Miss Colombia

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Lido Pimienta, disidencia y cultura en la antítesis de ‘Miss Colombia’

La colombiana creó un álbum que viaja por las identidades de su país y crítica sus contradicciones.

Por Karen Parrado Beltrán

Barranquillera y de raíces wayuu, la colombiana está en el radar de la música mundial por ‘Miss Colombia’, un álbum atrevido que expone en sonidos la tragicomedia de ser colombiano.

Colombia es una espina incrustada en el corazón de Lido Pimienta. La pronuncia sesenta veces en una entrevista de cuarenta minutos, 1,5 veces por minuto. Parece su signo de puntuación favorito. Su tierra natal no solo le importa porque marcó su vida y música siendo una afroindígena, sino que la confronta, anula y libera. Radicada en Canadá hace más de 10 años, la artista de 35 años llegó con ese sentimiento fracturado hacia su país a ‘Miss Colombia’, su tercer registro publicado en abril pasado, luego de ‘Color’ (2010) y ‘La papessa’ (2016).

Su nombre es vecino de Dua Lipa, Bad Bunny, Lady Gaga, J Balvin, The Weeknd y Tame Impala en el listado de ‘Billboard’ de los mejores álbumes que hasta ahora ha dejado el 2020. Un lugar que le ha valido un reconocimiento tardío en Colombia, pese a que su música lleva años llegando a escenarios diversos de todo el mundo y a haber sido premiada con el Polaris Music Prize a mediados de 2017.

La propuesta de Lido Pimienta ha hecho parte de los ‘shows’ en vivo de KEXP (Islandia, 2018) y A Colors Show (marzo, 2020), en el que el amarillo ocre fue el color síntesis de su ‘performance’ de ‘Nada’, el tercer sencillo de ‘Miss Colombia’ que en la versión del álbum canta con su “comadre” Li Saumet, de Bomba Estéreo.

Derivado de la accidentada coronación (temporal) de ‘miss’ Colombia en la versión Miss Universo de 2015, el álbum de Pimienta apropia el título pop de un certamen de belleza para esculpir la violencia y el racismo despiadados de su país en canciones, al tiempo que se reconcilia con la belleza que vive en él y su gente.

Por eso, Pimienta es una fuerte crítica de la apropiación cultural que hacen algunos de sus coterráneos de los ritmos colombianos, con mucho más eco en la industria musical. Por esto su nombre aparece en las búsquedas de Google como la artista que dijo que J Balvin, Maluma y Shakira le dan “vergüenza”.

Debido a eso, en uno de los interludios de su presentación de KEXP, Lido Pimienta advierte, mientras cuenta una historia personal, que “no se metan con una mujer negra e indígena”.

Ella, la mujer, la madre soltera, la curadora y crítica de arte, la artista relevante de la música alterno latina, es también la que invita desde su crítica a repensar la forma de hacer y apreciar la música colombiana

La gente en Colombia comienza a conocerla, pero usted empezó hace diez años, incluso usando Myspace. ¿Qué recuerda de esos inicios tan autogestionados?

Si hablamos de inicios, serían en Barranquilla, antes de Myspace. En mi primer ‘show’ tenía 11 años y una banda de metal en la escena ‘hardcore’ punk de Barranquilla, nos metíamos en los sótanos de los bares ‘puppies’ y yo era la que cantaba. Cuando me mudé a Canadá empecé de cero con mi música; no sabía grabarme muy bien, pero encontré productores y gente, hice mis primeros intentos y la vaina cuajó. Pusimos esas canciones en el Myspace, pero para que las escucharan mis amigos en Colombia.

Luego, eso lo escuchó un blog que se llama ‘Club Fonograma’, que hace diez años era como el referente de música independiente y experimental de la escena latina. Julieta Venegas leía mucho ese blog y a ella le encantó Lido Pimienta y así me volví como la ‘darling’ de la música colombiana, me llamaba disque la nueva cara de la cumbia. Y yo cumbia de dónde, si yo no hago cumbia. Apenas me están oyendo en Colombia porque me dieron mucha atención y después me desaparecí, porque la industria es muy difícil y más si eres mamá soltera, si vives en un país que no es el tuyo, si tu familia es indígena. Por eso, de pronto, la gente en Colombia apenas está dándose cuenta de quién soy yo, cuando muchos países ya cacharon quién es Lido Pimienta y me invitan mucho alrededor del mundo a tocar.

En su presentación en KEXP Islandia (2018) contó una historia de chantaje sexual alrededor de la canción ‘La capacidad’. El álbum ‘La papessa’ tiene muchas canciones que podrían referirse a temas así…

‘La capacidad’ es un ejemplo primo de ese momento en que te alejas de tu marido, empiezas otra vez a salir con hombres y lo vulnerable en realidad que es la mujer cuando el hombre siente que le pertenece. Luego, en una canción como ‘En un minuto’, donde participó Andrea Echeverri, yo me inspiré en la historia de una niña en Colombia que confió en el novio y él puso fotos y videos de ellos teniendo sexo.

Yo hago eso, todo es alrededor de experiencias reales y crudas, pero empaquetadas en una estética muy clara; el de esta era el tarot y la carta de la ‘papesa’ que dio origen al álbum. ‘La papessa’ hablaba de la mujer, del rompimiento de la familia, de la presión que le ponen de ser la mujer perfecta que tiene que mantener su hogar y aguantarse que el marido le pegue, por eso tiene tantos himnos feministas. Ese fue un proyecto financiado por el Consejo de Arte de Toronto, ni siquiera lo puse con una disquera. Lo puse en internet y me olvidé de eso. Tiempo después me llegó un correo: ‘Oye, lo queremos nominar al premio Polaris’, el premio más importante de la música en este país.

‘Miss Colombia ‘es la tensión suya de amor y odio con Colombia, pero también es una dualidad entre la maternidad que usted vive en carne propia y la de una patria-madre que la expulsa…

El parir es súper violento, es gore, es brutal. De hecho, la canción ‘Nada’ fue la última que escribí porque fue el año (2018) en que parí a mi bebé. ¡Oiga, ese dolor, mi gente! Me iba a morir. Pero sale mi bebé y ya se me quita todo, empecé a arrullarla y de ahí salió esa melodía. Yo tengo esta relación tóxica con Colombia, en donde veo las noticias y es una repulsión total la que siento por ese país. Es como ¡ahhhhrg! Pero amo mi país, me da un orgullo…

El ‘lado a’ de ‘Miss Colombia’ es esa dualidad, ese melodrama, y el ‘lado b’ es la redención de Colombia, que es la cultura. Por eso para mí es tan importante poner al Sexteto Tabalá ahí en la mitad del álbum, las raíces de Palenque. Siento que en la música que se llama ‘música de Colombia’, quienes nos representan en el mundo en realidad no lo hacen, que es lo mismo de las ‘miss’ Colombia de los reinados, no nos representan. Y que si alguien como yo lo dice, que no soy de esos apellidos grandes de ‘familias de bien’ en Colombia, la gente no lo soporta. Como los comentarios que me han dado: ‘Con ese pelo que tú tienes, no sé por qué cantas’, ‘tú tienes que lavarle el baño a estas personas’. Es fuerte porque yo pienso que Colombia es espectacular y los colombianos somos espectaculares, pero luego se caen las vendas y de ahí sale ese álbum.

¿Estamos desaprovechando como país (pero también como región suramericana) la exposición que está teniendo nuestra música, que no alcanza suficiente nivel de representación?

Tal cual. Quizá en términos de superestrellas colombianas la que ha incluido un pequeño porcentaje de representación siempre ha sido Shakira, porque ella ‘samplea’ al Joe Arroyo, o en el Super Bowl trajo a las bailarinas de la champeta y las puso a bailar con ella. Pero me pregunto cuándo vamos a ver a esas superestrellas diciendo ‘bueno, yo represento este género que salió de esta isla, que pertenece a sus calles y a músicos negros; y yo no soy negro, pero lo estoy cogiendo’…

Si yo tuviese esa gran plataforma, me voy a Medellín, una ciudad de tantas orquestas de salsa y merengue; imagínate eso en un proyecto como el de Maluma, el de J Balvin… sobre todo Balvin, al que le importa mucho que lo consideren como artista y no como ‘entertainer’, y por eso busca a este artista japonés que le haga las ilustraciones de ‘Colores’. Cuánto billete él no tuvo que invertirle a ese concepto del círculo cromático, que lo entiendo porque así es como yo hago mis cosas, solamente que la artista soy yo, no me toca contratar a nadie para que lo haga por mí. Me encantaría que J Balvin me dijera ‘bueno, Lido, tanto que me criticas, ayúdame, pues’. Eso sería espectacular porque yo diría ‘mira, olvídate de ser una pancarta caminante para estas marcas y vuélvete una pancarta de tu arte, mírate a ti mismo y la cultura que tienes a tu alrededor, en tu barrio’. Ellos usan la bandera como decoración o accesorio, esa es mi crítica.

La he escuchado decir que sus canciones no tienen que ver con el amor romántico, pero escuchaba ‘Te quería’ y pensaba en que era como una versión más sofisticada de ‘Te boté’, el reguetón en el que participa Bad Bunny..

Claro, esa parte que dice “Yo te boté, yo…” fue en esa época de “De mi vida te boté” porque es ese mismo sentimiento; pero en vez de cantárselo a un hombre o una mujer, yo se lo canto a mi país. Es como todo lo que yo hago en esa misma cosa de orgullo al país, pero darse cuenta de que al país yo no le valgo tres tiras (risas).

“Yo también miraba, yo adivinaba todo, pues bien. También me iba bien, todo lo imaginé. Yo te quería, te quería también. Como instrumento de lo que yo quería ser” (canta). Colombia era ese instrumento, pero a mí allá me dicen: Lido, queremos que toques en Bogotá, y le abras el concierto a un gringo que ‘remixea’ tus canciones, pero no te vamos a pagar a ti, le vamos a pagar a él. “Yo te boté, yo te boté” (canta). Mi sueño es ir a Perú, a Salvador, estar en Colombia y hacerme una vaina espectacular con músicos allá, y Colombia es apenas el inicio de esa investigación y de esa curiosidad que yo tengo con mis propias raíces. Quiero volver a La Guajira, hacer discos, ‘samplear’ y tocar con músicos indígenas wayuu porque eso se están perdiendo, porque es más fácil estar en el vallenato que estar en la música tradicional indígena wayuu cuando no hay carreteras ni agua. Entonces, “yo te boté, yo te boté” (canta y risas).

El Tiempo

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