La Dixon y yo

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La cantante Déborah Dixon nació en Costa Rica. Vive en Argentina desde 1984 y allí se convirtió en la voz referente de la música negra. Durante catorce años formó parte de Las Blacanblus, banda con la que grabó cuatro álbumes. Participó en discos y shows de numerosos artistas como: BB King, Koko Taylor, James Cotton, Taj Mahal, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sabina & Páez, Pappo’s Blues, Los Ratones Paranoicos, La Mississippi, Ciro y los Persas y Dancing Mood, entre otros.
Su carrera está contada en el documental La Dixon de la realizadora argentino-tica Adriana Cordero Chacón, que además registra el emotivo regreso de la cantante a su país para hacer un primer show en vivo, luego destacarse en el escenario internacional.
La Dixon cerrará el ciclo de cine latinoamericano Mira pa’ca el sábado 28 de septiembre a las 20 hs. Estará presente la directora y al terminar la proyección Deborah Dixon cantará acompañada de Patán Vidal.

La Dixon y yo

Por Adriana Cordero Chacón (para Nodal Cultura)

Adriana Cordero Chacón, directora de «La Dixon»

Deborah Dixon se cruzó en mi vida más de una vez antes de que yo supiera quién era ella, e incluso antes de que yo decidiera estudiar cine.

Sabía que quería conocerla, que la admiraba y que ella era alguien excepcional. Lo poco que conocía de su historia reflejaba lo que yo había soñado ser desde adolescente, pero que no sucedería, básicamente porque no nací con una voz como la de ella.

Cantar, tomar algo con los músicos más conocidos de Argentina, estar rodeada de rock era todo lo que yo quería para mi vida a los 14 años.

Su voz es conocida y no tengo nada nuevo que decir al respecto. Basta dar play a uno de sus videos en youtube. Pero su carisma, su risa, su aura los descubrí el día que la vi entrar a un gran salón en el que la Embajada de Costa Rica en Buenos Aires había organizado una fiesta el día de la independencia.

Escuché una risa y una energía que me tocaron el hombro, como esas manitos que aparecen en los dibujitos y se llevan como hipnotizados a los personajes. No me animé a hablarle ese día. Pero sabía que algo tenía que hacer.

Unas semanas después, en un festival de cine sobre música, viendo un documental sobre una cantante de jazz, se conectaron todos los cables. Deborah tenía que ser conocida en Costa Rica, yo ya tenía tema para mi primera película.

Quería que en Argentina se supiera acerca de su origen y su historia, que tiene algunos paralelismos con la mía, aunque esto sea así nivel subjetivo, claro.

Salí corriendo del cine en media película y llamé a la cónsul para pedirle el número de teléfono de Deborah.

Nunca voy a olvidar el silencio que hizo cuando le pregunté si aceptaba ser la protagonista de un documental dirigido por mí, una estudiante de cine medio tica, medio argenta como ella. Pensé que me iba a decir que no. El resultado de esa llamada es la película.

Todo esto comenzó en el 2009, con mil idas y venidas, muchas complicaciones pero también con la ayuda de amigos que me prestaban sus equipos, su tiempo, su conocimiento y me aportaban su entusiasmo.

Deborah nos consiguió todas las entrevistas.

El proceso tomó 7 años, desde el primer día hasta que incluimos la entrevista al Indio Solari, luego de haber sido estrenado el documental en Costa Rica. Comencé en Buenos Aires, donde entrevistamos a la mayoría de los músicos. Terminé en la provincia de Limón, Costa Rica, donde paseamos con Deborah para rememorar sentimientos y momentos de su infancia y sus raíces, luego de haber logrado las entrevistas de los IKV y Fito Paez gracias a que dieron recitales en San José.

Que Deborah cantara en San José fue un reto que pudimos lograr porque se alinearon los planetas; pero tardamos 2 años en encontrar la oportunidad.

Uno de los objetivos de hacer cine, desde mi visión de mundo, es aportar algo, cambiar algo. Cada vez que proyectamos la película, hay reacciones diferentes: algunos nos agradecen haber contado la historia y muchas personas salen a buscar a La Dixon en plataformas de música para volver a sus casas escuchándola.

Cada vez que la película y la voz de Deborah entran en la vida de alguien, hay una reacción, y creo que eso es lo que me da más satisfacción, hace que haya valido la pena cada uno de los días que durante esos 7 años trabajé contra viento y marea por la película.

 

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