[Cobertura NodalCultura] El Festival de Cine de Tres Fronteras profundiza su perfil latinoamericano

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Por Daniel Cholakian – NodalCultura

Luego de un comienzo marcado por una gran respuesta popular en el fin de semana pasado y un temporal que durante dos días anegó el tradicional espacio de las carpas y obligó a reprogramar funciones, la 2ª edición del Festival de cine de las Tres Fronteras, mantiene su gran nivel artístico y su enorme convocatoria.

La convocatoria es múltiple y diversa. Se ven en el predio actores argentinos, realizadores latinoamericanos, público adulto y niños que tanto conversan en los alrededores de las carpas, como entran y salen de las funciones, muchas veces sin respetar horarios de comienzo y fin.

Como fue notable en la aplaudida primera edición, Juan Palomino y Daniel Valenzuela, creadores y directores del mismo, atienden a todos, cortan la taquilla, levantan las cortinas para que el público ingrese a las carpas donde se proyectan las películas y se prestan a cuanta fotografía les pidan.

El Festival de las Tres Fronteras comenzó el pasado día sábado en un punto maravilloso de la ciudad de Puerto Iguazú, el anfiteatro Ramón Ayala. El mismo parece colgado frente al río Paraná, en el punto exacto donde se encuentran Argentina, Brasil y Paraguay. El cine los une, de modo imaginario, a través de un halo de luz proyectado sobre los cielos de estos tres países. De un modo más concreto el cine, y el encuentro que promueve este festival, une a público y creadores de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, consolidando definitivamente su perfil latinoamericanista.

Más de un millar de personas de toda clase y edad participaron de la edición de apertura. Son los mismos que colmaron las carpas para las funciones de cada día, excepto entre el lunes y el miércoles, cuando el temporal y cortes de luz obligaron a modificar la programación y mudar el espacio para algunas proyecciones. El domingo a la noche se destacó la masiva presencia de público en la función de “La larga noche de Francisco Sanctis”, notable película argentina ganadora del último BAFICI e invitada al Festival de Cannes, que llenó no solo cada una de las butacas instaladas, sino que se completó con gente sentada en las gradas o en sobre el piso. La película, de Andy Testa y Francisco Márquez, cuenta la historia de un hombre a quien la casualidad le impone un destino y una disyuntiva. Alguien le informa que dos personas serán secuestradas por la dictadura en la siguiente madrugada. Él sabe donde están y puede o no avisarles, pero solo puede hacerlo por la noche. El viaje de Francisco Sanctis a través de las noches del sur de la ciudad de Buenos Aires, agobiada por la oscuridad atroz de la más sanguinaria dictadura de su historia, es un viaje silencioso y lleno de miedos, angustias, sospechas y dudas. Silenciosa, la película remite, como la novelística de Humberto Constantini, autor del relato original, a una permanente sensación de persecución, a la certeza de una mirada permanente y de la imposibilidad de sentirse acompañado en medio de la decadencia de la sociedad y la pérdida de todo lazo.

Uno de los puntos más altos de este Festival más allá de las películas, son las actividades especiales. Lejos de proponer encuentros enfocados en invitados y la élite festivalera, Valenzuela y Palomino redoblan la apuesta de llevar el proyecto a los sectores populares de la zona, escuelas, comunidades, sindicatos y desarrollan allí encuentros, generan subsedes para proyectar cine, llevan talleres. Una de las experiencias más intensas ha sido la realizada en la comunidad Perutí, en la aldea Mby-á guaraní, a 150 kilómetros de Iguazú, que se reunió este martes para ver cine por primera vez en su historia. En la comunidad viven alrededor de mil personas y esa noche, bajo las estrellas, cuatrocientas de ellas se convocaron frente a la pantalla. Esa noche proyectaron el documental “Postas de la memoria” de Fernando Cola. Como relata el colega Ulíses Rodríguez en CinevivoEn el final del documental los niños de Perutí cantan junto al profesor de música una canción en Mby-á guaraní. Esta vez la canción fue cantada -sin planearlo- por los niños presentes acompañando el cierre del film. Nadie esperaba ese mágico cierre.”

Al final de la proyección la cacique segunda, Laureana Núñez, agradeció a los organizadores del Festival porque ahora todos los niños de la comunidad sabrán lo que es el cine.

Alfaro Vive Carajo fue un movimiento armado de izquierda que actuó en los años 80 en el Ecuador. Tuvo como particularidades la juventud de sus miembros (entre 16 y 30 años), su crítica a la ortodoxia, su vertiginoso crecimiento, sus acciones ingeniosas y espectaculares y la manera devastadora como fue combatido. Los sobrevivientes cuentan en este muy buen documental, la historia ocultada o tergiversada. El relato presente es de aquellos jóvenes sorprendentemente desprovistos de toda convicción de heroísmo y martirio, por momentos cómico sobre momentos de violencia armada, que presenta una historia de jóvenes normales enfrentados a picos de ternura, de drama, de comedia, y de tragedia.

Uno de los logros más notables de esta película de Mauricio Samaniego, es utilizar el material de archivo desarrollado por los propios sectores de la derecha conservadora y brutal, para sin alterarlo ni cortarlo, develar la historia de un momento brutal de la política ecuatoriana. Conversando con el realizador a propósito de la utilización de este material de archivo sin alterarlo, aun cuando por momentos es algo sórdido, Samaniego contestó con sencillez: “Es que es así nomás, debía mostrarlo todo porque ellos hicieron eso y lo mostraron brutalmente”.

Samaniego, además de realizador de la película, fue él mismo militante del movimiento guerrillero y aparece como un de los testigos hablando de su propia experiencia. Llegado a Puerto Iguazú para presentar la película, dialogó con NodalCultura

Pensando en la película, más allá de Alfaro Vive, se puede entrever que hay diferencias en general entre este movimiento y otros movimientos armados de la región, y una de las que se hacen evidentes de un modo más claro es la permanente presencia de la alegría. Una alegría de no sentirse un héroe trágico, sino la alegría de la construcción colectiva. ¿Por qué está tan manifiesta esa alegría en la película?

En ese momento se marcaba una diferencia fundamental entre el militante típico de otros movimientos, prefiero no decir los nombres, ese militante serio, adusto, de reuniones largas y de poco accionar. Esta alegría creo que se relaciona directamente con la acción, de una acción feliz. Como dijo el comandante Tomás Borge, del Frente Sandinista, la revolución es una fiesta. Y no tiene porque no serlo. Transformar el país para el bien común, para construir una ética con la sociedad, no tiene porque ser triste, no tiene porque ser amargo. Es una cosa feliz. Las consecuencias son duras, pero eso no te quita la felicidad intrínseca que tienes al hacerlo, con la conciencia clara de lo que estás haciendo.

Hace dos años veíamos en esta misma sala “La muerte de Jaime Roldós” y me parece que su asesinato es una marca clave en la historia política de Ecuador y de algún modo esta película nos cuenta la continuidad de la historia, allí donde el poder parece haber sido responsable de su muerte. ¿Qué importancia tuvo ese momento en lo que eran los albores de la conformación de Alfaro Vive?

La elección de Jaime Roldós, que era un joven, muy progresista, que apareció como un “outsider” como lo llaman ahora, pero con su discurso realmente comprometido con cambios en la sociedad, porque era realmente anacrónica la sociedad ecuatoriana por esos años, generó muchísima expectativas en todo el país y su muerte, que además todo lleva a decir que fue un asesinato, trunca una posibilidad a través de la vía electoral de realizar un cambio en el país. Podrías considerarlo parecido a lo de Allende, en menores proporciones respecto de la represión. Eso lleva a plantearse alternativas más contundentes. De hecho el vicepresidente de Roldós, que asume la presidencia, poco tiempo después “sucretiza” la deuda privada. Así se llevaron un montón de plata de todos los ecuatorianos. Un montón de plata.

Creo que tiene Alfaro Vive un valor que probablemente no se lo evalúa correctamente, que es el valor de decirle a la gente “Vean, nosotros si podemos tener otra alternativa de poder. Si podemos construir nuestro destino. Hacernos cargo de nuestro destino y no aguantarnos todo lo que venga”. Creo que eso quedó claro tanto en la gente como en el poder. O sea, ya no puedes hacer lo que te da la gana y que todo el mundo te ponga sonrisas y te dé el voto. Después de este período que abarca la historia de Alfaro Vive, aparecieron movimientos sociales, políticos, étnicos, que siempre han intentado rebelarse y acceder al poder, con mejores o peores resultados.

¿Esto tiene que ver con aquella rebelión?

Si, no digo que sea lo único que tiene que ver, pero si tiene que ver. No me gustan los términos demasiados académicos, pero haciendo una excepción, creo que a partir de entonces la gente se empoderó de su destino. Porque en un momento Alfaro Vive fue un movimiento demasiado grande. Tal vez creció demasiado rápido. También fue derrotado militar y mediáticamente, también muy rápido. No así políticamente. Fue un movimiento que apuntó a lograr que la gente intente asumir su destino de una manera valiente y para todos.

¿Cómo fue dirigir la película y haber sido parte del propio movimiento (incluso participar como entrevistado en la misma)?

Fue duro. Fue duro y fue hermoso. Fue una suerte de catarsis muy intensa. Fueron tres años y medio entre investigación, rodaje e edición, muy intensos. Cada vez que escuchas, vuelves a vivir. Te enteras de cosas que no habías sabido. Cosas muy dolorosas o muy felices. Te enteras de cosas respecto del ingenio para los operativos con ningún recurso, pero también te enteras de torturas y de asesinatos, porque eran mis compañeros. Y la edición es volver al ver y volver a ver… Fue un largo camino y muy intenso, pero allí está y creo que se mereció largamente la pena hacerlo.

El primer gran golpe del Alfaro Vive es el robo de la espada del general Alfaro, se parece al primer gran golpe del M-19 ¿Cuál era la relación entre ambos movimientos armados?

Ya es sabido que históricamente que AVC y el M-19 tuvieron una relación directa desde el principio. Si tu ves lo que se muestra en el documental, desarrollaron un trabajo bastante en conjunto, que luego se plasmó más evidentemente en el Batallón América. Si tuvimos mucha relación. Una de las vertientes de ALC durante varios años eran militantes ecuatorianos que hacían en nuestro país logística para el M-19.

Ayer (2 de noviembre) se cumplieron 32 años que tomaron el diario Hoy y publicaron la proclama. ¿Qué queda de aquella proclama cómo parte de discusión en el presente? ¿Qué queda?

Treinta y dos años después estamos un poco más gordos, canosos, calvos, pero estamos enteritos. Después de 32 años hemos tomado caminos de lucha diversos, nos seguimos viendo, seguimos siendo hermanos, cada quien tiene su percepción de la coyuntura, pero yo creo firmemente que la ética que nos llevó a vivir esto cuando teníamos 18 o 19 años sigue intacta. Tengo la absoluta confianza en que eso es así.

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