Renuncia y temor por ajuste en la Biblioteca Nacional Argentina

2.019

Alberto Manguel deja la Biblioteca Nacional

Rumores que iban y venían, hasta que finalmente se confirmó: Alberto Manguel deja la Biblioteca Nacional. Según pudo saber Infobae, el anuncio se hará esta tarde en el edificio de la calle Agüero. Hace dos años y medio que fue designado, en diciembre de 2015, pero asumió su cargo en junio de 2016, después de terminar sus compromisos académicos con Princeton.

Aparentemente, la decisión estaría motivada por las diferencias cada vez más acentuadas que el escritor de 70 años mantiene con el ministro de Cultura Pablo Avelluto en torno al presupuesto. Manguel lo dijo en público: no estaba de acuerdo con el ajuste que lleva adelante Cultura en la Biblioteca Nacional.

Hace pocos meses, había dicho: «No tenemos ni un mango para comprar un grano de café. ¿A quién puede sorprenderle que en la Argentina una entidad cultural no tenga presupuesto? En la Biblioteca yo soy solo el administrador, hay decenas de personas que trabajan y mucho, y lo hacen con sueldos miserables».

Desde ese momento que volvió a radicarse en Argentina tras cinco décadas de vivir en el exterior. El contexto en el cual asumió la dirección de la Biblioteca no fue el mejor: unos meses antes, la cartera que maneja Avelluto había aplicado un recorte significativo: echaron a 240 empleados, una cuarta parte de su personal.

Al margen de las discusiones sobre los recursos asignados, las diferencias entre Manguel y Avelluto se habían cristalizado también en el plano ideológico. En mayo pasado, durante su presentación en la Feria del Libro de Bogotá, el escritor lamentó el espíritu del pabellón de Argentina, cuyo diseño remitía al fútbol. «La literatura argentina sale a la cancha», era el lema.

En esa oportunidad, Manguel declaró: «Pido disculpas en nombre de todos los argentinos por el vergonzoso escenario de un estadio de fútbol montado en una fiesta del libro; celebramos seguramente esos notables futbolistas Borges, Bioy Casares, Alejandra Pizarnik, Cortázar, desde el Martín Fierro en adelante… pero les pido de nuevo disculpas por ese gesto tan absurdo de populismo».

Y Avelluto no tardó en responder: «Tiene una concepción que deja afuera algunos fenómenos populares, que yo creo que es equivocada pero que eso no implica que no podemos trabajar juntos y que yo siento una profunda admiración por él y que tengamos un excelente vínculo personal».

Las diferencias, hasta ese momento, eran parte de un diálogo donde se admitían. Parece que ahora, con el debate sobre el presupuesto de la institución, se volvieron irreconciliables. Durante esta tarde, en la Biblioteca Nacional ubicada en Agüero al 2500, lo harán público y definitivo.

Infobae


Un alejamiento que acerca el temor y la incertidumbre

Por Silvina Friera

La renuncia de Alberto Manguel a la Biblioteca Nacional (BN) es la crónica de un final anunciado. O al menos intuido desde hace unos dos meses, cuando el escritor se quejó por la situación presupuestaria y dijo que no tenía “ni un mango para comprar un grano de café”. La salida del escritor por “motivos de salud” no hace más que alimentar el rumor de que la razón de fondo sería su negativa a hacer un ajuste en la institución –por el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI)– que implicaría el despido de unos 250 trabajadores. Lo reemplazará, a partir del 1° de agosto, Elsa Barber. La actual subdirectora será la primera mujer en dirigir la Biblioteca y la primera bibliotecóloga. El anuncio se realizó en el tercer piso del edificio de la calle Agüero, con la participación del ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, el propio Manguel y Barber. “Estas noticias crean un clima de incertidumbre, de inquietud, porque desde nuestra fundación fuimos un país incierto. Mi amigo Pablo (Avelluto) me ha prometido que no va a cambiar nada, que no se va a despedir gente. Los 3 mil eventos culturales que hemos tenido el año pasado se van a multiplicar este año. Las cosas van a seguir como antes y yo voy a estar a disposición de lo que necesiten, gracias a Internet”, planteó Manguel.

“¿Quién te va a traer un grano de café para que no te quejes?”, lo chicaneó Avelluto a Manguel mientras servían vasos de agua a los periodistas. El ministro de Cultura comentó que en el verano el escritor le comunicó los “problemas de salud muy serios” que tenía y que estaba recibiendo tratamiento oncológico. Manguel ya tuvo un cáncer hace unos seis años y la semana pasada, según el relato oficial, el oncólogo le advirtió que tenía que parar. “Había muchas versiones y rumores de que estábamos peleados, que la plata, que no sé qué, que despidos… No hay nada de eso”, desmintió Avelluto. “La biblioteca está en este momento con una ejecución normal del 44 al 50 por ciento, que es lo lógico para esta época del año, con un presupuesto de 649 millones de pesos anuales aproximadamente, contra los 400 millones que tenía cuando llegamos”, comparó el ministro y agregó que le pidió a Manguel que siga vinculado como asesor ad honorem. El escritor afirmó que él no hubiese podido ser director sin la colaboración de Barber. “Elsa fue la que sostuvo el esqueleto de la biblioteca, la parte técnica. Yo no sé nada de técnica ni de tecnología, ni sé nada de bibliotecología; Elsa es la gran experta. Sin Elsa y sin el magnífico equipo que hay en la Biblioteca, no hubiésemos logrado nada. Me siento un poco menos culpable sabiendo que esta gente queda aquí. Esta no es una despedida, es un agradecimiento. La experiencia que tuve en la Biblioteca Nacional fue la más extraordinaria de mi vida”, subrayó Manguel.

Avelluto recordó que en febrero de 2016 le preguntó al escritor por qué aceptó dirigir la BN. “Alberto me dijo: yo dediqué mi vida a contemplar y a leer y creo que llegó el momento de hacer y quiero hacer. Eso me conmovió mucho”, reconoció el ministro de Cultura. El escritor, a la hora de hacer un balance, contó que suele llegar temprano, entre las 6.30 y 7 de la mañana, y se pone a charlar con los trabajadores de limpieza y de seguridad. “Descubro que es gente de una inteligencia extraordinaria que por circunstancias de la vida están haciendo un trabajo un poco aburrido. Entonces les propuse montar una pequeña biblioteca con novelas policiales, poesía, clásicos. Llego una mañana y las tres señoras de seguridad están leyendo. Una está leyendo Madame Bovary, la otra está leyendo una novela de Patricia Highsmith y la tercera está llorando porque estaba leyendo El príncipe feliz de Oscar Wilde y la historia le parecía tan hermosa pero tan triste. En la Biblioteca se lee y me llevo ese recuerdo muy conmovedor. Y sé que van a seguir leyendo”, auguró Manguel.

Barber, que se convertirá a partir de agosto en la primera mujer en dirigir la BN, se refirió al impacto que le produjo el estado de salud del escritor. “Todo esto me produjo un shock. Si bien yo conocía el estado de salud, tenía la esperanza de que llegábamos a diciembre de 2019. Ese mismo shock lo está teniendo el personal de la biblioteca en este momento porque habíamos logrado trabajar en un clima muy cordial, en equipo, y estamos en una etapa muy linda de la biblioteca. Es importante transmitir tranquilidad”, afirmó Barber, pero su pasado la condena y pareciera ser la persona menos indicada, por antecedentes, para lograr la tranquilidad que intenta o desea transmitir. Los trabajadores de la BN están con el corazón en la boca. El ajuste en distintas áreas del Estado implicará nuevos despidos masivos, como sucedió la semana pasada en la agencia de noticias Télam. La Junta Interna de ATE Biblioteca Nacional manifestó la preocupación de los trabajadores porque “fue el mismísimo Director quien el año pasado nos transmitió que renunciaría ante un pedido de esa índole” y anunció que propondrá al conjunto de las afiliadas y los afiliados declararse en “estado de alerta y movilización”.

Diego Martínez, delegado general de ATE Biblioteca Nacional, confirmó que ven “con mucha preocupación” la partida del director en función del achicamiento que se está produciendo en el Estado. “Los cálculos de dotación óptima del ministerio de Modernización dicen que la Biblioteca tendría que tener por lo menos 200 trabajadores menos. La afirmación del ministro de que no se van a producir despidos nos parece saludable, pero sabemos que el gobierno escribe con la mano y puede borrar tranquilamente con el codo lo que escribió”, argumentó Martínez y aclaró que desde ATE vienen alertando hace tiempo sobre “el vaciamiento de tareas adentro de la Biblioteca” y el desmantelamiento de áreas como el Museo del Libro y de la Lengua. “El Museo tenía una muestra permanente y muestras mensuales. Lo que hicieron fue dejar de hacer las muestras, levantaron la muestra permanente y hoy en día está sin ninguna actividad. Trasladaron a cuatro trabajadores al edificio central de la Biblioteca y han quedado cuatro trabajadores sin tareas asignadas”, resumió el delegado general de ATE la delicada situación que atraviesan esos trabajadores. Esta semana se realizarán asambleas y están evaluando convocar a un abrazo a la Biblioteca. “Nuestro máximo interés es conservar los puestos de trabajo”, ratificó Martínez.

Los despidos en la BN empezaron el lunes 21 de marzo de 2016, cuando llegaron los telegramas: “les comunicamos que prescindiremos de sus servicios a partir del día 21 de abril del corriente, conforme lo dispuesto por el Decreto 1421/2002 y la Resolución NRO 48SGP/2002 Anexo II, Cláusula 7MA, relevándoselo de prestar servicios durante el mes del preaviso. Queda usted debidamente notificado”. Entonces, Barber estaba a cargo de la Biblioteca. Cuando Manguel inauguró la 42° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, un grupo de manifestantes quiso visibilizar la “borradura” del escritor, que recién asumiría en junio, con carteles como “¿Quién dirige la Biblioteca Nacional?”, “La Biblioteca no es un negocio” o “No a la Biblioteca offshore”. Los manifestantes le reprochaban al autor de Historia natural de la curiosidad que no se hiciera cargo de los trabajadores, pero también cuestionaron las declaraciones sobre cómo sería su gestión en el organismo. “Manguel dijo en una entrevista que la Biblioteca tiene que funcionar sólo como Biblioteca. Ese es un proyecto del siglo XIX, así funcionaban los museos, los archivos y las bibliotecas. A partir del siglo XXI, la característica de estos espacios es convertirse en instituciones que abren, que publican, que producen intervenciones, que también funcionan como centros culturales, como muchas bibliotecas del mundo. Nos parece interesante poder discutir con alguien que tiene el proyecto de convertir la Biblioteca en una institución del siglo XIX”, aseguró Paola, una de las manifestantes.

Manguel se va sin grandes logros que mostrar, excepto el hecho de haber conseguido que un puñado de fundaciones y particulares aportaran los 400.000 dólares que salió la adquisición de la biblioteca de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, integrada por unos 17.000 ejemplares, para donarla a la Biblioteca Nacional. Aunque su principal mentor fue el ministro de Cultura de la Nación, en los últimos meses la relación entre ambos mostró fisuras y disidencias varias. En abril pasado, durante la Feria del Libro de Bogotá, donde Argentina fue el país invitado, Manguel cuestionó el stand argentino, desplegado a la manera de una cancha de fútbol. “Pido disculpas en nombre de todos los argentinos por el vergonzoso escenario de un estadio de fútbol montado en una fiesta del libro; celebramos seguramente esos notables futbolistas Borges, Bioy Casares, Alejandra Pizarnik, Cortázar, desde el Martín Fierro en adelante… pero les pido de nuevo disculpas por ese gesto tan absurdo de populismo”. El malestar se profundizó cuando el escritor declaró que en la BN “no tenemos ni un mango para comprar un grano de café. ¿A quién puede sorprenderle que en la Argentina una entidad cultural no tengo presupuesto? En la Biblioteca yo soy solo el administrador, hay decenas de personas que trabajan y mucho, y lo hacen con sueldos miserables”.

Durante la gestión de Manguel se instalaron los molinetes para controlar el presentismo. “Hemos despedido un puñado de gente porque  no viene a la Biblioteca -reconoció el escritor-. Cuando me decían que una persona estaba ausente doce veces en el mes, mis asistentas lo llamaban y me venían a contar por qué. Pero si los llamaban tres veces y no los encontraban, ya está, no puedo hacer más. Hemos hablado con personas que estaban en situaciones difíciles y muchas veces lo hemos solucionado porque se trataba de problemas de familia o de salud. Lo que aprendí es que se dialoga con la gente. Si hay un diálogo, nos entendemos. No sé si me he creado enemigos en la Biblioteca, pero por lo menos he tratado, cuando alguien estaba en desacuerdo, de ver cómo solucionarlo”. Avelluto explicó que “el proceso de reestructuración del personal” ocurrió en 2016. “No hay ninguna intención del gobierno de producir cesantías o despidos masivos en la Biblioteca –garantizó el ministro–. Al contrario, uno de los trabajos que ha desarrollado Alberto en su gestión fue la redistribución de las tareas y eso permitió que gente que no tenía tareas pudiera formarse en temas de catalogación, a partir de que la Biblioteca tiene una mayor incorporación de documentos y libros”.

El relato oficial se contradice con realidades como el casi cierre del Museo del Libro y de la Lengua que denuncian desde ATE. “Algo que descubrí cuando llegué a la Biblioteca es que había un montón de gente que había sido contratada en el último mes de la administración anterior y no les habían dicho qué hacer y con Elsa tratamos de encontrar una ubicación para esa gente, preguntándoles lo que querían hacer”, planteó Manguel. “La red internacional que generó la Biblioteca durante estos dos años es uno de los activos más importantes de la gestión. La Biblioteca no tenía diálogo con las entidades que las nuclean. Desde el primer día tanto Elsa como Alberto detectaron esa falencia en la institución y se pusieron a trabajar en el logro de acuerdos, de alianzas y de intercambios de material digital”, ponderó Avelluto y destacó la calidad de las muestras que se hicieron en la BN.

El hijo de Manguel, que se casará en septiembre, amenazó a su padre con esta frase: “Si te morís en la Biblioteca, te mato”. El autor de Historia de la lectura dijo que le daría lo mismo “morirme en cualquier lugar del mundo”, pero no está solo y su pareja y su familia le piden que se cuide. A los 70 años y después de una vida entre libros, el escritor volvió a insistir: “Yo creo en la palabra de Pablo (Avelluto) y no va a haber despidos”.

Página12

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