Lecturas inclusivas

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La literatura infantil en creole y wayuu reivindica a las minorías

‘Wal descubre a los bucaneros’ y ‘Narraciones indígenas’ son dos novedosas propuestas en librerías.

Por Fanuel Díaz

La literatura infantil consolida un espacio de representación social. Como muchos discursos culturales, y a pesar de que esta literatura apela a una minoría (los niños), sus formas de construir la realidad se apoyan en ideologías dominantes. Muchos estereotipos se replican a través de la literatura para niños: el prototipo tradicional de familia, la supremacía racial, la cultura patriarcal, el antropocentrismo y el mundo adultocéntrico son algunos de los modelos que perpetúan la cultura normalizada.

Apostar por libros que rompan ciertos esquemas puede generar importantes transformaciones, especialmente porque los libros se convierten en espacios subversivos y abren posibilidades para que la diversidad se instale como un modelo mucho más realista y humano. La literatura, en este caso, debe darle visibilidad a las minorías, como una forma de asegurar una sociedad inclusiva y plural.

¿Qué sucede cuando una sociedad echa tierra a sus raíces? Desconocer los orígenes, definitivamente, debilita la identidad y aleja las posibilidades de encontrarnos en esos viajes necesarios hacia la semilla. Hoy en día Colombia es un país diverso, no solo por su maravillosa e imponente naturaleza sino por su cultura multiforme y mestiza.

Los grupos étnicos en Colombia conforman un 13 por ciento de la población, entre los que cuentan los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes, principalmente. Los aportes culturales de estos enclaves por la riqueza de su literatura oral son innegables, además de todo el patrimonio inmaterial que poco a poco ha formado parte de ese heterogéneo rostro del país.

La colección ‘Narraciones indígenas’ conforma un mosaico interesante de tres etnias que representan tres importantes ecosistemas: la sierra, la selva, el desierto. La recuperación de la voz ancestral en estas ediciones bilingües marcan un hito sobresaliente en la reciente edición de libros para niños en el país. Un trabajo documentado, que cuenta con el apoyo de compiladores, antropólogos y lingüistas, encuentra en estas páginas un entorno visual deslumbrante como una forma de acoplar el mundo de las palabras y la calidad cromática de estos pueblos, cuya cosmogonía guarda un incalculable tesoro: animales míticos, leyendas, explicaciones no científicas, lugares del imaginario ancestral, seres fantasmagóricos, sonidos y visiones del entorno.

Apostar hoy en día por esta recuperación ofrece la continuidad de un legado para que nuevas generaciones de colombianos tengan fuentes disponibles para abrevar sobre sus orígenes, para acercarse a un universo cultural más amplio desde una visión interior, porque los informantes son oriundos de las comunidades. Esto implica asegurar un espacio dentro de la literatura infantil nacional para las minorías.

Una mirada raizal

En geografías más lejanas, quizás por tratarse de islas, se ha conformado lentamente una cultura minoritaria que se conoce como raizal y que tiene rasgos muy particulares del Caribe. El uso de una lengua propia, el creole, la sobrevivencia a un pasado de esclavitud, la presencia de piratas y bucaneros, la influencia de la cultura protestante y elementos comunes con tradiciones españolas e inglesas sin duda confluyen en este variopinto crisol. Así lo testifica Wal, el pequeño protagonista de una maravillosa aventura por el pasado de las islas de San Andrés y Providencia.

‘Wal descubre a los bucaneros’, escrito por Ignacio Barrera y Edna Morales, se plantea como un viaje de conocimiento de un niño que va preguntando a su abuela por hechos curiosos que sirven como pretexto para recorrer la historia de estas islas, acompañados de Lizzy, una lagartija azul endémica de este territorio.

Nuevamente, un libro que ayudará a entender a muchos lectores estos procesos lentos de poblamiento y mestizaje. Junto con las ilustraciones de Eduardo Rico, el lector podrá realizar un recorrido por pasajes remotos y lugares exuberantes.

La literatura tiene muchos propósitos, además de contribuir con el enriquecimiento del vocabulario, de nutrir el imaginario inquieto y asegurar travesías inolvidables, también puede construir puentes entre los seres humanos. Por eso, libros de esta naturaleza no solo ofrecen representatividad a las minorías sino que también contribuyen a mirar al otro con respeto y admiración.

Si queremos construir sociedades más inclusivas, si queremos despejar estereotipos y darle voz a los que carecen de escaños poderosos y convencionales, no hay mejor vehículo que la literatura que hermana los hombres y ayuda a entender que el mundo es muy amplio, complejo y diverso. Los libros para niños, justamente, ofrecen esta posibilidad porque exponen a los lectores a una visión poliédrica desde temprana edad, de manera que en un futuro tengan una conciencia ancha del mundo y una mejor comprensión de todos los seres que habitamos en él.

El Tiempo

 

 

 

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