Brasil deja huella en el Festival de Cine de Mar del Plata

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Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura

Con 7 largometrajes y un cortometraje, Brasil no es de los países que más obras presentó en Mar del Plata, pero si uno de los más ricos en cuanto a la diversidad estética, las propuestas narrativas, les personajes que cuentan y son contados, y la potencia de interpelación al presente político del país.

No es menor que los artistas que pasaron por Mar del Plata mencionaron el peligro concreto de que haya comunidades que dejen de existir. El miedo a la muerte generalizada, que aparece incluso en la película infantil Tito y los pájaros, donde un virus amenaza la vida de una comunidad, estuve presente en todas sus presentaciones.

“Estamos en riesgo de dejar de existir”, afirmó Julia Katharine, actriz trans y protagonista del filme “Lembro mais dos corvos” de Gustavo Vinagre. “En este momento estamos viviendo una pesadilla, que nos hace sentir mucho miedo porque se puede venir un retroceso muy grande en Brasil. Brasil es uno de los países que más mata a trans y mujeres no binarias”.

Por su parte João Salaviza, codirector de Chuva É Cantoria Na Aldeia Dos Mortos afirmó que la comunidad indígena de Pedra Branca, con quienes realizaron su película, puede desaparecer si Bolsonaro cumple con las amenazas que hizo a los diferentes grupos originarios. “Los pueblos originarios resistieron durante 500 años y lo seguirán haciendo”, cerró Salaviza su presentación del largometraje, que está incluido en la competencia internacional.

Gays, Travestis, Trans

Si la figura del presidente electo, Jair Bolsonaro, fue traída a cuento en casi cualquier conversación, la tensión en relación con la homofobia latente en la sociedad brasilera está presente en el excelente cortometraje El orfanato de Carolina Markowicz. Jonathas es un niño internado que sufre la experiencia de ser adoptado y devuelto al orfanato por su modo de transitar la sexualidad. Con una notable sencillez la directora cuenta la homofobia, los prejuicios y la violencia simbólica que es capaz de ejercer la clase media blanca, urbana y educada en Brasil. Así se hace presente en el Festival un relato que aporta pistas para comprender el triunfo de la opción ultra conservadora en las elecciones presidenciales.

Bixa Travesty

En Bixa Travesty, de Claudia Priscilla y Kiko Goifman , Linn da Quebrada una artista travesti propone un pensamiento de quiebre frente a los mandatos de la cultura patriarcal. Aunque fascina por su presencia escénica,  la potencia de la película radica en su novedosa mirada de la relación entre travestismo,  femineidad y patriarcado. Linn se compromete con su propio cuerpo de un modo tan intenso, que interpela a todo pensamiento político que pretenda normar sobre el deseo del otro. Linn da Quebrada es unx sujetx deseante y deseadx y una artista integral.

Si Linn da Quebrada es explosiva, extrovertida, casi voraz, Julia Katherine es contenida, pudorosa. En Lembro mais dos corvos ella habla a cámara, dentro de su departamento, contando su historia de abusos, violencias, descubrimientos y decisiones –incluso físicas- que la construyeron como una mujer trans y artista. La película es sensible, ayudan a conocer los complejos recorridos de la elección, los mandatos, las pruebas, los abandonos sufridos.

De lo que dan cuenta estas historias es de una tensión social presente: homofobia, violencia patriarcal, rechazo, racismo. Lo que parecen pequeñas historias individuales son en realidad un mapa de la construcción simbólica que domina el Brasil del poder, el que se concentra en las grandes ciudades industriales, que excluye a los diferentes, que condena a los pobres, que mata a las diversidades sexuales. El público reconoció con largos aplausos ambos largometrajes y la recepción que les dio fue cálida e interesada. Julia Katherine participó tanto en el Foro de cine y perspectiva de género como de diálogos con los espectadores.

Julia Katherine presentando Lembro mais dos corvos en Mar del Plata

Diversidad es también diversidad estética

De una historia construida en una comunidad indígena con sus propias historias a un relato casi teatral y de vanguardia, de películas marcadas por sus protagonistas o pasando por narrativas más tradicionales, las películas brasileras presentadas en el Festival de Cine de Mar del Plata son de factura independiente, hechas por fuera de circuitos comerciales y bastante diferentes entre sí.

Seducción de la carne de Julio Bressane se inscribe en la obra de un realizador prolífico, desigual y con un interesante cruce entre experimentación, surrealismo y libertad narrativa. Aquí la imagen, ciertamente con una impronta teatral, es magnética. La historia bordea la realidad de una viuda encerrada en su casa, hablando con su loro y con un pedazo de carne cruda que adquiere tiene una rara condición vital. Sexualidad y horror, humor y discurso filosófico son parte de una película que cabe perfectamente en este festival, marcado por la vanguardia y las búsquedas estéticas novedosas, a veces logradas, a veces fallidas y a veces menos novedosas de lo que pretenden ser.

Si Bixa Travesty y Lembro mais dos corvos cuentan desde los personajes las historias y los pensamientos de vida de disidentes sexuales, Chuva É Cantoria Na Aldeia Dos Mortos, es una historia contada desde la comunidad indígena de Pedras Brancas, asumiendo un modelo mítico, un espacio, un conjunto de relaciones y de órdenes simbólicos que les son propios. Sin embargo la historia no es ajena a sujetos de otra cultura. El nudo está relacionado con la tradición de la tragedia griega e incluso bien puede pensarse en diálogo con Hamlet. Un joven se encuentra con el espíritu de su padre en una laguna, quien le pide que cumpla con las honras fúnebres para poder finalmente descansar en la tierra de los muertos. He ahí un mandato que se entronca con un mundo simbólico que es parte de muchas culturas. Y he aquí dos ritos que se repiten en la mayoría de las culturas, el del padre que debe terminar de morir y el del joven que tiene que asumir su lugar como adulto.

La película de Salaviza y Nader Messora se encuentra en un punto entre una mirada documental, la recuperación del relato antropológico, la construcción de la mirada propia de la comunidad y una narración tradicional sobre la historia de Ihjac, su vida familiar, las relaciones comunitarias, los mitos y las formas de comprender el desajuste de su vida frente a los cambios.

Las pocas escenas y austeras escenas donde trata con pequeños funcionarios públicos en la ciudad nos llevan al comienzo de esta nota. Ya no es maltrato o rechazo, es simplemente negarlo como sujeto social, es desconocer la existencia de una cultura que incluso no se identifica a sí misma a través de los mismos instrumentos de la burocracia estatal, que tiene nombres y apellidos propios, que no pueden ni deben ser pensados en portugués, el idioma del Estado. En esa negación de la existencia del otro se encuentra el germen inicial del proceso de aniquilación que tanto temen los artistas brasileros que se hicieron presentes en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

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