Argentina: entrevista a los programadores del Festival de Cine Independiente de Mar del Plata
Por NodalCultura
Mar del Plata está caracterizada por múltiples particularidades. Es la principal ciudad turística del país desde las primeras décadas del siglo XX, cuenta con una de los principales puertos pesqueros y ha tenido una industria relacionada con la riqueza ictícola floreciente. Está, además, en una zona productora de alimentos variados y por los diversos modos de acceso es un centro comercial de importancia regional. Ciudad donde el teatro en todas sus variantes se replica en infinidad de salas durante el verano, posee espacios dedicados a la cultura en todas sus disciplinas y estilos. Como antiguo lugar de veraneo de las oligarquías locales, ha sido sitio donde la cultura de elite porteña también concibió sus espacios.
Pero también ha sido la ciudad más golpeada por la desocupación producida por el impacto del proceso liberal conservador de los años ’90, que además devastó su industria pesquera y facilitó un proceso de concentración de la propiedad de los bienes productivos y culturales, que aun hoy tiene efectos en la vida de los marplatenses.
Es así que Mar del Plata, resurgido como espacio turístico sin producción propia, se convirtió en sede de los eventos de otros. Congresos médicos, de empresas de venta directa, de encuentros religiosos de cualquier orden o de festivales culturales ajenos, la ciudad fue convertida en el hotel de las ideas de otros. Entre ellos el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en el que la ciudad aporta el escenario, pero poco más, que según el decir de un reconocido crítico de cine marplatense es el Festival cine de Buenos Aires que se hace en Mar del Plata.
En ese escenario, el MARFICI surge como una reivindicación de marplatenses por una construcción cultural propia hace ya más de 10 años. Retomando lógicas propias del BAFICI fue construyendo a lo largo de los años una identidad propia, que tiene que ver con su lugar en el mundo –mirar Argentina desde Mar del Plata no es lo mismo que mirarla desde Buenos Aires- pero también con el desarrollo de equipos que cargan al festival de con su propia subjetividad local.
A punto de comenzar esta XI edición, NodalCultura dialogó con su programadora Verónica Paz y Alejandro Ferrari, programador de la sección Cine+Historia
Hay una definición propia del festival que por si es inquietante en el mejor de los sentidos: la idea original fue “generar un festival de cine inspirado en una mirada netamente marplatense” ¿Qué significa como consigna originaria? ¿Cómo se hace esto visible en la programación y la dinámica del festival y cuánto de esa idea primitiva se conserva hoy?
VP: La idea o consigna originaria pretendía superar el carácter de locación que Mar del Plata tiene para muchos eventos culturales. Es decir, a menudo se trata de proyectos que si bien cuentan con la participación de marplatenses en alguna instancia de su ejecución, no son concebidos o llevados adelante en sus roles directivos por actores de la ciudad o miembros de la comunidad cultural local. El desafío era, entonces, posicionar la ciudad en el mapa de los festivales internacionales llevando a delante esa construcción desde aquí, mirando el cine de Argentina y del mundo desde Mar del Plata. También era central crear un espacio para la difusión de las producciones locales, lo cual se logró abriendo una pantalla de muestra de lo que se produce localmente, hablamos de la sección PINTA TU ALDEA. Pero el material que se genera en nuestra ciudad no se concentra obligadamente en ese espacio, se mide junto al que se propone año a año tanto en los certámenes o muestras paralelas de carácter nacional o internacional. En este marco en nuestro festival se ha producido el estreno de muchas de las producciones locales más significativas de los últimos años: Navidad de Diego De Llano, película marplatense estrenada en circuito comercial y posteriormente ganadora en el festival de Cine Inusual de Buenos Aires, Héroe Corriente documental de Miguel Monforte de proycción nacional y significativo valor testimonial sobre nuestra historia reciente, programada en Doc Montevideo 2015, Detrás del horror de Diego de Llano luego editado en el exterior, Lila de Carlos Lascano, multipremiado a nivel internacional en el último año, son buenos ejemplos del Marfici como espacio de presentación en sociedad y punto de partida para muchas producciones locales. Además de establecer números de espectadores altamente significativos, claro índice de la expectativa y acompañamiento del público marplatense frente a la factura local. Y más allá de la realización marplatense, el Marfici es en muchas ocasiones el punto de partida a exhibiciones y reconocimientos posteriores. Hemos tenido oportunidad de estrenar producciones luego nominadas al Goya o incorporadas más tarde en certámenes nacionales o bien, presentar en nuestro país realizadores que inician aquí su contacto con los espectadores argentinos. Y esa mirada que propone este material al público marplatense es nuestra e intenta no replicar los cánones de otros circuitos de exhibición.
Después de una década de trabajo, con sus distintas etapas y a través de diversos equipos de programación, el Marfici se encuentra instalado en la agenda de los festivales nacionales e internacionales. Y nos permitimos señalar lo que se nos acerca como devolución de parte de quienes participan o asisten al festival: nos reconocen tanto por la propuesta cinematográfica de nuestra grilla como por la calidez con la que el festival recibe a sus visitantes, hemos logrado un espacio de encuentro entre los hacedores y el público que resulta para todos muy disfrutable. Allí reside la particularidad de un festival como el nuestro.
El MARFICI ya superó las diez ediciones y esto seguramente habla de la madurez y de un desafío, porque es necesario revalidarse año a año, mantener el perfil profundamente independiente y por supuesto da respuesta a un público que seguramente ya tiene expectativas creadas por la trayectoria ¿Cuáles son en esta edición las particularidades respecto de las 10 ediciones anteriores?
VP: Este año tratamos de expandir los límites de las realizaciones que tradicionalmente integran nuestras secciones y competencias. Por un lado, pensando en nuevas formas del discurso audiovisual y por otro, revisando uno de los hitos en la producción de un terreno no demasiado frecuentado como es la animación. Se trata de dos espacios de producción independiente que deseamos destacar. En esta XI edición estamos inaugurando la sección DESKTOP FILMS, muestra de un material muy singular que surge como un nuevo discurso generado a partir de registros de los usuarios de redes sociales y dispositivos de captura de imágenes. De enorme valor testimonial, tanto de procesos o eventos históricos como del pulso de algunas conductas culturales, se propone como una novedad que desafía muchas de las formas y modos tradicionales de lectura del lenguaje audiovisual. Y al mismo tiempo como un espacio que pone en evidencia cuestiones que por cotidianas, cercanas y a la vista, pasan desapercibidas como lo que son, poderosos espejos de la contemporaneidad. Otra particularidad es la muestra de obras de animadores del NATIONAL FILM BOARD of CANADA que tendremos el gusto de disfrutar. Se trata de una selección de notables y premiadas producciones de algunos de los artistas de la animación más prestigiosos de la actualidad. Por otra parte, vamos a contar con la contextualización y la mirada de Irene Blei, investigadora, docente y curadora de esta muestra.
La sección “Criaturas de la noche” parece dar cuenta de la consolidación de la producción de géneros hasta hace unos años esporádica y marginal tanto en el cine argentino como en el cine de nuestra región. ¿Crees que se estamos ante una evolución que permite imaginar de una salida de esa suerte de “ghetto” cinematográfico en que hasta hoy estaba condenado? ¿Han recibido material de otros países de América Latina más allá que hayan quedado o no en la programación definitiva?
Afortunadamente esa impresión es correcta. El cine fantástico y de género se encuentra atravesando un muy buen momento a nivel nacional y regional. La calidad técnica ha acercado los productos a aquellos que se establecen como referencia en cuanto a factura técnica, los producidos desde las cinematografías norteamericanas y, en mucha menor medida, europeas. Pero lo interesante es que esa pericia formal tiene una impronta cultural propia, dada por la reelaboración de los motivos o temas comunes, la incorporación de las mitologías locales y en ocasiones por la abierta parodia de los clichés del género. Este crecimiento es posible también por la existencia de un público interesado en los matices locales, propios, de esos géneros visitados desde nuestras realizaciones independientes. Hemos recibido producciones de México y Brasil, países que están realizando un material muy interesante. En esta edición del Marfici tenemos el gusto de compartir una de las producciones de Rodrigo Araçao, Mar Negro, un referente del cine de género de Brasil y buen ejemplo de la apropiación y reelaboración de las fórmulas del fantástico que saludablemente se hacen desde la producción de Latinoamérica.
En los años que llevas como programadora ¿Cómo ves la evolución del cine independiente que reciben en general y del cine de América Latina y el Caribe en particular?
El cine independiente ha conseguido capturar el interés del público conectado a una idea de mayor libertad y hasta de mayor verdad, es decir como terreno en el que los temas o historias se abordan sin el “maquillaje” del relato comercial, corriendo mayores riesgos. Los avances tecnológicos que hacen accesibles ciertas instancias más sofisticadas de producción formal colaboraron también. Si dirigimos la mirada a la producción de América Latina y el Caribe, sigue imponiéndose el discurso documental. La conflictividad social y complejidad cultural de la realidad de la región parecen demandar o motivar una mirada comprometida que encuentra en el documental un buen aliado. La ficción también está claramente atravesada por estas cuestiones pero la proyección internacional que las cinematografías tienen privilegia al documental.
Al analizar la programación tres secciones nos llaman la atención: Cine + Historia, Ficción Internacional y la Competencia Internacional de Documentales. ¿Cuál es la mirada, la forma de producción y las particularidades de la ficción histórica, habitualmente pensada desde la mega producción y el cine de estudios?
Alejandro Ferrari : No existe ni «la» mirada, ni «la» forma de producción. Existen miradas y formas variadas. Obviamente que el cine de temática histórica requiere una producción llamémosla mega o al menos respetable. Es esencial. No está bueno ver un discurso de masas desde las espaldas del orador y escuchar una ovación de un público presuntamente masivo pero del que solo vemos 8 rostros.
La verosimilitud es la base para lograr transmitir el espíritu de una época, y eso implica investigación, recreación, vestuario, locaciones que sostengan un discurso.
Existen producciones independientes, como algunas de las que veremos este año, que hacen patente las diversas miradas posibles sobre el pasado. Quizás un elemento que las aglutine sea el hecho de ser historias sobre personajes de segundo orden, los que no aparecen normalmente en el primer plano, pero que permiten ir más allá de los elementos propios de la narración cinematográfica, permitiendo abstraerse del imaginario que tenemos para dejarnos impregnar de otras sensaciones y de otras impresiones.
Siempre se hace historia (y hacer cine es también fungir de historiadores) desde el presente, yendo hacia atrás pero dialogando con las preocupaciones e imaginarios del presente, cuestionándolos, revisándolos, afirmándolos.
En la ficción internacional vemos mitad de cine latinoamericano, mitad español ¿qué está contando el cine español independiente del presente? ¿Cuáles son sus modos y su relación con la tradición que fundó el cine español post franquista?
VP: La tradición del cine español postfranquista tiene varias aristas de manera que no pueden señalarse sino complejas rupturas y continuidades en distintos aspectos. Puede decirse que respecto de esos antecedentes, el cine español que se incorpora en esta sección se encuentra más interesado en los universos íntimos de sus personajes, en la exploración de los vínculos o bien en su redefinición en circunstancias que hacen estallar los estereotipos o lugares comunes que incluso el propio cine español anterior se encargó de montar. Es un cine interesado por las historias que han sido invisibles, íntimas, introspectivas, con una profunda voluntad de verdad. Desde luego esos sujetos y sus vínculos no están aislados de un contexto, éste los atraviesa y la referencia a ese mundo externo se da precisamente desde las marcas que ese afuera deja en esos sujetos. La ópera prima de José Ángel Alayón, Slimane, es un buen ejemplo de lo anterior y, particularmente, de esa pretensión de verdad que parecen perseguir estas producciones que en este primer largometraje del director canario encuentra expresión en la mixtura entre ficción y documental.
Finalmente, vemos que en la Competencia Internacional de Documentales hay una preminencia del cine latinoamericano ¿A qué se debe esa presencia mayoritaria? ¿Hay temas claves comunes en las películas? ¿Hay estéticas compartidas o búsquedas estilísticas que puedan rastrearse en algún conjunto de estas películas?
La preeminencia que señalás está en relación directa con la presencia del material latinoamericano en el corpus de realizaciones que se presentan al certamen. El Concurso Internacional del festival se encuentra muy posicionado a nivel regional y afortunadamente el crecimiento de las producciones de latinoamérica ha sido tanto en número como en calidad. Sin embargo, ese material que puede parecer cercano si lo consideramos dentro de la categoría cine latinoameriano, encierra universos muy distintos. Universos que en ocasiones resultan más afines con aquellos que provienen de otras regiones del mundo. Entre las producciones latinoamericanas y las que representan el documental europeo podemos encontrar algunas líneas que las unen. La migración, el desarraigo cultural, se abordan desde coordenadas distintas pero terminan cristalizándose como formas contemporáneas de tensiones que tuvieron en otros contextos históricos expresión brutal y violenta, el terrorismo de estado. Y ese es otro eje que puede conectar algunas documentales. Pueden leerse como piezas que se completan en el cruce conjunto. Podríamos decir que en estas películas hay una intención común: la producción del documental tiene el objetivo de dar cuenta, de plantear una lectura que vuelva visible un determinado fenómeno. En algún caso para mostrarnos la complejidad de algunas problemáticas contemporáneas o bien para sacar a la luz las consecuencias de procesos históricos que todavía persisten. No son miradas que pretendan observar objetivamente, se proponen registrar para interpelarnos.