«El abrazo de la serpiente» de Ciro Guerra

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La película de Ciro Guerra, es una compleja narración cuyos sentidos estallan más allá de la trama. Cuenta la historia de el encuentro entre Karamakate, un hombre que es chamán y el único sobreviviente de su tribu y dos científicos en dos momentos diferentes de su vida y de la historia del mundo. En 1909 conoce a Theodor Koch-Grünberg, entomólogo alemán y el estadounidense Richard Evans Schultes quien visita la selva amazónica en 1949 siguiendo los escritos de su antecesor y en busca de la yakruna, una planta sagrada, cuyas propiedades curativas se consideran incontables.

¿Qué se proponía cada científico con apenas 40 años de diferencia? ¿Cuál es el sentido del conocimiento? ¿Cuál el del dominio del hombre positivo sobre la naturaleza? ¿Cuánto es “conocible”? ¿Puede toda experiencia ser comprendida desde la perspectiva del conocimiento científico?

Si todas estas preguntas son realmente complejas, El abrazo de la serpiente es además un recorrido sobre un mundo que no solo no es necesariamente asequible a partir de los conocimientos y la experiencia de la mayoría de los espectadores, sino que propone una cuestión de orden ético: ¿cuáles son las herramientas correctas para aproximarse a otra cultura, para intercambiar, para comprender?

La experiencia frente a El abrazo de la serpiente es necesariamente sensorial. Ese mismo camino en el que se aventura Koch-Grünberg, enloquecido como si fuera un personaje Herzogniano, o en el que Karamakate lleva a Schultes, es el camino en el que Ciro Guerra lleva al espectador, que de a poco queda envuelto en un viaje espiralado, mágico y profundamente bello.

De este modo, la película se constituye como una apertura a la experiencia y a la duda, a la indagación sobre la posibilidad de una totalidad imposible de ser conocida pero si de ser experimentada. Al ser esta experiencia intransferible, la obra se convierte en una representación de aquello que es inasequible.

Frente a ello, solo nos queda la duda.


Abrazo de la serpiente – Entrevista con Ciro Guerra

En “El abrazo de la serpiente” el director colombiano Ciro Guerra realizó quizá su viaje más largo en la cinematografía. Sintió el rigor y el poder de la selva y rescató en esta película parte de la historia y la identidad de culturas cuyas huellas se niegan a desaparecer por completo en la espesura de la Amazonía. La entrevista con Ciro Guerra.

¿De dónde surgió esta historia?

Del interés personal por conocer el mundo de la Amazonía colombiana, que es la mitad del país, a pesar de lo cual sigue siendo desconocido y oculto inclusive para mí, que he vivido toda mi vida en Colombia y que soy colombiano.

En general, el país siempre le ha dado la espalda a este conocimiento y a esta manera de ver el mundo. Es una parte de él que se subestima y, por lo que me he dado cuenta, que es fundamental. Pero para empezar a estudiarlo e investigarlo uno siempre lo descubre a través de los ojos de los expedicionarios, de los viajeros casi todos norteamericanos o europeos que eran los que venían y nos daban las noticias sobre nuestro propio mundo, sobre nuestro propio país.

Entonces se me ocurrió contar una historia a través de ese encuentro, pero desde una perspectiva en la que el protagonista no fuera el blanco, como siempre, sino el indígena, el nativo americano, que cambia todo el punto de vista y es renovadora. Y realmente lo que termina pasando es que este personaje Karamakate se vuelve tal vez el primer protagonista indígena del cine colombiano, pero al mismo tiempo uno con el que cualquier persona en el mundo se puede identificar.

Está contando una historia de dos tiempos diferentes basado en dos relatos de expedicionarios que no se conocieron. ¿Cómo fue el proceso de escritura y cómo encontró el hilo conductor para narrarla?

Hay una idea dentro de muchos de los textos del mundo indígena que habla de un concepto del tiempo diferente. El tiempo no es como lo entendemos en occidente, una continuidad lineal, sino una serie de cosas pasando simultáneamente en diferentes universos paralelos.

Es esa concepción que algún escritor llamaba ‘el tiempo sin tiempo’ o el ‘espacio sin espacio’ y cómo se conecta con esta idea de los expedicionarios que hablaban de que muchas veces, cuando uno de ellos venía 50 años después de que había pasado otro, la historia de ese otro personaje ya estaba contada en forma de mito. Para muchas comunidades era siempre la misma persona la que volvía porque subsistía la idea de un solo hombre, de una sola vida o una experiencia vivida a través de muchos hombres.

Esa idea me pareció un punto de partida muy interesante para el guión porque, a pesar de que es una película contada desde una perspectiva y con un protagonista indígena, tenía puntos de conexión con el espectador que son estos personajes que vienen de nuestro mismo mundo y con los que podemos entender sus motivos y, lentamente a través de ellos, se va dando el paso a la visión del mundo indígena, que nos ofrece Karamakate.

Con todo lo que ha pasado ¿cómo sintió la relación con la gente, con la comunidad y la recepción que hubo sobre la película?

Las comunidades fueron muy colaboradoras. La gente del Amazonas es muy cálida, muy bella, abierta, con mucho corazón. Obviamente al comienzo desconfían un poco, pero es mientras comprueban que uno no tiene malas intenciones, porque también hay gente que ha venido a sacar cosas y a hacer daño. Realmente quedamos muy contentos de haber podido trabajar con ellos, la gente se entusiasmó mucho con el proyecto.

Igual, lo que estamos haciendo es rescatar una Amazonía que ya no existe, que ya no es lo que era antes. Esta película es como crear un recuerdo que haga que eso exista en la memoria colectiva porque estos personajes como Karamakate, sabedores, guerreros payés, ya no existen. El indígena moderno ahora es otra cosa, hay mucho conocimiento que se mantiene, pero también hay mucho que se perdió, muchas culturas, muchos idiomas, muchas lenguas.

Ahora ese conocimiento se da más a través de la tradición oral, pero no está escrito y desde mi experiencia personal tratar de aproximarme a ese conocimiento fue bien humillante, porque es algo que no puede aspirarse a entender en poco tiempo como lo que se adquiere en una universidad o el colegio, sino que es un algo que está relacionado con la vida, con la naturaleza y que es realmente una gran masa gigantesca de conocimiento al que ojalá uno pudiera asomarse un poquito.
La única manera de aprender es viviéndolo, y vivirlo durante muchos años. Por eso esperamos que a través de la película se genere esa curiosidad por aprender y por respetar ese conocimiento y también entender que es importante para el mundo de hoy.

No es una cuestión de folclor o de culturas que están muertas, sino un conocimiento que tiene que ver con lo que el hombre está buscando hoy en día, que es cómo lograr un equilibrio con la naturaleza, con los recursos que se tienen sin devastarlos y procurando la armonía no solo entre el hombre y la naturaleza sino entre las diferentes comunidades que componen la humanidad. Y cómo ese lograr un equilibrio y una armonía es una manera de alcanzar una felicidad que no es posible con los sistemas políticos y sociales actuales.

En ese proceso de investigación y conocimiento de estas culturas ¿hubo algo que haya cambiado en su forma de ver el mundo?

Sí, claro. Todo. Yo inicio este proceso de una manera y presiento que hoy en día ya soy otra persona. Creo que eso lo experimentamos todos los que participamos en este proyecto. Uno se mete a nadar en un gran flujo y aprende todos los días cosas nuevas, fue un proceso de aprendizaje constante. Comprobamos que todo contiene un conocimiento, desde la piedra hasta la planta, el insecto o el viento, y a estar muy contentos con eso. Es algo que le cambia a uno las cosas.
Obviamente cambiar de vida es muy difícil para quienes ya hemos sido criados en este sistema, pero sí fue como aproximarnos a otras formas de vida y aprender que no hay una sola forma sino muchas de ser humano y de existir. Creo que esta es otra de ellas muy válida y muy bella y es importante que la conozcamos y la respetemos.

Perfil – Ciro Guerra – Director

El director de El Abrazo de la Serpiente nació en Río de Oro (Cesar, Colombia) en 1981.  Cursó Estudios de Cine y Televisión en la Universidad Nacional de Colombia. A los 21 años de edad, después de dirigir cuatro multipremiados cortometrajes, escribe y dirige La Sombra del Caminante.

Esta ópera prima que obtuvo 15 premios y menciones en los Festivales de San Sebastián, Toulouse, Trieste, Mar del Plata, Austin, Quito, Santiago, Varsovia y La Habana. Fue estrenada en Colombia en abril de 2005, y fue seleccionada en más de 80 Festivales de todo el mundo, incluyendo Tribeca, Locarno, El Cairo, Pesaro, Hamburgo, Calcuta, Seúl, Río de Janeiro y Guadalajara.  Fue incluida por el Festival de Cine de Bogotá en la lista de las 10 mejores películas colombianas de los últimos 30 años.

Su segundo largometraje, Los Viajes del Viento, hizo parte de la Selección Oficial del Festival de Cannes 2009.  Estrenada en Colombia en abril de 2009, fue vendida a más de 15 países y seleccionada en 90 festivales, incluyendo Toronto, Rotterdam, San Sebastián, Hong Kong, Jerusalén y Londres, y obtuvo premios en Cannes, Santa Bárbara, Málaga, Santiago, Bogotá y Cartagena.

Recientemente fue escogida por la revista Arcadia como una de las obras colombianas más importantes de los últimos 100 años.  Ambos filmes fueron escogidos para representar a Colombia en el Premio Oscar como Mejor Película Extranjera.

Publicado por Blogarfikel

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