Sabor a frontera
Por Olga Lucía Martínez Ante
La historia cuenta que durante la Colonia, el puerto más cercano a Cúcuta era Maracaibo, mucho más que Barranquilla, y por ahí llegaban y salían muchos productos y servicios.
“Y hasta hace no mucho, en carro, la demora en el viaje por carretera era de seis horas, más o menos”, cuenta Susana Quintero Borowiak, directora del Museo Casa Natal del General Santander, en Villa del Rosario.
“Era un paseo de fin de semana para mí, pues muchas veces venía a hacer trabajos, viajaba el viernes y me regresaba el domingo”, sigue.
Hoy, todo es muy distinto, “especialmente porque las carreteras del otro lado están muy deterioradas”, cuenta.
Quintero es hija de ucraniana y venezolano, este último nacido en la zona guajira del vecino país. Conoce el paso de Maracaibo a Maicao, que es de una hora. “Finalmente, es un mismo territorio de los dos países, con sus propias leyes”, afirma.
Este conocimiento la llevó a participar, con el museo que dirige y con Corpatrimonio, en el Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura. Se ganó dos becas para llevar a cabo el ‘Proyecto de la frontera’ y ‘Los frutos de la Villa’.
Las dos propuestas se trabajarán durante este año, especialmente en los últimos cuatro meses del 2018, quieren “reactivar los saberes ancestrales y reflexionar la coyuntura política y social que se vive en la frontera con Venezuela”, dice Quintero.
“El museo queda a cuatro kilómetros de la frontera, del paso de la parada de San Antonio, un punto con una gran movilidad. Son espacios de reconocimiento. Yo trabajaba en Cúcuta y vivía en Venezuela; ir y venir era muy fácil, pero la política siempre ha complicado la situación”.
Por eso, con su ‘Proyecto de la frontera’, el objetivo es “registrar qué opina la comunidad y también historiadores, economistas, sociólogos… Hay que mirar entre todos esos problemas políticos y económicos, así como el derecho a libre tránsito –dice–. También, recordarle a la gente que un día fuimos una sola nación y se iba y venía sin problemas”, sigue.
Además, que, según varios estudios, el 25 por ciento de la población venezolana tiene antepasados colombianos directos.
“Tendremos diez encuentros ciudadanos y vamos a generar contenidos audiovisuales que circularán en las redes sociales con testimonios de la gente. La exposición estará apoyada con mapas y documentos antiguos”, dice.
Los frutos de allí
Por su parte, ‘Los frutos de la Villa’ llevarán a hacer una granja en donde se sembrarán las plantas de la región para recuperar las tradiciones agrícolas y culinarias del territorio.
Este proyecto busca fortalecer la transmisión de conocimientos que han sustentado la soberanía alimentaria esa región.
La gran casa en donde funciona el museo, que perteneció al padre del prócer Francisco de Paula Santander, es muy importante para contar la historia alimentaria. “Incluso, en su testamento de 1808, José Agustín Santander y Colmenares dice que en esta, la que era su hacienda, había 10.000 plantas productivas”, cuenta Quintero.
“Además, el tema del cacao (que se da en la zona y es de gran calidad) modeló a la población, porque alrededor de los sembrados se fundaron los pueblos”, agrega.
Para esta graduada en Historia del Arte de la Universidad de los Andes de Mérida (Venezuela), “lo importante es que la historia no es solo la guerra ni los próceres, sino también de dónde salen la riqueza y las oportunidades”.
Y aquí, la productividad de la tierra tiene un valor fundamental. ‘Los frutos de la Villa’ será una realidad con el apoyo de un instituto agrícola de Juan Frío, corregimiento de Villa del Rosario, “una región reconocida por su violencia, pues allí estaban los hornos en que los paramilitares incineraban los cuerpos de sus víctimas”.
Hoy, niños y jóvenes cultivan árboles frutales y aromáticas, y también están dedicados a la piscicultura. “Es una comunidad de vocación agrícola con muchos conocimientos. Con ellos, además de la huerta, realizaremos videos sobre su trabajo”, dice.