Festival Internacional «Danzafuera» en La Plata

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La sexta edición del Festival internacional de danza contemporánea, performance y acciones transdisciplinarias, DANZAFUERA, se desarrollará en la ciudad de La Plata, en Argentina, entre el 9 y el 16 de marzo.

La programación incluye obras de danza, intervenciones y acciones performáticas y transdisciplinarias, talleres y charlas. Además, son características del festival las residencias, en las que un conjunto de artistas trabajan de manera intensiva durante los días previos al festival, para la producción de una obra creada especialmente para DANZAFUERA.

DANZAFUERA es un espacio que busca contener diversas prácticas y producciones artísticas que se desarrollan en contextos determinados, atravesadas por procesos de investigación que toman al cuerpo y al lenguaje del movimiento como principal soporte y medio. Así, busca abrir sentidos y preguntas en torno a los límites de la danza, amplificando sus fronteras tanto en un sentido espacial como conceptual, ampliando sus públicos, llevándola fuera de sus espacios de circulación habituales pero también fuera de sí misma, descentrando, cuestionando y abriendo la danza  hacia otras posibilidades.

A lo largo de su trayectoria DANZAFUERA ha consolidado su trabajo en torno a cinco posicionamientos:

  • El foco en los procesos de investigación artística.
  • La producción de pensamiento y la elaboración conceptual en torno a la danza.
  • El desarrollo de procesos artísticos en territorios específicos.
  • El encuentro con otrxs, la co-gestión y el trabajo colaborativo y en red.
  • El carácter gratuito para el público en general y el pago de honorarios a lxs artistas por su trabajo.

Las organizadoras, ante esta sexta edición se proponen seguir interpelando sus certezas y seguridades para que el arte y las condiciones de producción del mismo sean parte de la fiesta que supone el encuentro a través del baile.

“¿Qué se transformó en estos seis años? ¿Qué sigue sosteniendo al festival más allá de estos cambios? ¿Por qué y para qué seguimos haciendo DANZAFUERA? ¿Qué sentido tiene hacer un festival en el contexto que nos atraviesa? ¿Cuál es nuestro margen de acción y movimiento? ¿Qué modos de entender, hacer y usar los cuerpos y las danzas ponemos en juego? Enfrentadas a la ausencia de recursos económicos para sostener el festival, nos hacíamos estas mismas preguntas. Y decidimos abrirlas y exponerlas, atravesando la curaduría y la programación de DANZAFUERA. Así, nuestras preguntas resonaron en y con otres, trayéndonos nuevas miradas, fortaleciendo posicionamientos, estrechando lazos. Somos artistas independientes que nos sentimos parte de una red que incluye personas, espacios, colectivos e instituciones diversas. Sólo podemos hacer lo que hacemos si es con otres.
Seguimos pensando el festival como una fiesta, en la que compartir bailes, comidas y bebidas, espacios amorosos de charla e intercambio, y nos ocupamos de que eso también sea parte de DANZAFUERA.”[i]

Nodal Cultura dialogó con Mariana Sáenz y Constanza Copello, integrantes del Colectivo Danzafuera, que no solo proponen reflexionar sobre su arte y el desarrollo escénico sino también sobre las gestión cultural, las condiciones de producción, la colonialidad del régimen de producción del arte, el lugar de las mujeres en la historia de la danza, el rol de la universidad en el desarrollo de la producción e investigación artística y la formación de nuevos públicos.

¿Cuáles son los ejes principales que las llevaron a crear Danzafuera y cómo evalúan, luego de 5 ediciones, el trabajo que han podido hacer en ese sentido? ¿Cómo se han repensado con la experiencia y qué valor tiene esa experiencia?

La idea de crear Danzafuera surgió en una jornada organizada por la Asociación de Coreógrafos, Intérpretes y Afines de Danza Independiente Platense donde se discutió sobre el concepto de “artista independiente” y sobre los modos de vinculación con el estado. Allí surgió la idea de dejar de esperar que sea el estado municipal o provincial el que genere un festival de danza en la ciudad y directamente hacerlo. En ese momento pasamos a pensarnos como agentes activas de esa política.

Nuestra percepción de la necesidad de un festival en la ciudad tenía que ver, por un lado, la falta de espacios para la danza en la ciudad. Las salas teatrales oficiales tenían escasa o nula programación de danza y las salas independientes no  tienen en general las características del escenario para el desarrollo de una obra de danza. Por otra parte, además de un espacio para mostrar las producciones, los festivales son espacios de encuentro, intercambio y enriquecimiento entre artistas, y sentíamos también esa necesidad.

Nos parecía además que una ciudad como La Plata, que siempre se ha caracterizado por ser un polo cultural, merecía tener su propio festival de danza. La Plata tiene esa relación ambigua con la ciudad de Buenos Aires, a veces muy cerca, y de tan cerca, a veces a la sombra. Por eso nos parecía importante generar un espacio que nos fortalezca, visibilice e impulse como comunidad de la danza desde lo local.

La idea de que el festival fuera en las calles, plazas y parques de la ciudad también estuvo vinculada con varias cuestiones. Nos interesa la experimentación en sitios específicos, con condicionantes impuestos por un entorno que no es la sala teatral y además nos gusta pensar en la posibilidad de que la danza contemporánea se muestre en espacios no convencionales como una forma de vincularse con nuevos públicos.

Como la experimentación en el espacio público es también algo fundamental para nosotras, experimentamos distintos formatos para propiciar eso. Llegamos a la sexta edición de una fiesta que parecía un sueño lejano, allá cuando empezamos a imaginarlo en una calurosa tarde de diciembre de 2012.Desde entonces, DANZAFUERA fue creciendo y mutando con el pasar de los años, encuentros y experiencias.

¿Qué particularidades tiene esta 6° edición?

Una diferencia fundamental es el financiamiento. Este año logramos contar con el apoyo de Iberescena, que junto al financiamiento del Programa Festejar y del Consejo Provincial de Teatro Independiente nos permiten que el festival tenga otro alcance y albergar más propuestas.

Por otro lado, gradualmente fuimos sumando espacios de charlas, presentaciones de libros,y otras actividades más “teóricas”, y en esta edición esos espacios tienen mayor protagonismo. Tenemos dos presentaciones de libros, cuatro charlas o espacios de diálogo, y un taller de historia de la danza argentina en perspectiva decolonial.

¿Cómo caracterizarían el momento de la Argentina en particular y de América Latina en general?

Estamos en un momento complicado. Como artistas vivimos un retroceso en los financiamientos públicos y un cambio de direccionamiento de los mismos, apuntados más a la producción de obras que se ajusten al mercado internacional.

Si bien estamos acostumbradas a trabajar autogestivamente, el contexto es cada vez más adverso. Desde hace un tiempo les artistas “independientes” nos cuestionamos nuestra forma de trabajo, la autoexplotación laboral a la que nos sometemos y la precariedad de las mismas. En los últimos años estas cuestiones aparecen con más fuerza frente a un estado cada vez más ausente y un retroceso generalizado en materia de derechos.

¿Qué propone y a quién interpela el concepto de desobediencia en la danza, que será eje de uno de los talleres?

El concepto de desobediencia epistémica lo aporta al festival Eugenia Cadús, retomando a su vez a Walter Mignolo. Busca discutir la interpretación hegemónica de la historia de la danza “en” Argentina, que la posiciona en relación de subalternidad y periferia con los desarrollos de los “centros”, y proponer otras categorías y otros modos para el abordaje de esa historia. Entender la historia de la danza de otro modo es también pensarnos y posicionarnos de manera distinta en el presente, por eso un taller de historia de la danza en esta perspectiva nos parece un aporte interesante en y desde el festival.

Creemos que hay una desobediencia que tiene que ver con el hecho de ser mujeres y posicionarnos desde la gestión cultural.  Historiadores de la danza sostienen que el hecho de que la danza sea el arte menos estudiado y valorado por la historia del arte, está vinculado a que es un arte estrechamente vinculado a lo femenino. Una práctica hecha principalmente por mujeres y para mujeres, en la que sin embargo los roles sobresalientes de directores y coreógrafos, muchas veces los ocupan los hombres o son los más renombrados.

Desde acá también nos posicionamos, siendo mujeres gestoras de un festival internacional. Y dando nuestra impronta en la programación y en las formas de trabajo. Procurando espacios de encuentro, de charlas, de sostén y de cuidado de les otres. Porque las tareas de cuidado también han sido invisibilizadas y subvaloradas reivindicamos esos espacios como valiosos, necesarios y fundamentales para que todo lo demás pueda suceder.

En los últimos años los campos específicos de la danza y los performáticos parecen integrarse intensamente en las artes escénicas? ¿Cómo viven esa suerte de «incorporación» en el campo antes más limitado a las teatrales? ¿Cuánto está aportando la danza a las tradiciones teatrales en ese encuentro?

Algo  sobre esto fuimos mencionando antes, en relación a cómo para nosotras se empieza a desdibujar un poco el concepto de danza, se va modificando el subtítulo del festival (que empezó como “Festival de danza en las calles” para ser hoy “Festival de danza contemporánea, performance y acciones transdisciplinarias”, y se  nos hace cada vez más difícil encasillar las producciones artísticas en una u otra disciplina, y por eso, para que eso no sea límite sino potencia, fuimos buscando cambiar el modo de nombrarnos y de conceptualizar lo que hacemos y lo que queremos que sea el festival.

Creemos que en los últimos años la danza le está aportando cada vez más a las artes escénicas en general. En el caso del teatro el desplazamiento de las puestas en escenas textocentradas hacia otros tipos de dramaturgia, permitió un mayor acercamiento. Y en general las artes escénicas han ido tomando muchos de los procedimientos compositivos de la danza, más allá de las técnicas de movimiento del cuerpo, que también están presentes.

Una de las propuestas básicas que enuncian es ocupar el espacio público, apostar a incluir más público, quebrando la lógica de circulación del arte que suele construir espacios de elite excluyentes. ¿Qué tanto se puede ampliar la inclusión de públicos en términos reales, en términos de que esos públicos se apropien de las propuestas y la experiencia para ellos comience a tener continuidad y a generar en ellos nuevas búsquedas y demanda?

Por un lado creemos que la inclusión y exclusión se da en incluso dentro del mismo campo o circuito del arte. Se establecen diferencias entre aquellos artistas que pueden pagar entradas, cursos y seminarios y aquellos que no cuentan con esos recursos. Y eso no hace más que seguir reproduciendo una desigualdad que es económica, pero también simbólica y estética.

Y en relación a lo que podríamos llamar la “formación de públicos”, ahí tenemos siempre más discusiones en la curaduría del festival y no lo tenemos resuelto. ¿Es eso lo que queremos? ¿y si queremos eso, qué obras serían más adecuadas? ¿Pensar de ese modo no nos posiciona en el lugar de una supuesta superioridad frente a un público supuestamente “inculto”? ¿No será otro tipo de incidencia social la que pensamos para la danza y en ese sentido nos volvemos más intervencionistas y activistas?

Una “ampliación del público” que sí hemos logrado con el festival tiene que ver con la articulación con otros circuitos dentro del campo del arte. Cada edición trabajamos con une artista visual que diseña la imagen. Ese pequeño gesto hace que muchas personas del campo de las artes visuales se acerquen a ver de qué se trata (y que las actividades sean gratuitas, contribuye a que ese curiosear sea posible). Y en muchos casos, estes artistas nos los reencontramos luego viendo otras obras, o tomando clases con les artistas que participaron del festival o anotándose en los talleres gratuitos de las ediciones siguientes.

Y por último, y más difícil, el “público en general”, la gente que está en la calle, que es mucho más difícil de rastrear. Tenemos que reconocer que el festival, aún en las calles y en las intervenciones urbanas, tiene su propio público, que se da cita específicamente para eso. Pero siempre hay alguien más que se suma. Ahora que el festival incluye también actividades en espacios cerrados, nos ha pasado también que gente que se cruza con una obra en la calle, luego sigue la programación ingresando a un centro cultural que desconocía, visita una muestra de artes visuales o continúa el recorrido que el festival le propone.

Pero de todos modos es difícil ampliar la inclusión, es difícil proponer alternativas a otros modelos de cuerpos y bailes (los cuerpos y bailes mediáticos y hegemónicos), y es difícil posicionarnos políticamente en relación a eso, sin caer en una posición intelectualista con aires de superioridad. Y en ese sentido, la pregunta nos vuelve a nosotras dada vuelta ¿cómo incluimos nosotras, desde el festival esas otras experiencias de las danzas y de los cuerpos? ¿No iría por ahí el camino de la inclusión y la ampliación de públicos? Algo de eso también experimentamos en el festival incluyendo algunas propuestas que tienen que ver con las danzas urbanas o con otras formas de expresión popular.

¿Qué relación tiene el Festival con la Universidad y qué importancia tiene que la Universidad participe de un proyecto como este?

En La Plata no hay una carrera universitaria de danza, sino que la formación es a nivel terciario provincial. Sin embargo, la Universidad tiene un grupo de danza en el cual se derivan distintas actividades y talleres de extensión a la comunidad, y ha organizado también ciclos de danza en el edificio de Rectorado y otras actividades afines. Hay pequeños espacios dentro de la universidad que la danza va habitando.
El vínculo directo del festival con la Universidad comenzó en la edición pasada a raíz de la inauguración del Centro de Arte de la UNLP. Este espacio cuenta con una sala con piso de madera adecuado para la danza y de gran tamaño. Algo que hasta ese entonces no había en la ciudad y que fue muy bien recibido por la comunidad escénica en general y de la danza en particular.

El aporte que la universidad hace en términos de infraestructura a través del centro de arte es fundamental para el festival. Pero también es un aporte fundamental en términos de legitimación, validación y visibilidad del festival en particular y de la danza en tanto arte y en tanto forma de conocimiento. Es un reconocimiento y un apoyo simbólico fundamental, y seguramente este respaldo ha tenido que ver en el crecimiento del festival y en la obtención de otros apoyos y financiamientos.

Además, es para nosotras fundamental la participación de una institución pública, pero que a su vez es una institución con gobierno autónomo. El arte es un derecho y como tal debe ser garantizado por el estado. Nosotras, como ciudadanas, también aportamos al desarrollo de políticas culturales y las llevamos adelante desde nuestro hacer mismo, pero el apoyo de las instituciones públicas nos resulta fundamental. La universidad es hasta ahora la única institución comprometida con nuestro trabajo desde ese lugar.

Por otra parte para nosotras también es importante ocupar los espacios de la universidad y contribuir con ella, apoyarla y sostenerla en un momento en el que la educación pública en todos sus niveles está siendo atacada y desfinanciada desde el gobierno nacional y provincial.  En este caso le aportamos nuestro trabajo de gestión, la visita de artistas internacionales, la visibilización en un circuito que no le es propio, como es el de la danza, la posibilidad de pensarnos en horizontes comunes más allá de las especificidades disciplinares. Y desde ese lugar aportamos nuestro trabajo como artistas y gestoras en compromiso por una educación pública, gratuita y de calidad.

[i] Nota escrita por las organizadoras para la presentación de la sexta edición de DANZAFUERA

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