Escapes virtuales hacia una libertad anhelada
En la nueva exposición fotográfica de Carlos Duque, Angie Johana Guzmán aparece tomándose una selfie frente al mar. Su salida de baño esconde un biquini, y a su espalda las aguas del Caribe besan la playa Aeromar, en Santa Marta. Pero al observar los bordes de la foto, se ven muros y barrotes que delatan el lugar del retrato: ella posa frente a un telón impreso, en el patio de la Cárcel Distrital de Bogotá.
Esta imagen representa uno de los doce ‘escapes’ virtuales que el fotógrafo les permitió a los reclusos, dentro de un proyecto llamado ‘Libertad incondicional’, cuyos resultados se podrán ver desde este jueves en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de Bogotá, a manera de celebración de los diez años de la firma de investigaciones Cifras & Conceptos.
“Tengo esta idea hace unos once años –cuenta Duque, reconocido fotógrafo y publicista–, pero la implementación demandaba mucho trabajo, financiación para los viajes y todo ello. El año pasado, mi amigo César Caballero, de Cifras & Conceptos, me propuso para su celebración hacer algo especial. Le conté el proyecto para que lo conectara con el de su empresa, y lo complementamos con talleres de fotografía para los presos”.
En esta labor ayudó Johanna Bahamón, directora de la fundación Teatro Interno, quien recomendó la Cárcel Distrital, porque allí se pueden trabajar propuestas artísticas de manera más tranquila.
Los internos tuvieron la oportunidad de pensar a dónde irían si pudieran ‘teletransportarse’ lejos de su encierro. Y luego de seis meses de producción, pudieron cumplir ese sueño, gracias a la magia de la fotografía.
Así fue como Guzmán viajó en una instantánea playera. Igualmente, Jazmin Ortiz llevó a su piscina imaginaria una gigantesca ballena inflable a la que carga, besa y consiente como si fuera su mascota.
Una respuesta diferente dio Yhonatan Aranda, quien más que un lugar escogió una compañía: su familia. En el documental que forma parte de la exposición, Aranda sale al patio y descubre el telón de fondo que muestra a su mamá, su hermana y su sobrina, en un río de Santana (Boyacá). Su rostro pasa de la sorpresa a la alegría, y pronto él se quiebra, mientras disimula el llanto que se le escapa entre las manos.
Gustavo Ospina, exoficial de la Policía, pidió una fantasía más compleja: un traje de piloto y un avión de fondo. Con gafas oscuras y su quepis de aviación en la mano, parece a punto de despegar franqueando los muros de la cárcel.
“Es una forma de visibilizar los anhelos, frustraciones y angustias de un grupo de jóvenes, internos y externos, que son parte de la realidad de este país”, asegura Caballero, cuya firma también realizó encuestas con 150 jóvenes dentro del penal y otros 150 fuera de él. En sus respuestas, se nota un amplio descontento frente a la justicia y, a la vez, una gran desconfianza ante la sociedad, en general.
En la entrevista previa, Duque les preguntó a sus futuros modelos a qué le tenían miedo antes de entrar a la cárcel, y todos contestaron: “A la cárcel”. Pero al indagarles a qué le tenían miedo ahora que están tras las rejas, todos respondieron: “A salir de la cárcel”.
Cerca de 400 personas participaron en el proyecto, la mayoría de ellas en la recolección de información para los sondeos, que abarcan temas tan diversos como la religión, la justicia y los roles familiares.
El experimento va más allá de los fríos números, como dice Caballero en el documental: “Siempre, detrás de cada dato, hay rostros humanos”.
Como el rostro de Sharik Gioser, a mitad de camino entre lo viril y lo femenino, coqueteando con sus labios en el espejo, en una imagen capturada por uno de sus compañeros de encierro.
Carolina Arévalo, de Atención Integral de la Cárcel Distrital, concluye que “la resocialización se logra mostrándole al privado de la libertad cosas distintas, que su cerebro tenga la posibilidad de soñar con cosas diferentes”.
Se inaugura la muestra
Este jueves se abre al público la exposición ‘Libertad incondicional’, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, carrera 4 n.° 22-40, a las 7 p.m.