Las palabras primas

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Fernando Iwasaki presenta “Las palabras primas”

Un conjunto de palabras a través de la memoria, la geografía, las lecturas, la historia y los nuevos escenarios de la escritura en la era digital, es el resultado de la más reciente obra del escritor peruano, Fernando Iwasaki, “Las palabras primas”. Un libro publicado por Páginas de Espuma y que fue galardonado con el IX Premio Málaga de Ensayo José María González Ruiz.

“La obra recopila conferencias, guiones de radio, algún artículo y hasta un extenso pregón, y no tiene más remedio, por tanto, que ofrecer al lector un recorrido desigual, por su misma naturaleza”, expresa el autor para el diario Excélsior, quien se siente preocupado de que un hispanohablante no sea capaz de entender el sentido o concepto de la palabras, como las magnitudes que separan una ofensa de una traición o un malentendido de una trifulca, que confunde el perdón con el servilismo y la humildad con el cálculo interesado, ya que la incompetencia no sólo será lingüística sino emocional.

En la obra, el autor de cuentos como Un milagro informal y Papel Carbón, usa en el título una forma de polisemia de la voz “prima”, pues asegura que sirve para anudar los capítulos, que nos guían sobre la relación familiar de los vocablos, o nos muestran cómo la informática prima esta en su propio léxico.

“Si existen números primos, ¿por qué no deberían existir las palabras primas? Sin salir del diccionario, una palabra prima podría ser tonta, estar adelantada, parecer semejante, servir de recompensa y lucir primorosa, además de poseer connotaciones familiares, musicales, económicas, jerárquicas y comerciales, por no hablar de las posibles combinaciones entre todas ellas. Por ejemplo, cuando una prima hermana se convierte en una prima de riesgo”, apunta Iwasaki, galardonado en el 2008 por el Premio Algaba y el Premio Don Quijote de Periodismo en 2015.

Agrega que la pereza es uno de los problemas que más aquejan a los hispanohablantes, ya que en muchos de los casos no se emplean las palabras precisas por esta debilidad, ejemplo de ello, en la lengua japonesa no existe la palabra amor, pero si existen palabras para designar aquel afecto, y las cuales son mencionadas sin restricción, sin límite. Sin embargo en el español existe y no tiene ese problema, “si no la empleamos, es simplemente por pereza”.

Iwasaki explica por ejemplo que siempre creyó que el castellano era de sus hablantes y no de las academias, pero a la vista de mensajes, foros y redes sociales, empieza a considerar que “el castellano le concierne más a un hispanista húngaro que a un ignaro de cualquier país hispanohablante”.

En la estela del ensayo contemporáneo que reivindica el humor, la conversación y el paseo intelectual, Fernando Iwasaki asegura compartirnos de esa manera, sus hallazgos y perplejidades como lector, hablante y escritor de dos periferias del español –Perú y Andalucía– desde el Siglo de Oro hasta nuestros días. Pero también mostrarnos cómo la tecnología ha transformado nuestra forma de entrar en contacto con la lengua.

“Hoy nuestra necesidad se ha convertido en negocio y algún día sucederá lo mismo con el sueño, será negocio, y continuaremos trabajando, porque llevamos los celulares a todas partes y con eso ha desaparecido nuestro tiempo de ocio”.

Siempre

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