La brecha audiovisual
Ni cerca de la mitad: faltamos en la industria audiovisual
La mayoría de las egresadas en carreras audiovisuales son mujeres, sin embargo en los puestos de trabajo esa proporción se invierte. Como en otros ámbitos, no hay datos sobre personas trans, lesbianas y/o no binarias. ¿Cuáles son las desigualdades que se esconden detrás de la producción de una película o una serie? ¿Qué pasa en las nuevas plataformas? “Ni cerca de la mitad: faltamos en la industria audiovisual” es un informe especial de LATFEM sobre la participación de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries en cine y televisión. Hoy, 14 de septiembre, es el día latinoamericano de la imagen de la mujer en los medios y esta semana se cumplen 25 años de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer cuando se aprobó la Plataforma de Acción de Beijing, que contiene por primera vez un apartado en relación a mujeres y medios de comunicación. En ese contexto, nos sumamos al reclamo colectivo y decimos #HaganLugar.
Por Lu Martínez
2020 era el año señalado para el cambio que no fue. Los números de representación de mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias en la industria del cine y la televisión se mantienen muy lejos del objetivo trazado para la exhibición en los mayores festivales internacionales. Para llegar a una representación y participación justa, la meta era el 5050-2020, con cupo equitativo de, al menos, hombres y mujeres en pantalla. Además de que esta propuesta seguía invisibilizando al resto de las identidades sexogenéricas, el fiftyfifty parece aún una promesa difícil de cumplir. La emergencia que provocó en los ámbitos culturales la pandemia del COVID-19 impacta con fuerza al sector y la brecha laboral que se venía denunciando se profundizó aún más en este contexto.
Las películas que llegan a estrenarse en salas comerciales y en festivales de cine son solo la punta del iceberg. Pero en esa punta afilada ya asoma el problema de representatividad que hay de fondo en todos los eslabones de la industria. Durante 2019 la exhibición en salas comerciales de cine argentino sumó 274 estrenos –entre películas de producción completamente nacional y coproducciones-. Entre estas películas 203 fueron estrenos que declararon su cierre de producción en el mismo año. De las 203, solo un 21% fueron dirigidas por mujeres y lesbianas.
Esas 203 películas tuvieron un total de 64 directoras, de las cuales, 10 son extranjeras o argentinas no residentes en nuestro país. Estas cifras son similares a las que se conocieron en 2018: en el que solo un 20% de las películas que llegaron a salas fueron dirigidas por mujeres. Según Acción – Mujeres de Cine “la comparación de los gráficos del 2017 con los de 2018 arroja un resultado desfavorable para las mujeres ya que hubo menos puestos de trabajo en guión y en dirección, tanto en ficciones como en documentales. La brecha laboral aumentó.”
Esa brecha que se traza en el cine, entre las producciones llevadas a cabo por varones y las de otras identidades, es muy llamativa en las salas. La industria audiovisual tiene una marcada presencia masculina y esto no es un problema solo en el orden del acceso desigual al mundo del trabajo. La subrepresentación tiene también incidencia en el tipo de contenido que se ve, en los estereotipos y los prejuicios de género que construyen en nuestro imaginario colectivo las historias que se filman y también en el material simbólico que llega –o no- a les espectadores.
Cuando empezamos a desandar el camino de la producción de una película, la brecha empieza a marcarse en el ingreso al mercado laboral. Las mujeres en actividad en largometrajes representan el 38% de los y las trabajadores. Esto contrasta con el dato de las personas inscriptas en carreras relacionadas a la industria, donde las mujeres superan en número a sus colegas y representan el 55% del estudiantado. El grado de inserción en los ámbitos académicos y educativos tiene una representación justa de mujeres, siempre y cuando se analice únicamente la variable de género y no otras variables socio-económicas. Y si nos detenemos en el porcentaje de mujeres que efectivamente llegan a ejercer su profesión, ahí se produce un quiebre en la representación, que baja abruptamente.
Los datos provenientes de fuentes oficiales guardan un carácter binario y no reflejan la representación de todas las identidades en la industria. Lesbianas, travestis, personas trans y no binarias siguen ausentes en las estadísticas, ni siquiera son censadas. Esta es una problemática que presentan prácticamente todas las fuentes de información del sector: no consideran a otras identidades sexogenéricas o agrupan los datos con los de las mujeres cis.
Para que un proyecto llegue a la pantalla, pasa por varias etapas previas. Durante el desarrollo y la preproducción, el equipo de producción tiene entre sus tareas la búsqueda de fondos, tanto públicos como privados. El financiamiento otorgado por organismos estatales es fundamental para el desarrollo de esta industria. Y dentro de estos organismos, en Argentina el INCAA es uno de los principales pilares de la producción. El Observatorio de la Industria Audiovisual Argentina, dependiente del INCAA, sostiene que de los proyectos presentados ante el Instituto solo el 12% son dirigidos por mujeres, el 68% tiene directores varones y un 20% no declara directores.
El mismo observatorio del INCAA aporta también datos acerca del financiamiento audiovisual del Fondo Nacional de las Artes: “En primer lugar, se observa que en 2017 las mujeres fueron el 52,6% de la totalidad de usuarios del FNA para todas las disciplinas que reciben algún tipo de apoyo. Sin embargo, en el caso particular de participación dentro de la disciplina Audiovisual las mujeres están muy por debajo de ese porcentaje. El 43% de los usuarios totales en esta disciplina fueron mujeres contra el 57% de varones”. Aunque para el FNA, la participación sube respecto de otros fondos de ayuda para el sector, sus concursos de la categoría Audiovisual tuvieron un bajo porcentaje a la hora de evaluar ganadores: las mujeres no superaron el 30% en los últimos 5 años.
El primer obstáculo para las directoras es insertarse en el ecosistema de la industria audiovisual, en llegar a presentarse y conseguir los medios para producir sus películas. Y no solo las directoras quedan relegadas de los equipos técnicos y artísticos. En todas las labores de la industria, la participación de mujeres y disidencias es baja. Otro ejemplo, está en el rubro del guión, según el último relevamiento de Acción – Mujeres de cine, en 2018 se registró una participación femenina en esta tarea fue solo del 22%.
Producir con fuentes de financiamiento públicas es restrictivo, en general. Los requisitos para presentarse a la declaración de interés del INCAA implica tener antecedentes previos. Para eso, los y las directores empiezan su carrera en concursos como Ópera prima y el Raymundo Gleyzer. Pero también hay quienes dirigen o producen documentales, la llamada “vía digital” con la que se financia este tipo particular de producciones es menos rígida y permite una mayor participación de artistas noveles. Estas condiciones de producción más inclusivas suelen verse reflejadas también en una mayor diversidad temática y estética. Los documentales argentinos cuentan hoy con prestigio mundial en festivales, tanto en los especializados como en las muestras internacionales que contemplan todo tipo de cine. Y sí, también hay una mayor representatividad de mujeres y disidencias en los cargos de dirección, producción y guión.
La representación promedio sigue siendo muy dispar pero en el caso del documental, la participación de las mujeres está un 9% por encima de la media del cine para los mismos años.Aunque este porcentaje parezca aún bajo, esta diferencia es significativa dentro del panorama de una industria de composición tan marcadamente masculina.
¿Y en la tv?
Otro de los medios audiovisuales en los que las mujeres, lesbianas, travestis y trans están marcadamente subrepresentadas es la televisión y los nuevos medios de exhibición: las plataformas de streaming. Si ponemos la lupa sobre las principales señales de aire argentinas y las plataformas de streaming (Netflix, Amazon Prime y Cablevisión Flow on demand), y observamos las series y tiras producidas en Argentina y estrenadas en 2019, nos encontramos con un panorama todavía menos representativo. Las mujeres dirigieron solamente el 18,4% de las producciones de ficción, en la mayoría de los casos se trata además de equipos de codirectores. Dentro de las tareas de producción, solo el 6,5% tiene un equipo de producción liderado por mujeres. Los datos se desprenden de un relevamiento realizado por LATFEM para este informe especial.
Quién manda a quién: la mujer sin cabeza
Dentro de las problemáticas laborales del sector, la representación inequitativa no es la única. Hay roles históricamente feminizados en los que la representación de mujeres y disidencias es muy buena, sin embargo, justamente en estas áreas los salarios presentan una marcada desvalorización. Lo que ganan las mujeres está por debajo del promedio general. Donde hay más varones, la remuneración suele ser también más alta.
Si analizamos los datos de las áreas más feminizadas, esas con los salarios más bajos dentro del mercado laboral, notamos que subyacen ciertos estereotipos de género. Para el rubro Maquillaje, un 85,7%, en Vestuario un 85,1%, en la Dirección de Arte un 67,6% y en Peinado un 55,6%. Sin embargo, estos números se invierten cuando observamos otros roles. En Montaje, la representación es de 31,7%, en Animación, de 20,7%, en la Dirección de Sonido es del 16% y en la Dirección de Fotografía, 10,4%.
En un análisis cercano de los roles técnicos, considerando tanto los jerárquicos como los más puestos más junior, son los de fotografía (incluyendo directorxs, eléctricxs, camarógrafxs, iluminadores, etc.), sonido (microfonistas, postproductorxs, directores, etc.) y utilería (carpinterxs, realizadorxs de escenografía, etc.) en los que encontramos también una mayor prevalencia de los prejuicios sobre la capacidad física de las mujeres y disidencias de realizar esas tareas. Allí se destaca la representación más baja de todo el medio.
Además, hay una visible diferencia a medida que se observa la distribución en los puestos jerárquicos. Las llamadas cabezas de equipo tienen en todos los rubros una mayor participación masculina. El único dato alentador en este sentido, según estadísticas del sindicato es que la representación de las mujeres ha subido desde el 2010 a la actualidad, excepto en Dirección de Sonido.
Un dato sobre las remuneraciones: cuando se promedian aquellos rubros en los que la participación de mujeres y disidencias es del 49% al 100%, al comparar los salarios notamos que la remuneración promedio está 2,06% por debajo de la media. En los rubros donde las mujeres participan entre un 0% y un 50%, el salario se encuentra en un 3,09% por encima. Es decir, la valorización del trabajo de la industria audiovisual muestra una marcada tendencia a discriminar por identidad sexo-genérica, favoreciendo a los varones, quienes perciben mejores retribuciones simplemente por el hecho de ser varones.
Frente a esta perspectiva en el campo laboral, que además tiene otras problemáticas como el trabajo no registrado, la flexibilización, la inestabilidad, la falta de beneficios y las condiciones contractuales precarias, los y las técnicos/as se agrupan en asociaciones independientes. Cada uno de los rubros presenta sus propias particularidades y es por eso que, en especial, durante el gobierno de Mauricio Macri se han afianzado este tipo de uniones gremiales. Las asociaciones cuentan con comisiones específicas de género y, en términos generales, la participación de varones y mujeres es bastante equitativa. Pero, en lo que respecta a la representación sindical y en las sociedades de gestión colectiva, en las comisiones directivas nos encontramos con que esta participación baja abruptamente comparada con los porcentajes de las asociaciones independientes.
Apocalipsis ahora: estrenar en cuarentena
La baja representación dentro de la industria no es el único reclamo que tienen las trabajadoras del cine. Desde el surgimiento del #NiUnaMenos en 2015, nuestro país no volvió a ser el mismo, el feminismo se convirtió en un agente transformador en la política y la realidad cotidiana. Estos últimos cinco años fueron un punto de inflexión para la sociedad en materia de género y dentro de la industria cinematográfica este cambio de paradigma también tomó una gran notoriedad. En los ámbitos laborales del audiovisual también se visibilizaron violencias sexuales, malos tratos, abusos a la hora de firmar contratos y esto generó un eco en las principales muestras y en las salas comerciales. Un ejemplo es el del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que en 2018 tuvo, por primera vez en su historia, a una mujer como directora, Cecilia Barrionuevo. Bajo su dirección se firmó la adhesión a la carta en la que los festivales se comprometían al cupo 5050-2020. Esta iniciativa empezó a gestarse en 2011, cuando Anna Serner asume el cargo de CEO en el Swedish Film Institute. Serner lanza las primeras campañas popularizadas como Fiftyfifty, en las que buscaba paridad en las pantallas. Oficialmente, esta campaña fue establecida en el Festival de Cannes en 2016 que promovía que el resto de los festivales internacionales de categoría A firmaran el mismo compromiso.
El año marcado como horizonte llegó y con él una pandemia mundial que cerró salas y puso en pausa las muestras de cine de todo el mundo, el objetivo de exhibición parece alejarse cada vez más. Según las estadísticas de Acción – Mujeres de Cine, presentadas el año pasado ante el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, las mujeres han tenido siempre una representación minoritaria, tanto en este festival, que es el único de categoría “A” en nuestro país, como en otros prestigiosos festivales internacionales.
Hay un salto también en cuanto a las películas que llegan a terminarse: los WIP tienen mayor participación de mujeres pero, o bien estas no llegan a cerrar sus films o no llegan a exhibirlos dentro del festival. Acción… encontró llamativa también la convocatoria a Juradxs: históricamente también fue muy baja para las mujeres y disidencias.
En el 76ª Festival Internacional de Cine de Venecia, uno de los últimos festivales que se llevaron a cabo antes del inicio de las medidas de aislamiento, resonó la dificultad de llegar a la paridad: solo 2 de las 21 películas que competían fueron dirigidas por cineastas mujeres. En 2018 y 2017, solo se había presentado una directora. En el último festival de Cannes, sólo un 19% fueron mujeres dentro de la Sección Oficial, y en la categoría Una cierta mirada, el porcentaje ascendió al 39%, superando la cifra de las últimas ediciones. La muestra que está más cerca de cumplir los objetivos de paridad fue Sundance, en su última edición la participación femenina escaló al 46%. Y, por su parte, Berlín llegó al 40%.
Por su parte, los Oscars, implementarán nuevas reglas según anunciaron el martes pasado. Estas serán efectivas a partir de 2022 y se irán escalonando hasta la entrega del 2024, y fueron lanzadas como respuesta a los hashtags #OscarsSoWhite y #AwardsSoMale, dos lemas que buscan visibilizar la sobrerepresentación de hombres cis blancos en las principales ceremonias de premiación internacionales. A partir de 2015, el Oscar viene buscando cambiar su perfil y las últimas películas ganadoras del máximo galardón así lo demuestran aunque las nuevas reglas fueron criticadas por ser demasiado amplias y flexibles. Las películas deberán presentar un formulario confidencial para ser elegibles, a través del cual se evaluará si cumplen, por el momento, con uno de estos tres ítems: tener al menos un actor o actriz de un grupo étnico subrepresentado en un papel significativo, la historia se centra en las mujeres, las personas del colectivo LGBTIQ+, las personas de un grupo étnico subrepresentado o las personas con discapacidades y al menos el 30% del elenco esté integrado por actores o actrices de al menos dos de esas cuatro categorías subrepresentadas.
Una de las principales industrias afectadas por la crisis económica que se desprende de la crisis sanitaria por la pandemia mundial fue la cinematográfica. Se suspendieron estrenos, rodajes e incluso se pospusieron llamados a concursos y subsidios que son claves para el financiamiento del cine a nivel global. Algunos estrenos fueron reprogramados para su exhibición en plataformas de streaming, pero lo cierto es que muchas producciones eligieron pausarlos hasta nuevo aviso.
En las primeras semanas de aislamiento, también hubo productoras que decidieron “liberar” sus películas estrenadas en páginas privadas o en webs, como Cine.Ar, que depende del INCAA. Esta plataforma triplicó la cantidad de usuarios en el mes de marzo: las visualizaciones de contenido de producción argentina crecieron un 156%. El sitio sumó dos secciones durante la cuarentena: Jueves Estrenos y Apto para Mayores. El INCAA estableció, mediante laResolución N° 166/2020, ese programa para llevar a cabo los estrenos durante la emergencia sanitaria, que garantizaría la ventana de presentación para las producciones que tenían agendado su estreno para 2020. Estos estrenos virtuales tuvieron un impacto aún mayor en las producciones, federalizando el contenido, que se distribuyó de manera igualitaria en todo el país y además pudo llegar a lugares en los que no hay sala de cine. El boom de la visualización online provocó una respuesta positiva para algunas producciones que tuvieron decenas de miles de espectadores, número inalcanzable para las mismas películas en salas comerciales, donde compiten con tanques internacionales. Hubo también directores y directoras que señalaron que esto no funcionó de forma positiva para las películas que tenían planeado un recorrido por festivales, que quedaron en stand by.
Como en otros ámbitos, se agudizan las desigualdades laborales preexistentes. Las asociaciones de técnicas de la industria audiovisual que ya venían empujando el reclamo #HaganLugar, denuncian que la situación empeoró. Dicen que el trabajo, particularmente de las mujeres, lesbianas, travestis y trans, está cada vez más precarizado, mal pago y que se han suspendido pagos pendientes. El protocolo para rodajes está dando sus primeros pasos pero parece difícil de aplicar en producciones pequeñas e independientes. Todavía no hay respuestas específicas para generar mayor inclusión en la industria pero la actual gestión del INCAA no parece estar poniendo el foco en esta problemática. El día de su asunción, Luis Puenzo, actual presidente del organismo afirmó en conferencia de prensa: “Yo nunca vi conflictos reales de género en el cine. Nunca me pasaron, nunca me pasaron cerca, por ahí estaba distraído y miré para otro lado. Pero nunca pasaron. Yo particularmente en el cine no lo vi”.