives, director de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
Este recetario de doña Isabel del Toro en un pueblo decimonónico rivereño sobre el río Magdalena, en el Caribe colombiano, se convirtió en objeto de interés de Manuel Martínez Infante, ingeniero y cocinero, nacido en Santa Marta.
Martínez Infante recupera el manuscrito que su tatarabuela recibió de su madre al momento de contraer matrimonio.
Su lectura estimula los sentidos e invita a atreverse a dejar atrás el litoral para adentrarse en un Caribe continental, de ríos y ciénagas, tan distante muchas veces de las ciudades portuarias más conocidas.
La publicación fue realizada por el reconocido Instituto Caro y Cuervo de Colombia.