San Pacho, la celebración afrocolombiana, se bailará desde casa por primera vez en 372 años

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Un San Pacho bailando desde las casas, por primera vez en 372 años

Desde ayer y hasta el 4 de octubre, la fiesta patrimonio de la humanidad, se hace de manera virtual.

Por Olga Lucía Martínez Ante

Leonidas Valencia, director de la Banda San Francisco de Asís, a cargo de la música de las festividades de San Pacho en Quibdó, fiesta patrimonio de la humanidad, dice que esta celebración, que lleva 372 años, es el “desorden más organizado que hay”.

Entiende las leyes del resto del país, sabe que hay otros tiempos y formas. “Pero nosotros tenemos otro concepto de la organización. Por ejemplo, en el resto de Colombia, en las galerías (plazas de mercado) la comida se vende en el interior. Acá se vende en la calle. Lo mismo pasa con la organización social, la familia extendida, ¡y sabemos cómo es ese asunto de que una familia se tome el poder!”, dice en broma.

“Pero volviendo al San Pacho, en esta fiesta está nuestra filosofía de compartir, de que al que llega, no importa de dónde ni sus ideas políticas, se le recibe, se le da trago y comida. Eso es lo que nos une”.

Por eso, para los quibdoseños, que empezaron este domingo su fiesta, que irá hasta el 4 de octubre, de lo más raro que les ha pasado es que este San Pacho 2020 sea virtual. Lo están viviendo desde sus casas luego de más de tres siglos de tomarse las calles, los caminos y el río.

Por primera vez, los habitantes de los barrios Pandeyuca, Las Margaritas, Yesquita, Yesca Grande, Alameda, Roma, Cristo Rey, César Conto, Kennedy, Tomás Pérez, El Silencio y La Esmeralda, considerados los asideros de San Francisco de Asís, donde se gestan las alegorías que cada año muestran su realidad, no podrán salir a hacer la crítica que siempre llevan a cabo ni a reírse en la vía de lo que les pasa al mundo y a ellos mismos.

A uno de los quibdoseños que más rara le parece esta fiesta 2020 es a Mianco. Miguel Ángel Mosquera, su nombre real es disfracero mayor. Ese es su título honorífico que le reconoce la capital chocoana fiestera. Hoy tiene 80 años, pero empezó a los 14, cuando creó “una alegoría de un animal con un domador que iba tocando al animal. Este último se defendía, fue bueno. Y una señora que lo vio pidió que mi creación fuera adelante, para que luciera bien. Ahí empezó todo”, cuenta vía telefónica.

Eran sus días en el barrio Pandeyuca (ahora vive en el Alameda) y le parece muy raro eso de “estar a dos metros de la gente” (por la pandemia), pero eso no le ha impedido hacer parte de conversatorios virtuales con otros conocedores de la fiesta chocoana declarada por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el 2012.

La historia de Mianco es fundamental en la celebración en las últimas seis décadas, pues ha ido perfeccionando su trabajo, al punto de que ha ganado el premio a mejor disfracero en varias ocasiones y ha trabajado para todos los barrios que construyen la fiesta.

Es un contenido que se va narrando”, sigue, y aunque no tiene uno favorito porque todos los que ha hecho son como sus hijos, sí recuerda con cariño un homenaje que le hizo a Alfonso Córdoba Mosquera, ‘el Brujo’, que también fue disfracero y además músico.

Su trabajo para hacer los disfraces puede durar entre uno y tres meses, dependiendo de la idea, “porque hay que empezarlos a trabajar y a ensayar los movimientos para la presentación de la obra. Por ejemplo, si hay que barrer, debe existir la acción completa”.

Por su parte, Valencia cuenta que hacer el San Pacho virtual no fue del gusto de la gente al principio, “hasta que lo aceptaron. Y vea, como si se supiera que esto iba a suceder, desde el año pasado iniciamos el San Pacho en clave digital, con la Asociación para las Investigaciones Culturales del Chocó”, incluyendo cómo se hace el disfraz, los recorridos, las verbenas, qué pasa en los barrios antes, durante y después de la fiesta, a través de piezas digitales con textos muy literarios”.

De todos modos y como esta es una celebración que une más a los afros y la parte religiosa, se hizo la misa en la catedral de Quibdó, en la que estuvieron los sacerdotes y la banda, que fue transmitida para la gente que está en sus casas.

La relación entre lo afro y lo religioso viene, cuenta Valencia, de los dioses de la tradición de la santería con la que llegaron los esclavizados al país y tiene su base en la solicitud de favores. “Si me curas a mi hijo, te doy esto; si tengo una buena cosecha, te doy lo otro, y así, en una contraprestación de favores”.

En la música, la fiesta de San Pacho recoge los sonidos tradicionales del Pacífico colombiano (currulao, aguabajo, arrullos) y también, sigue Valencia, las de la parte Atlántica, porque el Chocó tiene costas en este mar y llegar hasta él se ha dado a través del río Atrato, especialmente.

Este año, el desorden mejor organizado hecho fiesta abre las ventanas para verse por las redes. Esto permite que el cómo se hace y se piensa la fiesta pueda estar disponible en muchas partes, y que su esencia siga en Quibdó, donde sus gentes, comandadas por Valencia y otros cultores, sigan buscando la forma de que la tradición no se pierda y que las nuevas generaciones la defiendan.

Las celebraciones se pueden seguir por las redes sociales de la fundación Fiestas Franciscanas de Quibdó.

El Tiempo

 

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