Las mujeres insumisas

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Por Laura Salomé Canteros 

Se presentó “Poesía insumisa 1”, el libro de la cooperativa gráfica “La Voz de la Mujer” de la Villa 20 de Lugano, una experiencia que recupera y continúa la lucha por los derechos de las anarquistas y feministas y en la que “callarse es una forma de desaparecer y escribir de hacerse ver”. 

Revolucionar lo cotidiano, recuperar con abrazos, alzar al aire y hacer eternas las voces de las mujeres por la liberación, otrora apropiadas por la opresión capitalista, racista y heteropatriarcal. “Antes me callaba y le pedía a otra que hable por mí”, dijo una de las impulsoras durante la presentación del libro; “prefiero perder a mi marido que al movimiento”; dijo otra y arrancó las risas cómplices de sus compañeras y los aplausos y la arenga de todas las almas que estábamos.

“La Voz de la Mujer” es un emprendimiento gráfico de la Asamblea de Mujeres del MTD Lucha y Libertad de la Villa 20 de Lugano en la Federación de Organizaciones de Base (FOB). Integrada por mujeres, realiza agendas, cuadernos y anotadores armados de forma artesanal y con diversas técnicas y materiales, “cada cuaderno es único y representa la creatividad, la elección de colores, formas y diseños que nos representan en nuestros diversos orígenes”, sostienen.

El nombre de la editorial es un homenaje a las mujeres que entre 1896 y 1897 editaron en nuestro país el periódico comunista anárquico “La Voz de la Mujer” y mantienen esa tradición viva en el amor del trabajo colectivo y en la importancia de la autogestión.

“¿Hay lugar para la poesía, cuando la vida parece escaparse entre los dolores de la nostalgia, del esfuerzo cotidiano para ser y existir, de las muchas violencias sufridas?”, se preguntan en palabras de Claudia Korol, quien realizó el prólogo insumiso, y en seguida se responde, “las mujeres de la FOB rompieron las normas que las sujetaban en el corralito de la pura sobrevivencia”. Y organizadas, y juntas, hoy leen y hacen poesía, trabajan, dibujan y pintan, desde el placer y la libre expresión de la alegría.

“Compartimos muchas cosas con las compañeras mientras pintamos”, relatan, el proceso de aprendizaje y de apoderamiento de las diferentes técnicas artísticas de la cooperativa fue acompañado de la reacción sensible de estas mujeres ante la lectura de las poesías que integran el libro. Entre los trabajos, las familias y el feminismo (que las llevó a luchar a las calles), se hicieron un lugar para las amigas, y para, con la misma calidez, pensar cómo publicar el recorrido por esas líneas repletas de colores, naturaleza, manos estrechadas, subversión, música y rebeldía nuestroamericana.

Cada tapa de “Poesía insumisa 1” es una xilografía original. Como cada una de estas mujeres, obras irrepetibles. “Hacemos rodar la prensa y logramos estas imágenes únicas”, dicen. La potencia de lo artesanal es tanta como el acompañamiento que realizan a Reina Maraz, una hermana quechua parlante condenada a perpetua por ser mujer, pobre, migrante e indígena.

Emocionan las historias de estas mujeres, al igual que las poesías, que si no interpelan mueren destinadas al olvido de las bibliotecas. Este libro recopila, no solo las voces de las originarias, de las luchadoras y las que no obedecen, sino también de las que se organizan, de las que dan lo que no tienen y de las que ofician de maestras de las otras, de las que creen que los sueños son de todas, y desde ahora, de las piensan que “la poesía es una herramienta más en nuestra lucha”.


 

Soy India (Patricia Karina Vergara Sánchez)
Soy india.
Morena, chata de la cara,
en un país
obsesivamente racista.

Soy lesbiana,
en una nación
que compulsivamente me persigue.

Insisto,
en la libertad de decidir sobre mi cuerpo,
en territorio
de quienes realizan leyes
que buscan doblegarme.

No creo en su dios,
aun cuando habito un Estado
opresivamente católico.

Invoco a las diosas,
dentro de un patriarcado
que hace miles de años intenta ocultarlas.

Participo en la lucha laboral,
de un pueblo
ya comerciado y en las manos del patrón.

Conozco la importancia
de la labor contestataria,
cuando en mi patria
se encarcela a quien disiente.

Soy antiimperialista,
viviendo al lado de Bush.

Soy gorda,
en la cuna
de la tortura estética,
de la anorexia y de la bulimia.

He dado a luz,
en una era
que acabó con la esperanza,
ya hace tiempo.

Le apuesto a la lucha libertaria,
en el reino del televisor.

Soy pobre,
en un planeta
en donde comen migajas
tantos millones de pobres.

Soy feminista,
en una tierra hostil
a la palabra mujer.

Soy mujer.
En un tiempo
en que el feminicidio
nos ha vuelto desechables.

Por supuesto,
dicen que estoy loca,
extremadamente loca.

Que soy rara, que me he vuelto extraña.
Que no tengo lugar en el mundo.

Entonces, no me queda de otra:
Tengo que darle nombre al racismo,
que señalar el desprecio,
que elegir sobre mi vida,
que armarme antipatriarcal,
que inventar la fe para dársela a mi hija,
que rebelarme contra el patrón,
que escribir por la libertad a las presas políticas.
que denunciar al imperio,
que amar mi cuerpo,
que apagar el televisor,
que mostrar mis bolsillos,
que actuar contra la misoginia,
que buscar justicia para las mías,
que demandar castigo a los asesinos.

Es por todo ello,
que no tengo más remedio
que darles la mala noticia
a las buenas y tranquilas conciencias:

Estoy aquí.
Exigiendo a gritos,
la parte que me corresponde del mundo.
Y no voy a callarme la boca, ni a desaparecer.

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