Miguel Rep: «En el corto recreo mis paraísos personales, que son de dibujo también»

Foto: Augusto Starita
2.437

Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Miguel Repiso – REP – es un popular artista plástico argentino, reconocido por su trabajo en el humor gráfico, pero tiene una gran cantidad de obra vinculada a la recreación de obras literarias -como el Quijote de la Mancha- y escritores. Ha participado de muestras propias y de espacios dedicados a la literatura y pintó murales en varias provincias de la Argentina, además de hacerlo en Caracas, Montevideo, Santo Domingo, México DF, La Habana, Madrid, Barcelona, Zaragoza. También participó de pabellones argentinos en la Feria del Libro de Frankfurt y en la Bienal de Arquitectura de Venecia.

El 15 de octubre, en el marco del Festival Isla 2020 de Dublin (Irlanda), presentó su primer cortometraje «Paraísos perdidos entre líneas». Sobre este trabajo, producto de la pandemia y las raras condiciones del trabajo en el encierro, hablamos con REP.

Hace unas semanas presentaste tu primer cortometraje animado ‘Paraísos perdidos entre líneas’ que está atravesado por el mundo de la literatura ¿Qué nos podés contar al respecto?

Fue una experiencia nueva para mí. Todo fue hecho acá, desde donde estoy hablando, todo salió de mi estudio y es un producto absoluto de esta cuarentena, de esta pandemia, porque afronté personalmente desde la ejecución del guion y del dibujo, como la grabación, la edición final y hasta la transferencia a quien me lo había pedido, el Instituto Cervantes de Dublín.

Si esta nota hubiera sido en febrero y me hubieras dicho ‘¿es verdad que vas a hacer Paraísos perdidos?’ Yo te hubiera dicho ¿de qué país y qué mundo estaba hablando? Antes de la cuarentena no tenía idea de cómo hacer algo así; esto de animar, que se vieran mis manos dibujando en cámara rápida, y con música, y con texto y todo lo demás. Yo no tenía idea cómo lo iba a hacer, y sin embargo salió.

Es un producto del encierro y de ver qué recurso tengo a mano. El pedido muy preciso del Instituto Cervantes de Dublín. Todos los años hacen un festival literario, con centro en Irlanda y la lengua española, y este año me convocaron a mí como representante de la Argentina.

Me pidieron una ponencia de hasta 15 minutos. Si ves el Festival Isla, que lo subieron el 15 de octubre, vas a ver que hay irlandeses del norte y sur, españoles, peruanos, costarricenses. Lo raro es el argentino que dibuja, que no hace una ponencia.

Me lo pidieron con mucha premura, yo le pedí el doble de tiempo, porque no es lo mismo grabar un speech con una camarita donde yo hablo, y ellos necesitan traducir, que mi dibujo, que es muy complejo. Tardé como ocho sesiones de varias horas para que resulten estos nueve minutos y medio.

¿Cómo resultó la recepción del corto? Porque seguramente, aunque fue pensado para un festival literario, muchos lo vimos totalmente fuera de ese contexto, como una pieza artística en sí misma.

No esperaba tanta repercusión. Pensaba que iba a ser una cosa así, como interna del festival. Si vas a Dublín, estás en el evento y presentás el corto, lo ve ese circuito muy cerrado de gente que va al ahí. Sin embargo, con esto de las redes ya me estoy acostumbrando a que lo que uno hace no es sólo para un auditorio cerrado, sino para un auditorio sorprendente y de miles.

Cuando me invitaron me dijeron que el tema de este año es Paraísos perdidos, a raíz del libro de John Milton. Paraísos perdidos y recobrados, agregan, un poco por el tema de la pandemia. Entonces empecé a pensar que hacer con este tema, y empecé a pensar autores argentinos, autores españoles, un autor irlandés. Entonces elegí Borges, Cortázar, Cervantes y Joyce, e hice el guion y después lo dibujé. Y ahí está el producto. Está para que lo vea quien quiera. No hay que pagar entrada ni nada.

Viendo el corto sorprende que haya sido el trabajo de una sola persona y que además nunca antes había hecho algo así. Tiene una factura muy compleja ¿Cómo se trabajaste en la producción? ¿bocetaste primero para luego poder hacer esos dibujos? ¿hay un trabajo de edición en cada uno de los episodios o dibujaste cada uno sin detenerte?

No, para nada. Lo único que hago es ir preparado al dibujo. Esto es sin red. ¿Querés saber qué es lo extraño en mi laburo con respecto a este corto? Es que cuando laburo para el diario, para los libros, para revistas, boceto mucho, después paso a tinta, después escaneo, tengo mucha red. Puede llegar a no gustarme el dibujo y lo tiro y lo hago de nuevo, que es lo que estoy haciendo ahora para el diario de mañana. Estoy sobre papel, después paso a tinta, después escaneo, después coloreo y lo mando.

Pero en este caso es poner la cámara de arriba, poner el papel en blanco, meter la mano y a lo que salga. Por supuesto que hay un guion previo, pero no hay boceto. Es ver qué pasa cuando la tinta se apoya ahí y hay continuidad, no hay interrupción. Son dibujos que los ves en un minuto en cámara rápida, pero llevaron dos horas de trabajo. Es sin aliento  y a lo que pase. Y si hay un accidente, si hay algún error, lo aprovecho y me voy para ese lado.

Por supuesto que tengo idea de que lo voy a dibujar a Borges. Tengo una idea que lo voy a dibujar a Cortázar. La novedad acá es que dibuje a Joyce, que no lo había dibujado. Pero lo había estudiado como rostro, con fotos y cuando fui al papel tenía el gesto de él. Y luego Dublín, que es una ciudad que no conozco. Esa es la preparación como para ir después ahí y que pase lo que pase.

Por supuesto que si no me gusta el dibujo, vuelvo atrás, rompo la hoja, pero trato de que no ocurra eso. Trato de que pase algo, que aprendí trabajando en murales, es que todo accidente y todo error es un camino y hay que seguirlo.

En tus presentaciones con Pedro Saborido dibujas en vivo, si bien hay algunas ideas previas, la obra se hace en el momento ¿esa práctica te resulta útil en un trabajo como este?

Es verdad, tengo una gimnasia, pero esto es otra cosa. Esto es una exposición, el trabajo queda a la vista y queda para siempre. Esto era para un festival literario. Vos sabés que los literatos son gente muy crítica. Tenía como varios Súper Personajes aquí. Los que participan de Isla no es la misma gente que se mueve en el campo de la historieta y el humor.

Lo que pasó es que en poco tiempo se potenciaron todos los saberes, entre comillas, que yo tenía. Incluso considero que la animación, cuando son dirigidos por alguien, ese alguien es como un director de ópera. Un tipo que dirige actores, que dirige la musicalización, que dirige el tono. También hace el casting de personajes, porque los dibuja, y también elige la posición de cámara. Porque no es lo mismo cenital que a ras de piso. Entonces me he considerado un micro director, porque realmente se maneja todo.

Claramente lo dirigiste 

Y en eso está toda la acumulación de pasiones. Uno tiene una pasión por la historieta, la pasión por la música. Y pasión por el cine. Y cuando no tenés tiempo es como que se condensa y aparece todo eso.

La magia definitiva, por supuesto, esta edición. Es la edición la que hace la película, es la edición la que hace el producto final. Todo lo demás se puede ralentizar o se puede acelerar más. Pero si la chingas, fuiste. Como en una película tradicional.

Varias cosas me llamaron la atención en el corto, pero una es que además de los  escritores que seleccionaste para dibujar, agregaste al Quijote, que no es un escritor. ¿Por qué introdujiste un personaje de ficción?

Porque el Quijote es algo que siempre tengo en la mano. El Quijote es el elemento más ficcional de la peliculita.

Hay otra cosa que olvidé decir. Muchos de esos argumentos, muchos de esos 6 o 7 momentos, son gobernados por el dibujante que soy. Es decir, yo tengo ganas de dibujar una batalla. Tengo muchas ganas de disfrutar haciendo una vegetación frondosa barroca de Latinoamérica, que es el lugar a donde soñó venir Cervantes. Los paraísos perdidos hablan de eso, de los paraísos que no fueron o las ilusiones perdidas.

En el caso de Quijote, una batalla de esa índole como la que dibujé, podría ser en la que hubiera querido estar el Quijote, a pesar de que él dentro de su locura pudo haberla vivido también. Entonces a mí me gobernó el dibujante que dibujó la batalla. En caso de Cortázar, quise dibujar una ciudad, en el caso de Borges quise dibujar una biblioteca y así, cuando la gente vea el cortito, se dará cuenta de lo que estamos hablando. En el corto recreo mis paraísos personales, que son de dibujo también.

Cuando yo me involucro en el corto, porque hay un momentito donde hay un niño que está mirando un patio, ese es el patio de mi infancia en un inquilinato del barrio Boedo, y lo recree porque no tengo fotos de ese inquilinato. Recree eso como nunca lo había hecho, y está lleno de emociones.

Respecto de las emociones se nota el trabajo para reconstruir distintas sensaciones o evocaciones en cada uno de esos momentos. Tengo la sensación que mucho de la particular emotividad de cada episodio tiene que ver también con las técnicas que utilizaste, que no es la única en todo el corto

Voy a repasar. En el primero, en la presentación, hay un fondo negro y utilicé témpera blanca sobre cartón negro. En el segundo apareció la línea y de vez en cuando algún toque de tinta aguada, y en el último, en el más melancólico, el de Joyce, utilizo tinta aguada, como una especie de acuarela. Y al final hay unos colores que son tempera acrílica. Eso es como colorear. Esa sensación de melancolía es una aguada de tinta china con el pincel. Después creo que es pura línea, que es mi lenguaje favorito.

James Joyce según Rep

También alternas dibujos más planos con otros con más profundidad. El dibujo de Joyce que tiene otra calidez, esa melancolía que mencionás

Tiene melancolía, esa es la palabra. Ahora que recuerdo el de Cortázar también tiene una aguada. Fíjate que lo he mojado mucho ese papel y luego lo he entintado para que haya una especie de desborde de noche con día. Y también hay un trabajo de contraste de negro, pero hay mucho negro en el de Cortázar.

En cambio, en el de Joyce trabajé más las tonalidades de grises. Por el tema de la melancolía. Leyendo a Joyce me sale eso, y Dublin mismo me da ese aspecto. Cuando dibujé ese Dublín, es el Dublín de la infancia. Porque Joyce tuvo una infancia allí, en esos años que documenté, y luego se fue a París. Toda su obra la escribió básicamente en París, así que por lo que escribió Joyce calculo que su paraíso perdido fue su infancia en Dublín.

 

También podría gustarte