[Exclusiva NodalCultura] Andrea Testa y Francisco Márquez, directores de «La larga noche de Francisco Sanctis»

1.582

Por Daniel Cholakian – NodalCultura

Andrea Testa y Francisco Márquez son dos muy jóvenes directores de cine argentinos. Testa estrenó previamente, en este mismo año, su documental “Pibe chorro”. Márquez había presentado en 2014 el suyo, “Después de Sarmiento”. Son socios en el cine y padres de una hermosa bebé, a quien llevan a festivales, estrenos, entrevistas. Y los tres están siempre con un buen humor incurable.

Este año presentaron su primera película de ficción, “La larga noche de Francisco Sanctis”, con la cual ganaron la competencia oficial del Festival de cine independiente de Buenos Aires (BAFICI) y fueron seleccionados para la sección oficial “Una cierta mirada” del Festival de Cannes.

“La larga noche de Francisco Sanctis” cuenta la historia de un hombre a quien la casualidad le impone un destino y una disyuntiva. Una vieja amiga le informa que dos personas serán secuestradas por la dictadura en la siguiente madrugada. Él sabe donde están y es su decisión avisarles o no. Cuenta solo con esa noche, de modo que cualquiera sea la decisión que tome, debe hacerlo rápido y con un importante grado de compromiso personal. No se trata de hacer un llamado, debe atravesar la ciudad para darles el dato personalmente. El viaje de Francisco Sanctis a través de la noche del sur de la ciudad de Buenos Aires, agobiada por la oscuridad atroz de la más sanguinaria dictadura de su historia, es un viaje silencioso y lleno de miedos, angustias, sospechas y dudas. Silenciosa, la película remite, como la novelística de Humberto Constantini, autor del relato original, a una permanente sensación de persecución, a la certeza de una mirada vigilante y a la imposibilidad de sentirse acompañado en medio de la decadencia de la sociedad y la pérdida de todo lazo.

El temor inscripto en el cuerpo y el compromiso ético fueron los temas que de un modo u otro fueron centrales en el diálogo que, alternando prolijamente uno y otro en las respuestas, tuvo NodalCultura con los dos directores de esta notable película.

¿Por qué decidieron adaptar esta novela de Humberto Constantini, cuya obra es difícil de trasladar al cine?

F.M.: Leímos la novela, a la cual llegamos de casualidad, por un librero de un puesto de libros usados en el Parque Centenario que nos aseguró que no nos íbamos a arrepentir, y está claro que tuvo razón. Nosotros apenas conocíamos apenas la obra de Constantini, pero en cuanto terminamos de leer la novela, a los dos nos quedó la sensación de que queríamos continuar con ella, que pase algo. Se la prestamos a todo el mundo a nuestro alrededor, y en ese movimiento surgió la idea de hacer la película.

¿Cuáles fueron las cuestiones que nos atraparon de la novela para llevarla al cine? Primero que aborda la dictadura desde un lado bastante original. No la aborda ni desde la militancia, ni desde el terror impuesto por la violencia militar. El personaje no es militante, ni tiene cierta simpatía por el régimen. Es un hombre aparentemente neutro. Es parte de esa llamada mayoría silenciosa. Nos parecía interesante problematizar sobre ese sector social, porque de alguna manera y sin que la película ni nosotros pretendamos juzgar a nadie, este grupo permitió la instalación del régimen militar. Por otro lado la temática nos parece actual, porque más allá de que la película esté ambientada durante la dictadura, nos habla sobre cómo nos asumimos o no como sujetos políticos. Esto nos pareció de una actualidad profunda, que nos interpelaba a nosotros también.  Por último la novela contiene elementos muy cinematográficos. Por un lado la cuestión de un personaje ordinario envuelto en una situación extraordinaria, muy del cine de Hichtcock, y por el otro la condensación del tiempo. La narración ocurre centralmente en un solo día, y esa condensación del tiempo nos parecía que podía ser muy potente narrativamente.

¿Cómo encararon el trabajo concreto con el guion de la novela?

A.T.: Fue un proceso de muchos años. Las primeras versiones traían la voz en off que está presente en la novela. Lo primero que hicimos fue intentar asimilar el guion a la novela. Por suerte después el debate entre nosotros y la pelea con el material que estábamos creando, nos llevaron a replantearnos si esa era la película que queríamos hacer. Si lo que queríamos era una película “dicha” por el personaje o no. Entonces decidimos confiar en el lenguaje cinematográfico y sacamos la literalidad. Tuvimos un profesor de guion que nos dijo que nos apropiáramos de la novela, hacerlo con todo respeto y mucho trabajo, pero llegar a esa esencia que a nosotros nos había movilizado. Así que así empezó el trabajo de sustraer, absorber y confiar también en las acciones que Francisco Sanctis va llevando adelante. Como siempre contamos, en la novela al protagonista las cosas se le van apareciendo en el camino, y en la traslación al guion eso nos ponía frente a un personaje pasivo, lo que nos llevó a preguntarnos qué es lo que realmente queríamos contar. Así llegamos a tener claro que queríamos relatar su voluntad, y entonces comienza a cambiar algo. Tuvimos el trabajo de poner en escena esas acciones y contener aquello que en la película el personaje no puede decir, todo aquel pensamiento que en la novela conocemos, pero que si acá lo decía, se convertía en algo riesgoso. Se ponía en riesgo él o a un ser querido. Estos fueron los caminos que fuimos tomando a la hora de desarrollar el guion. Por supuesto que luego a esto se sumó todo el equipo técnico y artístico, que ayudó a completar el trabajo en la construcción de la película.

En este sentido no se puede dejar de poner énfasis en el trabajo del protagonista, Diego Velázquez ¿cómo pensaron en él para encarnar a Francisco Sanctis?

F.M.: Diego se nos apareció como la imagen del personaje cuando lo vimos en la pantalla en la película “Relatos salvajes”, donde hace un personaje pequeño. Su imagen, su rostro en el cine, rápidamente nos produjo la sensación de que era él. Indagando más en su trabajo nos encontramos con un actor increíble. Entonces fuimos al teatro donde estaba actuando, con el guion bajo el brazo, y al final de la función lo buscamos, le dimos el guion y le pedimos que la protagonice.

Lo que él tenía que hacer es muy difícil, porque tenía que contenerse, no decir y sin embargo trasmitir muchas sensaciones al público. Nos facilitó todo que él tiene un conocimiento bastante amplio del lenguaje cinematográfico, por lo cual trabajamos mucho mostrándole las referencias visuales, entendiendo que su cuerpo estaba dentro de una puesta de luces determinada, con un sonido determinado, en un plano determinado, y que él tenía que actuar y ser parte de esa imagen, que es en definitiva lo que queda. Pudimos trabajar mucho esto con él, y creo que se percibe en la película.

Si Francisco Sanctis se encuentra ante un dilema ético en su decisión sobre hacerse cargo o no de su ser político, Andrea Testa y Francisco Márquez han asumido el propio de un modo muy destacable. El BAFICI, donde su película tuvo sus primeras presentaciones, es organizado por el ministerio de cultura de la ciudad de Buenos Aires. En ese momento el ministro de cultura de la ciudad era Darío Lopérfido, quien por esos días sostenía que los desaparecidos en Argentina no habían sido 30000 y que ese número se había arreglado entre pocos en una mesa para cobrar subsidios. Al presentar ante el público la película, los jóvenes directores comenzaron la presentación repudiando las declaraciones del ministro de cultura ante las autoridades del festival, en su “propia casa”.

¿Cómo fue el trabajo de selección de las locaciones, ya que hay una presencia dominante de la noche oscura de la ciudad de Buenos Aires?

F.M.: Siempre decimos que no nos interesaba contar la dictadura, sino que de alguna manera se pueda vivir, respirar, sentir la asfixia que se vivía en ese momento. No era tanto contar, sino trasmitir sensaciones. En ese sentido las locaciones jugaban un rol muy importante. Teníamos un problema de orden productivo. La ciudad está muy intervenida, y nosotros no teníamos muchos recursos económicos como para intervenir sobre esta intervención que la transformó. Entonces pensamos mucho como explotar esos problemas, para transformarlos en desafíos creativos. Por eso trabajamos las locaciones no como espacios en sí mismos, sino pensando cómo estos se combinaban con una propuesta estética, tanto en lo visual como con el sonido y con el cuerpo de Diego puesto allí. Siempre pensamos la película construida desde la subjetividad del personaje, por lo tanto despegada del realismo. Nosotros vemos y escuchamos como ve y escucha el personaje. Entonces las locaciones son más una visión de él que un espacio con reglas propias. Él en un momento entra a un bar, un lugar en el cual se tiene que exponer, donde hay otras personas y allí todo el espacio se acomoda a su subjetividad. Lo mismo ocurre con la oscuridad. La oscuridad funciona como el lugar donde anida el peligro. Eso que no se ve nos permitía resolver que no se vea algo que en términos de producción no se tenía que ver, pero en términos estéticos, como en el expresionismo alemán, es el lugar en donde anida el terror.

¿Cómo fue la experiencia de Cannes? Debe ser particularmente fuerte ir a un Festival como ese, en el centro de la industria del cine mundial, con una película como esta

A.T.: Fue una experiencia rara, en principio. Demasiado alejada de nuestra realidad. Debatimos bastante entre nosotros que significaba estar allí, que por otro lado permite que la película sea vista en todo el mundo. Fue un lugar de incomodidad, pero de mucha alegría. La proyección fue hermosa, en una sala repleta de gente, con una calidad de proyección que creo que nunca más vamos a volver a tener. Pero ese día no pudimos hablar con el público, no hay una instancia de poder compartir ese momento con la gente. Si recibir aplausos, te prenden una luz, te tenés que parar, todo aquello protocolar que te pone en el centro. Más tarde, cuando tuvimos la rueda de prensa y pudimos intercambiar con algunas personas comentarios sobre la película, lo que advertimos es que en todas partes del mundo se pueden apropiar del dilema que vive el protagonista, que está en el presente y en las historias de cada uno de los países.

¿Qué esperan del futuro de la película tanto en Argentina y más allá de la frontera?

A.T.: Empezamos con el estreno en Buenos Aires y algunas ciudades grandes de Argentina, pero nosotros queremos llegar a todos las ciudades del país que quieran ver la película, así que esperamos llegar a muchos más lugares. En el mundo a partir de Cannes, está pasando por un montón de festivales. A principios de diciembre viajaremos acompañándola, se está vendiendo a distribuidores mundiales, tenemos confirmadas ventas en lugares como Grecia y Turquía que eran para nosotros impensados. Si llegó hasta allí es que algo pasa con la película. Sería muy bueno saber que respuesta tiene en lugares tan alejados. Ahora empieza una nueva etapa.

F.M.: Algo gracioso en relación con esto. Después de que la película quedara seleccionada para  Cannes, nos empezaron a llamar un montón de agentes de ventas y uno de ellos nos dice “pásenme con la persona encargada de festivales” y nosotros éramos apenas 3 personas. Así que imagínense lo nuevo que fue todo esto para nosotros.

También podría gustarte