[Entrevistas NodalCultura] Claudia Eid Asbún, dramaturga boliviana

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Claudia Eid Asbún es dramaturga, directora de teatro y actriz boliviana.

Comenzó su carrera teatral en 1996 y dirige su compañía de teatro independiente El Masticadero, en la ciudad de Cochabamba. Sus obras junto al grupo han sido presentadas festivales nacionales e internacionales. Entre sus obras reconocidas y premiadas están, “La Partida de Petra”, premio a mejor dramaturgia y mejor dirección en el Festival Bertolt Brecht 2007. Además recibió el Premio Nacional de Teatro Peter Travesí en 2009 y representó a Bolivia en el Festival del Mercosur en Córdoba, Argentina.

“Posible pozo”, del año 2010, ha sido ganadora del concurso de dramaturgia “Agua, conflictos y encuentros”. La obra “La carga” recibió el Premio Peter Travesí y mención a mejor dirección en el Festival Bertolt Brecht en 2011.

En 2014 presentó por primera vez su obra “Princesas”, que se presentó en distintos festivales de teatro en varios países de América Latina. La obra propone un modo de pensar críticamente los estereotipos, la determinación de los modos de deber ser de las niñas y de los niños.

“Trabajamos esa idea desde los modelos impulsados por Disney. Las versiones que nosotros tomamos son las de Disney, que no son lo mismo que los cuentos originales, no son como Disney    nos los ha puesto en el cine”, explicó Eid Asbun a Nodal Cultura, “pero esas películas son mucho más populares que los cuentos, entonces es eso lo que tomamos y lo que cuestionamos”

En muchos casos, estos personajes son muy fuertes, y pueden construir estereotipos y también romperlos. Parecería que hay reformulaciones

Depende mucho de la época. Por ejemplo la primera Princesas de Disney es Blancanieves y la película salió en 1938. Es la más sumisa de todas las princesas con las que trabajamos, ella prácticamente no es dueña de su destino, solamente la llevan la guían y es por su belleza que logra su final feliz.

Si hay una evolución ya a partir de La Sirenita que es más rebelde, se van rompiendo ciertas cosas, sin embargo siempre el objetivo, el motivo, es el amor. Es esto de encontrar a la pareja, al amor de tu vida y ser feliz para siempre. Eso es algo que esta tatuado aquí, en la cabeza de todos. Entonces uno cree que si fracasa en el amor, fracasa como ser humano. Hay ciertas cosas que si se conservan. Esto de que la mujer tiene que estar con un hombre, que tiene que casarse y tiene que ser feliz para siempre. Además tiene que ser perfecta, tiene que ser hermosa, tiene que ser buena, eso es muy fuerte en todas las películas.

Disney da un salto fundamental, probablemente a partir de La Sierenita, con La Bella y la Bestia, que luego deriva en El Rey León, El Jorobado de Notre Dame, Mulan.

Pocahontas

Si, también. Desde entonces presenta personajes femeninos muy fuertes pero que, es cierto, esa fortaleza la lleva a poder enamorarse del hombre que le conviene.

En Frozen ya no pasa tanto. Pero en todas las otras sí.

¿Por qué Mulan es capaz de salvar al imperio para finalmente casarse, para esperar que venga el oficial a casarse con ella?

Hay una cuestión de género muy bonita en Mulan porque ella tiene que travestirse para entrar al ejercito, y en Princesas tocamos un poco eso también.

Aun así con el salto que pega Disney en la década de los 80’, 90’ el amor y la idea del final feliz son las que realizan a la mujer en definitiva.

Claro, porque hay una idea muy fuerte que si no estás casada,  que si no  tienes hijos, no estás completa. Lo que pasa mucho, en Bolivia al menos, es que si  tú vas al ginecólogo y no eres madre todavía, el ginecólogo te putea. “Nunca vas a estar completa, nunca te vas a realizar como mujer”. Hay una cosa de ese tipo. Claro que es un negocio también, pero te lo dicen así, cuando estas con las piernas abiertas en la camilla. Es terrible. Eso también es violencia de género.

¿Cómo fue el proceso de construcción de Princesas?

El proceso de construcción empezó en junio del 2014. Yo quería experimentar con un taller de escritura solo para mujeres, no por una cuestión feminista, si no porque, como yo soy mujer entones quería trabajar con un grupo de un solo género para ver qué pasaba. Y fue muy interesante porque había una cierta comodidad, confianza y salían muchas cosas más relajadas que cuando se está en un grupo mixto. Empezamos  a trabajar sobre la coyuntura que había en nuestra ciudad, en Cochabamba, porque era una época donde empezó una epidemia de femicidos. Experimentamos hablando desde las víctimas que habían muerto. Resultó muy pretencioso, muy pesado, entonces seguimos trabajando ya no tanto sobre el femicidio sino que fuimos ampliando sobre la construcción de género. Nos presentaban muchas preguntas porque tenemos una posición tan victimizante, porque de repente me siento tan vulnerable.

Nos han enseñado que somos víctimas, nos han enseñado que somos frágiles, entonces uno tiene esto en la cabeza y de repente se ve que es  frágil y tiene más miedo

A partir de esta construcción de género nos empezamos a decir un poquitito qué es lo que te enseña a ser mujer, aparte de la casa, aparte de tus padres. En la mitad del proceso comenzaron a aparecer otros elementos que nos ampliaron la visión de los géneros y así fuimos trabajando.

¿Cómo llevaste eso a un escenario? ya que me comentaste que requiere un ámbito muy intimo

Una de las cosas que a mí se me quedaron más grabadas en la memoria como imagen, es la zona roja de Amsterdam, donde están las mujeres en vitrinas. La puesta en escena tiene que ver con eso, en ponerlas en vitrinas a las chicas. Tenemos una pasarela  roja de diez metros y evocamos unos ventanales. Ahí transcurre la obra y el público esta más o menos en tres frentes. Están rodeándolas.

La elección de Disney nos articula a todos. Pensar Bolivia, Chile, Brasil, Nueva York, Buenos Aires o París, ahí aparece un sujeto social determinado por ese estereotipo o ese tipo de mujer construido globalmente. ¿Hay una particular mirada cochabambina sobre esto?

Es bastante porque tiene que ver con los artistas que intervienen en la obra. Hay muchas partes que son documentales, es decir que, se habla de esto y el reto para los para las actrices es como decirlo desde su posición. Yo, como actriz, tengo que convencer porque tomé las decisiones que Blancanieves tomó, si es que tomo alguna decisión, entonces ahí toda la cosa local depende mucho de las actrices que estén en esa función.

En relación con lo local también juega el público. La presentamos en Río de Janeiro para una escuela de ya de secundaria y hubo un debate después de la función. Uno de los adolescentes nos preguntó ¿por qué hacen esto? ¿por qué quieres destruir la ilusión? Ha sido la pregunta más fuerte que nos han hecho hasta ahora. Él nos decía que su hermanita cree mucho en las princesas. Y nos preguntaba porque queríamos destruir eso. Es  difícil  responderse…  En realidad lo que queremos es cuestionarlo, porque de alguna manera se sufre cuando no se entra en el molde. Lo mismo les pasa a los hombres cuando no se entra en el molde  de príncipe azul proveedor magnánimo, estas jodido. Esto de las princesas Disney está tan bien manejado, es una industria tan inteligente que  coloniza de la misma manera aquí en Brasil.

Hablabas de que el proyecto comenzó a raíz de la ola de femicidios en Bolivia. Hay algo en relación con lo político y lo cultural que resulta llamativo. Muchas veces Evo Morales tiene expresiones representativas de la lógica machista, sin embargo la política uno puede ver como hay un espacio de mujeres, de mujeres indigenas, mujeres no indigenas, que van ganando   lugares. ¿Cómo analizas esa aparente contradicción?

La contradicción es casi tormentosa. Hay un espacio en la política para las mujeres desde que ha entrado Evo morales, y al mismo tiempo tiene eso, Evo Morales diciendo a la ministra de salud cuidado con que seas lesbiana, cuidado que me haya salido lesbiana. Tienes a Evo Morales diciendo lo de las hormonas del pollo, diciendo que a todos nos vuelve homosexuales. Tienes a Evo Morales diciendo que a otras las ministras les va a bajar el calzón.

Yo hablaba con una psicóloga cuando comenzó todo lo del femicidio. Una de las cosas más impresionantes para mí, es que con esta ola de feminicidios se ha comenzado a destapar un montón de violaciones que comete la misma policía. Hay un caso que me impacto mucho de Minerva, una chica que tiene un retraso   mental, se acercó a una Unidad especial de la policía a pedir agua, y la metieron al cuartel y la violaron por 4 horas. Es asqueroso y esa es la autoridad  y  esos son los que nos tienen que cuidar. Lo que me decía la psicóloga es, “te dicen aquí está la ley pero la autoridad que te da la ley no la cumple”. Hay otro caso de una mujer que la violaron   dentro de una patrulla, dos policías, mientras o un tercer policía agarraba a su bebe   fuera de la patrulla. Es espantoso. No hay castigo para estas autoridades, no hay. Por supuesto que no hay por estas mismas contradicciones que tu señalas. Porque estoy diciendo una cosa pero estoy haciendo otra, entonces de repente se vuelve todo mas violento, o sea estoy hablando de un ámbito, que es el de las mujeres y que de repente se torna indignante.

¿En el ámbito de la cultura empieza aparecer la discusión sobre la violencia de género?

El teatro de Los Andes tiene por ejemplo Te Duele, donde ellos le dan visibilidad muy bien, y tiene por lo menos cinco años. Hay otros grupos de mujeres que comienzan a hacerlo. Yo hice mi tesis sobre dramaturgia Boliviana femenina. Somos muy pocas dramaturgas, y desde el 2005 al  2015 las obras escritas por mujeres, ponían a personajes femeninos, golpeados, victimizados. Y a partir de más o menos el 2011 comienza una nueva generación de dramaturgas en las que esta Paola Oña, Camila Aurioste, Andrea Ibáñez, Dolly Peña, que ya ponen a sus personajes como mujeres fuertes, como héroes, no como mujeres maltratadas. Entonces sí creo que empieza a romperse, pero es muy poquito todavía, es a muy a pequeña escala. Ahora, siempre está el problema de que   esto no se vuela un panfleto. Es con lo que estamos luchando nosotras.

¿Eso es problematico?

Para mi es un problema, porque no puedes ver a las mujeres  como   víctima. Creo que todos somos responsables de todo lo que está pasando, entonces por ahí decir “hombres malos”, no es algo que me interese afirmar, porque no lo creo, creo que todos somos responsable, ( con las disculpas del caso), de la mierda en la que estamos viviendo.

Podríamos decir que sí, pero uno se aprovecha de esa mierda  y otros la padecen.

Si, volvemos al caso de la policia, definitivamente si.

Y la triple jornada de trabajo.

Y de que los sueldos son desiguales , etc. Lo que pasa también es que estamos en un mundo que ha sido diseñado para que haya un sector que es el que tiene más poder. Que tenga más poder es cierto, pero de repente las mujeres somos muy machistas.

De algún modo las construyeron así, para respetar la ley del padre. ¿No hay una lógica Disney, rescribiendo la historia de las mujeres para re-generar estos estereotipos?

Si claro, es que al final todo se trata de eso, no? de cómo vamos a perpetuar este sistema en el que los oprimidos tienen que seguir bien oprimidos y los de arriba pues tienen que seguir arriba. Es eso.

 

 

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