Pastafaris en Colombia
Andan por la calle con sombrero de pirata o con un colador de pasta en la cabeza. No tienen mandamientos, sino condimentos; dicen ‘ramén’ en vez de ‘amén’ y adoran a una masa de espaguetti con albóndigas que vuela. Son los Pastafari. Una religión que en países como Holanda, Australia y Nueva Zelanda ya es reconocida y que en Colombia busca espacio para sea considerada oficialmente.
Aunque, si somos exactos, ese reconocimiento poco y nada los trasnocha. Como tampoco les quita el sueño adorar cada minuto a su dios, o cumplir con sus ‘condimentos’ al pie de la letra. Finalmente, su religión, dicen, está basada en ‘sugerencias’. Si las cumples, está bien. Si no, no pasa nada. Porque Monesvol (Monstruo Espagueti Volador), su dios, no te está mirando todo el tiempo. Es una deidad bastante despreocupada.
Tan despreocupada que, a diferencia de lo que creen las religiones ‘tradicionales’, siempre será sordo a cualquier oración. Jamás hará un milagro. Pedirle ayuda es una pérdida de tiempo. Acá no es “ayúdate que yo te ayudaré”, sino simplemente “ayúdate… y ya”.
Esa despreocupación, asegura el ‘Evangelio del monstruo de espagueti volador’, libro ‘sagrado’ de esta religión (y fácilmente descargable en PDF), se debe en gran parte al espíritu parrandero y desordenado de Monesvol. Según ese texto, el ‘Monstruo’ creó el mundo en medio de una considerable borrachera. Y es por culpa de esa ‘rasca’ que existen tantas imperfecciones en nuestro planeta y en el resto de la creación.