Gustavo Mondino, director del FTR: «El Festival rompe los prejuicios de que el teatro es para determinada gente y no para todos»

El Festival de Teatro de Rafaela se desarrollará entre el 16 y el 21 de julio

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

El Festival de Teatro de Rafaela (FTR19) es uno de los eventos escénicos más importantes de Argentina. Rafaela no es ni una ciudad de gran tamaño, ni con una presencia cultural muy potente previa al desarrollo de este encuentro de la escena nacional e internacional. Sin embargo no solo ha logrado institucionalizar un Festival que cambió la relación de toda la ciudad con el teatro, sino que proyectó a Rafaela a todo el país y a iberoamérica. Hoy el FTR es una referencia insoslayable en los festivales de teatro de la región.

Casualidades o no, esta edición, la número 15, encuentra a sus dos principales mentores proyectados mucho más allá de la ciudad. Quien fuera el intendente local que tuvo la visión y supo impulsar el Festival desde el Estado, Omar Perotti, acaba de ser elegido para gobernar la provincia de Santa Fe. Quien fue su primer director artístico, Marcelo Allasino, es actualmente director del Instituto Nacional del Teatro y presidente del Iberescena, el organismo multilateral donde se encuentran los representates de la escena de los países iberoamericanos.

“El antecedente del FTR19 es la Fiesta Nacional del Teatro de 2004, año en que por primera vez se hace en una ciudad que no era capital de provincia. Como el país, la Fiesta estaba algo en crisis. Así fue que se decide hacer en Rafaela, esta ciudad pequeña. Y ese año explota la ciudad y explota la Fiesta. Se agotan las entradas, la organización fue fantástica y mucha gente de Rafaela concurrió a los espectáculos e hizo de esta Fiesta Nacional una fiesta de teatro propia. Eso hizo que Omar Perotti pensara en la posibilidad de que Rafaela tenga su festival propio. Y lo convocó a Marcelo Allasino, con quien venimos militando y trabajando durante muchos años en un proyecto cultural que hoy está reflejado en el Centro Cultural La máscara. Así comenzó la historia del Festival de Rafaela”, resumió a Nodal Cultura Gustavo Mondino, director artístico del FTR19.

Gustavo Mondino

A pocos de días comenzar la 15° edición del Festival de Teatro de Rafaela dialogamos con Mondino a propósito del significado de un aniversario emblemático, sobre lo que encontrará el público en esta nueva edición y sobre su visión de la relación entre el arte, la comunidad y el Estado luego de esta experiencia exitosa que representa el FTR.

¿Qué sensación te causa llegar a la edición número 15? ¿Cómo llegan a este nuevo festival?

Llegamos a la edición número 15 con mucha alegría. Tal vez algunos años atrás soñábamos que en esta edición la estructura del Festival hubiera tenido un salto importante, crecimiento en días, obras, o varias de las cosas que soñamos desde hace tiempo. Pero llegamos en un contexto de país que nos hace celebrar sostener lo que tenemos. Con la misma calidad y ofreciéndole a la ciudad un abanico de posibilidades para disfrutar de estos días de Festival, para ver muy buen teatro. Seguimos trayendo un recorte de lo mejor del teatro independiente del país. Esa es la celebración. No hemos podido dar ese salto, nos toca afrontar estos 15 años en una coyuntura complicada, en lo económico y lo social. Entonces estamos celebrando el sostenimiento del festival.

El FTR es inclusivo, porque convoca a todos los públicos de la ciudad y de la provincia, y diverso, porque permite la presencia de expresiones muy diferentes, de las más convencionales y a las más experimentales. ¿Cómo se sostiene este perfil y cómo se va a expresar en esta edición?

Desde sus inicios el festival se propuso fortalecer la cultura y el desarrollo de las artes escénicas en Rafaela. Se buscó acercar a la ciudad una variedad de espectáculos que permitan encontrarnos en las salas y en los espacios al aire libre, construir momentos de encuentros, además de posicionar a Rafaela como polo cultural de la región. Esto sentimos que ya lo hemos cumplido y, aunque tenemos que seguir trabajando en este sentido, tenemos que buscar nuevas metas para crecer como festival y como estructura de trabajo.
Siempre hemos pensado en toda la comunidad rafaelina a la hora de programar. Una comunidad que está en movimiento. Porque tenemos a los niños que vienen creciendo con este festival, pensamos en quienes prefieren un teatro más tradicional, en quienes buscan el humor en el teatro, o en aquellos que desean obras más renovadoras o experimentales, que permitan desde su lenguaje plantar temas o abrir canales de discusión, intercambiar miradas, hacernos crecer. El festival tiene como lógica pensar en una comunidad que busca muchas cosas en el teatro y las artes escénicas.

¿Hay algún tipo de eje que organiza la curaduría del FTR? ¿cómo describirías la próxima edición?

Esta edición no va a ser diferente respecto a esta idea de una programación variada. El slogan que nos acompaña es Una ciudad en movimiento, un festival imparable.  Esto resume lo que sentimos en relación con el modo en el que el arte interpela y como nos posibilita el intercambio, mostrarnos apasionados en defender nuestras ideas y nuestras creencias, lo que de algún modo se relaciona con una polémica algo negativa que se disparó el año pasado a propósito de una obra que presentamos. Más allá de eso negativo, el arte nos obliga a pensarnos, a vernos, y en el slogan proponemos esta idea.
Rafaela es una ciudad que va creciendo y hay gente que se resiste a ese crecimiento, a nuevas miradas, a nuevas generaciones que vienen con empuje y muchas ganas de cambiar cosas. A nosotros nos encanta que desde el festival podamos posibilitar esos cambios. Proponemos un abanico de posibilidades para que los rafaelinos elijan que ver y vayan en busca de lo que deseen y los movilice. La gente no solo se mueve por el “gusto”, sino que también arriesga cuando decide que obras ir a ver. Y decide sentarse con el corazón abierto a lo que le sucede viendo un espectáculo, aunque tal vez no sea lo que más le gusta. Eso le posibilita poder salir y charlar con los amigos con los que fue, o conversarlo luego en el seno de su familia. Yo me encuentro con mucha gente que me cuenta que después de verlas en sus ámbitos de trabajo o en la mesa familiar producen intercambios de ideas o discusiones apasionadas. Eso me parece genial.

Si tuvieras que marcar algunos ejes estéticos o temáticos de las propuestas recibidas por el FTR para esta edición ¿Destacarías algo? ¿Aparecen nuevas temáticas?

Para nosotros es muy difícil programar este festival. En los últimos años recibimos entre 350 y 400 propuestas, a lo que hay que sumarle lo que viene del Instituto Nacional del Teatro y su catálogo de espectáculos, más lo que yo veo en festivales o mercados y me proponen para traer. Con este panorama es que pensamos las posibilidades de programación. Como no tenemos el ojo puesto en una línea curatorial que desarrolle en cada edición algún tema en especial, evaluamos cuestiones vinculadas con la representación de diferentes géneros teatrales (títeres, teatro de objetos, humor, obras de investigación) con lo cual tal vez se pierda la mirada desde una perspectiva temática en particular. No somos un festival que se organiza alrededor de ejes temáticos.
Sin embargo hay temas recurrentes y que aparecen con frecuencia en las producciones: la reversión de textos clásicos, este año tendremos Blanca, que es una mirada sobre el conurbano bonaerense a propósito de Un tranvía llamado deseo; la migración y los viajes, el no ser de ninguna parte en el contexto mundial, algo que es cada vez más triste; las nuevas sexualidades y las elecciones de las personas; las familias disfuncionales; y por supuesto el amor y el desamor, que es un tema que siempre está en el teatro. Estos son ejes que se reiteran y aparecen con fuerza habitualmente en el festival.

«Blanca» de Natalia Villamil – Foto: Laura Castro

Se da la rara coincidencia de que el FTR cumple 15 años y quien fue su impulsor desde la intendencia, Omar Perotti, llega a la gobernación de la provincia y Marcelo Allasino, su primer director, es actualmente director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro. ¿Cuál es, desde tu experiencia,  la importancia social y política de los hechos culturales para una comunidad, más allá de los círculos de la elite interesada? ¿qué importancia tienen las decisiones políticas para que un proyecto cultural pueda encarnar en una comunidad que, como la rafaelina, se termina apropiando del FTR?
El festival desde el primer momento se propuso posicionar a Rafaela como un polo cultural y de referencia para la región y para el país. Hoy, quince años después, podemos decir que esa meta está cumplida. El Festival de Rafaela se ubica como uno de los festivales más importantes del país. Lo que hubo en su origen fue la sinergia de dos personas con mucha mirada de futuro, que no se detienen, que tienen una gran capacidad de trabajo y que trabajaron muy fuerte. Perotti desde la decisión política, Marcelo (Allasino) desde el trabajo arduo con su equipo de producción, para hacer que una ciudad, a veces tranquila o a veces adormecida, se movilice con el Festival y llene salas y entienda que la cultura es parte de todos, y que todos necesitamos esa transformación que se logra a través del arte. El Festival hizo muchas apuestas, siempre creció con pasos sostenidos, pequeños pero firmes; con políticas que pretenden que el Estado y las artes escénicas salgan de las salas teatrales para invadir la ciudad, para tomar el espacio público y para llegar a los barrios. El Festival rompe los prejuicios de que el teatro es para determinada gente y no para todos. Con esto hay una mirada clara a favor de que la gente tenga acceso a la cultura.
Un proyecto como el Festival de Teatro y muchos otros proyectos culturales son necesarios y vitales para el desarrollo de las comunidades. Tal vez el impacto es más grande en ciudades pequeñas o medianas como Rafaela, en donde este evento desembarca y nadie es ajeno a que sucede el festival. Tal vez no todos participen activamente, pero si saben que sucede y que lo hace gente de su ciudad. Yo me emociono cuando de pronto una señora de 38 dice en una entrevista que gracias al Festival vio teatro por primera vez.
Es importante asumir el compromiso de facilitar el acceso a la cultura para todos desde un encuentro organizado por el Estado. A raíz del Festival se creó una escuela de Artes Escénicas y todos los talleres de teatro en Rafaela vieron multiplicados sus alumnos a partir del surgimiento del Festival. Si no tuviera la convicción de que a través del arte podemos cambiar cosas, no pelearía todos los días para tener un espacio cultural abierto a la comunidad, y tampoco pelearía por el Festival como lo hacemos. Porque somos un equipo que le ponemos el corazón.

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